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10-03-2015, 10:39:11
Un análisis objetivo sobre el caso de este misionero acusado por la fiscalía de ser un auxiliador de la guerrilla y que, luego del escándalo, se observa que las pruebas en su contra no eran más que humo y el caso se reduce a un simple ejemplo de paranoia, propio de un país en guerra.

El infiltrado de Dios

Por: Andrés Bermúdez Liévano, Lun, 2015-03-09 22:57

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Martin Stendal, montado en el camión, reparte libros cristianos a los soldados en la zona de El Cardón, en medio del páramo del Cocuy en Chita (Boyacá).

Hace dos semanas los medios hablaban de “El misionero gringo que apoyaba a las Farc” y el “Capturado guerrillero estadounidense de las Farc”. Se referían a Martin Stendal, un religioso gringo detenido por la Fiscalía y acusado de ser cómplice de esa guerrilla, que fue liberado al día siguiente por falta de pruebas y de quien casi no se volvió a hablar después. Esta es su historia.

***

Desde hace dos semanas, las veredas alrededor de Puerto Lleras -en el Meta – se quedaron sin señal de radio. En esas remotas zonas rurales solo entraba una emisora: Marfil Estéreo, que -con su eslogan “ondas de paz”- traía una programación variopinta, que llegaba incluso hasta las selvas de La Macarena, Guaviare y Caquetá.

Cada madrugada un veterinario respondía las consultas telefónicas de los campesinos, a media mañana un pediatra aconsejaba cómo tratar enfermedades como la varicela y en la tarde iban las radionovelas para niños de series literarias como Narnia. Luego, en las noches, se oía un mensaje evangélico de una hora de su fundador, el misionero Russell Martin Stendal.

Marfil Estéreo está silenciosa ahora porque este pastor protestante de 48 años -que casi siempre anda de sombrero texano y gafas oscuras que le tapan los ojos azules- cumple dos semanas envuelto en un lío judicial.

La Policía y la Fiscalía lo acusan de ser parte de una red de apoyo del frente 53 de las Farc, ayudándole a montar emisoras clandestinas y atender a guerrilleros heridos o enfermos. Solo un día de después de su captura salió libre, cuando una juez de garantías regañó al fiscal durante la audiencia de legalización de la captura porque no encontró suficientemente sustanciada la acusación.

Stendal salió del búnker de la Fiscalía, pero su proceso judicial continúa. Los medios, que lo habían crucificado un día antes, poco dijeron. Vicky Dávila incluso le preguntó al aire si no tendría el síndrome de Estocolmo.

Pero su trabajo es bien conocido por muchos que ni siquiera lo conocen a él personalmente.

“Marfil es la emisora más escuchada en la selva”, le dijo a La Silla el general Luis Mendieta, que era el comandante de la Policía cuando las Farc se tomaron Mitú en 1998, hoy es el vocero de los miembros de la fuerza pública secuestrados por la guerrilla y siempre ha sido muy crítica de ellas. Jamás había oído el nombre de Martin Stendal.

El gringo que evangeliza en la selva

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Hace dos semanas Stendal fue capturado por la Fiscalía y puesto en libertad un día después.

Este misionero nacido en Minnesota, que se ve a sí mismo como quien “desarma corazones”, ha mantenido siempre un perfil bajo.

Tan bajo que muchas de las personas en el Gobierno que él y su círculo cercano mencionan como conocedoras de su trabajo, no lo recuerdan. Al menos eso sucedió con siete personas a las que La Silla contactó, incluido un ex presidente, una ex ministra, un ex alto consejero y dos senadores.

Sin embargo, Stendal ha logrado algo que -sobre el papel- parece imposible y que sí es fácil de comprobar: tiene buenas relaciones con militares, guerrilleros y paramilitares, tanto en el nivel más raso como entre el de los comandantes.

Ha estado en La Habana con la cúpula de las Farc pero lo defienden muchas de las víctimas más conocidas de esa guerrilla. Tiene amigos en el uribismo y entre la izquierda.

Por eso resulta algo paradójica su captura, en medio de un proceso de paz en el que varios de sus actores ven sus oficios -al menos informalmente- con buenos ojos.

Desde hace tres décadas anda por la selva repartiendo Biblias y libros cristianos, en una misión evangelizadora sin un credo particular. “Luterano”: así se describió hace poco a una periodista, aunque su hija Lisa cuenta -sentada en el amplio estudio de grabación en su casa en el barrio bogotano de Rosales- en que él nunca se ha matriculado en una u otra vertiente protestante.

