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Ver la Versión Completa Con Imagenes : Alicia y sus cuñados.


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
chido666
27-10-2011, 10:08:35
Alicia y sus cuñados.

Después de la amarga experiencia con mis amigos… Perdón, mis enemigos. (Ver relato: abusan de nosotros, para que entiendan de qué hablo). Tratamos de rehacer nuestras vidas, nos cambiamos de casa y juramos mutuamente olvidar todo lo anterior. Alicia se mostraba muy arrepentida por todo lo sucedido, y yo, me sentía de la misma manera. Pero mis amigos… Perdón, enemigos… No estaban dispuestos, a dejar escapar, un biscocho tan apetitoso como lo era Alicia. Nos ubicaron, y un maléfico día, al llegar a casa, después de un fatigoso día de trabajo, descubro a mi señora llorando, desnuda sobre la cama, en el ambiente se respiraba, un aroma fuerte a sexo.

-¿Qué pasó? ¿Por qué lloras?

-¡Me cogieron otra vez! –Me gritó en medio del llanto, tapándose con las manos el rostro y recostándose boca abajo, ocultándose ante mis ojos-.

-¿Quie-Quienes? –Le dije estupefacto-.

-¡Javier, Raúl y Gerardo! –Me dijo, sin dejar de llorar a grito abierto-.

-Cálmate. –Le dije-. Y explícame que pasó, ¿abusaron de ti? ¿Te violaron?

-No. –Me dijo, sollozando, y limpiándose los mocos de la nariz-. Tocaron la puerta, no sabía que eran ellos, al abrirla, se metieron sin darme tiempo de nada… Me empezaron a envolver con sus palabras, me tocaban mi cuerpo, me hablaban bajito y al oído, me rozaban sus duras y calientes vergas en mis nalgas… Perdóname mi amor. –Me dijo empezando a llorar nuevamente-. No pude resistir, estaba tan caliente, no me violaron… No supe que pasó, no recuerdo como empezó todo, pero cuando tuve algo de conciencia, estaba desnuda, montada sobre la gruesa verga de Javier, lo cabalgaba frenéticamente, tratando de metérmela hasta el útero. Raúl me taladraba mi colita, y mi boca, se tragaba el largo pene de Gerardo… Les gritaba que me cogieran duro… Lograron que tuviera muchos orgasmos. –Me dijo, llorando desconsoladamente-. Perdóname papito, soy una puerca, una degenerada, no te merezco.

-Tú no tienes la culpa de nada. -Le dije, mientras la abrazaba cariñosamente; sin pensar, recorrí con la mirada sus monumentales nalgas, las tenía coloradas, como si la hubieran nalgueado, y asombrado descubrí, como aún, le escurrían goterones de semen de su culito -. Ellos son los únicos culpables, nunca nos dejaran en paz.

Mi esposa, se levantó lentamente y me abrazó con fuerza, mientras me decía:

-Vayámonos lejos, amor, dónde nunca nos encuentren.

Me separe de ella tiernamente, mientras le limpiaba las lágrimas de sus ojos, y le besaba cariñosamente en la frente. Miré disimuladamente, los pequeños moretones en su busto, alrededor de sus largos y gruesos pezones. Comencé a caminar en círculos, alrededor de la cama… Estaba furioso, pero no por que se cogieron a mi mujer, sino porque no lo presencié… Era un desconsiderado, mi mujer sufriendo y yo, molesto por no ver como le perforaban sus lindos agujeros, era un pervertido. Me habían convertido en un pendejo mirón… Necesitábamos irnos de la ciudad, empezar de nuevo, ser una pareja normal… pero ¿a dónde ir? ¿Y mi trabajo?... Observé a mi esposa, a un sollozaba, aprecié sus enormes pechos redondos, como se mecían con su respiración, su pequeña cintura, contemplé su precioso triangulo negro, que ahora se mostraba, manchado, pegajoso… Del interior de sus muslos, resbalaban pequeñas gotas de semen.

-Y si nos vamos a Monterrey, allá vive mi madre… -Me dijo mi dulce esposa-.

Disfruté aturdido la maravillosa imagen que mi mujer me regalaba. Se miraba celestial… Hermosa, desnuda, recién cogida, divina… La amaba tanto-.



Continúa...

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
chido666
27-10-2011, 10:16:17
Ya teníamos como seis meses viviendo en casa de mi suegra, señora de carácter afable que ronda los sesenta años. Había enviudado hace años y actualmente se mantiene de la pensión de su difunto marido y lo que le dan sus hijas o yernos, por cuidar a los nietos. Mi esposa es la menor de sus hijas, por lo tanto, es la consentida. Mi suegra, sería incapaz de recriminarle cualquier cosa a mi mujer, absolutamente nada. Pero a mí, desde hace varios meses, me ve con unos ojos… Como diciendo, pobre de mi hijita, le tocó de marido, un hombre muy flojo, pues no lograba conseguir empleo aún.

Las hermanas de mi mujer, al igual que mi esposa, son muy hermosas, pero son tan diferentes entre sí. Antonia, la mayor, es alta y gordita, de piel blanca, de cabello rubio rizado, tienes los ojos verdes, grandes, y la nariz pequeña, lo mismo que su boca; tiene un busto gigantesco; su carácter es liberal y alegre. Claudia, es la más alta de todas, es morena, de pelo liso, tiene los ojos negros y una nariz de tamaño normal, afilada y delgada; es muy esbelta, de nalgas y busto pequeños; es sofisticada y muy fina, de carácter serio y muy celosa. Patricia, es morenita igual que Claudia, pero ella es chaparrita, y gordita, de busto pequeño pero con unas nalgas dimensionalmente enormes; ella es positiva, liberal y muy platicadora. Las tres muy seguras de sí mismas.

Mi esposa en cambio, como ya lo he dicho en otras ocasiones, es muy introvertida, de carácter débil y sumiso. Es la menor y más hermosa de todas sus hermanas, tiene el cabello negro y suave, que en rizos caen sobre su blanca espalda; de grandes ojos verdes, de boca pequeña, de labios gruesos, carnosos y sensuales; su cintura es delgada, de abdomen plano y ligeramente marcado por el ejercicio, con un trasero grande, parado y redondo, que aunado a la redondez de sus enormes cantaros de carne de su busto, la convierten en una diosa de la lujuria. Su piel es tan suave que parece de porcelana, posee un brillo aceitunado especial, que resalta su blancura y tersura, y que sensualmente contrasta con la negrura de su monte de Venus, así como de las morenas aureolas y la oscuridad de sus rugosos y largos pezones.

El resto de la familia esta compuesta por Rogelio, el mayor de mis concuños, esposo de Antonia, es un hombre gordo, de prominente barriga, blanco, peludo, es el más simpático de los tres, el más adulador y tiene fama de mujeriego. Roberto es el menor, es esposo de Patricia, es delgado, moreno, pancita cervecera, borracho y muy parrandero, pero también es muy alegre y platicador. Por último, Rolando, su edad, está entre la de mis otros dos concuños, es el esposo de Claudia, es el más alto de estatura y el de mejor posición económica, es blanco, ni gordo ni delgado, mas bien, de complexión gruesa; es muy serio y un poco sangrón. Rolando siempre nos mira sobre el hombro, sintiéndose más que uno; pero a mis otros concuños no les importa, siempre hacen bromas a costa de él, y tratan de que conviva más con ellos. Por último, un servidor; soy bajito, muy delgado, lentes de aumento, débil y sumiso.

Como decía, teníamos varios meses conviviendo con ellos, en ese lapso, nos respetaron y hasta fraternizábamos como una familia normal. Alicia se sentía con la confianza de estar en casa de su madre, y sin importarle la presencia de sus hermanas, ni de sus cuñados; se paseaba por la casa en pantaloncitos tan diminutos que casi se le salían sus redondas nalgas, o con faldas o vestido tan cortos, que se contemplaban sus largas y torneadas piernas hasta el nacimiento de sus posaderas, y con camisetas o blusas tan escotadas que mostraba sin vergüenza la totalidad de sus redondas y duras tetas; la tela, solo alcanzaba para taparle los rugosos pezones y parte de las morenas aureolas. Al principio, mis concuños, se limitaban a admirar la belleza de mi mujer discretamente, asegurándose de no ser vistos por nadie, ni por Alicia, ni por mí, y mucho menos por sus mujeres. Se intercambiaban miradas discretas, cuando por casualidad, miraban a mi mujer en posiciones no tan decorosas, cuando por ejemplo, una vez que estaba agachada, mostraba, la totalidad de sus hermosos melones de carne, hasta parte de sus oscuros pezones; o cuando estaba sentada, distraída, con sus esculturales muslos, abiertos de más; mis concuños vislumbraban alguna parte intima de su escultural figura, sin realizar ningún tipo de comentario. Pero con el tiempo, empezaron a notar lo débil de nuestro carácter y la facilidad con que abusaban de nosotros, las demás personas.

Rogelio, comenzó diciéndole a mi mujer, lo hermosa y buena que estaba, por cualquier motivo, adulaba su figura. Roberto, buscaba cualquier ocasión, para estar a solas con mi esposa, platicar con ella, sin apartar su vista de la redondez de sus enormes pechos, tratando de vislumbrar, la parte oculta de su piel a través de la canal que separa los dos cantaros de carne, o tratando se ver los calzones de mi mujer, a través de la separación de sus torneadas piernas. Ambos, en cualquier oportunidad, la abrazaban, restregando en sus pechos, las voluminosas y duras tetas de mi señora, y bajando peligrosamente sus manos, hasta el inicio de la redondez de sus montañas de carne que forman su trasero. Mientras Alicia, reía contenta por el afecto que de pronto le prodigaban sus queridos cuñados.


Continúa...

chido666
27-10-2011, 10:24:35
Con el tiempo, mis concuños, solo se cuidaban de que sus mujeres, no los descubrieran, manoseando a mi esposa, o atisbando descaradamente los atributos que mi despistada señora mostraba sin darse cuenta. Ya no les importaba, si Alicia se daba cuenta, porque sabían de antemano, que no les iba a recriminar nada, ni siquiera intentaba ocultar sus intimidades. Tampoco se cuidaban de mí; tal vez pensaban, acertadamente, que me gustaba, el que, fisgonearan y magrearan a mi esposa, o que realmente era muy tonto, tan distraído para no darme cuenta; sencillamente les valía gorro si me daba cuenta, sabían que no sería capaz de reclamarles nada. El único que guardaba las distancias y nos respetaba algo, era Rolando.

Recuerdo que empezaron con cosas tan burdas, como en la ocasión que estaba Alicia sentada, vestía con unos pantaloncitos cortos de mezclilla, que delineaban su escultural figura. Noté como Rogelio y Rolando, miraban hacia el trasero de mi mujer, luego bromeaban y reían entre ellos, hacían gestos de lo buena que estaba. Luego apareció Rolando, pelo los ojos, al ver el trasero de Alicia, se puso rojo como un tomate, se quedó paralizado por largo rato, mirando fijamente a mi señora; nadie lo notó, pero un bulto se empezó a formar en su entrepierna, y se elevó poco a poco, hasta tener el pene totalmente erecto; de pronto, volteo hacia todos lados, trataba de adivinar, quién lo había pillado, observando el trasero de mi esposa; las risitas de Rogelio y Roberto los delató, Roberto los miró con violencia y enojado, y salió de la habitación precipitadamente. Cuando llegaron Claudia y Patricia, mis concuños también salieron rápidamente de la habitación. Sin llamar la atención, disimuladamente, me coloque en dónde estaban mis concuños, y contemplé lo que miraban con tanto interés. Su pantalón corto se había deslizado hacia abajo, mostrando impúdicamente la totalidad de su tanga rosita, y gran parte de sus redondas, blancas y enormes nalgotas.

En una ocasión, Rogelio y Roberto, estaban en el asador, y mandaban a mi mujer a la bodeguita que estaba en el segundo piso (La totalidad de la casa estaba en el primer piso, en el segundo nivel, solo estaba un cuarto grande, que servia de bodega, y se llegaba a él por medio de una escalera, que estaba justo a un lado del asador) por cualquier cosa. Mi esposa, traía puesto un vestido floreado muy escotado, la parte de abajo, era de vuelo, y de largo, le llegaba a la mitad de sus hermosos muslos. Ese día, su ropa interior consistía en un sujetador de encaje y una tanga tan diminuta que solo le tapaba su pelambrera, pero por detrás, aparentaba andar desnuda. Alicia, al subir por las escaleras, mostraba todos sus encantos, la totalidad de sus torneadas piernas, por delante, su preciosa tanga roja, y al subir unos escalones más, las enormes y paradas nalgas de mi señora quedaban a la vista de los lujuriosos ojos de mis dos concuños. Rolando, aunque no estaba asando la carne, estaba sentado cerca del asador, y contemplaba silenciosamente a mi mujer cuando subía las escaleras, no le perdía la vista, hasta que desaparecía de su ángulo de visión, y estaba atento, para cuando Alicia regresara, y le deleitara nuevamente la mirada, al bajar las escaleras; varias veces lo pillé acomodándose la erecta verga dentro de su pantalón. La mandaban por cualquier cosa. Mi esposa subió en diferentes ocasiones a la bodega. Sus cuñados, no disimulaban en nada sus intenciones, se colocaban debajo de la escalara, en cuanto Alicia empezaba a subir los primeros escalones. Mi esposa, sabía que le contemplaban todas sus enormes nalgas, porque a veces miraba hacia abajo, y pillaba a Rogelio o a Roberto alelados contemplándola, y ella solo sonreía; no le importó subir y bajar las escaleras muchas veces, cuando sus cuñados la mandaban a buscar “x” cosa.

