Varias cosas para comentar, Lord Mago.

Lo primero es el negativismo. Explicable después de tantas decepciones que se mire con desconfianza y tengamos como norma aquello de que "todo lo del pobre es robado" y cuando la selección tiene un buen puesto ganado con su esfuerzo, con su talento, con su disciplina, entonces ya entramos a dudar y no nos creemos los logros. Es el complejo de inferioridad que llevamos como un pesado fardo y nos parece increible que la selección Colombia sea tan buena.

Lo segundo es el puesto en sí. En esta época todas las selecciones, excepto Brasil, deben luchar por su clasificación al mundial y la FIFA tiene en cuenta los resultados, así como los de los partidos amistosos. Si miramos a cada una de las selecciones y sus triunfos y derrotas, y que en Sudamérica, además, se juegan las clasificaciones más difíciles del planeta, y a esto le agregamos los dos amistosos en los que se dio una victoria contundente y un empate contra Brasil en cancha neutral, se explica la razón de ser del quinto puesto.

Lo tercero es que los colombianos también hemos madurado con los triunfos de la selección y de nuestros futbolistas. Antes todo era tan escaso que cualquier triunfo era fiesta nacional por aquello de que el que no ha visto a Dios cuando lo ve se espanta, pero ahora que las buenas noticias se volvieron cotidianas, que la calidad se muestra una y otra vez, los triunfos se reciben con alegría y grande, pero nada más. Esa es la diferencia.

Aplausos para la selección Colombia porque de acuerdo con lo que ha hecho es la quinta selección del planeta y no es un ranking mentiroso. Se arma de acuerdo con lo que hace cada selección. Vivamos el presente con alegría porque refleja la realidad, porque tenemos jugadores de primera línea que triunfan en Europa, que deciden títulos internacionales, que son pretendidos por los mejores clubes del planeta y que con su talento y la de un director técnico estupendo que llevó a Argentina a ganar su último título mundial, han hecho que la Selección, nuestra selección, ocupe este destacado lugar.

Creámonos nuestra buena fortuna que no es producto del azar, de un triunfo aislado (5-0 contra Argentina) o de una Copa América famélica, sino de la calidad demostrada en una cadena de victorias conseguidas por una generación de oro. Mañana vendrán derrotas, como todo en la vida, quizás mordamos el polvo en Buenos Aires y no nos vaya bien en Puerto La Cruz contra una Venezuela sorprendente y bajemos algunos puestos, pero este presente es de la selección porque se lo ganó a pulso.