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Ver la Versión Completa Con Imagenes : La literatura chichipata


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
PEDROELGRANDE
16-02-2013, 22:09:57
Eliseo Bernal


Las siguientes son las palabras pronunciadas por Eliseo Bernal el 12 de diciembre pasado en la librería Palinuro, de Medellín, durante el lanzamiento de su libro El diploma apócrifo y otras historias.


El término chichipato es uno de esos raros neologismos inventados por el populacho. Su significado es tan amplio y variado que puede ir desde pobretón hasta avaro, sin perjuicio de que pueda también ser utilizado como acepción de nimio o insignificante. Tal vez sea éste el motivo por el cual no haya pasado la difícil prueba anual de casticidad que adelanta la Real Academia Española de la Lengua, aunque sospecho que sus miembros no han recibido aún comunicación de sus colegas colombianos informándoles sobre la existencia de esta palabreja*. Entre otras cosas porque, unos y otros, poco es lo que se interesan en palabras chichipatas. Pero esto no es asunto que sea de mi incumbencia, y si he traído a cuento esta breve disqui*sición lingüística ha sido sólo para tratar de explicar por qué considero que El diploma apócrifo y otras historias es un libro chichipato. Explicación que, digámoslo de paso, lo afianza aún más dentro del género, puesto que una de las características de esta clase de literatura —la literatura chichipata— es, precisamente, querer justificar a toda costa su existencia, quizás a causa de ese temor instintivo que un autor sin escuelas y sin padrinos literarios siente por la reacción que pueda despertar su obra dentro de los cenáculos que los caporales de las letras orientan, en el caso hipotético de que su libro sea leído por ellos. Y es que el escritor chichipato es el más grande iluso del universo...

Lo diré una vez: el presente libro fue escrito por un autor chichipato, entendiendo como tales a aquellos escritores de literatura marginal (démosle otro nombre más magnánimo), quienes, además de escribir el libro, tienen que corregirlo, editarlo, promocionarlo, comentarlo y salir a venderlo ellos mismos; aunque esto último es sólo un decir, y aquí el verbo vender se puede cambiar por regalar sin que cambie para nada la idea. Me imagino que es a ellos a quienes se refiere José Saramago cuando dijo que le dedicaba el Premio Nobel “a los escritores que no son reconocidos o a los que no han perdido la ilusión”.

Por eso, pienso, no es del todo improcedente que hablemos un poco más de la literatura marginal o chichipata. Y para ello hay que empezar por aceptar el hecho de que, para unos —para el común de las gentes—, somos locos de atar, chiflados de remate, mientras que para otros —para los miembros de los cenáculos que mencionábamos ahora— somos una verdadera peste. Unos y otros tienen razón, y no me alargaré explicando por qué. Pero antes de terminar debo hacer una aclaración: no merecen pertenecer a la cofradía aquellos autores que, para serlo, se inspiraron en la frase del simplón aquel para quien la vida no valía la pena si al morir no habíamos sembrado un árbol, procreado un hijo y escrito un libro. Se les abona, sí, que han enriquecido el arsenal de la literatura chichipata, pero no los reconocemos como cofrades. ¡Gaznápiros! En su propósito, al auténtico escritor chichipato no lo mueven trivialidades de esta especie; su atrevimiento puede tener mucho de egoísmo, pero a él poco le interesa la posteridad. Su compromiso es consigo mismo. Si cuenta una historia, si quiere transmitir algo, lo hace como una necesidad vital. Sabe que su mensaje tal vez no le llegará a nadie, pero conserva la remota esperanza de que un día, alguien —así sea un viejo amigo o pariente lejano— o leerá. Más que pasatiempo, más que vanidad, su móvil es un acto soberano de amor.

Una reflexión final. Mucho se habla acerca de lo poco que estimulan el cul*tivo de las letras los gobernantes y los dirigentes del poder económico. Creo que las cosas están bien así, y por lo tanto deben dejarse así. La literatura, por ningún motivo, debe ser estimulada. Quiero decir que me parece maravilloso que hasta el final de los siglos la literatura siga siendo imposible como modus vivendi; porque si a sabiendas de que ésta no ofrece el más mínimo beneficio económico hay tantos utopistas que a ella dedican todo su tiempo o parte de él, ¿se imaginan ustedes las toneladas de literatura chichipata que se produciría si escribir fuera un actividad rentable? Adefesios quizás peores que el libro que hoy presentamos.

*El término chichipato aparece en la última edición (la del 2003) del Diccionario de la Academia Española de la Lengua. Su significado es"persona que hace pequeños negocios".