Una noche, estábamos a solas en nuestra recamara, al terminar de hacer el amor. Mi esposa me comentó:

-Cariño, últimamente lo haces más seguido. ¿A que se debe? –Me decía ronroneando como gatita en celo-. Mientras me acariciaba y besaba todo el cuerpo, se metía la totalidad de mi pequeño pene, incluidas las bolas, en el interior de su boquita. Pero era en vano, una vez que eyaculaba, desaparecía el deseo y la vitalidad, y mi penecito, se volvía arrugado, bofo, y se encogía poco a poco, hasta casi desaparecer.

-¿Tu crees? –le contestaba orgulloso-.

-Claro papito, antes lo hacíamos cada mes y ahora, lo hacemos cada semana, eres un goloso.-Me decía mientras se montaba sobre mi rostro, y sujetándome de la nuca, me incrustaba el rostro en su entrepierna, para que le mamara su raja.

Tenia razón, ahora mi calentura, me llevaba a realizar el amor más seguido, a mis capacidades por supuesto. Eran sus cuñados, los que me estimulaban, su mirada libidinosa (http://www.wordreference.com/sinonimos/libidinoso), su deseo de cogerse a mi mujer, sus tontas y disimuladas caricias sobre el escultural cuerpo de mi señora, me incitaban. Con el deseo muerto en mi cerebro, por la reciente eyaculación, procedía a lamer su conejito, que sería la fuente de la eterna dicha para cualquier otro mortal. A pesar de hacer el amor, la dejaba insatisfecha. Porque, a pesar que sentía maravilloso, cuando introducía mi diminuto pene completamente duro, en su ardiente y jugosa vagina, y a pesar de mi esfuerzo por no hacerlo, al final sucumbía y me vaciaba rápidamente en su interior, a los pocos minutos.



Conitnúa...

chido666
27-10-2011, 10:40:35
Siempre lograba que tuviera al menos un orgasmo, pero nunca en el acto sexual, en el mete y saca. Primero terminaba yo, luego, la llevaba al clímax, a base de mis caricias, mamando su jugosa vagina, o chupando sus monumentales pechos. Pero un orgasmo era insuficiente para mi ardiente mujer. Alicia esperaba que durmiera, para empezar una violenta masturbación, hasta provocarse tres orgasmos más. Por lo regular, todas las noches se masturbaba, y varias veces descubrí a mi esposa, dándose placer ella misma, en la ducha.

Una noche, mis cuñadas y sus esposos, cenaban aún. De improviso, apareció Alicia, recién bañada, una pequeñísima tanga de hilo, color rosita, era la única prenda que cubría su desnudez, ya que la pequeña bata que la cubría era completamente transparente, y traslucía todo el escultural cuerpo de mi mujer. Mis tres concuños casi se atragantan, y no le quitaban los ojos de los cantaros de carne que se mecían ondulatorios, cuando caminaba, mostrando indecorosamente los gruesos y parados pezones que trataban de traspasar la suave tela. Sus hermanas, tal vez acostumbradas a verla desde pequeña, les pareció normal su vestimenta y no descubrieron las tremendas erecciones que de pronto tenían sus maridos. Tampoco los pillaron, cuando la seguían con sus libertinos ojos, mirando como meneaba mi esposa, sus enormes y paradas nalgas, al caminar.

Los avances de mis concuños cada vez eran más osados. Alicia también lo notó, porque su carita era un predicamento cada vez que la abordaban. No se como lo lograban, pero todo el maldito día estaban con la verga parada, se les notaba un tremendo bulto en su entrepierna. A mi mujer le llamaba mucho la atención su protuberancia, trataba de no ser tan obvia, y se las miraba disimuladamente, pero lo hacía tan mal, que tanto Rogelio como Roberto se dieron cuenta de su interés por el enorme bulto que se les formaba en la parte delantera. Ahora, se exhibían ante ella, en cualquier oportunidad; se agarraban la gruesa verga parada sobre el pantalón, delineando el grosor y el largo, lo hacían como sin darse cuenta que mi querida esposa, no les quitaba el ojo de encima, a veces, se le acercaban y le rozaban la verga en el brazo, en el hombro, en donde fuera; otras veces, la abrazaban y se la encajaban en sus enormes nalgas.

No les importaba toquetear a Alicia delante de mí. Es más, trataban de hacerlo en mi presencia, pues notaron que estando yo presente, Alicia se dejaba manosear, más fácilmente. Al ver ella, que yo no les decía nada, se justificaba, diciendo para si, que era normal, el que sus cuñados la tratasen de esa manera.

Cierto fin de semana, las mujeres jugaban lotería y los hombres asábamos carne y tomábamos cerveza. En determinado momento, Claudia sorprendió a Rolando, acomodándose el pene dentro del pantalón, con la boca abierta, embobado, contemplando los calzones de Alicia, que estaba sentada en el suelo, y que tenía sus macizas piernotas abiertas de par en par. Mi esposa, estaba sentada sobre una de sus largas piernas, que mantenía doblada, como si fuera una contorsionista; pero con la otra, la planta del pie estaba ligeramente apoyada en el suelo, de tal forma que, se formaba una ancha avenida entre cada una de sus torneadas piernas, mostrando a mis queridos concuños, un valle paradisíaco. Claudia, moleta le recriminó a su marido, discutieron unos minutos, luego, se retiraron a su casa.

Al terminar de jugar a la lotería, las mujeres se incorporaron a la plática que sosteníamos los hombres, y ya todos juntos, continuamos bebiendo. En determinado momento, Rogelio y Roberto, aparentaban estar muy tomados; se me hizo muy raro, ya que ellos siempre aguantaban mucho más licor. Sus esposas le recriminaron su manera de beber y enojadas se retiraron a sus hogares, dejando a sus maridos seguir con la juerga.

Escudado en su borrachera, cuidando que no lo viera mi suegra, Rogelio abrazó fuertemente a mi esposa por la cintura, cuando pasaba junto a él. Presionando con su enorme erección, las redondas nalgas de Alicia. Subía de vez en cuando sus manos, acariciando por casualidad las redondas tetas de mi mujer.

-Cuñadita. –Le decía con voz de ebriedad-. Yo la quiero mucho, es la cuñadita más guapa y más buena de todas. –Y dirigiéndose a Roberto, le dijo-. Verdad Roberto.

Mi esposa solo reía fuerte y alegremente, tal vez por las cosquillas que le hacia Rogelio al hablarle al oído.

-Es cierto. –Decía Roberto, con el mismo tono de voz aguardentosa-. Tú ¿no nos quieres cuñadita?

-Claro que sí. –Contestaba divertida mi mujer-.

-Pues dame un abrazo. –Le dijo Roberto-.

Mi mujer lo abrazó inocentemente. Roberto al abrazarle, le restregó su bulto en la entrepierna a mi señora, y la abrazó con fuerza. Yo los miraba a la distancia y noté como una de las manos de Roberto, se apoderaba de una de las nalgotas de Alicia, y la apretaba con violencia. Mi mujer, pacientemente y sonriendo, le subió la mano; mientras Roberto le daba un beso en la mejilla.

Alicia estaba sentada en una mecedora, tenía las piernas cruzadas, mostrando gran parte de ellas, hasta el nacimiento de su trasero. Rogelio procuraba que nunca estuvieran vacíos de licor, tanto el vaso de mi esposa como el mío. La contemplaban impúdicamente, se secreteaban y sonreían maliciosamente. Sospechaba que algo tramaban, así que empecé a simular que se me subía la bebida. Alicia hablaba entrecortadamente, se reía por cualquier cosa y su mirada denotaba que el licor estaba haciendo estragos en ella.


Continúa...

chido666
27-10-2011, 10:45:17
Las idas y venidas al sanitario se hicieron frecuentes. Cuando me acerqué al baño, escuché que platicaban Rogelio y Roberto.

-Anímate, nos la cogemos entre los dos. –Le decía Rogelio a Roberto, el tono de su voz era normal, o sea, estaba fingiendo con nosotros, su ebriedad-. Alicia anda bien caliente.

-¿Crees que se deje coger? –Le preguntaba Roberto, también con el tono normal en su voz-.

-Yo digo que sí. Te digo que casi se le cae la baba al verme la verga.

-Pero, como estuvo, a ver platícamelo de nuevo, no lo puedo creer.

- Estaba orinando, sabía que venia atrás de mí, por eso deje la puerta abierta, haciéndome el borracho, me puse de lado para que me viera el garrote completamente. Cuando abrió la puerta para entrar al baño, yo me la sacudía fuertemente, la tenia bien parada. Ella se quedó como entupida mirándome la verga, se le caía la baba, se saboreo, y con su vocecita de puta, me dijo: “Ay perdón, pensé que no estaba ocupado”. Yo le contesté: “Ya voy a salir, cuñada, no te vayas, solo le doy unas sacudidas más y es todo” Mientras me estiraba el pellejo, mostrándole toda la cabezota hinchada, de lo excitado que estaba. Alicia nomás pelo sus ojotes, pero se quedó hasta el final, duré como dos minutos pelándome la verga, y ella no se movió, solo me miraba el garrote. Luego, con la verga en la mano todavía, le dije: “Pásale Alicia, ya terminé” Al pasar a mi lado, se levantó su vestido, mostrándome todas sus nalgotas, no resistí la tentación, y le enterré toda la verga entre esas montañas de carne maciza, le dije: “Perdón cuñadita, casi me caigo, jeje”. No dijo nada, se bajó el calzón y se sentó en la taza y nomás me dijo: “cierre la puerta, por favor”… Anda caliente te digo.

Me retiré de ahí sin que se dieran cuenta. Cuando regresaron, yo fingía dormitar y estar muy borracho. Al poco tiempo, mi suegra de disculpó, diciendo que tenía mucho sueño y se retiró a su habitación. Seguimos charlando amenamente, yo poco a poco les hacia menos caso y simulé que me quedaba dormido.


....

Continuará...



Si les va gustando le sigo, si no pues, le cortamos que caray, jeje.


:SmokeScreen_emotico

Aries78
27-10-2011, 19:31:14
buen relato

Saimon_Vzla
27-10-2011, 21:10:58
Necesito leer la continuacion pronto, me la puso dura tu relato, voy en busca de mi mujer a la cocina!!!!! por cierto tal vez mientras lo este haciendo con mi mujer piense y me imagine a la tuya....

kalenchos
28-10-2011, 11:29:22
no seas tan marica y continua la historia....

Saimon_Vzla
28-10-2011, 12:43:04
no seas tan marica y continua la historia....


:laughing9: jejejejejejejejeje buena forma de solicitar la conitnuacion :laughing9:

chido666
28-10-2011, 14:04:15
no seas tan marica y continua la historia....

Con esta motivación quién se resiste, jeje... Continuamos:

Alicia ya estaba muy ebria, se mecía con los ojos cerrados, no se daba cuenta que al colocar un pie en cada pata de la mecedora, estaba con las piernas completamente abiertas, mostrando indecorosamente la totalidad de sus torneadas piernas, así como su calzón. Desde mi lugar, alcanzaba a vislumbrar como se traslucía su raja, y como uno que otro pelito que se le escapaba por los laterales de la tanga. Rogelio y Roberto, le miraban con obscenidad mientras se sobaban descaradamente su paquete.

Alicia, intempestivamente se despertó y con voz entrecortada les decía que necesitaba ir al baño. Roberto le guiñó un ojo a Rogelio y se adelantó, dirigiéndose al sanitario, mientras Alicia torpemente trataba de levantarse. Rogelio me sacudió fuertemente. “Estas despierto Ramón… Hey, despierta” Yo me hice el dormido. Sonrió y se abalanzó sobre mi mujer, extrajo de su pantalón, una verga enorme, luego, la abrazó por detrás, colocando sus dos manos, en las enormes, chiches de Alicia, las sobaba intensamente, mientras le besaba el cuello y enterraba su chile en las nalgotas de mi esposa.

-Yo te ayudo cuñadita, deja te llevó al sanitario. –Le decía Rogelio

-No. Déjame. –Le decía mi señora completamente ebria-. Yo puedo solita.

La estuvo magreando unos minutos, simulando querer ayudarla, y mi mujer tratando de que no lo hiciera. Sus envites eran descarados, hasta llegar a pompearla, simulando que se la estaba cogiendo. Por fin mi esposa logro escabullirse de sus garras. Dando traspiés se dirigió al sanitario. Rogelio la siguió sigilosamente y ambos desaparecieron tras la puerta. Rápidamente me levanté, me asomé en el interior de la casa y no los vi. Coloqué una escalera de aluminio en la pared, a un lado de la ventana del baño, que daba al exterior del pasillo. Con el alma en la mano, temeroso que me descubrieran, subí poco a poco, por cada uno de los escalones. Me asomé cuidando que no me vieran del interior.

Roberto se sacudía la enorme verga con sus manos, mientras Alicia le miraba fijamente.

-Te gusta mi verga cuñadita. –Le dijo Roberto, pelándose la enorme verga, y mostrándosela mientras la movía de arriba abajo.

-Si. Esta muy bonita, pero ya me estoy orinando, apúrate.

Roberto retrocedió unos pasos, solo los necesarios para que Alicia se sentara en el inodoro. Tenía la verga completamente erecta en la mano, y se masturbaba lentamente.

