Labriegos confían claves de tarjetas débito a policías en Santander

[Ayudante De Santa]

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Jorge Sedano Galeano, de 64 años, tiene una finca lechera en el municipio de Bolívar (Santander) y, como la mayoría de los habitantes de las 99 veredas y dos corregimientos del pueblo, baja al casco urbano los martes y viernes para hacer mercado, vender sus productos y retirar dinero del único cajero que hay en el pueblo.
El padre de cuatro hijos hace su primera parada en la estación de Policía para realizar un trámite muy particular. Tras saludar a los uniformados de turno, Jorge le pide el favor a un agente que lo acompañe al cajero situado a 50 metros de la sede oficial, frente al parque de la población ubicada a 261 kilómetros al suroccidente de Bucaramanga.
Frente al ******o del Banco Agrario, el lechero le solicita al patrullero que lo acompañe a retirar el dinero en una práctica que se volvió costumbre en la localidad distante 7 horas de la capital santandereana y más cercana a Tunja pues de la capital boyacense se encuentra a tres horas.
“Desde hace cinco años es normal ver los martes y viernes a muchos campesinos solicitar el apoyo de los policías para retirar el dinero. Algunos lo hacen por desconocimiento en el manejo del cajero automático y otros para sentirse seguros aunque este pueblo es muy tranquilo”, agrega Jorge.
Pero el fenómeno va más allá. Otros campesinos como Luz Fanny Duarte, cultivadora de mora que camina hora y media para llegar al pueblo, le revela sin ningún temor a los policías los cuatro dígitos de la clave de su tarjeta para que el uniformado retire su dinero.
“Siempre que ‘bajo’ de la vereda El Cedro busco a un policía para que me ayude con ese trámite. Ahorro tiempo y estoy tranquila. Conozco a muchos campesinos y habitantes de veredas más retiradas que hacen lo mismo que yo y nunca hemos tenido inconvenientes con esta tarea”, manifiesta la mujer, quien como el resto de los pobladores, proviene de veredas situadas a 2.600 metros de altura sobre el nivel del mar, donde la temperatura oscila entre los 12 y 17 grados centígrados.
“Admito que ese ******o no lo sé manejar y soy muy malo para grabarme números. Siempre le muestro al policía la clave que tengo anotada en un papel y problema solucionado”, agrega Javier Consuegra, cultivador de lulo.
Práctica que se repite
Wilson Sarmiento, secretario de Gobierno de Bolívar, narra que los campesinos tienen plena confianza en las transacciones que efectúan acompañados de los patrulleros en una actividad que se realiza desde hace cinco años, fecha en la que fue instalado el cajero automático del pueblo donde en su casco urbano viven 1.400 personas y en el sector rural 11.000.
Según la Policía, Bolívar no es el único municipio en la región donde ocurre este fenómeno. El coronel Jesús Edison Paredes, comandante de la Policía en Santander, indica que en otras poblaciones como Aratoca cultivadores pensionados y beneficiarios del programa oficial Familias en Acción solicitan el mismo requerimiento a los agentes.
“En pueblos productores de tabaco también sucede lo mismo. En Aratoca se me acercó una señora como de 65 años y me pidió que la acompañara a un cajero porque no sabía ni leer ni escribir y le hicimos el favor. Llamó mi atención este hecho y por eso le pido a los agentes que no duden en hacerlo”, concluye el oficial.