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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
PEDROELGRANDE
17-11-2013, 17:30:51
La paz barruntada
Escrito por Carlos Gutiérrez M.

Un año y un poco más, con logros y expectativas, pero también con dificultades y contradicciones, lleva la conversación de Oslo y su continuación en La Habana, entre las delegaciones del gobierno colombiano y de las farc, con el propósito de negociar el conflicto armado que, como mínimo desde 1946, con los asesinatos y masacre contra el pueblo gaitanista, desangra a la sociedad colombiana.

Aun con los reparos y vocablos de la extensa franja uribista, a finales de agosto de 2012, el día 26 para la memoria y la sorpresa, sin un bullir de participación social, pero con un anuncio de esperanza, las dos partes convinieron en La Habana el "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera". El mismo acuerdo tuvo firma el 18 de octubre de 2012, en la ciudad de Hundal, cerca de Oslo, capital de Noruega.

En esta fecha, la comunidad nacional e internacional conoció la agenda que rige la Mesa; y el 19 de noviembre tomó cuerpo en La Habana el inicial cara a cara para debatir el primerísimo de los puntos acordados (Política de desarrollo agrario integral, con enfoque territorial), sobre el cual alcanzaron un acuerdo parcial el pasado 26 de mayo (1). Logro no desdeñable que abrió expectativas en la sociedad colombiana, pero que también desnudó la realidad de una negociación compleja, que de manera alguna podría concluirse en el breve lapso de doce meses, como desde un inicio lo propagandeo de manera mañosa el presidente Santos.
Vale la pena, ante esta realidad, revisar algunas de las temáticas que denotan la compleja realidad de la negociación.
1. El tiempo, más que buena voluntad. Precisamente en el tiempo para la negociación descansa una de las contradicciones más visibles de los diálogos en curso.

Aunque la agenda de negociación está iluminada por la pretensión de "Garantizar la efectividad del proceso y concluir el trabajo sobre los puntos de la Agenda de manera expedita y en el menor tiempo posible...", en ningún renglón establece un tiempo específico para concluir su trámite. Adquieren sentido de esta manera, las palabras pronunciadas por el vocero de la insurgencia, el mismo 18 de octubre, día de la oficialización de los diálogos en Noruega: "La pretendida paz exprés que algunos promocionan, por su volátil subjetividad y por sus afanes, sólo conduciría a los precipicios de la frustración".
Once meses después, el 19 de septiembre, insisten: "La paz no puede atarse a fechas...".

Pese a este énfasis, desde su ángulo, una y otra vez el Presidente y su entorno, con un provocador eco mediático de los medios masivos de comunicación privados, no ceja en reiterar un supuesto "tiempo límite" para medir y alcanzar un acuerdo de paz. Reiteración desinformativa a partir de la cual una espesa bruma de confusión cubre a Colombia. Una opacidad que ayuda y propicia un escepticismo en la gente acerca del final del diálogo, que llega al indicador desfavorable del 21 por ciento (2).

Ante esta realidad vale preguntar entonces: ¿Por qué difunde el Presidente la idea de un tiempo límite para la negociación, a sabiendas que no está acordado? ¿Acaso este proceder es de una estrategia de control o de predisposición de la opinión pública para que culpe a las farc como reacción inmediata, en el caso de una ruptura de la Mesa?

¿Cómo, de dónde surgió el escenario de los 12 meses para decidir? ¿Tal vez provino de una valoración imprecisa del potencial operativo de las farc, dados los golpes recibidos en los últimos años, que debería disponerla a una firma fácil? ¿Acaso, a partir de un diseño de golpes de mano por parte de las Fuerzas Armadas –que por algún motivo fallaron– que obligarían a la guerrilla como fórmula salvadora, a una forzada negociación "decorosa", sin tocar la tranquilidad del poder?

Más allá de cual sea la respuesta, es evidente que la confianza en el potencial militar oficial para una victoria pronta, llevó a Santos a declarar con pretensión: "Si no hay avances en La Habana el gobierno se levanta de la mesa..." (3), al tiempo que el vocero de la comitiva oficial a los diálogos sentencia, "[...] la paciencia de los colombianos no es infinita [...]" (4). ¿Cuál es el tope?