-Está bien, -dijo Roberto-. Para que veas que no soy malo, como todavía no termino, te doy chance que orines, pero apúrate para seguir yo.

-Gracias Roberto. –Dijo mi esposa con voz ebria-.

Se subió la falda y se bajó los calzones lentamente, mostrándole su hermoso e intimo, triangulo de vellos negros. Luego se sentó en la taza y se escuchó un potente chorro de orina, que salía de su vagina.

-Ay, que rico. Me andaba mucho del baño y…

Alicia tomó conciencia de que una gorda y larga verga se mecía a escasos centímetros de su boquita. La miro fascinada.

-Que gorda tienes tu verga. –Le dijo Alicia, lamiéndose los labios-.

-¿Te gusta? –Le dijo Roberto, con voz ronca de la excitación-.

-Es muy bonita, esta tan grande… ¿Puedo agarrarla?

-Es toda tuya, amorcito.

Alicia sujetó la gorda verga de Roberto por la base, y la sacudió un par de veces frente a sus ojos.

-Se siente tan caliente y su piel es tan lisita… La tienes bien grandota, se ve tan rica…

Ya no habló más. Roberto la tomó de la nuca y le empotró todo el garrote en la boquita. Alicia se atragantó al principio, pero luego, cerró los ojos y desapareció la mitad en su boca, en su mejilla se formó una sensual protuberancia, cuando se deslizaba la gruesa boa, una y otra vez, en su cavidad bucal.

Continúa...

chido666
28-10-2011, 14:07:58
Rogelio apareció de pronto, con la verga en la mano y sonriendo les dijo:

-¡Ey! No me dejes fuera de la jugada, yo también quiero cogerme a mi dulce cuñadita.

Alicia se asustó, empujó a Roberto desprendiéndose la verga de su boca, tomó rápidamente un trozo de papel sanitario, y se limpió su rajita, cuando se disponía a subirse la tanga, Rogelio le sujetó los brazos impidiéndoselo.

-Tranquila Alicia, que prisa llevas.

-Suéltame por favor… Esto no es correcto, -les suplicaba Alicia, en medio de su ebriedad-, son mis cuñados, los esposos de mis hermanas.

-Y eso que tiene que ver. –le dijo sonriendo Rogelio-. A la prima se le arrima y la cuñada también, jeje. Además a Roberto le mamaste la verga, quiero que me la mames a mí también… Solo eso, una mamadita como a Roberto. ¿Está bien?

-Pero eres mi cuñado. –Replicaba Alicia, sin mucha decisión, ya que Rogelio le tomó su manita y la llevo hasta su gruesa verga, Alicia la sujetó fuertemente y la movía lentamente de arriba abajo-. Que va a decir mi esposo si se entera, que va a decir Antonia.

-No tienen porque enterarse. –Le dijo, mientras le empujaba la cabeza hacia abajo, para que se arrodillara-.

La cogió de su cabellera con una mano y sosteniendo su grueso falo por la base, con la otra mano, se lo frotaba por todo su rostro, hasta que se lo metió por la boca. Mi esposa se la mamó por unos segundos. Luego se unió Roberto. Alicia, tomo en cada una de sus manitas una gruesa y larga verga y se las llevaba a su boca alternativamente. Su rostro fue transformándose poco a poco, miraba las enormes reatas con lascivia, trataba inútilmente de meterse completamente esas largas boas en su boquita, chupaba todo el tronco, se metía los peludos y gordos huevos en la boca, los chupaba, y luego volvía a las rojas cabezas a mamarlas con desesperación.

-¡Que rico mama la verga! –Exclamó Roberto-.

-Eres una profesional ricura. –Le dijo Rogelio, mientras movía su voluminoso vientre peludo, follando la boca de mi mujer-.

Rogelio la sujetó con fuerza de la nuca mientras tenía toda su moronga en el interior de la boca de Alicia. Gruñó con fuerza, mientras arremetía con ligeros movimientos de cintura el rostro de mi esposa. Alicia, tragaba toda la descarga, pero era demasiada, cuando la retiro de su boca, todavía alcanzaron a estrellarse sobre su rostro, dos trallazos más, Rogelio se la volvió a incrustar en la boca y apretándose los huevos, derramaba el resto de su semen.

Alicia sacó su lengua y se la pasó por cada rincón de su rojo glande, hasta dejársela completamente limpia, le dio un tierno beso y girando su cabeza se metió la verga de Roberto, arreciando sus movimientos, hasta que mi concuño explotó en su boquita. Alicia quería tragarse la esperma de Roberto, pero este la sacó de boca y le baño su bello rostro, con cuatro fuertes chisguetes, que se estrellaron en sus ojos, mejillas y frente. También a Roberto se la dejó relucientemente limpia.

Cuando se disponía a retirarse, Rogelio nuevamente la sujetó de las muñecas.

-Espera preciosa. Falta que te vengas tú también.

-No es necesario, a lo mejor mi esposo me coge en la noche…

-Y ¿si no?... ¿Cada cuando lo hacen?

-Antes era cada mes, pero últimamente es cada semana, y ayer me cogió…

-Y además está bien borracho. –Le dijo Roberto-.

-Si. –Confirmó Rogelio-. Además no es lo mismo una verga que dos.

-Si verdad. –Dijo mi esposa, metiéndose un dedo en la boca, tratando de imaginar como sería hacer el amor con esos dos machos, luego mordiendose el labio inferior, agregó-. Además mi esposo no tiene el pito tan grande como ustedes, ni tan gorda tampoco…

-¿De veras? –Le preguntó Rogelio-. La tiene chiquita, jeje.

-Si, ustedes la tienen tres veces más grande.

Rogelio se le fue encima, la abrazó mientras le sujetaba ambas nalgotas fuertemente y le decía: “Estás bien buenota cuñada, tengo tantas ganas de meterte la verga, chiquita”.

-¡No! Ustedes prometieron que si se las mamaba me dejarían. –Dijo mi esposa con voz ebria y entrecortada, y riendo, escapo corriendo de las manos de Roberto-.

Se miraba chistosa, tratando de correr con su tanga en los tobillos. Solo dio unos cuantos pasos y fue alcanzada por Roberto. Este la abrazó y a fuerza le quitó el vestido, dejándola desnuda.


Continúa...

chido666
28-10-2011, 14:11:14
-Pero… ¡que nalgotas tan hermosas tienes mamacita! –Exclamó Rogelio-. Y arrodillándose detrás de Alicia incrustó su rostro en medio de las montañas de carne de su trasero, y le mamo el culo golosamente. Eso la vuelve loca, Roberto mientras tanto forcejaba para quitarle la blusa, al fin lo logró y procedió a mamar las enormes chinches de mi mujer. Luego de unos minutos se arrodilló frente a mi señora y sin importarle que recién haya orinado, le lamió la raja, como si fuera la más exquisita paleta del mundo. Alicia sujetó con su mano derecha la cabeza de Rogelio que continuaba mamando su agujerito trasero y con la mano izquierda presionaba la nuca de Roberto para que siguiera mamándole la panocha. Alicia cerró los ojos, tenía la boca semiabierta, mientras jadeaba entrecortadamente, después de unos minutos, gritaba con fuerza su increíble orgasmo. Estuvo a punto de desfallecer, si no la sujetan sus cuñados.

Cuando se levantaron tenían la verga nuevamente parada. Alicia sonrió al ver lo dura que estaban. Sujetó una en cada mano y los masturbó lentamente.

-Son increíbles. –Les dijo-. Son tan hermosas sus vergotas. A mi marido, cuando eyacula, ya no se le vuelve a parar… Y miren, ustedes, la tienen tan dura como si no me hubieran llenado la cara de mecos.

-Están así, porque eres muy bella Alicia, estás tan buena… Ven. Te voy a meter la verga.

-No. Pero que estoy haciendo. –Dijo asustada, soltando ambas vergas de sus manos-. Soy una puta impúdica e indecente, que van a decir mis queridas hermanas cuando se enteren que les mamé la verga a sus esposos, que va a pensar mi marido.

Se tapó su rostro con ambas manos y comenzó a llorar. Se miraba preciosa, completamente desnuda, frente a sus dos cuñados, a quienes les importaba un rábano el llanto de mi señora, y miraban con cachondez, las rotundas curvas intimas de mi esposa, prohibidas para los demás mortales, mientras se jalaban el pellejo de su miembro viril.

Rogelio se situó detrás de mi esposa, y valiéndole madre su llanto, sujetó fuertemente de la base, su gruesa verga y se la encajó entre las paradas nalgas de Alicia que continuaba sollozando, con sus manos cubriéndose el rostro. Debido al enorme pandero de mi mujer, Rogelio le enterraba hasta la mitad de su pescuezona, y la deslizaba lentamente por toda la raya de su culo. Roberto lo imitó, se colocó al frente de mi mujer, y pasaba su garrote, por la raja de mi señora, tratando de meterle su pollón, solo la roja e hinchada cabeza, era la que desaparecía dentro de los labios de su vagina, mientras Roberto le besaba en el cuello y con sus manos amasaba los cantaros de carne de su voluminoso pecho.

No sé en que momento, sus sollozos se transformaron en jadeos. Alicia de pronto abrazó el cuello de Roberto, cerró sus ojitos, y recargó su cabeza sobre el cuello de Rogelio, dejándose llevar por las incontables sensaciones que su cuerpo experimentaba.

-Vamos a tu recamara, para poder metértela hasta el fondo. Le dijo Rogelio-. Además estaremos más cómodos.

Mi esposa abrió sus hermosos ojos verdes, besó apasionadamente a Roberto y le dijo a Rogelio:

-Y ¿mi esposo?

-Está bien borracho, esta dormido, no va a despertar. –Le dijo Rogelio, mientras impulsaba su rechoncha cintura, para empotrarle más su grueso salchichón en las nalgas de mi adorada esposa-.

Alicia abrió la puerta lentamente y se asomó a ambos lados. Luego tomó su ropa, y se contoneó, desnuda, hacia la puerta y les dijo:

-Los espero en mi cuarto, -Les dijo Alicia, tomando son sus manitas las dos gruesas reatas, agitándolas fuertemente-. Pero primero vayan a ver si Ramón sigue dormido.

Bajé rápidamente de la escalera y me senté en dónde estaba antes, y me hice el dormido. Pasaron unos minutos que se me hicieron eternos, hasta que escuché cuando abrían la puerta. Se dirigieron hasta mí, y trataron de despertarme, primero me hablaban en voz baja, y me movían suavemente, poco a poco iban aumentando la intensidad, hasta casi gritarme y moverme bruscamente. Balbucee unas frases entrecortadas diciendo: “no estén jodiendo”, fingiendo estar profundamente dormido y muy ebrio.

-Está esta la madre, este pobre guey. –Le dijo Rogelio a Roberto-. Este no despierta ni aunque le pase un tren encima.

-Pobre pendejo. –Dijo Roberto-. No sabe que su linda esposa, se la come toda, es una putita que le encanta la verga, y que nos acaba de dar una mamada de virote de antología, jeje.

-Jaja. No seas cabrón Roberto, dejemos a Ramón en brazos de Morfeo, que a su mujercita se la dejaremos caer todita, jaja, haber si no le queda muy abierto el boquete, y que cuando se la coja, su pequeño pito va sentir un tremendo vacio, jaja, porque le perforaremos su panochita con todo.

-Nos vemos estupidin. –Me dijo Roberto-. Al rato regresamos y te despertaremos, mientras nos empinaremos a la putita de Alicia.


Continúa...

chido666
28-10-2011, 14:20:22
Se retiraron carcajeándose de mi suerte, al escuchar que cerraban la puerta, todavía esperé unos minutos más, y luego, presuroso, me fui al pasillo, hasta la ventana de nuestra recamara, rezando para que Alicia dejara abiertas las cortinas y me dejara ver como se la metían.

Tenia suerte, las cortinas no estaban corridas y no habían apagado la luz, se miraba perfectamente el interior de nuestra recamara. Era una recamara muy grande, en la cual había tres camas, las cuales eran utilizadas en el día, por mi suegra, para acostar a su nietos pequeños.

Rogelio, estaba acostado en la cama, boca arriba, sobresalía su prominente barriga, pero también su largo y grueso garrote. Su pecho estaba lleno de vellos cafés, parecía un oso de tantos pelos que tenía, hasta la espalda la tenia peluda.

Alicia, con los ojos lujuriosos, se montó sobre él. Su pierna izquierda estaba de rodillas en la cama, a un costado de la cintura de Rogelio, y la planta del pie, de su pierna derecha, pisaba firmemente el ras de la cama, en el otro costado de Rogelio, con su mano izquierda se apoyaba en el velludo pecho de su cuñado, mientras su mano derecha sujetaba fuertemente, la enorme reata de mi concuño, y trataba de ubicarla en la entrada de su conejito. Mi esposa tuve que levantarse un poco más, y parar más sus enormes nalgas, para situar la tremenda anaconda en su raja. Se dejó caer lentamente, rotando su cintura en círculos. Su rostro reflejaba la enorme excitación que su cuerpo experimentaba. Entrecerró sus hermosos ojos verdes, abrió la boca, y se dejó caer un poco más, desapareciendo en sus entrañas, la roja cabeza, de la verga de Rogelio.

