DeNunCianDo - Cronica de un diario argentino tacha de "chiflado" a mourinho

Para "Mou", Larry, Curly y los demás "chiflados" que niegan la insoslayable realidad: Buen Provecho y Buenas Noches

¿Qué preferís: ganar o jugar bien? Había que elegir una de las dos. Ambas opciones, al mismo tiempo, eran imposibles de conseguir. Eso se pasaron diciendo los resultadistas durante 25 años, pero llegó el Barcelona de Messi, Iniesta y Xavi, recuperando la vieja escuela del "jogo bonito", y los mandó callar. El "genial estratega" portugués perdió tres de los cuatro títulos que disputó con el conjunto de Guardiola. ¿Y ahora de qué se van a disfrazar?

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25 años escuchando una sola campana desde la televisión, la radio y algunos diarios. Un cuarto de siglo tomando la misma envenenada medicina. Dos décadas y media soportando el mismo estúpido y pegadizo hit. Cada partido, cada reportaje, cada nota de “investigación”. Cada previa, cada post. 25 años, los mismos tipos e idéntica cantinela, a saber: La disciplina táctica, la inteligencia, los videos, el líbero, el stopper, los laterales volantes, el juego aéreo, el laboratorio, el trabajo en la semana, la relevancia del entrenador sobre la intrascendencia de los jugadores –“meras piezas en un tablero de ajedrez”, se jactaban los operadores mediáticos-, Bilardo fue más importante que Maradona en el ’86 ¡Eso llegaron a decir! El sacrificio, el estado físico, el despliegue, los dientes apretados. Reventarla siempre, arriesgarla jamás. Esa era la única verdad, verdad cimentada sobre la mejor actuación individual del mejor jugador de todos los tiempos en México y los penales, los palos y la suerte –sería zonzo y de mal gusto volver sobre el bidón-, cuatro años después.

Del otro lado, todo era “verso”, palabras floridas vacías de contenido. Vagos, noctámbulos, mentirosos, ladrones. Cultores del fulbito, del desorden, de la improvisación. Incapaces, más amigos del alcohol, los cigarrillos y el arte, que de la táctica y la estrategia. Y la demostración a toda esta hipótesis sobre la que se construye tamaña cosmogonía futbolera eran los resultados. “Lo único que importa es ganar, sólo eso le interesa a la gente”. Hay que ganar como sea. Ganemos aunque sea medio a cero y con la mano. El rival es un enemigo, hay que pisarlo. No importa cómo, hay que aplastarlo. Hay que pegarle patadas a mansalva al adversario, pisarlo en los córners, desearle lo peor, reventarle los vidrios del micro, mandarles un mufa a saludarlos, tirar cohetes en el hall del hotel la noche previa, recordarles desgracias familiares para sacarlos del partido, pincharlos con alfileres. La estética y la ética en el fútbol son estupideces propias de los débiles. Excusas para los que no trabajan, Papi fútbol. “A los segundos no los recuerda nadie” (preguntar por Holanda del 74 o por el Huracán de Cappa). El que gana es un vivo y el que pierde, un gil. “El fútbol es un negocio, los que quieran ver un espectáculo que vayan al Colón”. Y así, todos los días de Dios. Se cansaron de decirlo y convencieron a muchos.

Pero un día apareció el Barcelona y los mandó callar. Ríndanse y salgan con las manos en alto, están rodeados por la verdad. Sí la única verdad es el resultado, deberán rendirse ante la evidencia. Pero es falso, quienes creemos que la mentira no es válida para ganar una discusión, sabemos que es falso y debemos admitirlo aunque la coyuntura nos sea favorable. El Barcelona es el mejor equipo de la historia del fútbol mundial porque juega como ninguno, no porque gane como cualquiera. Ganar, ganaron muchos. El propio Mourinho se cansó de levantar trofeos. Sin embargo, ninguno de sus equipos figura en la consideración general como el mejor de todos los tiempos. ¿Por qué será? ¿Es ahora un salame el portugués porque los de Guardiola le ganaron tres de los cuatro títulos que disputaron? No. Sigue siendo un técnico respetable, tanto que en estos 180 minutos mereció, como mínimo, llegar al alargue y los penales. Presionó muy bien sobre la salida, obligó a los defensores blaugranas a reventarla muchas veces en Madrid y no fue menos que el campeón en el Camp Nou. Sí, todo muy lindo pero perdió dirán los voceros del discurso de los vergonzantes ‘90. Si, pero perdió dignamente y sin merecerlo, diremos los que tratamos de ver más allá del “impostor” del resultado. Que Mourinho sea un llorón y un mal perdedor -las imágenes que lo muestran pellizcando a un asistente de Pep hablan por sí solas- es harina de otro costal. Su equipo aprovechó la inactividad previa del Barsa y pudo (¿debió?) vencerlo.

Juego asociado, pelota por abajo, rotar, desmarcarse, tenerla todo el tiempo posible, pasársela al compañero mejor ubicado. Pared, taco, gambeta, caño, sombrero, cucharita. Dinámica, compromiso, respeto por el balón. Solidaridad con el compañero. Y luego, la calidad individual de verdaderos monstruos como Messi, Iniesta, Xavi y compañía. Pero primero: el concepto. Eso de lo que se rieron hasta el cansancio. Una verdad más vieja que la injusticia o que la belleza, que trataron de esconder y no pudieron. Así que “pipones de fútbol” como nos deja el Barcelona cada vez que se presenta (los 3 goles son joyas, pero el de Iniesta, luego de la asistencia de Messi sin mirar dio ganas de romper la tele y entrar a abrazarlos) nos vamos a dormir. Felices como niños porque han ganado los buenos . Ojalá que “Mou” y compañía –Larry y Curly y los demás “chiflados”, podríamos decir- lo hayan disfrutado como nosotros. Buenas noches y buen provecho.