DeNunCianDo - Brujos e inquisidores en el Mexico Colonial

Desde 1521 y a lo largo de tres siglos, la Inquisición española se mantuvo fuerte en los territorios de la Nueva España. Por sus cárceles desfilaron miles de nativos, acusados de blasfemia, herejía, brujería, magia negra y otras artes oscuras. Pero también lo hicieron soldados y funcionarios de la Corona, religiosos incluidos. Precisamente, uno de estos últimos fue protagonista del proceso más extraño y fascinante de cuantos emprendió el tan temido tribunal eclesiástico.

Habéis contratado los malos oficios del sacerdote de misa, el bachiller castellano Pedro Ruiz Calderón, alumno de Carlos Alemán y don Carlos de Texcoco, quien por la magia negra pretende encontrar los tesoros de los indios, y cuando es hallado por los maridos en el lecho de sus mujeres se hace invisible, y por poderes que le ha dado el demonio viaja de México a España y a La Española y torna a casa en cosa de horas, cambiando sustancias viles en oro y plata. Este sacerdote blasfemo, que gusta de vestirse de inquisidor y delegado papal, ha traído del Viejo Mundo una vasta biblioteca con cartas escritas en una clave que sólo él puede leer, con un libro firmado por el demonio que le da poderes sobrenaturales. Una de sus malas artes consiste en hipnotizar mujeres y poseerlas cuando las tiene dormidas»…

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El párrafo anterior pertenece a Memorias del nuevo mundo (Edhasa, 1991), obra del escritor y diplomático Homero Aridjis (Contepec, 1940), sin duda uno de los intelectuales más brillantes que nos ha regalado México. Leyendo el texto y al tratarse de una novela, cualquier observador pensaría que la descripción que el autor hace del tal Pedro Ruiz Calderón se enmarca en el ámbito de lo imaginario… Estaría equivocado. Quienes conocen la obra de Aridjis, saben que el también poeta suele introducir personajes reales y sucesos históricos en el contexto de sus narraciones. Y éste es el caso. Por asombroso que parezca, Ruiz Calderón, inquisidor y mago negro español, existió realmente, como lo demuestran numerosos documentos oficiales y actas inquisitoriales conservados en México D. F., concretamente en el Archivo General de la Nación.

El argumento de Memorias del nuevo mundo recrea la formación de los jóvenes estados americanos durante los primeros momentos de la conquista de México y, centrándonos en el objeto que nos interesa, describe con todo lujo de detalles a algunos de los misteriosos y polémicos personajes que desembarcaron en el denominado Virreinato de Nueva España, del que Ciudad de México fue su capital.

El imperio español puso el acento en europeizar aquellos territorios recién anexionados, de modo que trasladó hasta allí sus propias instituciones políticas y religiosas, como el temido tribunal del Santo Oficio, establecido en México en 1571, y bajo cuyas órdenes habrían llegado Pedro Ruiz Calderón y otros oscuros protagonistas de la evangelización de América.

En realidad, tenemos noticias de la presencia de órganos inquisitoriales en el Nuevo Mundo décadas antes, concretamente desde 1521, pues la Corona fue prontamente informada de las extrañas costumbres de los nativos y de los fenómenos inexplicables que tenían lugar en México y regiones aledañas. Nada mejor que la Inquisición para enderezar a aquellos paganos, cuya vida cotidiana estaba impregnada por la magia, debieron pensar los gobernantes españoles. De hecho, a la llegada de los conquistadores, éstos advirtieron muy pronto la relevancia que aquella antiquísima tradición mágica tenía entre los nativos, creencia que chocaba frontalmente con la que traían desde Europa, y que era vista como producto de la brujería y otras «artes diabólicas»

Fuente: Revista Año Zero NO 286