Mi mujer gemía, como nunca la había escuchado. El garrote de Rogelio se miraba descomunal desde mi posición, parecía imposible que tamaño grosor de carne, le cupiera en la panochita, a mi querida esposa. Alicia, desesperada, rotaba en círculos su cintura, como si danzara un baila hindú, se metió un poco más, la gruesa verga de su cuñado, para luego rotar, sacarla un poco, volver a dar círculos a la cintura, y empótrasela un poco más. Su celestial rostro, hacía muecas, como si le doliera, luego separó los labios de su linda boquita mamadora, emitió un leve gemido, abrió sus lindos ojos, se mordió el labio inferior, y se dejó caer con fuerza, enterrándose la gruesa verga de Rogelio, hasta el fondo de sus entrañas. Contemplé estupefacto, como se tragaba cada centímetro de carne, hasta que chocaron sus prominentes nalgas con los peludos y pesados huevos de su cuñado.

-¡Aaaay! ¡Que rico! –Gritó mi mujer, llena de éxtasis-. Ya tengo toda tu vergota dentro de mi panocha, grandísimo cabrón. Así querías tener a la hermana de tu esposa, totalmente ensartada por tu inmensa vergota, ¡eres un desgraciado! Siento que me re-estiras todos los pliegues de mis labios vaginales, cabrón. Te odio cabrón, si no fuera porque tienes una vergota tan rica, ¡Ah! Como me matas desgraciado. ¡Ah! ¡Ay! ¡Rico! ¿Por qué me gusta tanto la verga, Dios? ¡Si! ¡Que rico!

Mi verga estaba tan dura que me dolía, Así que la extraje de mis pantalones y comencé a pajearme mientras atisbaba como ensartaban a mi dulce esposa. Presenciaba asombrado, como rotaban las enormes nalgas, alrededor de la reata de Rogelio, tratando de agrandarse la panocha, para que no la lastimara. Comenzó a subir y a bajar lentamente. Cada que subían sus cachetes, dejaba al descubierto, el largo y grueso plátano de Rogelio, completamente embadurnado de su néctar. Luego, bajaba sus paradas nalgas, hasta que chocaban con los gordos y peludos huevos de mi concuño, despareciendo la moronga de su cuñado como por arte de magia.

Roberto se subió a la cama, se situó de pie, a un costado de Rogelio, y tomando la cabellera de mi esposa, le enterró la larga y gruesa verga en su boquita. Alicia arreció sus movimientos a una velocidad vertiginosa, mientras mamaba la verga de Roberto con frenesí. Rogelio ni se movía, mi mujer era la que hacia todo el trabajo, prácticamente se estaba cogiendo a su cuñado. A una velocidad insospechada, se sacaba el grueso garrote, hasta casi mirar el rojo glande, para luego, clavársela hasta el fondo, luego rotaban fuertemente sus nalgas, entrelazando los vellos de ambos pubis. Sus melones se mecían en movimientos oscilatorios, sensuales, hipnóticos, hasta que Rogelio los cogió con ambas manos, mientras gruñía y gritaba desesperado.

-¡Toma puta! Te dejo todos mis mecos en tu matriz, y Dios quiera y te haga un bebe. Toma y toma, toma otro chisguete más, eres una putita come-vergas, me encanta como tu panocha, me exprimes la reata.

Alicia siguió rotando sus blancas nalgas, alrededor del vientre de Rogelio, hasta que salió una verga completamente mojada, aguada, pero aun larga… La verga de Rogelio, estando en reposo, era más grande que la mía.

Roberto, le dio vuelta a mi mujer, y se situó entre sus piernas, la tomo de las corvas, y se la empotró de un envió; mi esposa soltó un largo gemido de satisfacción, mientras Roberto meneaba su cintura con frenesí, comenzando un mete y saca violento. Las enormes tetas de mi señora, se mecían ondulatoriamente con el movimiento impetuoso. La cabecita de mi mujer quedó colgando a un costado de la cama; Rogelio aprovecho para meter su semi parada verga en la boca de mi señora.

Mi diminuto pene, escupía en la pared, dos fuertes chisguetes de esperma, las piernas se me doblaron, estando a punto de desfallecer, pero me repuse rápidamente. La verga se me arrugó y en cuestión de segundos se encogió hasta casi desaparecer. La guarde bajo mis pantalones y miraba orgulloso, como mis concuños, preferían cogerse a mi esposa en lugar de la suya, como se meneaba el hermoso cuerpo de Alicia, como besaban y taladraban todos los rincones íntimos y ocultos, de mi linda esposa… Al fin, sus dos cuñados, conocían como yo, cada rincón de su piel, su aroma, la suavidad y tersura de su piel, sus agujeros íntimos y prohibidos. Estaba orgulloso de mi esposa, al fin sus cuñados comprobaban el carácter fogoso de Alicia, su insaciable amor a las vergas, y la infinidad de orgasmos que tuvo esa noche.

Cuando me retire de la ventana, Alicia estaba de rodillas sobre la cama, su rostro estaba pegado al colchón y Roberto le embutía iracundo su gruesa reata, una y otra vez, insensible a los fuertes quejidos de mi ebria esposa.

Regresé a mi lugar, me senté y pacientemente me fumé un cigarrillo hasta terminármelo, contemplando la magnificencia de la bóveda celeste, el brillo de las estrellas…hasta que me dormí realmente.


Conitnuará....

chido666
28-10-2011, 14:50:11
-Papito, vete a dormir a la cama, hay una disponible, en las otras esta acostado Raulito y Memito. –Me despertaba mi esposa, con su melodiosa vocecita-. Te quedaste dormido de borracho, jiji.

Me levanté bostezando. La observé mientras barría el patio, se miraba feliz, cantaba y bailaba, mientras realizaba la limpieza.

Los siguientes días mis cuñados nos hablaban escuetamente y no acosaban a mi mujer, tal vez porque los acompañaban sus esposas. Pero el fin de semana, nuevamente trataron de llevarse a la cama a mi señora. Cuando trataron de magrearla, Alicia los paró en seco. Inútilmente trataron que recordara lo que hicieron el fin de semana pasado, pero mi esposa alegó, que se le borró la memoria, todo lo de esa noche se le había olvidado.

No sé, si realmente estaba tan ebria, que no se acuerda, de cómo sus cuñados, le metieron la verga. O, le entraron remordimientos de conciencia, como suele sucederle la mayoría de las veces. El caso es que, ya no dejó que ni Rogelio, ni Roberto, se la cogieran. En cambio a mi, me trataba maravillosamente bien, consintiéndome en todo… Lo dicho, tiene remordimiento de conciencia.

Fin.

chido666
28-10-2011, 15:35:06
La historia continúa...

Alicia y sus cuñados II.

Tercera parte de Abusan de Nosotros. Después de ser cogida por sus cuñados Rogelio y Roberto, ahora el que hace de las suyas es su otro cuñado, Rolando. Hasta que los tres concuños de Ramón, se cogen a la buenota de Alicia.

Filial-Infidelidad-Voyeur-Orgías- No-Consentido


la pregunta es... La continuación la pongo en otro tema o en este mismo?


saludos.

Saimon_Vzla
28-10-2011, 15:50:00
excelente relato, si tiene continuacion tambien publicala, te ganaste mi repu....

Saimon_Vzla
28-10-2011, 15:50:48
como tu prefieras pero publicala pronto....

BOSANTE
04-11-2011, 11:33:59
Exelente relato, espero con ansia la continuacion

chido666
04-11-2011, 14:12:07
Complaciendo a mis dos lectores... Acá la continuación:

Alicia y sus cuñados II.

Mi mala suerte se empeña en acompañarme. Todas las mañanas, tomábamos el periódico, mi esposa y yo, mirábamos los empleos nuevos, y salíamos a buscar el anhelado trabajo. Hasta que una tarde, al regresar, mi esposa me esperaba con una sonrisa en los labios, había conseguido empleo en una agencia que realizaba inventarios a centros comerciales, me comunicó que el único inconveniente, era el horario: entraba a las 10 de la noche y salía a las 5 de la mañana. Pero necesitábamos mucho el dinero, como para fijarnos en pequeñeces; así que, gritamos, saltamos y nos abrazamos felices.

Pasaban las días veloces, mi esposa le echaba muchas ganas al trabajo, no la molestaba con mis quejas, pero miraba con temor que convivíamos muy poco tiempo. Ella laboraba arduamente de lunes a viernes. Cuando llegaba cansada del trabajo, le preparaba algunos alimentos, mientras se daba una ducha, luego, almorzábamos juntos, después, como a las seis de la mañana, se retiraba a dormir, y yo, partía a seguir buscando trabajo. Pero siempre, regresaba con la cola entre las patas, sin conseguir chamba. En la tarde, mi mujer se despertaba, se bañaba nuevamente, se maquillaba, platicábamos unos minutos, luego la acompañaba, hasta dejarla en la puerta de su trabajo.

Una mañana, se me había hecho tarde para salir a buscar empleo, así que regresaba presuroso de la tienda, dónde me había mandado mi suegra, para que le comprase un litro de leche. Al pasar por el pasillo, mire hacia el interior de nuestra recamara, para comprobar si Alicia, ya se había dormido. Observé a mi esposa, tumbada sobre la cama, estaba de lado, casi boca abajo, sus brazos tapaban su bello rostro, tenía una pierna encogida y la otra estirada, por lo que la falda de mezclilla mostraba gran parte de sus macizos muslos.

Alicia, normalmente para dormir, vestía eróticos babys doll o pequeñísimas batas transparentes, sin ropa interior; pero, desde que entró a trabajar, su vestimenta para dormir en el día, consistía en lo siguiente: No se pone sujetador. Sus calzones, todos son tangas de hilo, de diferentes colores, unas de tela de algodón, otras de seda. Short (Pantalones diminutos), le quedaban a la cadera, debajo de su precioso ombligo, creo que solo llega a taparle su monte de Venus, y de longitud, tan corto que, casi enseña la totalidad de sus esplendorosas nalgas, muy flojos de la entrepierna, de diferentes tipos de tela, pero siempre utiliza, los de tela suave para dormir, son muy confortables. Camisetas sin mangas, de anchas holguras, de tela suave y transparente. Pero en esta rara ocasión, se había puesto la misma ropa con la que fue a trabajar, una falda de mezclilla. Estaba tan cansada la pobre, que no le dio tiempo a cambiarse.

Rolando cargaba a su hijo de tres años, estaba profundamente dormido y lo recostó en la otra cama. Luego caminando de puntillas, muy sospechoso, se asomó afuera de la puerta. Yo me agazapé, de tal forma, que no me viera mi concuño. Rolando, regresó de puntillas y se situó a unos pasos de la cama, en dirección a los pies de mi mujer, se puso en cuclillas y se asomó bajo la falda de Alicia. Luego se levantó, y sobándose el bulto que se le formó en la entrepierna, volteaba continuamente hacia la puerta. Me imagino, que temía que lo pillara mi suegra, atisbando las intimidades de mi mujer.

No lo podía creer, Rolando, el digno, el serio, el casto, sus instintos lo rebajaban a la categoría, de cualquier lujurioso mirón. ¿Desde cuando fisgoneaba a mi señora? Mi pene respingó violentamente, imaginando diversas situaciones impúdicas entre ellos dos.

Rolando salió de la habitación, y cuando estaba dispuesto a retirarme y llevarle la leche a mi suegra, Mi concuño regresó, habían pasado, solo unos segundos; se situó a un lado de Alicia, y suavemente trató de subir su falda. Sufrió un poco, ya que le quedaba un poco apretada a mi señora, por la posición en que se encontraba. Pero a base de paciencia la fue subiendo hasta dejar al descubierto todas sus largas y torneadas piernas, desde mi posición, alcancé a divisar, su preciosa tanga celeste. Rolando se puso de pie, a un lado de mi mujer, y la contempló embelesado, mientras su mano se sobaba rápidamente el bulto de su pantalón. Desesperado, extrajo de su traje, su teléfono celular, y enfocó las nalgas de Alicia, le sacó varias fotos, luego, miró nuevamente hacia la puerta, para ver si no aparecía mi suegra, se sacó la verga de su pantalón; era una verga de color aperlado y enorme glande color rosita; la forma de la cabeza de su verga, era similar, a un casco de militar alemán; nunca había visto una verga semejante, era delgada, pero muy larga; perfectamente cilíndrica, sin curvaturas, parecida a un largo puro. Mi concuño, mirando las nalgas de mi señora, se masturbó frenéticamente por unos minutos.



Continúa...

chido666
04-11-2011, 14:14:25
Temeroso, mirando hacia todos lados (logrando que me agazapara aún más para no ser descubierto), mi concuño se agachó, y colocó una de sus manos, en las macizas piernas de mi mujer, tanteando su reacción, para ver si despertaba. Mi esposa estaba tan cansada que no se despabilaba con nada, entonces se animo para acariciarlas, deslizando sus manos suavemente, recorriendo todo el largo de sus monumentales y robustas extremidades, disfrutando de la tersura de una piel blanca y hermosa; luego, envalentonado ante la pasividad de Alicia, le prodigó pequeños y suaves apretones, desde sus corvas, hasta el nacimiento de su parado y redondo trasero. Le tomó otras fotos, acercando su celular hasta escasos centímetros de su trasero, luego lleno de pasión, le besó las nalgas sobre la tanga, mientras aceleraba los movimientos de su mano, cubriendo y descubriendo velozmente el prepucio, con la piel de su larga verga. De pronto, llegó Rosario, una niña de cuatro años, hija de Roberto, Rolando apenas tuvo tiempo de guardar su pene, porque atrás de la niña, llegaba presurosa mi suegra.

