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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
RICARDO69
08-11-2015, 20:49:13
La inesperada pesadilla del Coronel Mejía Gutiérrez

Desde el primer día de este escándalo, Mejía buscó hablar con el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Tardó diez meses en ser recibido por él.

Plinio Apuleyo Mendoza

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¿En qué momento este militar, visto como un héroe en todas las regiones donde combatió por igual a los grupos armados ilegales, se convirtió en villano?

Fue algo inesperado. Era el mes de enero de 2007. El coronel Hernán Mejía Gutiérrez disfrutaba junto a su esposa, su madre y sus hijos de unas tranquilas vacaciones en el club militar Las Mercedes, en Melgar, cuando recibió una apremiante llamada del comandante del Ejército, el general Mario Montoya Uribe. Le dijo que debía regresar de inmediato a Bogotá, y para ello le envió un helicóptero. Montoya lo recibió en su despacho.

Con una sombría expresión le dijo en voz baja: “Hernán, en pocos minutos el ministro Santos convocará una rueda de prensa en la que hará terribles acusaciones contra usted”.

Oyendo aquello, a Mejía se le heló la sangre. No entendía qué cargos podía hacerle el ministro cuando en su entorno todos lo consideraban un héroe militar, citado siempre como ejemplo.

Las acusaciones. Su desconcierto fue mayor al escuchar al ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, denunciándolo por vínculos con ‘Jorge 40’, además de violaciones a los derechos humanos y actos de corrupción.

Estas aseveraciones fueron difundidas con gran estrépito en radio y televisión. “Era como estar en un campo de batalla recibiendo ráfagas imprevistas de ametralladora”, escribe Mejía en su libro (que será publicado próximamente).

Testigos falsos
Al día siguiente, el diario EL TIEMPO titulaba en la primera página: “Cae el coronel estrella del Ejército”. Y la revista Semana traía como portada un retrato suyo con un terrible título: ‘De héroe a villano’.

En sus páginas, un supuesto testigo, cuyo nombre no era revelado, afirmaba haberlo acompañado a una entrevista con los jefes paramilitares ‘Jorge 40’, ‘Omega’ y ‘39’.

Según este testigo, Mejía Gutiérrez había convenido con ‘Jorge 40’ recibir un sueldo mensual de 30 millones de pesos.

Además habría aceptado realizar una purga para eliminar a 19 hombres del grupo ilegal, los cuales serían presentados luego como guerrilleros del ELN muertos en combate.

Solo tiempo después, el coronel Mejía Gutiérrez sabría que el famoso testigo clave era Edwin Manuel Guzmán, el sargento que había hecho detener en Valledupar al descubrir que vendía armas y municiones a la guerrilla y a los ‘paras’. Se trataba sin duda de una venganza suya. Tras las acusaciones contra Mejía, que le permitieron al sargento Guzmán eliminar sus años de cárcel para ser puesto en libertad y ser considerado como testigo protegido, otros dos reclusos, en busca de iguales beneficios, decidieron tres años después seguir sus pasos confirmando lo dicho por él.

Estos falsos testigos fueron John Jairo Hernández, alias Daniel Centella y Guillermo Hoyos Gutiérrez.

Desde el primer día de este escándalo, Mejía buscó hablar con el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos. Tardó diez meses en ser recibido por él. Santos aceptó que podía haber ocurrido un error con la información que se le había suministrado y le ofreció, una vez regresara de un viaje a los Estados Unidos, aclarar la situación.

Mejía intentó también entrevistarse con el viceministro Sergio Jaramillo, pero este jamás lo recibió. Quien le dio pistas para saber por qué había sido acusado fue el otro viceministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón.

“Mi coronel –no tuvo reparo en decírselo–, su cabeza fue negociada. Se requería aliviar la presión internacional por el tema de los derechos humanos”.

“A partir de aquel día –escribe Mejía en su libro–, comprendí que era víctima de una absurda pero poderosa componenda”.

Lo peor para él no tardó en llegar. Quedó detenido mientras se adelantaba un juicio en su contra.
La condena. Finalmente, seis años después, el juez Alejandro Díez Pedraza lo condenó a veinte años de prisión y a pagar una multa de siete millones de dólares.

“Este hombre –escribe Mejía Gutiérrez–, sin conocer una hoja del voluminoso expediente construido con más de cien mil folios, descargó contra mí y mis subalternos esta atroz sentencia”.

De nada sirvió que lugartenientes de ‘Jorge 40’, en vez de presentar a Mejía como amigo de su jefe, declararan bajo juramento que éste había dado la orden de asesinarlo.

Y lo que es aún más desconcertante: dos hechos que dejan sin piso los cargos contra Mejía Gutiérrez no han sido tomados en cuenta por la justicia.

El primero, cuando el fiscal Iguarán, en su momento, calificó al sargento Guzmán de falso testigo.
El segundo y más reciente corre por cuenta del fiscal Eduardo Montealegre, quien hizo el mismo señalamiento a John Jairo Hernández, alias Centella, y a Hoyos Gutiérrez, los otros dos testigos que sirvieron de base para condenar a Mejía.

De esta manera, el héroe convertido en villano ha sufrido una pesadilla que lleva más de 2.600 días. Hoy, con la cabeza blanca de canas por todo lo que ha padecido, Mejía recuerda la frase de su padre cuando supo su decisión de ser militar:

“Hijo, esa profesión que estás escogiendo para tu vida solo te brindará cicatrices y medallas”.

