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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
HOMER.
25-02-2012, 18:26:41
por FERNANDO ÁLVAREZ

En Colombia se viene desarrollando toda una industria de la delación que muy pronto el país va a tener que pensar en desmontar. Un negocio con el que se le ha aparecido la Virgen a muchos sicarios y el infierno a varios personajes que han terminado implicados en crímenes de lesa humanidad por cuenta de una confesión de dudosa ortografía por parte de un interesado.

Esta situación se retroalimenta con el clamor general de los ciudadanos que piden a gritos que no haya más impunidad, pero, sin querer queriendo se permite que haya resultados que aún no se sabe qué tan confiables. Hoy se puede encausar a quien sin estar realmente comprometido probatoriamente se merezca para muchos un castigo.

La aparente eficacia de los investigadores y el espectáculo de la justicia mediática encontraron además el caldo de cultivo perfecto en los ánimos vengativos del hampa y en las prácticas revanchistas de los enemigos políticos. Ambos descubrieron en los sapos una contundente fuente de poder que así como puede ayudar a aclarar algunos casos puede producir distorsiones que van desde falsos positivos hasta supuestas reveladoras autorías intelectuales de última hora.

En un país ávido de que los criminales que han marcado la reciente historia de sangre y corrupción no queden sin identificar, los informantes, sapos, delatores y arrepentidos han encontrado un camino para ayudar a generar una aparente sensación de justicia porque aparecen importantes nombres involucrados. La frustración con la dirigencia política y el sentimiento de impunidad ha sido reemplazado por la emoción de que aunque cojea la justicia llega. Lo que no se sabe aún es si este es el camino de la verdad y la justicia o el de agrandar la mentira y la injustica.

La búsqueda de la delincuencia, la necesidad de enfrentar el crimen organizado y la urgencia de tomar cartas en el asunto frente a la impunidad que ha caracterizado la historia de las últimas cuatro décadas en Colombia llevaron a la justicia y a las autoridades colombianas a intentar soluciones efectivas y efectistas para capturar y condenar culpables de la criminalidad en todas sus modalidades.

Pero como siempre en un país de instituciones débiles y de estructuras morales no muy fuertes cada vez que se intenta enfrentar un mal se tiende a caer en el efecto contrario y resulta peor el remedio que la enfermedad. Del afán no queda sino el cansancio y de la urgencia se salta olímpicamente al escenario pendular, el cual produce resultados aparentes pero a la postre no deja sino frustraciones y contrademandas al Estado.

Para no ir tan lejos, no es sino recordar cómo se celebró con cierto alborozo soterrado y en ocasiones descarado que surgieran los paramilitares como una solución para enfrentar la guerrilla y el secuestro. Fueron varios los almidonados asistentes a cocteles que se ufanaban de contribuir con una platica a estos prohombres que iban a acabar con los bandoleros y la inseguridad que campeaba en Colombia.

Ya se había vivido una situación parecida cuando irrumpieron los grandes capos de la droga y algunos encopetados en las grandes urbes le abrieron sus puertas a unos señores que traían dinero por montones y su único pecado era que parecían un poco lobos y ordinarios en sus gustos, y si acaso, eran unos contrabandistas que Estados Unidos veía con malos ojos.

Ahora se celebra cada vez que un Popeye canta o un mugre salpica. Gracias a un traslape mecánico de uno de los más poderosos instrumentos de la justicia americana, inspirada en el concepto normativo anglosajón, se adoptaron políticas de incentivos para que los informantes se decidieran a colaborar con las autoridades. Y como dice un amigo que ha probado el trago amargo de los falsos testimonios, Juan Gonzalo Ángel, en una de sus frases de cajón, esto se sabe cómo comenzó pero nunca se sabrá cómo terminará.