Teníamos más de un mes sin hacer el amor, temía, que mi querida esposa, cayera en la tentación, de ser cogida por Rogelio y Roberto. Pero Alicia, tenía remordimiento de conciencia, aún. Le afligía el haber sucumbido tan fácilmente en las garras de sus cuñados.

Rogelio y Roberto, realizaban grandes esfuerzos todos los fines de semana, para ponernos ebrios, a mi esposa y a mí. Yo les seguía la corriente, pero mi esposa ya no quería caer en su juego, y se negaba a ingerir licor. Estoy seguro, que mi señora, recordaba cada detalle, de aquella vez, en que se la empinaron sus cuñados. Aunque finja perdida de memoria, por el estado de embriaguez que tenía aquella noche. Si mis concuños, le revelaban, que ya le habían embutido la verga; ella fácilmente, los podría acusar de abuso o inclusive de violación. Y eso, ellos lo sabían. Así que no encontraban la forma de cogerse nuevamente a mi mujer, sin delatarse.

Mis concuños, estaban desesperados, por volver a meterle el garrote a mi mujer, la acosaban a cada minuto, a veces lograban rozarle sus gordos penes, en las nalgas o la panocha de mi esposa, siempre sobre la ropa; pero Alicia, inteligentemente, no se despegaba de sus hermanas, manteniendo a raya, a sus calientes cuñados. Con el paso del tiempo, se resignaron y se conformaban con contemplar los atributos de mi mujer, cuando distraída mostraba parte de sus intimidades.

A partir del día que pillé a Rolando, fisgoneando a mi señora, simulaba salir temprano a buscar chamba, pero solo me retiraba unos metros de la casa, y agazapado, bajo las ramas de un árbol, esperaba la llegada de Rolando con sus hijos. Esperaba unos minutos más, y luego, me escabullía hasta el pasillo, y observaba todo lo que ocurría en el interior de nuestra recamara. Previamente, sin que nadie se diera cuenta, había instalado una mirilla en la pared (Las que se colocan en la puerta principal, para ver quien toca, antes de abrir), pero al revés, de tal forma, que del exterior, se viera para adentro; y así, no tener que estar temeroso, de que me descubrieran, cuando daba rienda suelta, a esta nueva inclinación mía, ser un mirón empedernido. A través de la mirilla, fui testigo de los avances de Rolando, para atisbar y sobar a mi esposa.

Los siguientes días, Alicia dormía con pantalones cortos y su camisetita. Mi suegra continuamente pasaba por nuestro dormitorio, ya que estaba cuidando a sus otros nietos, mientras tanto, Rolando acostaba a su pequeño hijo. Mi concuño no tenía las manos libres para actuar, y solo se limitaba, a sacarle fotos a mi señora, desde diferentes ángulos y acercamientos, a veces tenia que mover un poco su ropa, y lo hacia cuidadosamente, tomaba la tela de la parte inferior, de las anchas entrepiernas, y se los subía, hasta que mi mujer, mostraba sus voluptuosos encantos, y mi concuño, accionaba el clic de su cámara, usurpando así, mi derecho de exclusividad para contemplar sus intimidades. En ocasiones, tenia oportunidad de acariciar las piernas de mi mujer. Lo hacia con delicadeza para no despertarla, luego sus manos iban hasta los enormes cantaros de carne de su busto, palpaba su dureza y redondez, metiendo sus manos por las amplias holguras, de los laterales de la camiseta, para alcanzar los turgentes pezones y apretarlos y estirarlos.

Con el paso de los días, comprobó que Alicia tenía el sueño muy pesado e imperturbable a sus pequeñas caricias, así que, su osadía fue cada vez mayor.

Cierto día, mi suegra partió a la clínica. Me pidió que por favor no saliera a buscar trabajo, y que le ayudara a cuidar a sus nietos, mientras ella regresaba. Estaba en la cocina, cuando llegó Rolando.

-Hola, Ramón, ¿Cómo estás?

-Muy bien, gracias.

-Hoy ¿no saliste a buscar empleo?

-No. Mi suegra fue a la clínica, a realizarse unos exámenes, y me dejó encargado de los niños.

-Bien. Voy a dejar a Junior.

-Si. Adelante.

Rolando, tardaba en salir. “De seguro estaba fisgoneando a mi mujer, o hasta la estaba manoseando el cabrón”. –Pensé-. Y yo sin poder mirar… No le di muchas vueltas a la cabeza, y encontré pronto la excusa que necesitaba.

-¡Ey! Rolando –Le grité desde la cocina-.

-Si. –Me dijo, mientras salía presuroso y asustado-. Junior no se dormía.

-Si. Me imagino. –Le dije, aparentando creer su entupida excusa y, realmente imaginando, lo que le estaría haciendo a mi dulce esposa-.

-Quiero pedirte un favor, pero me da pena… Es que… Viene un trabajo muy bueno en el periódico, es aquí cerca, y quería ver, si tú, podrías cuidarlos un momento

Rolando no daba crédito a mis palabras ni a su buena serte, su rostro se iluminó y sonrío como estúpido.

-¡Claro, claro! No te preocupes, yo los cuido, tú deberías de ir a ver ese empleo.

-¿De veras? … Gracias… Pero como mi suegra me encargó a los niños, tal vez debería esperar hasta mañana, para ir. –Le dije, solo para hacerlo sufrir, jeje-.

-¡No! Pienso que es mejor que vayas ahora… Si es bueno el trabajo, como dices, a lo mejor te lo ganan. Yo me encargo de los niños mientras regresas.

-Bueno, esta bien. Muchas gracias. –le dije, mientras salía de la casa-.


Continúa...

chido666
04-11-2011, 14:16:01
-¡Espera! –me gritó-. ¿Cómo cuanto tiempo te vas a tardar?

-Si llevas prisa por algo, mejor voy hasta mañana. –Le dije, para exasperarlo más-.

-No. No, era solo para saber si regresabas antes que mi suegra.

-Mmh, Mi suegra llega hasta pasado el medio día, así que no te preocupes por ella. –Le dije sonriendo-. Yo, tal vez me tarde una media hora, o más, no estoy seguro.

Simulé salir, espere unos minutos, al regresar y asomarme por la mirilla. Observé a mi esposa, estaba acostada boca abajo, su cabeza reposaba sobre sus brazos cruzados. Luego, dirigí la mirada hacia mi concuño, su rostro era de éxtasis, Rolando no había perdido tiempo, mi esposa estaba con todo el short levantado y arremangado hasta la cintura, deleitándose con la redondez de sus paradas nalgas.

Era su día, la situación era única y no iba a dejarla pasar por nada del mundo, admiraba el hermoso culo de mi señora, cubierto apenas, por un diminuto hilo de su tanga de color roja, que se metía entre sus lindas y paradas nalgas, se comenzó a tocar sobre el pantalón, el bulto que se le formó en la entrepierna, como preparándome para lo que estaba a punto de pasar. Mi concuño, después de fotografiarla, la movió un poco para ver si despertaba, luego un poco más brusco, Alicia no daba indicios de despertar, se sentó a un lado de la cama y le acarició sus duras piernas, y fue subiendo su magreo, hasta apoderarse de las dos montañas de maciza carne. Le tocó su culo, primero suavemente, deleitándome con el contacto de sus frías y blancas nalgotas, su piel suave y aterciopelada, contemplando como su mano acariciaba ese hermoso pandero. Se las apretaba a su antojo, cada vez más fuerte, dándose cuenta que mi esposa, no daba ni una muestra de despertase.

Le comenzó a besar las esculturales piernas y fue subiendo sus besos, hasta llegar a su trasero, deslizó un poco más el short, y con una parsimoniosa dulzura, lambía toda la raya de su cola, proporcionándole pequeños mordiscos en las blancas nalgas de mi mujer. De pronto, en un acto de demencia, en forma insensata e irracional, incrustó su rostro entre los cachetes de mi mujer, metiendo su lasciva lengua hasta el fondo, y apretando con fuerza sus enormes nalgotas. Alicia dio un respingo, y Rolando, saltó como resorte hacia la cama donde dormía Junior, asustado, se dio cuenta de su error. Se mordía las uñas, esperando lo peor; pero Alicia no despertó, solo se removió entre el suave colchón, estiró los brazo, se dio vuelta quedando boca arriba, suspiraba y se revolvía un poco sobre la cama, luego se volvió a quedar quieta. Noté con preocupación que su estomago se movía muy rápido. Mi concuño, al comprobar que el movimiento de Alicia, solo era un reflejo, a los estímulos de sus caricias, y que mi señora seguía en brazos de Morfeo, su rostro se relajó.

Rolando se acercó como un tigre asechando a su presa, le empujaba suavemente del brazo y le hablaba en susurros… Mi esposa respiraba agitadamente pero continuaba con los ojos cerrados. Con mucho cuidado levantó la camiseta, centímetro a centímetro, hasta colocársela alrededor de su cuello quedando sus enormes cantaros de carne al aire, luego le deslizó nuevamente el short de la entrepierna para que mostrara su tanga roja. La contempló por largos minutos, pelándose la verga, morena aperlada, venosa y larga, se masturbaba con coraje, admirando la hermosa figura, casi desnuda, de mi señora.
Sus oscuras aureolas contrastando con sus dos redondas masas de carne blanca apuntando hacia el cielo, los largos y gruesos pezones desafiaban a mi concuño. Su vientre plano, delineaba sus pequeñas costillas, su cintura de avispa, que terminaba en un redondo y parado culo. Admiró Su pelo negro, largo, rizado y sedoso, que le daba un toque muy sexy. Su calentura no daba más y ya sin pensarlo, fue separándole las piernas para tener una mejor visibilidad de la intimidad de mi mujer. Con su celular le tomó un sinnúmero de fotos. Luego reanudaba sus tocamientos.

Rolando, se metió a su boca ávida, los turgentes pezones de mi adorada, los mamó con deleite, mientras sus manos acariciaban viciosamente, los enormes y voluptuosos pechos, de mi amada esposa. Sus dedos bajaron cada vez más, y comenzaron a tocar su abultada panocha, se miraba exquisita, y la frotó una y otra vez, sintiendo como poco a poco, ésta se iba humedeciendo. Su dedo corrió esa prenda de vestir y sin tener ni un problema, se lo metió dentro de su preciosa y húmeda raja. Sin dificultad fue explorando el sexo de mi inconsciente esposa, que yacía, sin enterarse, como su querido y serio cuñado, le trajinaba su intimidad con perversidad, mientras devoraba con voracidad sus redondos pechos. Mi verga estaba durísima, me la saqué del pantalón y la acariciaba lentamente. Mientras miraba extrañado como mi mujer cambiaba su forma de respirar, ahora lo hacia rápido y entrecortado.

Rolando estuvo como cinco minutos mamando las chichotas de mi mujer y metiéndole el dedo en la panocha. Alicia abrió los ojos sin que Rolando se diera cuenta, y miró a su cuñado, como se comía sus enormes cantaros de carne; se mordió el labio inferior y cerró nuevamente los ojos. Mi concuño le dejó, todas las tetas, bañadas de babas. Luego se situó en medio de las torneadas piernas de Alicia, con sus manos, tomó los labios de la pepita de mi mujer, y, abriéndoselos con sus dedos, contempló un agujero exquisito, rosado, completamente mojado, sabroso, perfumado, con un clítoris bastante desarrollado, el cual chupaba fuertemente. Tanta acción en su panocha, hizo que Alicia, tuviera por lo menos tres orgasmos. El temblor en sus piernas y en su abdomen, me lo demostraba.

Continúa...

chido666
04-11-2011, 14:17:52
Mi concuño por fin se levantó, se desabrochó el cinturón y sus pantalones cayeron hasta sus tobillos, se los sacó velozmente, liberando su larga verga y mostrando ahora unos gordos y peludos huevos. Inauditamente se montó sobre mi mujer, colocando una de sus peludas piernas a un costado de mi esposa la otra pierna estaba apoyada en el piso, tratando de no tocar a mi mujer, bajo su cintura un poco hasta colocar su larga moronga en medio de sus chiches. Tomó con sus manos los dos cantaros de carne de mi mujer y se masturbó con ellas, estuvo unos minutos así, ponía lo ojos en blanco y se masturbaba frenéticamente, luego tomado su celular, tomó una nueva fotografía en esa posición.

Se acercó a ella, con el mástil en la mano, frotándoselo primeramente por sus labios cerrados. Luego, el muy cabrón, le apretó suavemente la nariz, Alicia, sin poder respirar, abrió su boquita, y el muy desgraciado le embotó casi la totalidad de su verga. Poseído por un morbo incontrolable, volvió a tomar fotografías con su celular, mientras deslizaba su cintura, de adelante para atrás, logrando que mi esposa, le prodigara una autentica mamada. Alicia se movió inconcientemente, logrando que su cuñado sacara asustado la verga de su boca. Se situó a un lado de ella masturbándose con violencia.

Observaba a Rolando masturbase, y sincronizado a sus movimientos, me masturbaba yo también. Él, al espiar las intimidades prohibidas de mi esposa. Al acariciar morbosamente, los virtuosos encantos, de mi adorada esposa, al probar los jugos íntimos y obscenos de mí amada, destinados por la voluntad de Dios, y de los hombres, a mi propiedad. Y yo, al contemplar el abuso de la confianza familiar, el veto a la exclusividad de los encantos íntimos de mi mujer, a el morbo que leía en la mirada de mi concuño, a los pensamientos cochinos, sucios, que imaginaba que tenía mi lúcida esposa, porque me di cuenta que fingía estar dormida. Él, bañaba de leche de macho, leche perversa, indecente, e inmoral, las redondas tetonas de mi celestial mujer. Y Yo, expulsaba mi semen, manchando la pared, debajo de la ventana de nuestro nido de amor, semen de cornudo, de embuste, de mirón.