Y así fue.

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
SpitfireII
09-11-2015, 00:06:56
Terrible. ¿En manos de quien puede caer una persona?

Miguelito87
09-11-2015, 07:25:30
Un falso positivo judicial! Orquestado por el HP de Santos, el HP de Uribe, con complicidad del títere de Mario Montoya.

Pero claro, como es militar entonces no pasó nada :L

Heráclito
09-11-2015, 21:22:08
Complemento:

Para tener mayores elementos de juicio sobre el caso del ex oficial bueno es recordar el artículo de Semana que proporciona mayores detalles sobre el caso.

En enero del 2007, ocho meses antes de ser retirado del Ejército, SEMANA contó la historia de este oficial que, seis años más tarde, la justicia confirmó.

Se trata del segundo oficial de alto rango que recibe una alta condena por los denominados ‘falsos positivos’. El primero de ellos fue el coronel Luis Fernando Borja, excomandante de la Fuerza de Tarea Conjunta de Sucre, quien fue condenado a 40 años por haber confesado 57 homicidios.

La historia del coronel

El 25 de octubre del 2002 el coronel Hernán Mejía Gutiérrez, comandante del Batallón La Popa, con sede en Valledupar, les informó a sus superiores que durante un combate habían dado de baja a 19 guerrilleros del frente 6 de diciembre del ELN.

La acción aparentaba ser una hazaña llena de detalles extraños. Era un combate atípico porque murieron todos los guerrilleros, pero ninguno de los 14 soldados sufrió el mínimo rasguño. Además, el supuesto enfrentamiento se había presentado en la hacienda El Socorro, en Bosconia, una zona de fuerte presencia paramilitar.

Finalmente, el hecho le valió felicitaciones y medallas al coronel Mejía, que después de ese día afianzó su fama de tropero. Pero el capítulo dio un vuelco cuando el entonces ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, y el alto mando castrense conocieron las denuncias hechas por un ex suboficial, subalterno del coronel Mejía.

Este suboficial le contó a la justicia penal militar todo lo que vio en estos años, y la gravedad de su testimonio hizo que el caso fuera trasladado de inmediato a la Fiscalía. Allí, como testigo de los hechos –pero no el único-, contó la verdadera historia sobre cómo el batallón La Popa se convirtió en una de las unidades que más bajas produjo entre el 2002 y el 2004.

El suboficial estuvo durante 18 años en el Ejército y conoció de cerca cómo funcionaban los vínculos entre algunos de sus superiores y las autodefensas en Urabá, Guaviare y la Costa. En Santa Marta había estado bajo órdenes del capitán Édgar Fierro, más conocido en el país como 'Don Antonio', el hombre del computador de 'Jorge 40'.

Cuando el coronel Mejía llegó a Valledupar, se apoyó inicialmente en este suboficial. Después terminaron de enemigos. El testigo de la Fiscalía resultó en la cárcel acusado de tráfico de munición, en un proceso lleno de irregularidades. Al salir, trabajó con los paramilitares durante varios meses hasta que finalmente decidió alejarse de la vida criminal. Ahora decidió contar todo lo que sabe. Especialmente, las andanzas del que fuera su comandante en el batallón La Popa.

Según el relato del suboficial, antes de cumplir su primer mes al mando del batallón La Popa, el coronel Mejía conformó un grupo especial con 14 militares de esa unidad con el argumento de tener una unidad de reacción rápida. El grupo era conocido dentro de las instalaciones con el nombre de ‘Zarpazo’.

“Ese grupito salía y como a las cuatro o cinco horas volvía con la novedad de que habían dado dos o tres bajas. Eso pasaba seguido. A todo el mundo le parecía raro que mientras las contraguerrillas completas, que patrullaban las partes altas y si estaba cerca de la guerrilla no daban bajas, los del grupo ‘Zarpazo’ siempre que salía sí daban bajas. El coronel acordó con ‘39’ que todo lo que él diera de bajas él se lo legalizaba”.

La muerte de los 19

Según el descarnado relato, paras y militares acordaron varias formas de trabajo conjunto. Uno de los episodios más escabrosos de esa alianza fue justamente el que ocurrió en octubre del 2005. Al parecer, '39' había tenido una serie de inconvenientes con varios de los hombres que estaban bajo su mando.

Decidió entonces hacer una purga interna en las filas de las autodefensas y ordenó asesinar 19 de ellos. “’39’ llamó a Mejía y el coronel envió a los del grupo 'Zarpazo' a legalizar el asunto”, contó el testigo. Así se fabricó la escena que se mostró a los medios como una hazaña militar, cuando en realidad no era más que una farsa.

“Esos no eran guerrilleros, eran paracos. Lo que hicieron fue ponerles unos brazaletes del ELN a los cuerpos. Todo el mundo se dio cuenta de que los muertos tenían el camuflado sucio y lleno de sangre y los brazaletes estaban intactos y eran nuevos”, dijo.

Una vez se conocieron las denuncias, el exministro Santos y los altos mandos militares tomaron medidas y por primera vez denunciaron públicamente los vínculos de un alto oficial de las Fuerzas Militares en servicio activo con grupos de autodefensa. Hoy el coronel ha sido condenado y constituye un ejemplo de lo que fue connivencia de los paramilitares con un sector de la fuerza pública que nunca más se debería repetir.