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La anemia del perseguidor

El Barcelona ve al Real Madrid a siete puntos tras un ejercicio de impotencia ante un ordenado Villarreal. Sin energía ni física ni mental, el Barcelona pareció un equipo licuado, sin carburante.


Juanma Rubio | 28/01/2012

El mérito del Real Madrid es perpetuar el sprint a zancadas y sumar y sumar y sumar. En tiempos de bonanza o de barullo, en partidos buenos, regulares y malos. El Barcelona se está quedando sin respuestas para eso, sin energía, ni física ni mental, para mantener el pulso. Son las lesiones, es la acumulación de partidos; Y son los números: diez partidos fuera de casa y más empates (cinco) que victorias (cuatro). Cábalas imposibles en esta Liga. A este Barcelona acostumbrado a escapar le está costando demasiado perseguir. La montaña de cinco puntos ya es de siete. La montaña es el Himalaya.

Las lesiones son un factor porque confabula con los momentos de forma para dejar expuesto a un equipo licuado, demasiado exprimido. A las bajas de largo recorrido se suman los constantes problemas musculares de Iniesta, el más clarividente de una línea de creación en la que no atraviesan su mejor momento ni Xavi ni un Cesc desaparecido. Tampoco, Málaga al margen, está Messi en estado de gracia. Su partido en El Madrigal fue como mínimo impropio. Apenas regateó y falló casi todos los pases. Con el estoque falló una vaselina sólo ante Diego López y, porque a veces todo son pulgas, Cesc no controló su única asistencia entre líneas, otras veces sinónimo de gol. Las lesiones y los momentos de forma: al Barcelona siempre le cuesta en enero y despega cuando llega la Champions. Pero otros eneros no hay tantas lesiones, tantos problemas o un Madrid tan tozudo que no falla en Liga y que te exige hasta la extenuación en Copa.

Enfrente el Villarreal se va feliz porque suma un punto pero sobre todo añade cemento y optimismo a un proyecto que parecía moribundo hace apenas un par de semanas. No perdió, controló al Barcelona e incluso tuvo ocasiones: una la salvó Mascherano, otra Víctor Valdés. Fue mejor cuando presionó arriba y cuando se agigantó Borja Valero y fue consistente atrás, seguro en el repliegue y ordenado en el colapso de la franja central. Con eso le bastó contra el Barcelona que fue muy poco Barcelona.

Guardiola optó por un equipo menos creativo con Mascherano y Busquets alrededor de Xavi. Pero casi nada funcionó porque más allá del inagotable recorrido de Alves o Abidal, nada era lo que debería. Lo que casi siempre es: Piqué dudaba demasiado atrás, Xavi no inventaba, Messi no desequilibraba y no había noticias de Adriano o Cesc. Un buen comienzo, un par de llegadas de Alves, la vaselina fallada por Messi ante Diego López... y nada más. Apatía, una desazón nerviosa, pases al limbo, nada de juego entre líneas, ningún balón pedido al espacio y una impotencia imposible a la hora de jugar en campo contrario, sin velocidad ni precisión. Sin duende. Sin combustible. Y sin Iniesta.

En ese ecosistema casi depresivo, al Barcelona hay que reconocerle el esfuerzo de la última media hora. Alexis, recuperado milagrosamente, entró por Piqué y dio más sentido al dibujo. Movido por la necesidad, el Barcelona se fue al ataque. Movido por el miedo, el Villarreal plegó velas y pasó los peores minutos.

Hubo presión y más juego cerca de Diego López pero es que el Barcelona tampoco tuvo suerte: Diego López le sacó un mano a mano a Messi, Cesc tiró arriba el rechace, un balón se fue al larguero tras jugada de Tello, que fue la última bala de Guardiola y que entró como trueno por la izquierda. Nada, ni suerte ni definición de un Messi irreconocible. Nada que salvara a un equipo anémico que necesita coger aire pero que no puede: la Copa el miércoles, el sprint del Real Madrid siempre... una turbina constante que le ha puesto el título a siete puntos vista. Más que una montaña: el Himalaya."

Fuente: As

"¡De la gran CR7!

http://www.ole.com.ar/futbol-interna...128_0185_5.jpg Leo se agarra la cabeza. Se perdió un mano a mano. (EFE)

John Jones

El Barcelona empató 0-0 como visitante ante un prolijo Villarreal y quedó a siete puntos del Real Madrid, que le había ganado al Zaragoza. Messi tuvo varias situaciones de gol, pero le faltó puntería. Ronaldo y compañía festejan.