El insistir con una fecha límite, engrosa un cúmulo de presiones y manipulaciones que tienden sombra sobre la real disposición del Estado en el diálogo, en tanto, cerrar en sólo un año un conflicto armado que suma más de seis décadas de duración y víctimas, sin base en la derrota militar de uno de los "enemigos", manifiesta –como mínimo– un exceso de voluntad. O, refleja un agudo cálculo político mediante el cual, tienen establecidos como una directriz de "guerra sicológica", los escenarios del acontecer nacional y la proyección hacia una derrota política y la culpabilidad del contrario.

Acerca del tiempo, en un actuar de poder, con sopeso de interés y juego en el próximo periodo electoral, se oculta o minimiza ante la sociedad colombiana que no fue inmediato, que fueron necesarias múltiples citas para llegar al previo y primero de los pasos: El acuerdo en la agenda a partir del 23 de febrero de 2012. Es decir: ¡Si la construcción de la agenda tomó varios meses!, ¿Cuántos más podría demandar desbrozarla y obtener un acuerdo?

2. El ritmo de los ciclos de conversación. La Mesa de La Habana funciona por ciclos y hasta el momento van 15, con avance en varios ítems, y un acuerdo en el punto número 1 de la Agenda. Pese a estos progresos, la valoración oficial de los diálogos es crítica. Y no es para menos, toda vez que según sus cálculos para esta calenda ya todo tendría que estar consumado.

Posición cuestionable, ya que la Mesa no es para una negociación salarial o de un gremio específico, sino que es un asunto de poder nacional y revisión de las condiciones de participación, democracia e inclusión: del acceso y control del ******o de Estado y su materialización gubernamental. Así las cosas, dentro del dispositivo mediático para ganar la opinión pública, el Gobierno defiende que las negociaciones no avanzan "porque las farc no lo propician". "Es lo contrario", asegura la guerrilla.

En todo caso, si nos atenemos a la información del pasado 3 de octubre que difundieron los insurgentes, sí hay avances. Aunque no del tamaño que proyectó la incansable propaganda en las ondas y titulares de los medios de comunicación oficiosos. Según estos, los acuerdos parciales alcanzan "(...) algo más de 25 cuartillas...", y contienen aspectos que corresponden a "(...) la casi totalidad del conjunto de la Agenda" (5).

De esta forma, la sociedad tiene ante sí una ponderación contradictoria por parte del Gobierno, que parece defender la meta de los doce meses, que en forma unilateral impuso desde el primer día del acuerdo. O, mejor, 'presionar' con una meta que sabe imposible de concretar, pretendiendo extraerle, como fruto maduro, todo el provecho político que del mismo se desprenda, sin importarle que por este proceder crezca entre el conjunto social el escepticismo sobre los resultados de esta negociación.

3. Cese de fuegos vs. continuidad de la confrontación armada. Precisamente, con una valoración de los planes, capacidad de respuesta y fuerza de la insurgencia (por un Presidente que como ministro de Defensa ordenó los mayores golpes que en su historia infligieron a las farc), el actual gobierno decidió imponer y manejar como condición sustancial para abrir la negociación, que su deliberación sea en medio de la confrontación bélica. No era para menos: si el enemigo está golpeado y debilitado en su mando y estructura profunda, ¿por qué brindarle aire con un cese de fuegos?

Entonces, si la confrontación continúa así haya diálogo en combinación, es lícito perseguir, cercar, golpear y aniquilar. Este parece ser el propósito oficial y militar, que pasó sin concretar en definitiva durante el año que cumple la Mesa, pese al trofeo de las Fuerzas Armadas en "neutralizar" decenas de mandos medios insurgentes. Pero... los golpes y el hostigamiento también pueden proceder de la contraparte, y así ha sucedido. Hecho crudo y sangriento en la mezcla de Mesa y fuego abierto.

