El método colombiano

[Ayudante De Santa]

[INDIVIDUAL]

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Va en el ADN nuestro. En Colombia tenemos una extraña capacidad que aún no se puede determinar si es virtud o defecto o ambas. Un "virfecto", si se permite ese engendro de expresión: no sé cuántos estudios habrá que hacer o a cuántos científicos se deben contratar para determinar esa condición genética porque cada vez que hay un reto que, en el papel, aparenta ser sencillo, nos convertimos en un manojo de nervios, sufrimos y vemos cómo las circunstancias nos devoran. Todo lo contrario ocurre si la prueba que hay que dar es imposible de superar en teoría: es como si nos sintiéramos cómodos en la incomodidad.
Santa Fe y Nacional son un ejemplo clarísimo de esa manera de actuar, al menos en esta edición de la Libertadores. Los rojos de Bogotá, que guardaban consigo el recuerdo de ser un equipo épico que alcanzó las semis del torneo anterior, encararon una zona que parecía sencilla. Pero fue decir eso y los padecimientos abundaron, más allá de que el equipo que conduce Wilson Gutiérrez dista mucho en nivel futbolístico de aquél que sorprendió al continente en el 2013. Sus adversarios parecían ser un trámite, pero ya se sabe qué pasa cuando un trámite se empieza a complicar: perder 4 de 6 puntos frente al Zamora fue sorpresivo y hasta decepcionante. Y el día que debían definir su entrada a octavos, con el Defensores del Chaco más inofensivo que ha enfrentado algún club del país en esta larga historia de Libertadores, se quedaron en el camino.
Nacional, en cambio, la tenía cuesta arriba: Newell´s Old Boys de visitante, con Banega, Maxi Rodríguez y compañía. Para completar uno de sus mejores talentos, Edwin Cardona, se iba expulsado por una innecesaria escaramuza frente a Víctor López apenas comenzaba el juego. Difícil un panorama más sombrío. Y con todos estos predicamentos encima, el verde se impuso con una magistral lección de fútbol ante un rival desconcertado que no ligó media y que tuvo a Nahuel Guzmán como impensado cómplice de la hazaña.
¿Y el Cali? Tuvo ambos ingredientes: ganó partidos imposibles -ante Lanús y Cerro en Cali- pero se durmió cuando debía dar el golpe ante O´Higgins y no pudo sostener el triunfo en Asunción contra Cerro Porteño.
Así somos: por eso hubo alborozo al saber que Nacional enfrentaría al Atlético Mineiro en la segunda ronda. Porque sabemos de qué estamos hechos. Un adversario sencillo habría sido la hecatombe.