Esa noche, esperaba a que saliera mi esposa, para llevarla al trabajo, hacia mucho viento. En el porche, a mi lado, estaban mis tres cuñadas con sus maridos. Al salir mi esposa, nos sorprendió a todos. Vestía una mini falda de tablones de color azul, blusa blanca transparente y unas calcetas blancas. Vestía como una colegiala, pero en su escultural cuerpazo, rayaba en lo lascivo. Mis tres concuños no le quitaban la vista de encima y como por arte de magia, se les comenzó a formar un tremendo bulto en la entrepierna.

-Y ahora que te pasa, ¿por qué vas vestida así al trabajo? –Le dijo su hermana Antonia-.

-Me lo dieron de uniforme.

-Pero esta muy rabón, pareces piruja. –Le recriminó su hermana Claudia-.

-Me lo hicieron a mi medida… pero tienes razón, me queda muy corta. Le dije al supervisor que me iba a quedar muy rabona la falda, pero no me hizo caso, dijo que era el mismo largo para todas… Pero, como las demás compañeras están más chaparritas, a ellas les queda bien, pero a mi… Me queda así. –Y dirigiéndose a mí, me dijo-. ¿Nos vamos amor?

Nada más salir del porche, una ráfaga de viento levantó por completo la pequeña falda de mi esposa, pegándose la tela por completo, a su estomago y espalda, dejando a la vista de mis pervertidos concuños, sus tremendas y redondas nalgas; dos vecinos que pasaban por el lugar, observaban a mi esposa detenidamente, cuando sobrevino el aire, contemplaron con deleite, sus torneadas piernas, la sensual y griega, que se formaba en su entrepierna, su tanguita morada de hilo, que traslucía su pequeña y perfumada raja. Tan solo fueron unos segundos, que a mi mujer se le hicieron eternos, sus hermanas estallaban en carcajadas, burlándose de ella, mientras mis concuños, pelaban sus ojos y de su entrepierna se formó y elevó majestuoso, un tremendo bulto, mientras mi esposa luchaba por bajarse la tela de la falda que estaba pegada a su cuerpo.

Al llegar a su trabajo, nos recibieron tres muchachitos, dudaba que tuvieran los dieciocho años, abrazaban y besaban a mi esposa en la mejilla con mucha familiaridad y confianza. Luego, Hugo, un chamaco con pinta de pandillero, le pasó uno de sus brazos por su estrecha cintura, descansando su mano en su cadera.

-Aquí déjela, -me dijo sonriendo, en la puerta del almacén-. Usted no puede pasar. Pero no se preocupe, aquí nosotros se la cuidamos muy bien, jeje.

Le di un tierno beso a mi esposa en la frente y me retiré, pero al volver la cabeza, observé, como Hugo, le pasaba toda su manota, por todo el parado trasero de mi esposa, mientras sonriendo, la empujaba para adentro. Me preocupé, con esa falta tan corta… ¿No se la estarían cogiendo sus compañeros de trabajo? Y yo, sin poder verla empinadota… Al siguiente día, le regalé un diario, para que escribiera todas sus vivencias del trabajo, por supuesto, le dije que fue recomendación de una psicóloga. Le entregué la exclusiva llave, que abría el diario, pero previamente le había sacado una copia.

Mi esposa me sorprendió al entrar a la cocina a desayunar, su cuerpo recién bañado me deleitaba con un embriagante aroma, su escultural y desnudo cuerpo solo era cubierto por una corta bata, que aparte de ser pequeña, ya que solo alcanzaba a cubrirle sus enormes nalgas, era completamente traslucido. Desayunó levemente y fingiendo cansancio se retiró a dormir.

Al regresar a mi punto de observación, distinguí en el rostro de Rolando, su cara de felicidad al ver a mi suculenta esposa envuelta en tan delgada tela, no perdió tiempo y comenzó a fotografiarla de diferentes ángulos y acercamientos, sobándose el bulto de su pantalón, le metía mano a mi mujer, acariciando en ocasiones, sus enormes y redondas tetas, y en otras, acariciando su matita de entrecortados vellos arriba de su divina panocha, había cambiado el look de su monte de Venus, ya no era un definido triangulo, ahora, era un pequeño rectángulo. Mi suegra a cada rato pasaba cerca de nuestra recamara, impidiendo que mi concuño se propasara más de la cuenta con mi mujer.

Los siguientes días fueron similares, mi suegra inconcientemente frustraba los planes de Rolando de cogerse a mi esposa, porqué estoy seguro de que en estos momentos ya sospechaba de la condescendencia de mi mujer a dejarse manosear. Pero este día en particular era diferente, al atisbar por la mirilla no vi a Rolando, agazapado me dirigí hasta la cocina y observé por la ventana.



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chido666
04-11-2011, 14:20:18
-Claudia me solicitó que comprara todas las cosas en el supermercado, -Le decía Rolando a mi suegra-, a partir de hoy, vendremos a comer aquí, ella y yo, pero no la molestaremos con los gastos, solo con la preparación, jeje.

-Y ¿Cómo voy a ir al supermercado a traer todas estas cosas de la lista? Si estoy cuidando a mis otros nietos… ¿Por qué no pasaste a comprarlas tú?

-Claudia me dijo que fuera yo, pero la verdad, es que no se comprar en el supermercado, soy capaz de traer alimentos de mala calidad, espero que no se lo diga a mi esposa, por eso le pido que vaya usted… Por mis sobrinos no se preocupe, que yo los cuido, además están en este momento dormidos. Vaya, aquí la espero hasta que regrese.

-Está bien, dame el dinero.

-Aquí lo tiene, pero recuerde… No se lo diga a mi esposa, si no me regaña.

-No te preocupes, no le diré ni media palabra.

Salí corriendo a ocultarme, estuve asechando, hasta que mi suegra desapareció. Regresé a mi punto de observación. Rolando colocaba su celular en una mesita, cerca de la cama y se desnudaba completamente, me imagino que estuvo tomado fotografías de mi mujer, que yacía “dormida”, con las piernas ligeramente cerradas, su pequeña bata estaba enrollada en su cintura, sus enormes pechos están afuera de su bata y cubiertos completamente de saliva. Rolando, no había perdido tiempo y le había mamado ya, sus redondos cantaros de carne. Mi señora se miraba gloriosa, sus torneadas piernas unidas a su entrepierna, formaban una erótica y sensual “y griega”, de su plano abdomen, sobresalían, sus soberbios vellos púbicos y su libertino ombligo. Rolando sujetó sus tobillos y le abrió las piernas completamente, se subió a la cama, y se situó en medio de sus piernas, restregó con vehemencia su garrote en la pepita de mi mujer, cerraba los ojos, o los ponía en blanco, de la excitación que sentía. Acarició su sedoso cabello, rizado y negro; besó sus orejas; sus cejas; su nariz; sus mejillas; mientras movía su pelvis en círculos, tratando de enterrarle su tolete, en la delicada almejita de mi señora. Acarició los labios de mi señora, con su lengua, la cual empujó bruscamente dentro de su boca y la besó con frenesí, una, y otra, y mil veces más. Lamió todos los recovecos de aquella boquita dulce, mordía suavemente su largo cuello, dejándole marcas, la chupeteaba con ansia, como vampiro sediento, agarró sus enormes y redondos cantaros de firme carne, y las contemplaba con admiración, me imagino que diciendo, “estas si son unas reales tetas, no las manzanitas de mi mujer”, se agachó, y antes de exprimirlos con violencia, los chupó y mordió a su antojo.

Besó con pasión, toda la redondez de sus enormes chiches, luego, bajó hasta su cintura, besó su ombligo, metió su lengua en el hoyito y la deslizaba en círculos, luego lo volvía a besar, le dedico unos minutos a esa labor. Mi señora, no decía nada, de vez en cuando entreabría los ojos para ver a su cuñado, se mordía el labio inferior y nuevamente cerraba sus ojos verdes, estaba en estado de éxtasis y a la vez de euforia.

Rolando metió sus manos por debajo del cuerpo de mi mujercita, palpó y agarré sus nalgas, las estrujó con vehemencia. Con sus manos, separó sus labios y comenzó a tantear su rajita y notar la humedad que allí había, y posó sus labios en el conejito de Alicia y empezó a chupar, a mamar, mientras su panocha destilaba mil deliciosos jugos, que el absorbía con glotonería. Alicia se vino una y otra vez, y Rolando bebía gustoso su néctar prohibido, la movía como trapo en diferentes posiciones, sin preocuparse de que “despertara” mi mujer, le mamó su panocha hasta que se cansó, le mordió las enormes y blancas nalgas de mi mujer, le mamó el agujero de su culo, hasta que de pronto, en mi ángulo de visión, aparecía la cabeza de Rolando, envuelta entre las piernotas de mi señora, y veía claramente, como sacaba su larga lengua y la introducía en la panocha de mi esposa. Con sus manos, le abría los cachetes de las nalgas, como para enseñarme el agujero del culo de mi señora, que palpitaba con dilación cuando bañaba el rostro de su cuñado con sus jugos. Cuando se quitó las piernas de mi mujer, más al fondo, miraba asombrado como Alicia, subía y bajaba su cabecita, mamando con rabia, la verga de Rolando, de pronto saltó fuera de sus labios, el garrote de mi concuño, y los peludos huevos chocaron con la naricita de mi mujer.

Rolando se hincó, tomó los tobillos de mi mujer y se los puso en los hombros, apuntó su tolete en la entrada de mi mujer, y se la dejó ir hasta el fondo, movía su pelvis a una velocidad endemoniada, enterrándole el garrote, una, y otra vez, en la delicada cuevita de mi señora, que tomándolo de los cabellos, empezó a quejarse ruidosamente.

-¡Ay! ¡Ay! ¡Mh! Que rico, ¡Ah! ¡Ah! Cuñadito, entiérrame tu vergota, -le decía mi señora-, cógeme con todas tus ganas, que me tienes bien caliente. Así, que rica sensación, ah, ah, uf, me coges tan rico, está tan caliente tu vergota.

-Siempre te quise tener así mamacita, toda ensartada con mi reata, tienes la panocha tan calientita y cerradita, que pareciera que tu marido no te da.

-Mi esposo tiene mucho que no me coje, ¡ah, ah ay! Que rico, Dios mío. Tiene su penecito muy chiquito, no se compara con el tuyo, es tan grande, que rico me la metes papito.

Alicia, rotaba sus caderas circularmente, para enterrarse más la verga de Rolando. Desesperada, le dio vuelta, montándose ella encima de mi concuño, y se lo cogió, como si estuviera poseída, hasta que se estremeció todita por un tremendo orgasmo que le sobrevino.

-¡Que cogidota me has dado!, Rolando, que rico.


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chido666
04-11-2011, 14:22:10
Rolando la puso en cuatro patas y le enterró el garrote nuevamente. Le sujetaba los cachetes de las nalgas, y se las abría y cerraba, mientras balanceaba su pelvis, empotrándole su garrote continuamente, hasta el fondo de su matriz.

-¡Que pinches nalgotas tienes Alicia!, estas bien buena, para cogerte todos los malditos días. Y tus chichotas, como me encanta que se muevan cada ves que te ensartó la verga.

Le embutía su reata, una, y otra vez, a una velocidad vertiginosa, las enormes chinches de mi mujer, se balanceaban violentamente con los empellones que le propinaba Rolando. Los huevos de mi concuño, chocaban deliciosamente con las blancas nalgas de mi mujer, produciendo un erótico sonido, “chac, chac, chac”. Le dio vuelta nuevamente, y se la metió de frente, hasta que de improvisto, extrajo su verga de las profundidades de mi esposa, y le escupió seis trallazos de leche, que le bañaron el ombligo y su mata de vellos, llegándole hasta sus monumentales tetas.

Cuando terminó, mi esposa se metió la vergota de Rolando en la boca y se la mamó cadenciosamente, hasta que se le paró nuevamente, estaba a punto de cogérsela otra vez, pero mi suegra iba llegando. Si no hacia algo pronto, los descubriría. Me dirigí rápidamente a la cocina.

-¡No hay nadie en casa! –Grité fuertemente, para prevenir a mi esposa y a mi concuño-. ¡Ya llegué! ¿Suegra dónde está?

Salió Rolando, sudando, de la recamara de mi esposa.

-Hola. –me dijo Rolando, agitado-. La suegra salió de compras y me dejó encargado a los niños, ahora precisamente venía de echarle un ojo a Júnior.

-No conseguí trabajo otra vez, creo que me iré a descansar un momento.

En ese momento entraba mi suegra. Nos saludó y los deje charlando, mientras me dirigía a mi recamara. Al entrar, Alicia se había cambiado, se había puesto un short y una camiseta, y fingía dormir.

En la noche cuando despertó Alicia, platicábamos.

-¿No crees que deberías vestirte un poco más decente? cuando duermes en el día. –Le dije, tanteándola para ver su reacción-. Mira que ha veces Rolando entra a nuestro dormitorio, para acostar a su pequeño hijo.

-A nuestro sobrino Júnior, -Me contestó radiante y feliz-. Lo sé, pero así duermo más cómoda, además, Rolando es muy caballeroso, jamás me miraría con otros ojos, que no sea el de su querida cuñadita. El es tan serio y tan propio, además esta profundamente enamorado de mi hermana… ¿Desconfías de él?

