DeNunCianDo - Alexánder, un exsoldado al que los rayos le ganaron la guerra

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Sampués. La vida es fugaz y puede cambiar rápidamente, quizá a la misma velocidad de un rayo. Eso fue lo que le pasó al exsoldado Alexánder Serpa Mandón, que perteneció al Batallón de Infantería Aerotransportado No. 31 Rifle, Compañía Héroes del Quinto contingente del 2011.

Este joven de 21 años, que hoy es conocido en Sampués como el "soldado pararrayos", tenía sueños de convertirse en comandante de un pelotón en el glorioso Ejército de Colombia. Pero hoy vive en la pobreza y atenido a lo poco que se gana pintando artesanías en este municipio de Sucre por una serie de sucesos eléctricos que cambiaron su vida.

Con dolencias en sus extremidades, secuelas de las descargas eléctricas de los rayos, recordó que cuando estaba prestando el servicio militar, lo mandaron a hacer guardia en el cerro Flecha -Nudo del Paramillo. Ese día todo estaba tranquilo, pero a las 5:00 p. m., una tormenta eléctrica y un fuerte aguacero azotaron la zona. A las 5:45 p. m., cuando se pensaba que todo había pasado, un rayo cayó sobre el cerro y lo impactó.

"Solo sentí una fuerte descarga. El impacto me tiró dos metros hacia atrás. Cuando reaccioné estaba enterrado hasta el cuello. Duré de más de 6 horas inconsciente, no conocía a nadie, perdí la visibilidad por un momento, me dolían los oídos y no podía hablar. Compañeros de milicia me llevaron a una clínica de Caucasia (Antioquia). Me dieron 15 días de incapacidad", relató Serpa, mientras con un pincel retoca una fruta artesanal.

Una vez cumplió la incapacidad volvió a las filas del Ejército.
Emocionado le contó a varios de sus lanzas que su sueño era ser un soldado profesional y que comandaría uno de los pelotones del Ejército. Cuando terminó que prestar el servicio obligatorio, inició los trámites para hacer el curso de soldado profesional. Imaginó que la experiencia que había vivido durante su servicio militar le serviría para lograr su objetivo, pero en realidad no fue así.

"Hice las pruebas, los exámenes físicos y de rutina. Todo salió bien, pero cuando me iban a dar la admisión un teniente buscó en los archivos del Ejército y halló lo que me había pasado. Me dijo que no podía seguir en el Ejército, ya que yo atraía los rayos y era un peligro para la institución", cuenta.

Confundido por lo que el teniente le había dicho, Serpa no creyó mucho lo de ser un atractivo para los rayos.

Otra vez
Una mañana de enero del presente año, se levantó y fue al patio de su casa, situada en el barrio La Esperanza, de Sampués. Luego de varios minutos afuera, otro rayo cayó justo en su cuerpo. Nuevamente Serpa quedó inconsciente y cuando reaccionó estaba enterrado hasta el cuello.

Dos horas después lo desenterraron. No lo llevaron a un centro asistencial, pues las lesiones que sufrió fueron mínimas. La hipótesis de ser un atractivo para los rayos cobraba más fuerza. Serpa empezaba a creer que lo que el teniente le había dicho era verdad. Cinco meses después, en junio, la historia se volvería a repetir.

Un día soleado no había nubes que indicaran que una tormenta se avecinaba, lo que aprovechó Serpa para ir a una cantina cerca a su casa y compartir un momento con algunos amigos. De repente, otro rayo le cayó. Sus amigos, que ya sabían qué hacer en esos casos, buscaron un lugar mojado, hicieron un hueco y lo volvieron a enterrar para que así su cuerpo botara la descarga.

Uno de los amigos de Serpa, Remberto Basilio, dijo que en dos ocasiones ha tenido que cavar huecos de más de un metro de profundidad para enterrar a Alexánder.
"Esta es una medicina tradicional de los pueblos. Siempre que alguien es alcanzado por un rayo deben enterrarlo por varias horas para que así su cuerpo bote las cargas", aseguró Basilio.

Muchos no creen cuando les dicen que en Sampués hay un joven que atrae rayos. Otros lo ven como un chiste y hasta lo apodan, pero lo cierto es que Serpa, cada vez que se aproxima una tormenta, se angustia.

"Cuando comienza a llover me encierro en el cuarto y me arropo de pies a cabeza. Me desespero y a veces quiero salir corriendo. Esta situación me tiene mal y triste. Creo que mi cuerpo no resistiría otro rayo", aseguró Serpa.

Los rayos han afectado gravemente su salud. Camina con dificultad, sus manos no pueden hacer fuerza. Debido a esto es poco lo que puede hacer y lo que gana no le alcanza para mucho. Su situación económica es difícil. Pese a que ha buscado empleo, nadie lo contrata, quizá por ser un atractivo para los rayos.

Desde que salió del Ejército su familia ha destinado mucho dinero para mejorarle la salud, pero no ha sido nada fructífero, pues empeora cada vez más. Según él, lo que más le ha dado duro es que el Gobierno nacional y su glorioso Ejército nacional, para él que combatió por más de un año, se han olvidado de él. Hoy enfrenta una guerra, no solo con los rayos, sino también con la pobreza que cada día le gana.