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Ver la Versión Completa Con Imagenes : Empleadas domésticas, rompiendo su esclavitud


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
Heráclito
06-10-2013, 16:26:05
Cada quien tiene su propia historia para contar y la mía no difiere de la contada por el columnista. En casa de mis abuelos siempre hubo tres empleadas del servicio doméstico, la de la cocina, la de adentro y la de los mandados, que generalmente era una niña, traída “del campo” como se decía con un odioso eufemismo, a darle una “mejor vida”.

Recuerdo los horarios extenuantes, su bajo salario, sus escasos descansos, siempre serviles, siempre atentas a los menores requerimientos y siempre pacientes a la hora de soportar los regamos o el clásico “india”, odioso apelativo con el que se les recordaba su inferioridad, a la par con su discriminación, segregadas a la cocina y las piezas del servicio.

Y entre ellas, por supuesto, recuerdo a Herminia, que la conocí desde siempre fungiendo como ama de llaves, intermediaria entre mi abuela y las demás empleadas, regañando, pero igual de discriminada. Llegó muy joven y murió de vieja, apenas sin quejarse. No le era permitido. Odiosa discriminación, tan natural en esos tiempos, que se creía era una regla inamovible.

Por fortuna, su situación comienza a cambiar y a esa esclavitud disfrazada se le cambia por un trabajo digno, con las garantías laborales de cualquiera. Todavía hay resistencia, aún se les discrimina con uniformes, segregación dentro de la vivienda y tratamiento de objetos, incluso de adorno, como aparecieron en una fotografía de damas vallunas de “alta alcurnia”.

5 Oct 2013 - 11:00 pm

Empleadas domésticas

Por: Héctor Abad Faciolince

Hay un mecanismo mental — técnicamente se trata de una forma de disonancia cognitiva— que nos permite encontrar caminos de justificación moral, atajos para no sentir remordimiento, incluso para las acciones más abominables que cometemos en contra de otras personas.

Quienes practicaban el esclavismo, por ejemplo, hablaban del buen trato que les daban a sus esclavos: les daban techo y abrigo, comida, remedios si se enfermaban; si obedecían y trabajaban no los azotaban, o muy rara vez, y sólo para recordarles quién mandaba. Y otra cosa: el origen de la esclavitud se remontaba a la toma de rehenes entre los derrotados en las guerras. A los esclavos, en realidad, se les había hecho un favor: perdonarles la vida. Otra justificación era la inferioridad intrínseca de los esclavos, por su raza, por su origen, por su mala sangre. A un inferior era mejor guiarlo, incluso a la fuerza, por un camino de trabajo y virtud, para salvarlo.

Cuando ya la esclavitud se hizo moralmente insostenible, vinieron los sirvientes y las criadas. A estos se les pagaba muy poco, y casi todo en especie (techo y comida), pero a diferencia de los esclavos, tenían la libertad de irse a buscar otra vida, un patrón diferente. Para sirvientas y criadas también funcionaba bien la disonancia cognitiva: si no las hubiéramos acogido —en general eran niñas huérfanas abandonadas— se habrían muerto de hambre: antes que agradezcan que las hayamos criado en nuestra casa; de no ser por nosotros estarían en la calle, a la intemperie, prostituidas, perdidas para siempre.

Yo no alcancé a conocer esclavos, pero sí conocí, en mi propia casa, a una criada. A Sixta Sánchez la habían recogido, huérfana, mis abuelos, y siendo adolescente había sido la niñera de mi madre. Su pago era ínfimo, pero mi madre sentía por ella (le decía Tatá) un afecto sincero, recíproco. Decían quererse como hija y madre. Una sirvienta de su tipo era abnegada como una esclava. Pobre como una esclava. Pero estaba segura de una cosa —al menos en mi casa—: de allí no la iban a echar nunca. Ya ciega y sorda, octogenaria, Tatá seguía desgranando, al tacto, frisoles y alverjas (sé muy bien lo que dice la Academia, pero también sé cómo se dice en mi pueblo). Y en mi casa se murió Tatá, de vieja. Nuestra disonancia cognitiva era pensar que la tratábamos bien, porque la queríamos casi como a un miembro de la familia, aunque en realidad la hayamos explotado toda la vida.