Llegó en 1974 con su padre Martin, otro misionero que cofundó el Instituto Lingüístico de Verano de Lomalinda -que funcionó en el Meta durante treinta años y fue polémico entre los antropólogos- y trabajó sobre todo en la Sierra Nevada, traduciendo la Biblia al kogui. Es allí donde lo enterraron hace un par de días ya que murió en Santa Marta el domingo pasado, una semana tras la captura y liberación de su hijo.

Martin hijo cambió a los indígenas por ser misionero de quienes están en la guerra. Eso ocurrió después de que en 1983 las Farc lo secuestraran durante cinco meses, manteniéndolo amarrado a un poste con nylon, y de que el padre Rafael García Herreros -fundador del Minuto de Dios- lo invitara a trabajar con él.

Es así como anda de vereda en vereda por el Meta o Caquetá, unas veces en camioneta 4x4, otras en alguna de las avionetas que él mismo pilotea.

Siempre lleva el baúl o la cabina de la avioneta llena de libros con títulos como 'Jesús, un amigo para los alzados en armas' o 'Secuestro y reconciliación' -en donde él narra su cautiverio- para regalarle a militares, campesinos, paras y guerrilleros con los que se cruza.

“¿Por qué puedo pasar entre paras y guerilleros? Porque tuve la oportunidad de conocer a lado y lado. Yo soy un infiltrado de Dios metido en todas partes”, cuenta Stendal, a quien todos describen como carismático. El día que lo entrevistó La Silla en su casa, en cambio, lucía tenso y reservado.

Cansado también, tras llegar del entierro paterno y prepararse -según él- para una reunión temprano el viernes con el director de la Policía, Rodolfo Palomino.

Cuenta que, con el padre García Herreros, fue parte de la Cruzada Nacional por la Reconciliación que lanzó Belisario Betancur, por lo que visitó Casa Verde y todos los frentes de las Farc. Estuvo -de nuevo con el padre- en la tregua de Quípama a comienzos de los noventa entre los esmeralderos boyacenses, un experimento fallido que nutrió la primera ola paramilitar.

“Nuestra misión no es armar una iglesia evangélica, no es un sectarismo religioso, sino una cosa personal entre la persona y Dios”, dice. Con eso se refiere a que su táctica de conquista es más un intercambio de libros y conversación que un sermón.

El mensajero de los secuestrados

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La película sobre Stendal hecha por sus hijas se ha proyectado en bases militares así como en La Picota para presos guerrilleros y paras. Foto: libro The Hidden Agenda de Martin Stendal

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Tres modelos de la radio Galcom que lanza Stendal en paracaídas y de los libros que regala a paras, guerrilleros y militares.

Como siempre quiso llegar más lejos selva adentro, en los años noventa comenzó a lanzar sus 'paquetes humanitarios' desde la Pantera Rosa, su avioneta Cessna rosada.

Colgando de unos paracaídas de tela, con el letrero 'Dios te ama' bordado en negro, caían sobre la espesura verde unas bolsas ziploc con un radio, una Biblia y algún libro cristiano. De tanto en tanto también un juguete, para incentivar a los niños a que los rescataran.

Ese pequeño radio es el secreto de su éxito: una caja verde del tamaño del bolsillo de la camisa, con una pila solar en la parte trasera y una Biblia pregrabada (para cuando no hay batería). Es un ******o de frecuencia fija, diseñado por la empresa canadiense -y también cristiana- Galcom. Transmite en onda corta, una frecuencia mucho más potente que las tradicionales AM y FM que en la jungla amazónica de nada sirven y que en Colombia solo usa Stendal (ya que Melodía la abandonó hace unos años).

Dado su éxito entre secuestrados, guerrilleros y paras, comenzaron a lanzarlos también desde aviones del Ejército y la Fuerza Aérea, sobre todo -según el equipo cercano a Stendal- gracias a la iniciativa del general Reinaldo Castellanos, que lideró el Ejército durante el gobierno Uribe.

Estos ******os sintonizan las tres emisoras de Stendal. Marfil, que técnicamente es del municipio de Puerto Lleras pero que él opera desde hace 17 años en FM. Alcaraván que, en la onda corta, suma a los programas cristianos música llanera y folklórica. Y La Voz de la Conciencia, la más cristiana de todas.

