Solo quiero que el sueño seque mi llanto y si es eterno, pueda soñar en lo que pudo ser real. Solo quiero que el sueño seque mi llanto y si es eterno, pueda soñar en lo que pudo ser real. Ahora no se si es mejor vivir para sufrir o morir para soñar. Vivo en fantasia y el amor no podrá apartarse. Los eones pasarán y el momento llegará. ¿Por qué me siento atado? Ahora solo quisiera poder llorar a u lado. |
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Poderosa y sentida reflexión, me hizo recordar esta rima de Becquer: Rima LXVIII No sé lo que he soñado en la noche pasada; triste, muy triste, debió ser el sueño pues despierto la angustia me duraba. Noté, al incorporarme, húmeda la almohada, y por primera vez sentí, al notarlo, de un amargo placer henchirse el alma. Triste cosa es el sueño que llanto nos arranca; mas tengo en mi tristeza una alegría... ¡Sé que aun me quedan lágrimas! Cita:
Pensé en el soliloquio de Segismundo en La vida es sueño de Pedro Calderón Sueña el rey que es rey, y vive con este engaño mandando, disponiendo y gobernando; y este aplauso, que recibe prestado, en el viento escribe, 5 y en cenizas le convierte la muerte, ¡desdicha fuerte! ¿Que hay quien intente reinar, viendo que ha de despertar en el sueño de la muerte? 10 Sueña el rico en su riqueza, que más cuidados le ofrece; sueña el pobre que padece su miseria y su pobreza; sueña el que a medrar empieza, 15 sueña el que afana y pretende, sueña el que agravia y ofende, y en el mundo, en conclusión, todos sueñan lo que son, aunque ninguno lo entiende. 20 Yo sueño que estoy aquí destas prisiones cargado, y soñé que en otro estado más lisonjero me vi. ¿Qué es la vida? Un frenesí. 25 ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. 30 |
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(1542-1591) Llama de amor viva ¡Oh llama de amor viva que tiernamente hieres de mi alma en el más profundo centro! Pues ya no eres esquiva acaba ya si quieres, 5 ¡rompe la tela de este dulce encuentro! ¡Oh cauterio süave! ¡Oh regalada llaga! ¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado que a vida eterna sabe 10 y toda deuda paga! Matando, muerte en vida has trocado. ¡Oh lámparas de fuego en cuyos resplandores las profundas cavernas del sentido, 15 que estaba oscuro y ciego, con estraños primores color y luz dan junto a su querido! ¡Cuán manso y amoroso recuerdas en mi seno 20 donde secretamente solo moras, y en tu aspirar sabroso de bien y gloria lleno, cuán delicadamente me enamoras! Cita:
Canción de otoño en primavera Rubén DaríoJuventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro... y a veces lloro sin querer. Plural ha sido la celeste historia de mi corazón. Era una dulce niña, en este mundo de duelo y aflicción. Miraba como el alba pura; sonreía como una flor. Era su cabellera obscura hecha de noche y de dolor. Yo era tímido como un niño. Ella, naturalmente, fue, para mi amor hecho de armiño, Herodías y Salomé... Juventud, divino tesoro ¡ya te vas para no volver...! Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer... La otra fue más sensitiva, y más consoladora y más halagadora y expresiva, cual no pensé encontrar jamás. Pues a su continua ternura una pasión violenta unía. En un peplo de gasa pura una bacante se envolvía... En sus brazos tomó mi ensueño y lo arrulló como a un bebé... Y le mató, triste y pequeño falto de luz, falto de fe... Juventud, divino tesoro, ¡te fuiste para no volver! Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer... Otra juzgó que era mi boca el estuche de su pasión y que me roería, loca, con sus dientes el corazón poniendo en un amor de exceso la mira de su voluntad, mientras eran abrazo y beso síntesis de la eternidad: y de nuestra carne ligera imaginar siempre un Edén, sin pensar que la Primavera y la carne acaban también... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!... Cuando quiero llorar, no lloro, ¡y a veces lloro sin querer! ¡Y las demás!, en tantos climas, en tantas tierras, siempre son, si no pretexto de mis rimas, fantasmas de mi corazón. En vano busqué a la princesa que estaba triste de esperar. La vida es dura. Amarga y pesa. ¡Ya no hay princesa que cantar! Mas a pesar del tiempo terco, mi sed de amor no tiene fin; con el cabello gris me acerco a los rosales del jardín... Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!... Cuando quiero llorar, no lloro, y a veces lloro sin querer... ¡Mas es mía el Alba de oro! Profundo sentimiento, inexpugnable como la misma soledad |
Respuesta: Solo quiero que el sueño seque mi llanto y si es eterno, pueda soñar en lo que pudo ser r Aserrín, Aserrán, la tristeza, tras la felicidad, José Asunción Silva ¡Aserrín! ¡Aserrán! Los maderos de San Juan, piden queso, piden pan, los de Roque alfandoque, los de Rique alfeñique ¡Los de triqui, triqui, tran! Y en las rodillas duras y firmes de la Abuela, con movimiento rítmico se balancea el niño y ambos agitados y trémulos están; la abuela le sonríe con maternal cariño mas cruza por su espíritu como un temor extraño por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño los días ignorados del nieto guardarán. Los maderos de San Juan piden queso, piden pan. ¡Triqui, triqui, triqui, tran! Esas arrugas hondas recuerdan una historia de sufrimientos largos y silenciosa angustia y sus cabellos, blancos, como la nieve, están. De un gran dolor el sello marcó la frente mustia y son sus ojos turbios espejos que empañaron los años, y que ha tiempos, las formas reflejaron de cosas y seres que nunca volverán. Los de Roque, alfandoque ¡Triqui, triqui, triqui, tran! Mañana cuando duerma la Anciana, yerta y muda, lejos del mundo vivo, bajo la oscura tierra, donde otros, en la sombra, desde hace tiempo están, del nieto a la memoria, con grave son que encierra todo el poema triste de la remota infancia cruzando por las sombras del tiempo y la distancia, ¡de aquella voz querida las notas vibrarán! Los de Rique, alfeñique ¡Triqui, triqui, triqui, tran! Y en tanto en las rodillas cansadas de la Abuela con movimiento rítmico se balancea el niño y ambos conmovidos y trémulos están, la Abuela se sonríe con maternal cariño mas cruza por su espíritu como un temor extraño por lo que en lo futuro, de angustia y desengaño los días ignorados del nieto guardarán. ¡Aserrín! ¡Aserrán! Los maderos de San Juan piden queso, piden pan, los de Roque alfandoque los de Rique alfeñique ¡triqui, triqui, triqui, tran! ¡triqui, triqui, triqui, tran! |
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