Intensidad del conflicto que no aparece clara, sino bajo el efecto de una manipulación mediática que sólo aprueba los disparos de uno de los contrarios. Así, ahondan la confusión de la sociedad que aplaca el aumento de una presión social por la convivencia democrática, pues cada ataque y acometida insurgente en el conflicto, recibe el calificativo de "terrorista", y demostración de "no querer la paz" (6). A cambio y con un enfoque diferente en información y análisis, ante un lance de cualquiera de las partes, dicha presión social y clarificación de la naturaleza del conflicto debiera tener aumento. Así, la pérdida de vidas humanas o de la tranquilidad para una vida plena por parte de los habitantes de las zonas afectadas por los ataques, requiere ahondar las negociaciones que están en marcha en La Habana.

4. Participación política. El ciclo 15 que inició el pasado 3 de octubre, tiene este desafío encima. Desde julio las farc publicaron múltiples comunicados que contienen su intención y reclamo en este particular, con diferencia clara de la gubernamental.

Para las primeras, la participación política debe permitir que la sociedad organizada en movimientos de diferente carácter, pueda incidir, entre otros aspectos, en la transformación de las estructuras económicas, así como, replantear los tratados de libre comercio firmados hasta ahora por el país (7). Una demanda que llevó al gobierno a decir que la negociación está restringida a la Agenda. Declaración oficial, ante la cual el comandante de la insurgencia –en un rifirafe que no terminará aquí– tomó distancia: "(...) si la paz consiste en tender puentes entre contrarios, los modelos económico y de democracia, verdaderas causas de la confrontación social y armada, necesariamente deben ser modificados" (8).

En las polémicas sostenidas y por abordar en la Mesa, más allá, de la claridad histórica que Colombia pueda alcanzar sobre la responsabilidad en los orígenes del conflicto, y del pulso por la acusación ¿unilateral? y pena judicial, será materia de incompatibilidad y contradicción, el alcance de participación y representación que las farc pujan por lograr y proyectar dentro del Estado y la sociedad. Indefectible, en los mecanismos de ratificación y consulta de un acuerdo. Por supuesto, con aspiración a un número no desdeñable de asignados por derecho propio, tanto en su propuesta de Constituyente, como por varios períodos legislativos en el Congreso, las Asambleas y los Concejos. Una participación que las farc exigen sin ninguno de sus integrantes inhabilitado. Aspecto de *******ia con el cálculo que el poder central tenga sobre este particular.

También serán asuntos de polarización menor: La financiación de las fuerzas políticas que surjan como producto de un acuerdo, el acceso a medios de comunicación, la participación en instancias como el Consejo Nacional Electoral, la ampliación del número de elegibles para las circunscripciones de representación indígena y negra, y de creación de una nueva para campesinos, así como otros aspectos.

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
PEDROELGRANDE
17-11-2013, 17:32:22
5. Tras un posible acuerdo: cárcel: ¿si, no?, o ¿Marco Jurídico para la Paz? Es un asunto preponderante en el imaginario social. Espada que pende acerca de si los guerrilleros pudieran quedar inhabilitados y condenados por delitos cometidos en el curso de la guerra. Otra pugna entre las partes.

Tema no fácil, con diversidad de asuntos: La memoria del conflicto y todas sus variables (origen o punto de arranque, autores intelectuales, responsables materiales, es decir, la verdad histórica), las víctimas, su reparación; la efectividad de la justicia, su real independencia, el Nunca Más, etcétera, son asuntos todos por considerar en un modelo de justicia transicional. Con diseño entre las partes involucradas en el conflicto.

Modelo que debe establecer de manera meridiana las responsabilidades que competen a cada una. Cuestiones en las cuales hay diferencia según sea el punto de llegada: Si hay un vencedor en la combinación Mesa-fuego (el gobierno impone su poder sobre el otro), si la guerra continúa sin disminución (entonces, hay margen de acuerdo). Dilema tal y piso del conflicto que desprende más discrepancias en La Habana.

En este ámbito, y según la apreciación que domina acerca del estado de la guerra y de los acuerdos que comprometen en el escenario internacional político y económico, el Gobierno optó, de manera unilateral, más allá de su real efectividad, por liderar en el Congreso la presentación y aprobación de un Marco Jurídico para la Paz, un proceder unilateral que provocó el rechazo de su contraparte.

