DeNunCianDo - Qué hay tras la faena de ellos en la cama? / Sexo con Esther

Quien quiera poner a un hombre al rojo vivo sobre la cama, debe saber que a ellos todo les entra por los ojos. La vista, en la mayoría de los casos, es la encargada de azuzar el cerebro masculino para que mande órdenes al resto del cuerpo y ponga las ganas por el techo.
Esa es la razón por la cual los ojos de los señores se deslizan por los escotes o se quedan pegados sobre unos muslos (o masculinos) o en sus aledaños.
Ellos se excitan con mirar. La clave es que el estímulo sea continuo para que su cerebro cómplice haga que las manos no se queden quietas, que el departamento inferior del cuerpo se ponga alerta para responder con júbilo a cualquier caricia y que cada músculo empiece a formar parte de esa superproducción que, de terminar bien, se llamará coito.
Sin reversa ni freno
En este punto, los señores ya no tienen reversa y ni manera de frenar nada.
En un santiamén, algunos dicen que en menos de diez segundos, tienen una erección; con ella, la sangre se les aleja del cerebro, la razón rueda por el suelo junto a su ropa y la suerte está echada. Sólo un incendio o la caída de un meteorito impedirían que se encuentren un orgasmo.
Justo en ese momento la respiración se agita, el corazón corre a millón, la tensión arterial se dispara y les empieza un cosquilleo por todo el cuerpo que se concentra en la planta baja, que hace que la uretra, y con ella todo el pene, se contraigan de manera rítmica mientras la mente se nubla y ellos pierden la conciencia y la relación con el mundo por unos segundos.
Unos segundos después, luego de soltar dos o tres gemidos, su mejor amigo pierde su altivez , todo el cuerpo se libera de la tensión acumulada, les entra una modorra y un desgano incluso para hablar y apenas si les alcanza la fuerza para darse vuelta y quedarse dormidos con la supuesta tranquilidad del deber cumplido.
En síntesis, eso es un polvo masculino. ¿Que la pasan bien? Seguro que sí. Otra cosa es que nosotras quedemos satisfechas después de tanto agite. Como no siempre es así, nos toca esperar a que el ciclo se repita y eso, para qué negarlo, puede tardar hasta meses. Hasta luego.