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Samuelsb 18-03-2010 23:43:34

El Enfermo.
 
“Hoy voy a estar muy bien y será el mejor día de mi vida”, pensó el hombre que por más de dos meses había estado “retenido” contra su voluntad en el prestigioso Hospital San Jorge, maldecía día y noche por esto, ese día había decidido no renegar ni argüir mas, disfrutaría la plenitud de sus palabras. Así que pidió a su mujer le abriese la ventana y le consiguiera unas flores –Dalias Carmínea- con las cuales darle vida a la habitación. Su esposa sorprendida por tan drástico cambio en el humor de su esposo accedió a sus deseos, “debe estar recuperándose por fin”, pensó la mujer que a lo largo de estos meses no lo había desamparado.
También pidió que lo ayudase a bañarse, que lo afeitase, que le pusiera la pijama azul que su madre le había regalado en los días antes de ser hospitalizado.
Más tarde solicito -a la enfermera Ximena Loaiza - ser llevado al jardín y recibir los rayos mañaneros del sol junto a su esposa.
Recibió el desayuno y decidió cooperar al comerlo completo; tomo la droga a la hora indicada por los médicos, leyó el libro que su hermano le había regalado –“La casa de las bellas durmientes” de Yasunari Kawabata-; una hora después de empezar a leer cerro el libro en la escena donde el viejo Eguchi es llamado por la mujer dueña de la casa donde días anteriores había dormido por primer vez junto a una joven virgen –además-, que la dormían para que pudiese dormir con ancianos, siendo la ley de la casa el no poder tener relaciones genitales con ella, “los ancianos solo buscaban compañía en tantas noches de soledad”, eso le despertó el viejo Eguchi a nuestro enfermo.
-Demasiado descriptivo este cuento -se dijo, pues no era el tipo de literatura que estaba acostumbrado a leer.
Insto a la enfermera Loaiza que le colocase en el equipo de sonido a un volumen adecuado el Cd de grandes éxitos de Louis Armstrong –The Vary Best Of-; treinta y siete minutos después de estar escuchando música le llevo la enfermera Loaiza su almuerzo, nuevamente volvió a “cooperar” sin protestar una sola vez, ya que siempre era su costumbre criticar las comidas del hospital, argumentaba que fuera de ser simples y sin cariño lo que pretendían hacer con esas comidas no era ayudar a recomponer el cuerpo sino “matarlo a uno por otro lado apunta de malas comidas, apunta de tristeza”.
En la tarde recibió visitas de amigos y familiares, converso largamente con cada uno de ellos, rio, aconsejo y se sorprendió por las noticias provenientes del mundo ubicado fuera de esa cárcel llamada hospital.
El ultimo en marcharse fue su amigo Víctor el cual por petición del enfermo decidió quedarse un tiempo más.
A las siete de la noche tomo los últimos alimentos del día, el chequeo médico por parte del Doctor Alejandro Correa no se hizo esperar y, se porto de manera tan correcta con el Doctor Correa que este se sorprendió también por la amabilidad de su paciente. Lo revisó con cuidado y detenimiento, pensó por un momento, luego sonrió.
-Le daré de alta, saldrá mañana, está usted muy bien señor Pérez.
-¿Si?, ¡Oh! Por favor doctor llámeme Jairo.
-Don Jairo.
-Le regalo el don.
-Bueno, Jairo, mañana apenas llene las formas podrá ir a su casa.
Jairo Pérez miro a su esposa y noto que a ella los ojos se le nublaban con lágrimas de felicidad.
Vieron acostados uno al lado del otro en la cama la tele.
A eso de las diez de la noche Jairo le dijo a su esposa:
-Hoy no deberías quedarte.
-¿Por qué?
-Pues ya estoy bien, mañana estaré en casa contigo y los niños. No te preocupes, ve a casa a descansar.
-Quiero quedarme contigo.
-Ve, mañana dormiremos de nuevo en nuestra cama.
-Como tú lo desees amor, pero déjame quedarme hasta que te duermas.
-Si así lo deseas…
Amparo Gómez de Pérez acaricio el cabello grisáceo de su esposo –era una de las cosas que más le causaba placer en la vida su esposo-, lentamente Jairo fue quedándose dormido, en el preciso instante en el cual entraba al estado místico del sueño le dijo a su esposa entre dientes:
-Hoy pensé que iba a estar muy bien, que sería el mejor día de mi vida, y mira lo fue.
La señora Pérez sonrió y lo beso en la comisura de los labios pero el ya había entrado a su realidad abstracta.
Lo cobijo muy bien de tal manera que se sintiese acompañado toda la noche; apago la luz de la habitación. Minutos después cruzaba el pasillo del pabellón de enfermos terminales, noto en el ambiente como la muerte rondaba por los cuartos, se estremeció; bajo por el ascensor y se encontró en el primer piso frente a la recepción del prestigioso Hospital San Jorge, dio doce pasos, abrió la puerta y el aire nocturno la arropó con su frialdad. Pensó que todo volvía a la normalidad “la vida sigue su lógica”, sonrió, camino hasta la salida del hospital, nuevamente se le dibujo una sonrisa en los labios al tiempo que con un gesto se despidió del vigilante de la portería.
Fue la enfermera Ximena Loaiza quien al llevarle las drogas de la mañana a Jairo Pérez lo encontró en un sueño eterno, la muerte lo había visitado la noche anterior.

Samuel Salazar Blandón.
18.03.2010.



MAN OF THE HOUR 21-03-2010 17:00:41

Respuesta: El Enfermo.
 
decidio revivir antes de morir, bacana la trama men


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