El mundo se preguntaba si Londres 2012 podría superar a Beijing 2008. Los chinos deslumbraron al mundo con la fantasía, pero los británicos le apostaron a los valores y, a mi juicio, ganaron la partida.

Un repaso por su historia a través de la música, de la literatura, del cine, recordaron al mundo sus aportes. Impresionante la recreación de la Revolución Industrial, con cinco chimeneas alzándose hacia el cielo, igual la campiña inglesa, el homenaje al emblemático hospital infantil, y la revolución musical de los sesenta y de ahí en adelante hasta nuestros días.

Pero lo que sorprendió a todos fue el pebetero. Se especuló donde iba a estar y quién iba a prender la llama olímpica. Se dijo que sería Beckam. Pero no fue así. Cuando las delegaciones entraron al estadio, cada una llevaba un pebetero pequeño.

Cuando llegó el momento de encender la llama olímpica, los que portaban la llama olímpica, en realidad varias llamas, al unísono encendieron los pebeteros de las delegaciones dispuestos en varios círculos en el centro del estadio. Fueron prendiéndose todos y luego se elevaron formando una gigantesca llama olímpica.

Y como si fuera poco, el cierre lo hizo Paul Mccartney, con la maravillosa "Hey Jude". El estadio entero coreó el estribillo. Estupenda inauguración a lo inglés, con sus tradiciones y el toque de fantasía al final, cerrado por unos extraordinarios fuegos artificiales.

Mis respetos. Londres llevó a otro nivel las inauguraciones de los juegos olímpicos.