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Ver la Versión Completa Con Imagenes : Pajón, 'dios salve a la reina'


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
PEDROELGRANDE
12-08-2012, 17:34:29
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Desde pequeña se acostumbró a ganar y se sacrificó para hacerlo. Es la dueña del oro.

Cuando Mariana Pajón cruzó la línea de meta en primer lugar para ganar la medalla de oro de los Juegos Olímpicos de Londres-2012 en el bicicrós fue a parar a la valla de contención, en la que fue recibida por Jorge Ovidio González, presidente de la Fedeciclismo, y el técnico Germán Medina, a quienes les preguntó: "¿Dónde está mi familia? Quiero abrazar a mi mamá, a mi papá y a mi hermano. No los he visto y quiero celebrar con ellos". Medina le señaló con el dedo índice dónde estaban. Ella volteó el cuerpo más rápido que cuando sale del peralte de la pista: los vio, levantó los dos brazos, movió las manos y se echó a llorar.

Ese sentimiento de Mariana tiene nombre propio: amor por su familia. Carlos Mario Pajón, su papá; Claudia Londoño, su mamá, y Daniel, su hermano menor, estaban ahí, en el momento indicado, a la hora señalada, el día en que ella más los necesitaba. El único que faltó fue Miguel, su hermano mayor, que estudia en Australia.

Muy pocas veces la familia Pajón Londoño ha estado separada. Mejor, Mariana siempre está acompañada. Su mamá no se pierde una carrera. Siempre va de la mano de Claudia. La protege como si aún tuviera 5 años. "Es mi niña todavía, así esté grande y sea la campeona olímpica", declaró.

Mariana Pajón nació en una familia en la que el deporte siempre fue el desayuno, el almuerzo y la comida. Su papá fue automovilista, lo mismo que su hermano mayor. Daniel también monta en bicicleta y su mamá, Claudia, fue campeona nacional de equitación. "Hubiera sido muy duro si alguno de ellos no fuera deportista", declaró Carlos Mario.

La nueva estrella de deporte colombiano vio la luz del mundo el 10 de octubre de 1991, en Medellín. Si alguien hoy la escuchara hablar, nadie creería que en sus primeros años era muy tímida, poco dada a los medios de comunicación y enemiga de celebrar las victorias con la gente.

A pesar de su personalidad, Mariana siempre lograba lo que se proponía. Aunque nació entre los motores y el olor a gasolina de los karts, a los 4 años cogió por primera vez una bicicleta de bicicrós. Como no había niñas con quiénes competir, pues lo hacía contra niños: ella ganaba, ellos lloraban...

Un año después, practicó la gimnasia olímpica, disciplina en la que estuvo cuatro temporadas. Estudiaba, montaba en bicicleta e iba al gimnasio, por lo que le quedaba poco tiempo para sus amigas y para jugar. A los 8 años tomó una decisión que le cambió la vida. Tuvo que escoger entre el bicicrós y la gimnasia. El dedo señaló la bicicleta. De ahí en adelante el triunfo la ha acompañado, como su familia.

Con un duro régimen, 'Tata', como le dicen en la casa, terminó la primaria en el colegio Enseñanza, de Medellín, y otra vez la vida le puso un reto: decidió irse a Estados Unidos, a competir, a mejorar su condición física y técnica, a darse a conocer en el bicicrós, a madurar, a pesar de tener solo 11 años, y a aprender inglés. Vivió en una casa de familia, estudió en un colegio donde no sabían nada de español y en la pista de bicicrós defendió los colores del equipo Dans Competition. Poco tiempo después se fue a vivir a la casa de Carlos Ramírez, uno de los mejores bicicrosistas estadounidenses en la categoría juvenil. "El ambiente del colegio fue difícil. Era muy tímida y me quería despertar. Estuve más de seis meses, luego volví tres meses más. Lo más complicado era estar sin la familia, ir a la competencia sola, pues siempre estaba acompañada por ellos", recordó Mariana.

La idea de madurar se cumplió, pero debía volver a Colombia. El bachillerato en el Colegio Monte Mayor Sagrado Corazón, del calendario B, pasó volando. Los viajes eran lo más complicado, pues la obligaban a ausentarse de las aulas por varios días. Sin embargo, la colaboración de sus compañeras y del mismo colegio fue inmensa. A Mariana la dejaban presentar los exámenes en tiempo extra y le prestaban los cuadernos para que se igualara.

Pocas veces está triste, pero la vez que más lloró fue cuando se fracturó la mano, a finales del 2007. Creyó que iba a estar mucho tiempo parada, sin entrenar ni correr, lo que perjudicaría su carrera, pero no fue así. Pronto se recuperó y volvió a la pista, ganadora como siempre. El año pasado se cayó en Londres y se golpeó un riñón: con ese dolor ganó el oro en los Juegos Panamericanos de Guadalajara.

El 2011 fue clave para ella. Si tuvo días tristes, hubo otros que la llenaron de alegría, y fue precisamente cuando se convirtió en campeona mundial élite. Ya había dominado a su antojo a los infantiles y juveniles, pero le faltaba superar un escaño: el de los mayores, en Londres.

Fuera de la pista es una mujer normal: se maquilla, se arregla el cabello y trata de vestirse lo mejor que puede, sentirse cómoda. Es carismática, se da a la gente, nunca se niega para tomarse una foto y firmar un autógrafo. Tierna, alegre, cálida, así se le ve cuando no está encima de su bicicleta, pero una vez sube al partidor se transforma. "Sí, soy una persona normal en la calle, pero en la competencia soy una fiera", afirmó.

No es amiga de las fiestas. Los 15 años los celebró en una reunión casi privada. Fue en una taberna al estilo Oeste en Medellín, y los invitados fueron sus compañeros bicicrosistas, los padres de ellos y las amigas más cercanas del colegio. Se considera una "mujer de la casa", por lo ordenada y por estar siempre acompañada por su familia, pero no por saber cocinar. "De eso no sé nada. Con decir que se me quema el agua", advierte, entre risas.

A pesar de sus 20 años, Mariana ya diseña su futuro. Señala que quiere estudiar medicina. Una vez esté fuera de la competencia, quiere seguir vinculada al deporte. una buena opción sería hacer una especialización en medicina deportiva, pero si no se da, la pediatría le llama la atención. Le encantan la pizza, coleccionar perfumes, comer hamburguesas, compartir con su familia, cantar, leer e ir al cine.

En el deporte admira al atleta etíope Haile Gebrselassie, un famoso fondista, hijo de un camionero, quien creció al lado de sus 14 hermanos. 'Gebr', a quien también le dicen 'Crack', ha ganado dos veces el oro olímpico en la competencia de los 10.000 metros, en Atlanta-1996 y Sídney-2000. Nunca lo ha tenido frente a frente, pero el pasado 12 de agosto, en el estadio Olímpico de Londres, lo vio a lo lejos. Él caminaba por la pista llevando la bandera olímpica, la de los cinco aros, y Mariana estaba en la gramilla, sosteniendo la bandera colombiana, la que llevó en el desfile de la ceremonia de inauguración. Ya lo igualó en algo: ella también tiene ahora un oro olímpico, el que la convirtió en la reina de Colombia en los Juegos.

Lisandro Rengifo