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Ver la Versión Completa Con Imagenes : Lampedusa y la inmigración ilegal, una vergüenza para la humanidad


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
Heráclito
07-10-2013, 12:43:20
Espeluznante la tragedia de Lampedusa que nos hace volver por un momento los ojos a la tragedia de los inmigrantes ilegales que por violencia o falta de oportunidades escapan de sus países en busca de un futuro menos peor, confiados en que, al menos su hijos, consigan el sueño de vivir como seres humanos.

Inevitable no pensar en nuestro país, en esos millones de desplazados que un día debieron abandonar sus tierras para salvar sus vidas y que hoy engrosan los cinturones de miseria de nuestras ciudades, arañando posibilidades, sobreviviendo apenas.

El número nueve de la lista del prontuario uribista dijo en su momento que no eran desplazados sino turistas. Por fortuna hoy, gracias a un estadista que, con sus errores y carencias, al menos ha puesto el dedo en la llaga y un esfuerzo considerable para curarla.

Su apuesta por la paz y su terquedad en devolverles tierras, esperanzas y la dignidad perdida a tantos colombianos, es digna de encomio.

¡Qué vergüenza!

Por: DANIEL SAMPER PIZANO |

6:17 p.m. | 05 de Octubre del 2013

Miles de inmigrantes ilegales que mueren cada año constituyen una denuncia sobre la crueldad, el egoísmo y la injusticia que reinan en el mundo.

El papa tenía razón. Solo una palabra puede describir el espectáculo de los africanos ahogados, desaparecidos o rescatados en Lampedusa hace tres días: ¡vergüenza! Lampedusa es una isla italiana que hace las veces de puente de la inmigración ilegal a Europa desde el sur. Cerca de 350 somalíes y eritreos navegaron durante 48 horas en una frágil patera desde las playas de Libia y naufragaron el jueves a poca distancia de sus playas. Desde 1990 han perecido 8.000 víctimas que buscaban una vida mejor en ese continente que fue su imperio y hoy es su vitrina.

Lampedusa no es el único moridero con que Europa recibe a quienes llegan allí sin papeles. En el verano se aventuran por las aguas plácidas del Mediterráneo miles de africanos que, soñando con el norte, dejan a sus familias, pagan a piratas sumas enormes y arriesgan la vida en embarcaciones desechables. Más de 25.000 se han ahogado en los últimos 20 años. Otros salvaron la vida gracias a entidades caritativas, como la Cruz Roja. Miles más fueron detenidos por infringir las normas de inmigración. A todos los devolvieron a su casa.

Los más afortunados ganaron la costa amparados por la noche, e iniciaron luego una vida oculta y miserable de animalitos asustados que los llevó a hacinarse en cuchitriles, trabajar por una fracción del salario y huir permanentemente de la policía. Aun así, en la mayoría de los casos les resultaba mejor un pobre futuro en Europa que el porvenir habitual de los países miserables. ¡Qué vergüenza!

Cada vez que rescatan del mar a más de 15 o 20 ahogados o que cadáveres de niños negros perturban la dicha de las playas estivales, la prensa se alborota y las autoridades europeas prometen conversaciones, revisiones, decisiones, opciones... Al final todo se queda en bendiciones. Francisco añadió a ellas un señalamiento duro sobre las diferencias que impulsan a los pobres a buscar un pequeño paraíso entre los ricos.

Ocurre en el Mediterráneo, pero también en otros sitios del globo donde la opulencia o la libertad lindan con la miseria y la opresión. Cada día muere, en promedio, un latinoamericano que intenta cruzar la frontera mexico-norteamericana. Fueron 4.375 entre 1998 y el 2009. Parece natural que los mexicanos quieran regresar a lo que fue su tierra, pero la mayoría de los sobrevivientes son arrestados: 1,5 millones solo en 1998. No pocos de ellos aparecen muertos en el calabozo. Entre el 2004 y el 2007 fallecieron 62 inmigrantes bajo custodia de las autoridades gringas. El Caribe también es sepultura de cientos de antillanos que no consiguen llegar a las costas de Estados Unidos. ¡Qué vergüenza!

No se trata a los sin papeles como a seres humanos, sino como a vacas. Los países ricos asignan cuotas de importación de carne, de soya, de cacao y de inmigrantes. Cuando ocurre una tragedia, se culpa de ella a las mafias que transportan indocumentados, pero todos sabemos que las mafias no crean la necesidad de emigrar, sino que el sueño de emigrar crea las mafias. Aquellos Estados cuyas leyes xenófobas castigan a quienes ayuden a los inmigrantes han logrado que los barcos que divisan náufragos los dejen morir. Así ocurrió esta semana en Lampedusa: tres buques pesqueros pasaron de largo entre los gritos de los africanos que luchaban por sobreaguar. Mientras tanto, se atrae a los millonarios del Tercer Mundo con visas de residencia a cambio de plata. Irlanda está en rebaja: por solo 500.000 euros de inversión usted se va a Dublín.

El Muro de Berlín fue símbolo de la infame represión comunista. Pero algunos gobiernos que lo criticaban entonces han alzado ahora muros parecidos: Israel, Estados Unidos, España y, muy pronto, Grecia. No entienden que la única barrera contra los desvalidos es que estos dejen de serlo; en volver más habitable y justo el planeta que compartimos todos. Por eso “llegan más y más pobres y siguen llegando”, como en la canción de Serrat.

¡Qué vergüenza!

Daniel Samper Pizano

Fuente: El Tiempo