“Yo vivía pegado a las emisoras”, dice Pablo Emilio Moncayo, el cabo que estuvo trece años en poder de las Farc en las selvas del Caquetá.

Las encontró cacharreando con su radio. Tras conectarle a la antena un alambre de cobre que encontró y treparla a la copa de un árbol, un ritual que repetía todos los días, Moncayo lograba pescar las señales de onda corta que su radio comercial no tenía. Así sintonizó “tres emisoras muy curiosas” que pronto lo atraparon y que oyó durante seis años.

“Se convirtió en nuestra compañía. No solo porque el misionero le dio cabida a nuestras familias, sino por sus mensajes de esperanza y aliento para una situación tan delicada como la nuestra”, recuerda el hoy sargento, que en enero intentó sin éxito encontrar a Stendal en Puerto Lleras para conocerlo.

“Nos identificamos porque hacemos casi lo mismo. Durante esa época difícil, en que hubo tanto secuestro masivo y que arrancaron las pescas milagrosas, hicimos causa común. Era como encontrarnos un par de almas gemelas”, cuenta Herbin Hoyos, el periodista que con su programa radial 'Las voces del secuestro' le lleva a las personas plagiadas los mensajes de sus familiares.

Hoyos lo conoció cuando en 1997 lo entrevistó para su programa. Ambos eran ex secuestrados de la guerrilla, los dos eran una suerte de cartero para los secuestrados en la selva. Así que sumaron esfuerzos: Stendal empezó a transmitir en onda corta 'Las voces' -el programa por el que Hoyos ganó el Premio Nacional de Paz en 2008- y éste promocionaba sus emisoras.

Arrancaron otro proyecto juntos. Hoyos le entregaba a Stendal una serie de listados de personas secuestradas y desaparecidas, por cuyos nombres el segundo iba preguntando con cautela. Al cruzarse con paras o guerrilleros, les decía 'Estamos buscando a esta persona, si saben algo aquí hay un teléfono'. Eso permitió, según el periodista, localizar varias fosas comunes.

“Él no interfería, no se involucraba: solo dejaba el listado en manos de los actores y la información telefónica. Era una manera de no comprometerlo, ni en su integridad ni en responsabilidad”, dice Hoyos.

Todo esto -los programas de radio, las radios, la impresión de los libros (que hace en un taller del Siete de Agosto) y los viajes- se los financia la Voz de los Mártires, una ONG gringa que apoya a misioneros de distintas formas del protestantismo que trabajan en zonas difíciles. Y en cuyo museo de Oklahoma hoy reposa la Pantera Rosa, como memento de su trabajo en la selva.

El misionero acusado

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Alethia Stendal posa con el ex presidente Álvaro Uribe, quien -cuenta la familia- le pidió al misionero personalmente el favor de montar una emisora en Cajamarca. Foto: libro The Hidden Agenda de Martin Stendal

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Stendal, acá con su hija, tiene muchos contactos entre los militares como el general Leonardo Barrero, hasta el año pasado comandante de las Fuerzas Armadas. Foto: libro The Hidden Agenda de Martin Stendal

En concreto, la Fiscalía señala a Stendal de auxiliar a la guerrilla durante una misión que hizo en el Sumapaz entre 2009 y 2010, en la que -dice él- repartió 'morrales humanitarios' a 10 mil niños, similares a los que lanzaba en paracaídas. Varios de los arrieros que lo acompañaron en mula están todavía detenidos.

El misionero se defiende diciendo que siguió el mismo procedimiento de siempre. “Yo siempre hablaba con el coronel del Ejército e iba solo a donde ellos me decían que se podía. Les pedí que pusieran retenes para que revisaran lo que llevaba. Hablaba con ellos al entrar y al salir, pero parece que nada de eso valió”, dice.

Explica que de los cuatro ex guerrilleros que testificaron en su contra conocía a dos, que lo han intentado extorsionar por teléfono por 250 millones de pesos cada uno. La última vez, según él, hace tres meses.

“Yo tengo parámetros muy estrechos para operar, como americano. No puedo estar reunido con alguien catalogado como terrorista así no más. Puedo repartir mis Biblias sin pedir permiso, pero si quiero ir a visitar guerrilleros tengo que pedir permiso. No he hecho nada sin ese protocolo”, asegura Stendal.

Como evidencia, asegura que tanto el Gobierno colombiano como el gringo confían tanto en él que, en la época anterior a la Operación Jaque, le pidieron ayuda para poner radios. (La Silla intentó verificar esa historia pero no pudo).