Lo cierto es que al decir de las mamás, quién dijo miedo, en una país donde los mandamientos de no matar y no hurtar cada vez terminaban más ignorados, resultaba casi un pecado venial el de levantar falsos testimonios y mentir. Llegaron los rebuscadores a jugar a cazafortunas y de repente se aclaró la memoria de muchos de los criminales ad portas de ser condenados o con perspectivas de sacar provecho.

“Popeye” se acordó que Santofimio le daba órdenes a Pablo Escobar y Virgina Vallejo recobró su memoria para sacarse una que otra espina. Unos testigos de estos aparentemente de excepción fantasearon lo que pudieron aprovechando que el grueso de la gente ni siquiera se imagina cómo actuaba un capo de la talla de Escobar. Quienes conocen la historia del narcotraficante saben que Pablo Escobar era un determinador absoluto de quién se moría y quién vivía porque se creía el amo y señor de la vida de los demás y no admitía sugerencias que insultaran su liderazgo.

Ahora por cuenta de los testimonios de unos bandidos el general Maza fue el que se prestó para que mataran a Luis Carlos Galán. Para quienes no vivieron esa historia hay que recordar que Maza Márquez había sufrido dos atentados dinamiteros de Escobar y era objetivo número uno del Cartel de Medellín. En ese contexto Maza habría sido el más beneficiado con el triunfo de Galán, porque era seguro que el líder liberal le declararía la guerra a muerte a la mafia.

Ahora los Nule son los testigos contra los Moreno porque han descubierto que en el peor de los casos ganan algo de libertad. Los paramilitares se hacen agua la boca mirando a ver a quien involucran y excomisionados de paz, Lucios y políticos dependen de que los macacos, donbernas y mancusos les de por inculpar o exculpar a su discreción.

Sapiar es buen negocio. Unos se ganarán una platica. Otros ganarán rebaja de penas y otros ganarán notoriedad. Pero muy poco se sabrá de la verdad porque aunque sirva para condenar, involucrar y aparentar justicia, el tema de los testigos, cuando es negocio no es confiable. En Estados Unidos eso funciona y Ledher delató a Noriega para que le rebajaran 15 años de los 130 de prisión. Pero en Colombia ya se vislumbran los carruseles de testigos, las puertas giratorias de los testimonios y empieza el descontento con los resultados de la sapería. Se ganarán una plata bien habida como el guerrillero que ayudó a la Operación Jaque, y en ese sentido es buen negocio para la sociedad, pero seguro van a resultar más los malos negocios que los buenos porque vamos a terminar como en el cuento de que algo va a pasar en este pueblo con los sapos.

Y si bien los corruptos y los criminales ven peludo el panorama por que el cría cuervos y te sacaran los ojos será reemplazado por cría sapos y te mandarán a la cárcel. Lo que puede estar pasando a los colombianos es que se aclimaten con los sapos como en el ejercicio del sapo y el agua caliente. Si se mete un sapo en agua caliente, éste brinca fuera de la olla, pero si se mete en agua fría, y se le sube poco a poco la temperatura puede terminar cocinado porque su cuerpo se va adaptando al calor.

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
Heráclito
25-02-2012, 19:17:35
Aunque el columnista de "kien & ke" tiene razón en que hay que tomar con pinzas los testimonios de los delincuentes, se olvida que deben pasar por el filtro del juicio.

Allí se examinará, junto con otras pruebas, qué tan ciertas o no son sus palabras. En el debate público se escucharán a todas las partes y se dictará sentencia condenatoria sólo si las pruebas recogidas (no sólo la del "sapo") permiten concluir, sin duda alguna, que el acusado es responsable.

La labor de los jueces no es tan folclórica como la quiere presentar el columnista y, aparte de esto, hay recursos como la apelación. Muchas garantías que permiten que la justicia gire en torno a lo demostrado y no al del cartel de los sapos.

mdavilja
25-02-2012, 19:41:19
estoy de acuerdoconel columnista aqui los endiosados jueses le creen mas a los malos que a los buenos (que ahora somos menos)