Advertida la guerrilla, llamó a integrar una "Comisión de revisión y esclarecimiento de la verdad de la historia del conflicto interno colombiano" que, a partir del informe: "¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad" (9) profundice los aspectos no tratados en este texto, y reenfoque otros. Una propuesta en vía de constituir un componente sustancial que –en algún momento– podría ser un cuerpo jurídico y camino para una verdadera reconciliación nacional, garantía de un Nunca Más. Al mismo tiempo, llamó a que los involucrados reconozcan su responsabilidad en este conflicto, y definan una fecha para un acto simbólico de contrición nacional. Ya el Presidente Santos había reconocido de manera verbal la responsabilidad estatal en esta guerra, pero guardó silencio sobre los otros aspectos.

En medio de este tire y afloje está la sombra de la justicia internacional, y el debate sobre la soberanía nacional. Para los insurgentes, según comunicado del 3 de octubre de 2013: "Un proceso de paz requiere de absoluta soberanía jurídica, sin injerencias foráneas que obstruyan la reconciliación". Pero, agregan, esta soberanía jurídica será efectiva siempre y cuando proceda a un "[...] saneamiento a fondo del sistema judicial colombiano [...]".

Así, y sin el orden de agenda, hubo un adelanto en la discusión de estos ítems y sus nítidas diferencias, más allá del numeral 1, ya acordado, del 2, en discusión, entre otros, y parte de los numerales 5 y 6. Para el numeral 4, "Solución al problema de las drogas", como mecanismo para retomar lecturas e iniciativas sociales, se convocó a la realización de un foro con dos escalas (ver pág. 4)

6. Refrendación de los acuerdos (referendo vs. constituyente). Del Marco Jurídico por la Paz que aprobó el Congreso colombiano el pasado 28 de agosto, deriva el escenario para una consulta popular o referendo, en el caso afirmativo de una firma en La Habana.

Como en el anterior aspecto en contienda explícita, la insurgencia desconoce esta iniciativa gubernamental, en tanto que no es fruto de un acuerdo sobre el particular. Otra contradicción identificada y por resolver cuando llegue el turno en la Mesa al numeral 6 del Acuerdo; involucra la aspiración guerrillera de que los acuerdos tengan refrendación con una Asamblea Nacional Constituyente.

7. Coyuntura electoral. En medio de este tire y afloje caribeño que cubre más que los 365 días del año, recubierto por numerosas escaramuzas y combates en el territorio nacional, con saldos de muertos, heridos, detenidos, perseguidos, que llenan los reportes de guerra, y las declaraciones de ambas partes sin dejar de mencionar su "voluntad de paz". Un entorno que con las puntadas de incontables comentarios en los medios de comunicación, predisponen la opinión nacional, aun más, dado el calendario que cruza de coyuntura electoral, con sus lógicas de gobierno y poder siempre determinantes. Un estadio en que el interés de cada político oficial se sobrepone al nacional, y en su juego el afán de los grupos económicos y políticos que controlan el gobierno, tiene el despliegue para conservar sus dominios.

En estas circunstancias, sin pronóstico del cómo terminarán (re)dibujadas las fuerzas en el poder en los próximos comicios, y su contradicción acerca del provecho económico de persistir con el latifundio y su correlato de conflicto militar, vale aseverar que es difícil que un grupo –con mediana o mínima representación social– alzado en armas, rubrique con acelere un acuerdo de paz. No a la mano, sabedor como es obvio, que dicha firma es un cheque en blanco para quien gane, y para uso a su antojo de los eslabones de Mesa y fuego –con el mandato y espacio para "terminar el conflicto".
Cuando los largos ocho años del mandato de "guerra sin límite" todavía tienen empuje y oído social y en la opinión, del lado gubernamental también manejan que cualquier tipo de concesión inmediata en la Mesa, puede tener efecto de disminución de imagen y derrota en las urnas. En estas circunstancias, más allá del decir de cada una de las partes, la agenda en Cuba entra en un real congelamiento. De hecho u oficializado a través del anuncio de una postergación de los ciclos hasta junio próximo.