Y así llegamos a otro pequeño paso en la cadena que de las esclavas y las criadas nos trae hasta las empleadas domésticas de hoy. El otro día estuve con un grupo de ellas, en la Universidad Eafit, en un acto público. Hace poco fundaron, con asesoría de la ENS, un sindicato: la Unión de Trabajadoras del Servicio Doméstico. Estas trabajadoras del hogar han emprendido una lucha legítima para que les sean reconocidos sus derechos laborales como empleadas, con un salario legal, unos horarios justos, y unas prestaciones sociales obligatorias. Ellas contaron sus vidas, dieron sus testimonios, y explicaron su lucha.

La entrada los domingos por la noche —sin pago de horas extras en día de fiesta—. Las jornadas de más de diez horas, a veces hasta 18, siete días a la semana. Sin reconocerles el salario mínimo, sin consignar en fondos de pensiones y salud. En ocasiones con mercado, cubiertos y platos separados. Discriminadas, ignoradas, sin saber nada de su vida fuera de la casa. Y todo justificado por nuevas formas de disonancia cognitiva: al menos tienen trabajo y no pasan hambre. Ya comen como reinas, qué más quieren... Pero Colombia —poco a poco y por fortuna— está dejando de ser un país servil, y está pasando a ser un sitio en el que incluso quienes hacen los oficios más humildes, conocen y reclaman sus derechos.

Fuente: El Espectador

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
INDIVIDUAL
06-10-2013, 17:13:07
se van a acabar ahora si

RICARDO69
06-10-2013, 17:44:34
Las trabajadoras del servicio doméstico están enlas mismas condiciones laborales que cualquier trabajador en Colombia.

Ese es el punto de partida del Gobierno, específicamente del Ministerio del Trabajo, para haber expedido el decreto 721/2013, que obliga a que los empleadores de personal doméstico, que incluye jardineros, conductores de familias, cuidanderos, entre otros trabajos, los afilien a las cajas de compensación familiar, siempre y cuando trabajen no menos de 96 horas al mes.

Al respecto, el titular de esa cartera, Rafael Pardo, fue enfático en señalar que ese grupo de personas tienen derecho a disfrutar de condiciones de trabajo decente y de empleo equitativo, que incluyen condiciones no menos favorables que las de sus homólogos de otros sectores, como las de afiliación a la seguridad social.

De las pocas excepciones que existen está la de la jornada de trabajo, que para los servidores domésticos es de 10 horas diarias –y no de ocho– a partir de las cuales se les deberá pagar, si es del caso, horas extras y recargos nocturnos.

De la misma manera, tienen derecho al descanso pago los domingos y festivos si cumplen el requisito de haber laborado toda la semana y todas las prestaciones sociales existentes en Colombia (cesantías y sus intereses, vacaciones), salvo las primas de junio y diciembre dado que los hogares no se consideran unidades productivas. Además, contar con la afiliación a seguridad social.

La afiliación a la seguridad social la debe hacer el empleador, aunque el trabajador tiene el derecho a escoger la EPS y el fondo de pensiones. El primero decide sobre la administradora de riesgos laborales y la caja de compensación familiar. Todos los pagos se hacen a través de la Planilla Integrada de Liquidación de Aportes (Pila).

Bajo el supuesto de que el trabajador labora durante todo el mes y devenga el salario mínimo, su aporte a pensiones y salud será de 24.000 pesos a cada uno, mientras que por cuenta del empleador son 71.000 y 50.000 pesos, respectivamente, y la totalidad de la contribución a la caja de compensación familiar (24.000 pesos) y a la administradora de riesgos laboral (la cuantía depende del nivel de riesgo).

Con respecto a los que trabajan menos de un mes y devengan menos del salario mínimo, el Gobierno está preparando medidas para regular la cotización por días, aunque es más preciso decir que será por semanas.

armando2007
06-10-2013, 20:04:29
Las leyes en Colombia son letra muerta, todo lo que quieren arreglar promulgando leyes, decretos, resoluciones. Para la muestra otro botón: los prestadores de servicios.

cesar coy
07-10-2013, 08:52:00
Como en el caso de los profesores: nos negamos a reconocerle el menor aumento a quienes, ganando una miseria, se hacen cargo de nuestros hijos toda la semana.