-Por supuesto que no. –Le dije-. El es tan educado, tan cortés… Es más podrías estar desnuda, con las piernas abiertas y el sería incapaz de tocarte un solo cabello, es tan refinado.

-Jaja –río con espontaneidad-. Te pasas, jaja.

El siguiente día, Rolando sujetaba los tobillos de mi esposa, la cual, tenía sus piernas completamente abiertas y levantadas, mi concuño, machacaba su panocha con arrebato, y cuando estaba a punto de eyacular, brincó como un gato, hasta arrodillarse a un lado de la cabecita de mi mujer, escupió dos trallazos de mecos que se estrellaron en el rostro de mi señora, que desesperada, abría la boca para recibir tan preciado néctar de macho, Rolando impaciente le metía todo el rabo en la boquita de mi mujer, descargando el resto de la leche que salía a borbotones, directamente hasta su estomago. Por las contracciones de su pelvis calculo que recibió otros cuatro chisguetes de esperma, los cuales tragó con pasión.

-Mi esposa nunca se rebajaría a mamarme la verga como tú. Me encanta como te tragas mi leche, no pensé que fueras tan caliente. –Le decía Rolando a mi esposa, ronco de la excitación-.

Otro día, se vaciaba en las enormes tetas de mi mujer. Otro día, sobre sus paradas y blancas nalgas. Otro día, se vaciaba realizando un delicioso sesenta y nueve. Otro día, le embutía todos los mecos dentro de la panochita.

-¡Qué ricas nalgas tienes mamacita!, -le decía Rolando, ronco de enardecimiento-, que panochita tan apretadita y tan caliente, me sacas toda la leche. ¡Toma, putita! ¡Tómala toda mamacita! ¡Ah, como te encanta la verga! Eres una cuñadita tan puta.

Todos los días, Rolando y su mujer, iban a comer a casa de la suegra. Todos los días, mi concuño, mandaba a mi inocente suegra de compras al supermercado; y todos los malditos días, se cogía a mí querida esposa.

En las reuniones familiares, Rolando aprovechaba cualquier oportunidad para sobar el cuerpo de Alicia. Mi esposa, se ponía toda colorada, y le apartaba las manos, diciéndole que se quedara quieto, que los iban a descubrir; pero mi concuño estaba embriagado de deseo, y no soportaba esperar hasta el inicio de semana, para cogérsela.

Recuerdo una ocasión, en que asistimos a una boda. Al salir de la Iglesia, nos tomamos varias fotos con los novios. En una, estaban: mi suegra, Claudia, Rolando, y mi esposa; junto con los novios. Yo, estaba en una esquina, oculto, atrás de ellos. Rolando, con uno de sus brazos, abrazaba a su esposa; y con el otro, abrazaba a mi mujer de la cintura, descansando ambas manos en las caderas de las hermanas. Al juntarse un poco más, para salir a cuadro en la foto; sin previo aviso, mi concuño, sonriendo a su mujer, con la otra mano, apretó fuertemente las nalgas de Alicia, clavándole uno de sus gordos dedos hasta el fondo de su culo, mientras el fotógrafo disparaba el flash de su cámara. Cuando pasaban las siguientes personas para fotografiarse, mi esposa se retiraba, estirando su vestido de su colita, sacando la tela de en medio de sus monumentales nalgas. Al mirar la fotografía, Alicia, salió con sus hermosos ojos verdes muy abiertos, lo mismo que su boquita. En la fiesta, Rolando, se las ingenió para meter a mi señora a los baños de los hombres, no supe lo que hicieron adentro, solo los observé cuando salieron, mi señora estaba despeinada y sudorosa, con un extraño brillo de satisfacción en sus lindos ojos.



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chido666
04-11-2011, 14:24:42
Otra ocasión, digna de contar, fue cuando Rolando metía su lengua en el agujero del culo de Alicia, metía dos dedos en su panocha, y otros dos en su culo. Frotaba arduamente a la par que mamaba. Introducía con fuerza varios dedos en su culito, luego escupió sobre él, para poder lubricarlo; con calma empezó a apartar sus paradas nalgas para que quedara todo el agujero descubierto, al oído le dijo que lo moviera de forma insinuante, para exhibirlo como la puta que era. Rolando agarró su cipote, y tras escupir en él, comenzó sin piedad a insertarlo en su culito. Sus embestidas, poco a poco, insertaban su barra de carne, en el agujero anal, a la fuerza, iba entrando, y ella, parecía estar a disposición de sus embestidas, que gracias a que, la sujetaba de su cintura de avispa, evitaba cayera de bruces sobre el colchón. Su verga iba taladrando sin piedad, su adolorido agujero, y no paró hasta que, sus peludos huevos chocaron con sus blancas nalgas. Luego comenzó un mete y saca pausado, hasta que, tomando velocidad, logró que los melones de mi señora, se movieran como sacudidos por un fuerte terremoto; era un mete y saca endemoniado

-¡Así te quería tener putita! –Gruñía Rolando-. Con toda mi verga, en el fondo de tu hermoso culote, ¡que nalgotas Dios mío!, esto es la gloria, ¡que rico me aprietas la verga! Tienes bien apretado tu culito cuñadita. ¡Toma putita! ¡Toma la verga que tanto te gusta! ¿Te gusta como te meto la verga en tu culo?

-Si. Papito, me encanta tu verga, ¡así!, ¡que rico!, ¡párteme en dos!, soy toda tuya, párteme el culo como no puedes hacérselo a mi puritana hermana, ¡ah! Ah, ah.

Alicia rotaba las nalgotas como una autentica profesional. Rolando se quedó quieto, paralizado, mirando como Alicia se ensartaba solita su garrote. Tomó su celular y acercándolo, tomó varias fotografías, con su reata completamente tragada por las nalgas de mi mujer. Desesperado la acostó boca abajo sin sacarle el garrote del culo. Le separó bien las piernas, y le colocó un cojín bajo su vientre, dejándola con el culito parado. No resistió más la vista de tan tremendas nalgas, y se dedicó a besarle su hermosa cola, separándole las nalgas con sus manos, respirando su íntimo aroma, metiéndole la lengua lo más adentro que su apretado ojete le permitía. Una, y otra vez, su lengua se perdió en el culo de mi señora, mojándoselo, degustando el sabor que le entregaba, separándole las nalgas y metiéndole lo mas adentro que pudiera su lengua. Luego se deleitaba en pasarle su enorme verga entre la raya de sus paradas nalgas, la sujetaba con ambas manos de su estrecha cintura, estaba sentado en las piernas de mi mujer, sus rodillas a cada costado de sus caderas. Le miraba las nalgotas blancas, paradas, y como se deslizaba la enorme boa entre sus prominentes cachetes del culo. Alicia se estremeció cuando le sobrevino un orgasmo, cerrando sus piernas inconcientemente. Así, con las piernas cerradas y con su culo en pompa; Rolando le abrió lo más que pudo, los cachetes, y le clavó la verga, poco a poco, hasta el fondo de sus intestinos.

-¡Aay! ¡Me matas, cabrón!, que verga tan grande, me partes en dos, ¿Qué le voy a decir a mi marido, cuando su penecito, flote entre mi culo abierto por tu vergota? –Le decía, la puta de Alicia, sonriendo-.

-Que culito tan rico, cuñadita. Le vas a decir que te lo agujeré, porque eres muy puta para una sola verga, y que tu no tienes la culpa de que tenga una verga pequeña, jeje.

-Mátame, papito, entiérrame la verga hasta el fondo, la santa de mi hermana no te saca la leche como yo ¿Verdad? Mi beata hermana no deja que se la metas por el culo ¿verdad? ¡Contesta cabrón! ¿Mi inmaculada hermana se traga tu semen?

-¡No metas a tu hermana!, ¡puta!, tu naciste para que te coja todo mundo, te voy a aventar la leche adentro de tu culito, no te mueves… ¡Toma puta! ¡Toma mis Mocos! ¡Con que fuerza salen disparados adentro de tus hermosas nalgotas! ¡Que rico aprietas putita! ¡Toma más Mecos! ¡Es lo que querías puta, que te llenara de leche! ¡Toma! ¡Arrg!

Rolando tenía todo su garrote hasta el fondo del culito de mi esposa, con sus manos separaba sus blancas nalgas y miraba extasiado, como se tornaba de color blanco, entre los pliegues del culo de mi mujer, y alrededor de su dura verga. Estuvo como dos minutos con la verga hasta el fondo. Alicia, apretaba sus nalgas, exprimiendo la reata de su cuñado. Rolando nuevamente tomó su celular y lo apunto hacia el agujero trasero de mi esposa y cuando sacó su larga verga se escucho el clic de la cámara, fotografiando el enorme hoyo de su culo y como escurrían goterones de semen de su interior.

Claudia, se había llevado a su madre y a sus hermanas a Laredo, de compras. Alicia, aunque la invitaban, desistió, porqué el coche era pequeño, e irían muy apretadas si aceptaba acompañarlas. Rogelio llegó en su coche y nos invitó a la quinta campestre de Rolando, asarían carne y tomarían cerveza. Mi esposa sospechando lo peligroso que era estar sola con sus cuñados, no aceptó, pero yo, al conocer también el peligro, le rogaba que aceptara la invitación, que lo hiciera por mí, que estaba muy aburrido. A base de mi insistencia acepto. Tomamos alguna ropa y nos subimos al coche de Rogelio.

Alicia enfundada en un precioso bikini blanco, enseñaba completamente sus enormes nalgas, ya que la parte trasera del dichoso traje, consistía en un delgado hilo que se perdía en medio de sus monumentales nalgas, por delante un pequeño triangulo cubría su intimidad más preciada, la parte superior solo ocultaba sus gruesos pezones. Al salir del agua, la poca intimidad que escondía, quedaba a la vista, al traslucirse toda su figura.

Mis concuños, también andaban en traje de baño, pero eran tan diminutos apenas si ocultaban su verga. Su vello púbico estaba a la vista, y todos traían tremenda erección, que hacía que se levantara una parte de su traje. Si te parabas a un lado de ellos, alcanzabas a mirar, parte de la piel de su gruesa verga. Mis concuños se encargaron de servirnos licor a todo momento, hasta llegar al punto de estar algo mareado. Alicia ya estaba totalmente borracha.

Alicia se contoneaba con sus redondas formas, alrededor de sus cuñados, mirando lascivamente, como se balanceaban sus cipotes, cuando pasaba ella. Rogelio y Roberto, la abrazaban por cualquier cosa, restregando su reata, en el bello cuerpo de mi mujer, y manoseando, sus monumentales redondeces cuando me descuidaba. Mi esposa reía tontamente, y les tocaba la gruesa verga, como si fuera de manera accidental.

Mi esposa, los miraba cachonda, por su borrachera, no disimulaba nada cuando su vista se clavaba en el bamboleo de sus enormes vergas. Ellos, tampoco disimulaban ya, no les importaba que estuviera presente, a tan solo unos pasos de ellos; miraban descaradamente, sus enormes nalgas cuando caminaba. Se Respiraba un ambiente tenso, lleno de erotismo.



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chido666
04-11-2011, 14:27:41
-¿Podrías ir a la carnicería a traer más carne? –Me dijo Rolando, ronco de la excitación-.

-También falta cerveza y vino. –Dijo Roberto-.

-Mejor que vaya hasta el centro comercial. –Dijo Rogelio-. Faltan muchas cosas, tortillas, tomate, cebolla.

-Pero, no sé manejar. –Repliqué, además, sabía que querían deshacerse de mí, y en la casa había de todo-.

-Vete en el camión. –Me dijo Rolando-. No tardas más de dos horas. Aquí te esperamos.

-Bueno. –Dije resignado, saliendo con una larga lista-.

El camión tardaba en pasar. Así que tomé un taxi. El chofer me comentó, que conocía un supermercado, en el cual, encontraría todo lo que necesitaba. Al terminar, y regresar a la quinta, no tardé más de cuarenta minutos.

Al llegar, no encontraba a nadie, pensando que tal vez se estaban cogiendo a mi mujer, y que podría alcanzar a ver algo, me dirigí sigilosamente, sin hacer ruido, hasta el interior de la casa.

“Deben estar en una de las recamaras” –pensé-.

Al pasar la sala, me quedé boquiabierto y paralizado. Rogelio sujetaba las enormes tetas de Alicia con sus manos, sentado en un enorme sillón. Mi esposa estaba montada de rodillas, sobre las piernas de Rogelio, sus brazos hacia atrás, apoyándose con sus manos, en las rodillas de su cuñado. La enorme y gruesa verga oscura, de mi concuño, estaba ensartada completamente en la panocha de mi señora, los negros y brillantes vellos de la entrepierna de mi mujer, se confundían y se entrelazaban, con los pelos entrecanos del pubis de Rogelio.

Alicia rotaba sus enormes y blancas nalgas en círculos, apareciendo y desapareciendo, parte de la oscura y gruesa verga de Rogelio, del interior de su raja. Roberto por su parte, sujetaba sus rizados cabellos, acompasando el movimiento, mientras la follaba por la boca, chocando sus peludos huevos en la barbilla de mi señora. Rolando metía, centímetro a centímetro, su larga y cilíndrica verga aperlada, en el apretado trasero de Alicia.

Roberto sacó su daga, de la boquita de mi mujer, apareciendo una enorme, venosa y gruesa verga, escupiendo leche a diestra y siniestra, todos los chisguetes se estrellaban en el bello rostro de mi esposa.