El mapa político del país, reconfigurado o reafirmado en las urnas, indicará la intensidad mayor o menor que retomen los diálogos, si con la misma organización guerrillera o con todas. En todo caso, a partir de ese momento, contarán con 4 años para su abordaje y concreción, dos de ellos sin distracción de las urnas.

Esta relación de las circunstancias que tienen eje en la Mesa, evidencia unos gestos próximos de negociación compleja, cuyo abordaje –sin una de las partes en derrota–, no es asunto fácil. Al frente está el tema del poder mayúsculo, antecedido por décadas de alzamiento armado, en un tiempo y planes que sus protagonistas sienten, asumen, como ellos mismos aseveran, que "la lucha continúa" (10).

8. Final con duda: "Dejación de armas" como fórmula de gran acuerdo. Un enunciado que tiene diferentes interpretaciones. Para la guerrilla no significa 'entrega' de fusiles, mientras que el Gobierno y buena parte de la sociedad y la opinión parten de esa condición. Contradicción difícil de superar, y que implicará dilucidar subtemas tales como: integración de la tropa de la insurgencia, y algunos de sus mandos, a las Fuerzas Armadas, eliminación total o efectiva del paramilitarismo o cualquiera de las formas que asuma, control de algunos territorios en el sur del país.

Más allá de las negociaciones

Hasta aquí una parte de la realidad de la negociación que encaran dos partes en La Habana, de la cual, según la insistencia del gobierno Santos, no es de esperar cambios estructurales, indispensables para transformar la realidad de vida cotidiana de la mayoría de quienes padecen los efectos de un modelo económico y social que ahonda la brecha y la injusticia en el país. Con una insurgencia que no concita las mayorías y un gobierno que las desconoce, el reto para la opinión, la sociedad y los sectores que reclaman es transformarse en una fuerza activa que dibuje en sus hechos, el país que requiere para vivir con dignidad.

Con peso

Pero, y este con seguridad es un factor no desdeñable por sopesar, tras los intereses y las disposiciones de cada una de las partes hay presiones y conveniencias de actores internacionales, tanto de Estado como multinacionales. El valor de Colombia en el contexto subregional (Iniciativa para la integración de la infraestructura regional suramericana –Iirsa-, Mercosur) y mundial (Pacífico) incrementa tales intereses, que no están impávidos y sin marca en el tiempo para contar con una solución de esta guerra. Tal situación, también tendrá peso sobre la Mesa, y no será poco.

1 El comunicado conjunto que informó este logro, despertó alegría en el país, pero más allá del mismo, y para debates posteriores, quedan varios aspectos por abordar: medidas eficaces que permitan la superación del latifundio, el establecimiento de límites a la extranjerización de la tierra, la definición de las cantidades de hectáreas para distribuir, restituir y formalizar, la desastrosa explotación minero energética, los desventajosos TLC, el reordenamiento territorial y otros no menos trascendentales como el de los fondos para financiar los acuerdos posibles.
2 Encuesta Datexco, El Tiempo.com, 17 de octubre de 2013.
3 Santos, Juan Manuel, discurso San Vicente del Caguán, 20 de febrero de 2013.
4 De la Calle, Humberto, La Habana, 19 de septiembre de 2013.
5 ancoleuindezphp/Colombia/insurgencia/farc-ep/comunicado-de-las-farc-ep, "Primer informe sobre el estado de las conversaciones de paz".
6 Otra clara expresión del juego mediático y de la manipulación del lenguaje está en los informes o parte de guerra: si el ejército golpea a su enemigo da de baja, si es al contrario es un asesinato.
7 Desde julio 29 hasta septiembre 11, las farc circularon 9 comunicados que particularizan sus propuestas sobre el tema de la participación y los instrumentos para la misma.
8 "Tanta retórica hace daño, Santos", Timoleón Jiménez, 25 de septiembre de 2013.
9 Informe general grupo de Memoria Histórica, Bogotá, julio de 2013.
10 wwwarcoiriscomco/2013/08/ "Un marco jurídico fuera de contexto" (segunda reflexión). Delegación de paz de las farc-ep, agosto 20 de 2013.