Una de las máximas, y quizá la más acertada, enuncia que el fútbol es momentos, aprovechar el momento, tu momento. El desnudo completo que le propinó el Real Madrid al Barcelona en pleno Camp Nou (si bien la historia terminó como de costumbre) parece haber marcado un camino: se puede. Y fue el Villarreal el que -con presión, una estructura férrea, un orden mesurado y una concentración constante- dio el puntapié para comenzar a creer en que no siempre que se juegue ante el mejor equipo del mundo hay que resignarse, en que hay dos resultados más aparte de perder.

Los de Josep Guardiola arrancaron como para hacer lo de costumbre. Primero, Dani Alves tuvo una clara que terminó yéndose al córner. Después, Lionel Messi se escapó mano a mano, un pecado que generalmente termina en gol, y falló al tirarla por encima de Diego López. Si ese poste que casi besó el tiro de Leo hubiese estado corrido unos centímetros, el partido hubiese terminado en otra función de gala del ya tradicional tiki-tiki. Otro concierto para las retinas de los futboleros, esta vez sin el director de la orquesta, Andrés Iniesta. Pero no.

El Villarreal se propuso así mismo un golpe por golpe que varios hubiesen creído suicida con el rival de turno. Promediando la mitad del primer tiempo, Javier Mascherano tuvo que meter la cabeza para sacarla de la línea después de un centro cargado de veneno de Borja Valero, Marco Ruben la tiró a la tribuna cuando Carles Puyol lo seguía y sólo estaba Víctor Valdés como último escollo al gol, a Gonzalo Rodríguez le anularon (bien) un gol por offside entrando como pancho por su casa y el árbitro no cobró un claro penal a Valero. Sí, el Barcelona se mostraba vulnerable ante un conjunto que tiene 25 puntos abajo en la tabla de posiciones y pelea por no descender.

El empate 0-0 empezó a tornarse una realidad cuando Cesc Fábregas, ya con el Villarreal completo defendiéndose en su área, vio cómo López le robaba la foto con una volada impresionante. O cuando ese mismo custodio de los tres palos, un ex Merengue, separó a Messi del alarido final nuevamente. La escasa eficacia costó caro. Un Submarino Amarillo prolijo, no hizo más que hundir al Barcelona, que quedó a siete puntos del Real Madrid en la lucha por la Liga. De la gran CR7.

Fuente: Diario Olé

"El peor momento del Barça

El cuadro de Guardiola sufre las secuelas de la Copa y empata con un Villarreal en alza

CAYETANO ROS - Vila-real - 29/01/2012

El Barcelona llegó en su peor momento a El Madrigal. Magullado por la eliminatoria copera contra el Madrid y sin esa pizca de confianza que le ha sobrado en los últimos años. Como si esos malos minutos del miércoles en el Camp Nou hubieran agrietado su fortaleza mental. Desarmado, además, por el mejor Villarreal de la temporada, un equipo vigoroso y solidario que con José Francisco Molina en el banquillo ha recuperado la fe en sí mismo. El Madrid se dispara ya a siete puntos.

Las correrías al ataque de los centrales, Musacchio y Gonzalo, evidenciaban que el Villarreal había perdido ese respeto reverencial de los primeros compases. Las piernas como alambres de Bruno se habían apoderado de una porción capital del centro del campo. Su capacidad de anticipación, secundada por la estabilidad de Senna, sorprendió a los medios azulgrana. A pesar de que, en ese afán por innovar, Pep Guardiola había incorporado a Mascherano junto a Busquets en la medular, conectando la defensa de tres con dos volantes, dos extremos y Messi. Era un intento de cimentar el eje para sofocar los síntomas de debilidad ofrecidos ante el Madrid. Pero no resultó. Sintiéndose solapado por Mascherano, Busquets bajó su rendimiento y Guardiola rectificó en el descanso retrasando al argentino a la posición de central.

Messi abandonó la primera parte arengando a los árbitros, enfadado con el mundo, abucheado por El Madrigal. Había sufrido un marcaje zonal muy severo. Los zagueros amarillos atacaron cada acción como si fuera la última, con una agresividad desconocida. Y a La Pulga le faltaron siempre un par de centímetros para llegar a buen puerto. Había cargado con demasiado peso, poco acompañado por sus compañeros en el ataque, desconectados Xavi y Cesc como volantes y desenfocados Alves y Adriano como extremos.

Consciente de que el Villarreal da pocos pelotazos, el Barça se abalanzó con voracidad sobre la salida de balón amarilla dejando en evidencia a Cani, Gonzalo o Ángel. La vaselina enroscada de Messi salió fuera esta vez por medio palmo, soplada por Gonzalo.