En todo caso, tiene muchos defensores tanto entre la izquierda como en la derecha.

“No tiene nada que ver con los paras o la guerrilla, y siempre trabaja dentro de la legalidad. Él cree, como buen cristiano, en que se puede -desde la base- buscar la armonía de todos y llegar a la paz. Como el Daniel bíblico, siempre sale ileso del foso de los leones”, dice Hugo Tovar Marroquín, el ex senador y político uribista del Huila que lo conoce hace cuatro años.

Fue él quien presentó hace dos años a la hija de Stendal, Alethia, con el ex presidente Uribe del que -según Tovar- “ambos [padre e hija] son grandes admiradores”.

“Es muy triste que en Colombia las personas que trabajan por la paz, para mitigar los sufrimientos de la guerra, para acercar una reconciliación entre todos, sean perseguidas así”, dice el senador polista Iván Cepeda, que estaba reunido con él este jueves.

Con los militares también tiene buenas relaciones desde hace años. Muchas de las antenas que ha instalado -como la de la cuchilla de Peña Negra, en los confines de Boyacá con Santander- están en bases militares. Y, según cuenta él, les ha ayudado a instalar 15 para Colombia Estéreo, la emisora del Ejército.

De hecho, hace un año el general Leonardo Barrero -entonces el comandante general de las Fuerzas Armadas- lo elogió frente a los tenientes coroneles que iban a ascender en la Escuela Superior de Guerra.

“Le agradezco a todos los invitados especiales. Cuando aparezca Martin colocando emisoras allá en los cerros no me lo vayan a sacar”, se le oye decir en un video que colgó una de sus hijas en Youtube. (La Silla intentó contactar a Barrero, con quien Stendal aparece en fotos, pero el general no contestó los mensajes que le enviamos).

Stendal cuenta que hasta Álvaro Uribe, de presidente, lo llamó una vez personalmente a pedirle un favor: corría 2008 y el volcán Machín amenazaba con hacer erupción en Cajamarca (Tolima) y se necesitaba una emisora potente que llegara a todas las veredas en caso de evacuación. Según el misionero, 36 horas después ya estaba andando Machín Estéreo, que aún hoy funciona.

La Silla intentó comunicarse con Uribe, pero este no quiso responder si recordaba al misionero. María del Rosario Guerra, la senadora uribista que era su ministra de Comunicaciones y presidió ese consejo de seguridad, recuerda que la emisora comenzó a andar muy pronto, pero no al gringo.

No es la única historia sobre Stendal que es difícil comprobar. Su equipo cuenta que la campaña del Ejército de lanzar balones de fútbol en paracaídas para promover las desmovilizaciones se inspiró en su trabajo misionero y que el ex ministro de Defensa Rodrigo Rivera incluso le pidió un video de cómo lo hacía para diseñar esa campaña. Pero ni el ex viceministro Rafael Guarín ni una persona que trabajó por ocho años en el programa de desmovilización lo recuerdan.

Stendal también insiste en que su labor de llevar a Dios a la selva ha sido decisiva para que muchos guerrilleros y paras se desmovilicen. Sin embargo, Alejandro Éder -que dirigió la Agencia de Reintegración durante todo el gobierno Santos I- le dijo a La Silla que recuerda vagamente haberlo visto una vez. Su sucesor, Joshua Mitrotti, tampoco ha oído de él.

Fuente: La silla Vacía

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
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10-03-2015, 10:40:06
El inflltrado de Dios (segunda parte)

Un gringo en Cuba

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Acá aparece Stendal mostrándole uno de sus radios Galcom a Iván Márquez y Pablo Catatumbo en La Habana. Foto: libro The Hidden Agenda de Martin Stendal.

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El misionero gringo Clayt Sonmore en su primer encuentro espiritual con Iván Márquez en La Habana. A la izquierda, Stendal. Foto: libro The Hidden Agenda de Martin Stendal.

Stendal no solo ha trabajado en el país, sino también por fuera: más específicamente, en La Habana.

Desde que arrancó el proceso de paz a finales de 2012, ha viajado diez veces a Cuba a hablar con el equipo negociador de la guerrilla. Algunas veces lo hizo acompañado por sus hijas y siempre por su amigo cercano Luis Humberto Montejo, que fue gobernador de Boyacá durante seis meses tras la destitución de Miguel Ángel Bermúdez.

