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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
Heráclito
25-08-2014, 17:12:30
Un punto de vista diferente al de la señora Salud Hernández.

Militares, en Cuba

Si se trata de un alto el fuego abierto, mejor que los militares ni siquiera viajen a La Habana.

Me parecen desatinadas las críticas que ha recibido el Gobierno por su decisión de enviar a La Habana una comisión de altos oficiales de las Fuerzas Militares para asesorar a la delegación que preside el exvicepresidente Humberto de la Calle y que negocia el fin de la guerra con los terroristas de las Farc. Si las conversaciones avanzan ahora en el delicado capítulo de la desmovilización de esa organización armada, la opinión de expertos militares en el tema no solo es útil y necesaria, sino urgente.

“La guerra es una cuestión demasiado seria para dejarla en manos de los militares”, dijo alguna vez con agudeza el jefe del gobierno francés, Georges Clemenceau, el líder que sacó adelante a Francia del duro trance de la Primera Guerra Mundial. Vale la pena parodiarlo con motivo del viaje de esta delegación uniformada a La Habana, y afirmar: “La paz es una cuestión demasiado seria para dejarla en manos de los civiles”.

Quienes no han combatido a las Farc carecen del conocimiento y del colmillo para fijar las reglas del juego y los mecanismos de verificación que urge establecer con miras a que el acuerdo que resulte de la mesa de La Habana no termine convertido en rey de burlas, en una paz de papel. Por eso, los aportes de los militares son esenciales. Y en eso pensó el Gobierno al designar al frente de la comisión de oficiales ni más ni menos que al general Javier Alberto Flórez, un duro combatiente que lideró la Fuerza de Tarea Conjunta Omega y la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra), que en los diez años recientes dieron los más duros golpes a las Farc.

Bajo el mando del general Flórez –hoy jefe del estado mayor conjunto de las FF. MM.–, la Fuerza Pública llevó a cabo la operación Sodoma, que permitió dar de baja a ‘Jorge Briceño’, uno de los más cínicos y sanguinarios jefes de las Farc.

Quienes conocen a Flórez lo definen como el mayor experto en el funcionamiento interno de las Farc, en su armamento y en sus fuentes de financiación. En varias ocasiones logró infiltrarlas, gracias a operaciones de inteligencia basadas en años de investigación sobre su modus operandi.

¿Quién mejor que él para que alerte a De la Calle y compañía sobre los trucos y maniobras en que los comandantes farianos son expertos? ¿Quién mejor para que ayude a trazar el horizonte de verificación esencial que debe seguir a los acuerdos? El proceso de negociación con las Farc no está resuelto: plantea grandes dudas –yo mantengo muchas– y profundos riesgos y enfrenta la creciente desconfianza de millones de colombianos, hartos de las acciones criminales de las Farc en varios departamentos, y de las desvergonzadas declaraciones de algunos de sus comandantes. Pero, si ha de avanzar a instancias definitivas, la mesa de La Habana necesita que los que saben de la guerra ayuden a poner las condiciones de su final.

Riesgoso en cambio que Gobierno y Farc estén pensando en un alto el fuego bilateral. Quienes recordamos la forma como un acuerdo similar fue burlado de manera sistemática por las Farc hace 30 años, en tiempos de Belisario Betancur, sabemos de los enormes peligros que entraña. El cese del fuego de entonces, que duró varios años, fue utilizado por los terroristas para multiplicar sus frentes y avanzar hacia zonas del país donde no habían tenido presencia.

Solo se justificaría dicho paso si se trata –como ocurrió en el exitoso proceso con el M-19 en 1989 y 1990– de un cese con concentración de las tropas guerrilleras en lugares prefijados y sujetos a estricta vigilancia, y como escalón previo y seguro hacia la desmovilización definitiva. Y para eso también sería muy útil contar con la presencia de expertos como el general Flórez. Pero si se trata de un alto el fuego abierto y sin reglas, mejor que los militares ni siquiera viajen a La Habana.

Mauricio Vargas

Fuente: El Tiempo