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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
**CM PUNK**
13-05-2009, 16:05:30
Por Eduardo Ulibarri*
El Heraldo, Barranquilla
Mayo 12 de 2009


Los primeros comicios generales celebrados al amparo de su nueva Constitución marcan un punto de giro en la dinámica política ecuatoriana.

El triunfo del presidente Rafael Correa y su partido Alianza País, el pasado 26 de abril, fue claro, pero no demoledor: comparado con los éxitos previos, muestra síntomas de erosión en su base política y social.

Con este proceso, además, terminó la época en que Correa podía centrar su discurso en las quejas sobre el pasado y las promesas hacia el futuro. En la etapa que se abre estará obligado a asumir la nueva “normalidad” institucional que él mismo construyó, y producir resultados.

Deberá hacerlo con una oposición más fuerte de lo que se esperaba, y en un entorno de crisis que reduce sus márgenes de acción y sus recursos populistas. La gran pregunta –y disyuntiva— es cuál ruta tomará.

Su victoria tuvo un matiz realmente histórico: en un país con crónica dispersión electoral, fue la primera vez en varias décadas que un candidato ganó la Presidencia en la primera vuelta, con un apoyo muy holgado: 52%, en números redondos.

Sin embargo, al compararlo con los resultados de las otras cuatro votaciones celebradas desde noviembre de 2006, el panorama es menos brillante.

Cuando, el 26 de ese mes, Correa se impuso en la segunda vuelta presidencial al multimillonario Álvaro Novoa, sumó casi el 57% de los votos, cinco puntos más que ahora.

En el referendo para decidir sobre la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, en septiembre de 2007, el Sí, impulsado por su Gobierno, arrolló con un 81,72%. Fue el momento cumbre de su popularidad. Luego empezó la baja.

En la elección de los integrantes a la Asamblea, sus candidatos obtuvieron el 71% de respaldo y 80 de los 130 escaños. Un año después, el texto constitucional fue aprobado por 64% del electorado.

Las últimas elecciones fueron esencialmente honestas, pero no ejemplares.

Las denuncias de un “monstruoso fraude” en su contra, planteadas por el ex presidente Lucio Gutiérrez, principal candidato opositor (con 28% de apoyo), carecen de fundamento. Pero no se pueden desdeñar las distorsiones del proceso.

Por ejemplo, la misión observadora de la Unión Europea reveló una “presencia dominante del Presidente en los medios durante la campaña”, que “no beneficio la equidad”, y un sistema que “no fue capaz de controlar el uso de recursos del Estado en la campaña”, como manda la Constitución.

Aún así, la mayoría del partido oficialista en la Asamblea Nacional será muy estrecha: se estima que alcanzará 63 de los 124 diputados, muy lejos su sólido dominio en la Constituyente.

Frente a realidades político-electorales que no permiten sustentar el triunfalismo del pasado, con un horizonte presidencial de cuatro años, expectativas populares exacerbadas por insistentes promesas, una Constitución de 444 artículos plagada de obligaciones para el Estado, una drástica reducción en los ingresos petroleros y dificultades de acceder a créditos internacionales, Correa está frente a una ruta muy compleja.

Podría insistir en el libreto previo, aferrarse a la intransigencia y mantener el impulso populista hasta que la crisis explote en su cara. O podría optar por la negociación política, la serenidad, la responsabilidad macroeconómica y la sostenibilidad de las política sociales.

Es claro qué resultaría mejor para Ecuador, pero no así cuál será la opción por la que opte Correa.

*Analista político costarricense-cubano