Sin un lateral derecho cerrándole el paso, Borja Valero encontró una vía de entrada en la esquina izquierda. Visto de cerca, al lado de los centrocampistas azulgrana, Borja no desentona. Dirige con criterio el ataque, asociándose con el incansable Marco Ruben, una pesadilla para cualquier rival por su tenacidad. Sin la aportación necesaria del joven Joselu, todavía en fase formación. Valdés voló hacia su costado derecho para desviar el disparo combado de Senna.

Tanto se animó el Villarreal que arrancó la segunda parte presionando dentro del área de Valdez, justamente después de reclamar un posible penalti de Busquets a Borja Valero. El Barça respondió masticando más la jugada, tratando de desbravar la fogosidad amarilla, impulsado por un Busquets ahora más suelto tras el retraso de Mascherano.

Al Barça le seguía faltando frescura en el ataque y Guardiola recurrió a un renqueante, Alexis, por otro, Piqué. Tello y Thiago revitalizaron el último tramo azulgrana, neutralizado por el enorme tajo de Bruno y Senna, así como por las milagrosas estiradas de Diego López, primero a Cesc y al final a Messi."

Fuente: El País

"El Barcelona se deja un jirón del título ante el Villarreal
Un 'siete' a la Liga

ÁNGEL LICERAS 28/01/12 - 23:55

Hay esfuerzos que no se hacen en balde. Un Barcelona agotado y sin ideas padeció la resaca del último Clásico en El Madrigal. Se dejó un jirón del título tras un empate sin goles. El Villarreal superó a los de Guardiola en el lugar en el que suele triunfar: el centro del campo. El colegiado, José Antonio Teixeira, obvió un penalti de Busquets a Borja Valero. Diego López permitió la igualada con sus intervenciones.[Así lo vivimos en MARCA.com]

El Real Madrid dejó una bomba anímica en el vestuario del Barça en el último duelo copero. Los azulgrana vieron de cerca la derrota, sintieron a un rival superior y se han hecho una fiel idea de que la pelea por el título será muy complicada. Estaban avisados por su técnico. De momento la brecha se abre a los siete puntos, una distancia que pudiera considerarse suficiente si no estuvieramos hablando del mejor equipo del mundo. En sus últimas apariciones no lo parece.

Las bajas condicionaron la alineación de Guardiola, que volvió a repetir sin éxito las premisas que le permitieron ahuyentar en Málaga la sombra de sus fracasos ligueros a domicilio esta temporada. La idea no funcionó porque el Villarreal se empleó con brillantez en defensa merced a la brega de Borja Valero, Cani, Bruno Soriano y un inmenso Marcos Senna. En ataque ofreció pobreza como contrapunto.

La presión del grupo de Molina se hizo un escollo insalvable para la pretensión preciosista de los azulgrana. Al Barcelona le fue imposible ejercitar su rondo habitual en la primera parte. A sus delanteros les faltó movilidad: Adriano tardó en entonarse y Alves hace más daño como alternativa eventual que como propósito fijo para el extremo. Messi encontró un atolón dorado por delante cada vez que tocó el balón. En la única ocasión en la que encontró hueco para nadar mandó fuera del campo una vaselina a Diego López.

José Antonio Teixeira Vitienes, el hermano del discutido colegiado del último Clásico, alimentó la susceptibilidades arbitrales. En su debe se anota un penalti de Sergio Busquets a Borja Valero al poco de reanudarse la segunda mitad. En el reparto de tarjetas fue más justo, pese a las protestas del público.

El cansancio hizo merma en el Villarreal. Cedió metros a falta de 20 minutos, momento en el que al Barcelona ya tampoco le alcanzaba el resuello para idear jugadas demasiado previsibles. Ganaron frescura con la entrada del canterano Tello y de Alexis Sánchez, que recibió el alta médica horas antes.

El trofeo del título cogió el contorno de Diego López en el tramo final. El portero del Villarreal prodigó otro milagro médico. Fue duda por una gripe y se recuperó a tiempo de vestirse de héroe. Voló para despejar al larguero un gran chut de Cesc. Se arrastró para torpedear para convertir en gatillazo el tiro de gracia final de Messi.

La Liga se aleja de Barcelona al compás del sobreesfuerzo. La tensión competitiva se acusa. Hay ocasiones en las que pesan tanto las piernas como la responsabilidad de defender quien eres."

Fuente: Marca