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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
Heráclito
18-11-2013, 16:04:37
Aparte de la demencial acción del M-19, las fuerzas militares escribieron una hoja negra en su historia. Torturas, desapariciones, ejecuciones, estuvieron a la orden del día, porque había "que defender la democracia, maestro", como lo dijo el delincuente Alfonso Plazas Vega.

Este asesino que avergüenza el uniforme que vistió para defender las instituciones, como otro vulgar delincuente llamado Armando Arias Cabrales, ambos por fortuna puestos a buen recaudo por la administración de justicia, fueron los encargados de secuestrar, vilipendiar y arrastrar por el piso el Estado de derecho.

Pese a todo, aún se quiere tapar el sol con un dedo y se pretenden negar hechos evidentes como el infame asesinato del magistrado Urán, con informes amañados como bien lo relata Daniel Coronell.

La ignominia, pues, no está únicamente del lado de la guerrilla. La degradación también tocó las puertas de las Fuerzas Armadas en contubernio con los ejércitos privados de los grandes hacendados y el narcotráfico, creyéndose dueños de la vida.

El episodio de la toma del Palacio de Justicia es un ejemplo.

El máximo engaño

Por Daniel Coronel

Si se creyera la tesis del perito mercenario, una casualidad cósmica habría producido “la contaminación con pólvora”.

La familia del magistrado auxiliar Carlos Horacio Urán lleva 28 años soportando engaños. Los engañaron cuando vieron por primera vez una imagen de televisión que muestra a su esposo y padre saliendo vivo del Palacio de Justicia. Ese 7 de noviembre de 1985 Ana María Bidegaín y sus hijas sintieron que la esperanza renacía, pero las autoridades de la época les ocultaron el video real. Les mostraron otra grabación para convencerlas de que no habían visto lo que realmente vieron.

También fue evidente que después de la toma criminal del Palacio de Justicia por parte del M-19, alguien confundió al doctor Urán con un guerrillero. Una amiga de la familia encontró el cadáver en una sala de la morgue reservada para los asaltantes. La doctora Luz Helena Sánchez le contó a la justicia que cuando le pidió al entonces director de Medicina Legal, Egon Lichtemberger que la llevara a esa sala “muy nervioso me advirtio´ que debi´a tener mucho cuidado, que el cuarto donde yo iba a ir estaba clasificado como el cuarto de los guerrilleros”.

Y en el “cuarto de los guerrilleros” estaban los cadáveres de algunos de los asaltantes, como el cabecilla Andrés Almarales, pero también estaban los cuerpos de los magistrados Fanny González, integrante de la sala laboral de la Corte Suprema; Manuel Gaona, de la sala constitucional y Carlos Horacio Urán, auxiliar del Consejo de Estado. Hay un indico más: los únicos -no guerrilleros- que fueron sometidos a exámen de necrodactilia fueron Fanny González y Carlos Urán.

El estudio forense de la época probó que Urán murió por un tiro de calibre 9 milímetros hecho por una pistola o una subametralladora. (Ver pistola-subametralladora) La autopsia determinó que el disparo fue hecho a corta distancia, a quemarropa, porque había tatuaje de pólvora en el orificio de entrada. Es decir fue un tiro de gracia.

Urán además tenía fracturado el fémur izquierdo y presentaba numerosas lesiones, algunas de las cuales pueden ser señales de torturas.

El cuerpo fue entregado desnudo sin embargo, unos días después, el DAS llamó a la viuda para darle el anillo de matrimonio y un llavero que habían encontrado en las ruinas. Casi tres décadas después, Ana María sigue preguntando cómo supieron que esas cosas pertenecían a su esposo. El llavero era de una universidad americana y la sortija no tenía nombre, solo una inscripción que rezaba “Un solo Señor, una sola esperanza”.

Pasaron 21 años, y en mayo de 2007, la fiscalía allanó las bóvedas del B-2, el departamento de inteligencia de la Brigada 13 de Bogotá. Entre las cosas que encontraron estaba la billetera de Urán con su cédula, su credencial del Consejo de Estado, una tarjeta de crédito y una foto de su esposa.

Ese mismo año, un equipo de investigación de Noticias Uno –que dirigí- encontró videos de tres cámaras que muestran a Carlos Horacio Urán saliendo vivo, aunque herido, del Palacio de Justicia.

Familiares, sobrevivientes del Palacio, amigos y conocidos de Urán lo reconocieron en esos videos.

La Comisión de la Verdad, determinó que Carlos Horacio Urán salió vivo de la edificación y fue asesinado por fuera. Sus restos fueron puestos en las ruinas para ocultar el crimen.

Lo vergonzoso es que ahora el Estado colombiano quiera negar la evidencia. Ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el médico forense Máximo Duque –perito a sueldo de los agentes estatales- sostuvo varios argumentos contraevidentes.

Primero, dijo que no hubo tiro de gracia. Sostuvo que quizás los restos de pólvora en la cabeza hayan estado en el ambiente y que las pruebas de la época no eran tan determinantes como las de ahora. Lo cierto es que la autopsia estableció que sólo en esa herida hay residuos de pólvora, no en las otras.

Si se creyera la hipótesis del perito mercenario habría que decir que por una casualidad cósmica la “contaminación con pólvora” sólo vino a producirse en el orificio de entrada de la bala.

Segundo, afirma que las lesiones de Urán le hubieran impedido salir del Palacio como lo muestra el video. Eso si, aclara que no se puede determinar el momento preciso en el que sufrió cada lesión. Si de eso se tratara, no habría que parar en las otras lesiones, si Urán tuviera un disparo en la cabeza tampoco habría podido salir vivo del Palacio.

Si el doctor Máximo no puede determinar la hora de la lesión tampoco puede asegurar lo que alegremente concluyó.

El gobierno Santos sigue gastando dinero público para ocultar la verdad.

Fuente: Semana