"[El derecho ilimitado de libertad de pensamiento envuelve un absurdo palpable. En efecto, siendo el derecho un poder racional y moral, no es verdadero derecho aquél que no se apoya sobre la verdad y la moralidad. El derecho comienza con la verdad y con la moralidad y concluye donde terminan estos nobilísimos objetos. Ahora bien; sabemos que la razón humana, en cuanto finita, puede equivocarse, y equivocándose, alejar a la voluntad del bien. Luego el derecho ilimitado a la libertad de pensamiento sería el derecho a la verdad y al error, a la moralidad y a la inmoralidad. Digámoslo francamente: una doctrina tan contraria a la naturaleza humana, cuyos derechos todos se hallan substancialmente fundados sobre la verdad y la moralidad, no podemos aceptarla de ninguna manera". [Prisco, "Filosofía del derecho", nº 269, explicando por qué la imposición moral cristiana es incompatible con la libertad de pensamiento]