¿A qué va un misionero gringo a La Habana? Dos personas cercanas a él le dijeron a La Silla que era un tema reservado. En radio él ha omitido hablar del tema. Ahora, sin embargo, prefiere explicar.

Cuando estuvo secuestrado en el 83, conoció a un guerrillero raso, de la etnia nasa, que le habló bien de él a Manuel Marulanda y que -según cuenta- fue decisivo para que lo liberaran y no lo volvieran a molestar.

Dos décadas después, se reencontraron en Cubarral (Meta), cuando el guerrillero ya era comandante del frente 53 y estaba siendo perseguido por los paras de 'Jorge Pirata' y 'Cuchillo'.

Stendal cuenta que terminó atrapado en el fuego cruzado entre ambos y logró que pactaran una tregua para que los víveres circularan por esa zona montañosa. Ese episodio se convirtió en el eje de la película 'La montaña', que escribieron y dirigieron hace tres años sus hijas Lisa y Alethia. (Y en la que actúa todo su equipo cercano: el esposo de Lisa hace de Martin, su ingeniero de sonido Fernando Alarcón es 'Cuchillo', su editor Alex Ramírez es el jefe guerrillero).

Esa película fue su pasaporte para llegar a La Habana al proceso de paz.

Según cuenta Lisa, un día les llegó un mensaje por Facebook firmado por “el amigo de la montaña”. Resultó ser 'Noel Pérez', el jefe del Bloque Oriental que está dentro de la delegación de las Farc en Cuba y quien, conmovido por la película, les dijo que quería que el Secretariado los conociera.

“Nosotros somos misioneros y los temas son espirituales. Fuimos a responder cualquier pregunta que tengan sobre Dios. Y siempre llegan más de ellos y tienen más preguntas”, dice Stendal, cuyo libro 'La agenda secreta' -publicado en Estados Unidos- narra ese primer viaje a La Habana. En sus fotos se le ve, junto con un par de amigos misioneros también gringos, bendiciendo a Iván Márquez y a Jesús Santrich.

La delegación de las Farc en la mesa también salió a defenderlo, describiendo su caso como “un falso positivo judicial que clama al cielo” y acusando a la Policía de “confundir evangelización con rebelión”.

De su presencia allá, sin embargo, no estaba enterado el Gobierno. La Silla comprobó que en la Oficina del Alto Comisionado para la Paz -que mantiene el registro de quiénes están autorizados para hablar con las Farc- no hay rastros de Stendal ni de Montejo.

Esto porque teóricamente cualquier persona -con la única excepción de los periodistas- tiene que pedir permiso para hablar con las Farc o exponerse a ser procesado por el delito de rebelión. Incluso las 60 víctimas que viajaron a Cuba para reunirse con la mesa de negociación recibieron una carta, firmada por el Alto Comisionado Sergio Jaramillo y citando la Ley 418 que sirve de base legal al proceso, con el 'sí' que les da esa inmunidad.

Stendal insiste en que, al igual que su trabajo humanitario en Colombia, lo hizo todo por los conductos habituales.

“Como iba con una agenda aprobada por el Gobierno de mi país, no sentí necesario avisarle al colombiano. Cumplí todas las normas de Estados Unidos”, dice Stendal. ¿La Embajada gringa aprobó el viaje?, le preguntó La Silla. “No, eso no pasa por Bogotá. Más arriba”, responde.

Él cree que su causa judicial busca boicotear el proceso de paz, aunque no tiene mayores pruebas.

“Sucede justo en el momento en que el proceso de paz está cogiendo vuelo, tal vez para crear una imagen negativa en Estados Unidos. Y sobre todo porque, para que haya plata para Colombia, tiene que haber votos de los partidos: uno que controla el Gobierno y otro que lo hace en el Congreso”, dice Stendal.

“Un gringo auxiliando a la guerrilla es muy mediático. Los medios dicen 'nos basamos en lo que dijo la Fiscalía'. La Fiscalía dice 'nos basamos en las pruebas del fiscal'. El fiscal dice 'nos basamos en las declaraciones de los testigos'. Todo el mundo se lava las manos y, al final, ¿quién lo va a corregir?”, dice Herbin Hoyos, un fuerte crítico de las Farc que no cree que Stendal esté aliada con ellos.

Por ahora, el enigmático misionero de la paz se dedicará a seguir predicando con su Biblia y su radio en las selvas.

Fuente: La Silla Vacía