Quise correr a ocultarme, pero estaba estupefacto, cuando Rolando sacó su reata, del interior de los intestinos de mi mujer; mirándome fijamente. Sus ojos se abrieron por completo, denotando espanto en su mirada, mientras su garrote, escupía mecos, en las blancas nalgas de mi esposa.

-Lo… Lo sien-to. No sabíamos que, que regresarías tan pronto.

Roberto giró su cabeza y me contempló con sorpresa, mientras seguían saliendo borbotones de semen de su verga, y cacheteaba con ella, el rostro de mi señora.

-¡A la madre! ¡Ya nos cayó el chahuistle! –Exclamó desconcertado-.

Ambos se apartaron inmediatamente, procediendo a recoger sus ropas y vestirse velozmente.

Rogelio me miró avergonzado, aventando a mí esposa, desenchufándola de su garrote intempestivamente; quien continuaba con sus movimientos oscilatorios. Alicia, antes del empuje de Rogelio, no me había visto, ya que estaba disfrutando de la enorme cogida que le daba su cuñado, estaba con los ojos en blanco y con la boca abierta.

Alicia cayó parada, me miró asustada, llevándose una de sus manos a la boca, mientras Rogelio se levantaba, también traía entre sus manos, su gigantesca y gorda verga, sujetaba con una de sus manos. los huevos y la base de su morena reata.

-Perdón Ramón. No sabíamos… -Decía desconcertado, de pronto sus ojos se abrieron-, ¡Aaarrg! –Gruñó roncamente-. Perdona Ramón, perdóname es que no lo puedo evitar. –Me seguía diciendo, mientras apuntaba su enorme y gruesa verga, hacia la peluda panocha de mi esposa, y le bañaba de mecos sus hermosos vellos. Seis chisguetes potentes, salieron disparados del ojo de su gorda verga, a cada chisguete, me pedía perdón el cabrón, pero nunca apartó su reata del cuerpo de mi atónita esposa.

No sabía que decir, no sabía como reaccionar… Es lo que siempre soñé, estar presente cuando se cogieran a mi esposa, pero no en esta situación, quería estar oculto. Ahora, como podría mirar nuevamente a mi mujer sin vergüenza. Debía ser cómica la situación para un espectador, todos mirándonos mudamente, con la boca abierta y los ojos llenos de espanto.

Estando en la soledad de nuestra recamara. Alicia, llorando desconsoladamente, me contó como pasó todo.

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chido666
04-11-2011, 14:28:59
“Estaba borracha, mis cuñados me repegaban sus vergas en mi cuerpo, que vibraba de lo caliente que estaba, perdóname mi amor, no sé porque soy así de puta, me encanta la verga, que me metan sus cosotas. Rogelio, me abrazó por la cintura, enterrándome todo su bulto entre mis nalgas, mi cuerpo se estremeció y me recargue en su pecho, mientras me hablaba al oído, produciéndome escalofríos, me decía: “Alicia, como se le ocurre a su marido, dejarla sola, vestida así como está, con ese bikini de hilo dental, que cuando caminas, se estremecen con sabor todas sus hermosas nalgas”. Yo me apartaba como podía. Pero luego llegó Roberto, e igual me sobaba, el era más descarado, me sobaba mis pechos y mi cosita, escapé momentáneamente, hasta que caí en brazos de Rolando, pero era demasiado tarde, estaba ebria y muy cachonda. Metiéndome su bulto entre mis nalgas me dijo:

-Observé como suspiraban, cuando contemplan cómo se te movían tus tremendas nalgas cuando caminas. Observa su bulto, están así por ti, quieren meterte la verga. Estas bien buena, tu esposo es un estúpido. Ven, acompáñame.

Lo seguí dócilmente.

En la recamara, nos desnudamos ambos, y me ordenó que se la mamara. Así lo hice, y perdóname papito, se que es sucio hacerlo con tu familiar, pero no me daba asco mamar la vergota de mi cuñado, al contrario, me excitaba chupar ese trozo de carne, lamiendo el tronco, de arriba abajo, recorriendo las gruesas venas, pasando por el frenillo varias veces, hasta finalmente, darle un buen chupetón a la cabeza de aquella fantástica verga. Perdóname mi amor, pero era enormemente larga y sabía deliciosa.

Chupar la verga de Rolando era extraño, ya ves que esta muy peludo; y los pelos, tanto de los huevos como los de su pubis, rozaban mi rostro y se me metían en la boca y en la nariz, y cada cierto tiempo, tenía que sacarme algún pelo de la boca. Eso, me exaltaba y me enardecía. Luego que empezó a pompearme la boca, como si fuese un objeto sexual.
Le bañaba su larga verga con mi saliva, luego la chupaba con desenfreno, mientras le agarraba sus peludas nalgas, empujándolo, hasta meterme su vergota hasta la garganta, hasta que finalmente descargó toda su leche caliente sobre mi boca.

-¿Te gusta mi leche, verdad?- decía él, mientras con la punta de su verga recogía la leche que me había rociado por toda la cara, y me la llevaba a la boca, para que se la limpiara.

Con mis manos, acariciaba y masajeaba sus pesados y peludos huevos.

Me daba pequeños golpes en la boca con su pene, poco a poco, empezó a crecer nuevamente, le di un lametón en el ojo, en la punta de la cabeza, con mi lengua. Pero él no estaba para lametones; así que me la metió hasta la garganta, y sin dejar de agarrarme de los pelos, se masturbó de nuevo con mi boca.

Su enorme pene entrando y saliendo de mi boquita. Era muy grande, venoso, con una cabeza en forma de hongo. Con una mano me tomaba de la cabeza y con la otra se sobaba su verga, que seguía creciendo. Abrí bien la boca y trague todo lo que pude de su vergota. El me aplastaba la cabeza contra su pelvis, para que tragara más carne, yo casi no podía respirar”…

-Si serás cachonda Alicia. –Le dije, fingiendo molestia- Pues me estaba narrando los hechos, y ya se estaba sobando su conejito. No puedes platicar sin tocarte.

-Perdona cariño, soy una sucia, -me dijo, fingiendo llorar, luego simulando limpiarse las lagrimas, continuó-, no te merezco…”Te decía:

-¿Verdad que te gusta, putita?- gritaba Rolando, cuando me tenía con todas las piernas abiertas, recibiendo su enorme estaca en mi cosita

Movía las caderas y me empujaba sus peludas nalgas, machacando inmisericorde mí pobre conejito que llorando lubricaba mi pequeña cavidad vaginal-.

-¡Gime puta, gime!

-Ah! Ah!- me quejaba yo entre gemidos de placer y de dolor-. ¡No seas tan bruto, por favor! ¡Para un poco! ¡Házmelo con amor!

-¡Tú no necesitas amor! - Gritaba Rolando-. Lo que necesitas es una buena verga, que te la metan hasta el fondo, puta.

Me acostó de lado, El detrás de mí, y levantándome una de mis piernas, me la metió limpiamente por mi panochita, me agarró de las nalgas y me penetró sin compasión. Mis pechos bailaban hacia los lados, moviéndose a cada arremetida suya.

Luego, me hizo darme vuelta, quedando acostada boca abajo, me separó las piernas. Me beso el culo como tanto me gusta, para luego montarme y penetrarme. No se detuvo hasta hacerme acabar. Le bañaba su hermoso mástil con mis jugos, una, y otra vez. Cerraba mis ojos, deleitándome con el cúmulo de sensaciones maravillosas que experimentaba mi cuerpo. Te juro, que no me di cuenta cuando llegaron. Cuando abrí mis ojos, encima de mí estaba Rogelio, moviendo su voluminoso vientre en medio de mis piernas, apenas le iba a reclamar, cuando la gruesa verga de Roberto, se me metió hasta la garganta. Rogelio me tenía con mis piernas en sus hombros y me la metía hasta el fondo. Su larga y gorda daga, se abría paso en mis carnes sin compasión.

Experimentaba como una corriente, que se extendía, más, y más profunda, y por más tiempo, era diferente a los orgasmos que había sentido antes. Sentía el cuerpo oprimido, en segundos, pensé que iba a reventar de placer, clarito escuché un extraño silbido que me dejó sorda por unos momentos. Me ausenté de este mundo por unos segundos,
A paisajes lejanos. Me apreté fuerte de la espalda de Rogelio, y percibí una explosión intensa, que partía de mi clítoris hasta el estómago, no respiré por unos segundos, mientras la larga verga de Roberto, me cogía sin parar la boca. Después seguí sintiendo que algo latía dentro de mi pelvis, algo profundo, algo que se asemeja a un cosquilleo y exploto en tremendo orgasmo, bañando el delicioso pene de mi cuñado. Me moría de placer, le bañaba la gruesa verga con mis jugos, una, y otra vez. Éste orgasmo había sido extenso y no terminó de inmediato, sino que siguió con una vibración que perduró unos minutos más, aún después de haber terminado.

Estaba recuperándome de ese fantástico orgasmo, abrí mis ojos, cuando siento unos labios que rozan mis oídos, sus palabras, electrificaron mi cuerpo, sintiendo unas descargas, desde mi nuca hasta mi conejito.

- Te voy a sacarte la mierda del culo. – Me amenazó Roberto-.


Continúa...

chido666
04-11-2011, 14:33:09
Roberto me coloco en cuatro patas y escupió mi agujerito, clavó uno de sus gordos dedos en mi interior, sacándome unos pequeños gritos de placer, luego, me clavo dos de sus dedos. No pude evitar que me penetrara por el culo. Apuntó su gorda cabeza, y me la metió sin contemplación, hasta que sus huevos chocaron con mis nalgas. Una, y otra vez, su verga con fuerza, se abrió paso por ahí, la sacaba completamente, volviéndola a meter con todas sus fuerzas. Le estuve gritando que me causaba dolor, que parara, a cada grito, mas fuerte me la metía, lloraba de dolor y de deseo.

-Tienes unas nalgotas hermosas cuñadita, siempre quise tenerte empinada, con toda mi reata en tu culito, que rico me lo aprietas… ¡Toma puta! ¿Verga es lo que quieres? ¡Pues verga tendrás! ¡Toma! ¡Toma! Como se te abre el ojete, y que rico se te mueven las chichotas cuanto te encajo la verga.

Saltando como felino me la sacó del culo y me la insertó en la boca, me llegó hasta la garganta. Roberto estaba soltando la leche, estaba inundando mi boca, me dio una arcada, traté de retirarme un poco, para soltar algo de líquido por los costados de mi boca, pero Roberto, me jaló del cabello, y me obligó a tragarme toda su lechota.

Después, estuvieron acariciándome por varios minutos, hicieron que se las mamara de nuevo, hasta que se les puso dura como el acero, y me llevaron cargada hasta la sala.

Rogelio, se sentó en el sillón, y me ordenaron a que me la encajara en mi rajita, la tiene muy grandota y gorda, pero estaba tan lubricada, que al sentarme en su vergota, esta entró como cuchillo en mantequilla. Me llegaba hasta el útero, sentía un cosquilleo riquísimo, así que, empecé a moverme en círculos, para que poco a poco, entrar en un suave mete y saca. Roberto me la metió nuevamente en la boca y Rolando me la metió por el culo, hasta que sus gordas bolas se estrellaron con mis carnes, y con la verga clavada en mi culito, Rolando estaba inmóvil detrás mió, y yo, con leves movimientos de cadera, me sacaba y metía las dos vergas, la que tenia clavada adelante y la que me perforaba mi colita … Estaba a punto de venirme, cuando todos empezaron a bañarme de leche y a pedirte disculpas, yo estaba teniendo un orgasmo fenomenal… Fue cuando miré tu rostro, lleno de vergüenza y estupefacción.

Fin.

P.D. Todos diran que Ramón es un P*ND*JO pero necesitan leer la primera parte: Abusan de Nosotros para comprenderlo.


Si leyó todo, Su opinón me interesa... Opine no sea PENE.

Saimon_Vzla
06-11-2011, 00:43:08
Excelente relato, muy bueno, podras montar fotos de tu esposa????

chido666
07-11-2011, 10:12:05
Excelente relato, muy bueno, podras montar fotos de tu esposa????

No. Soy muy reservado para eso.

Porque no montas fotos de la tuya?

Digo, si estas casado, o de tu novia si estas soltero.

Creeme que todos te lo agradeceremos :)

Saludos.

P.D. No se vayan con la finta, mis relatos son ficción, es puro shooow. jeje.

nicko31
07-11-2011, 18:31:06
relato muy ardiente gracias

alexelmoro
07-11-2011, 22:37:50
sigue la historia q esta muy interesante ok

Saimon_Vzla
08-11-2011, 12:32:13
No. Soy muy reservado para eso.

Porque no montas fotos de la tuya?

Digo, si estas casado, o de tu novia si estas soltero.

Creeme que todos te lo agradeceremos :)

Saludos.

P.D. No se vayan con la finta, mis relatos son ficción, es puro shooow. jeje.


tengo unas cuantas fotos por alli de una que otra ex y una ex amiga que queria que la cojiera y me mandaba fotos pero no me gustaba para nada ella!!! las buscare para complecerte, eso si, de ninguna mostrare el rostro...

chido666
09-11-2011, 10:33:55
tengo unas cuantas fotos por alli de una que otra ex y una ex amiga que queria que la cojiera y me mandaba fotos pero no me gustaba para nada ella!!! las buscare para complecerte, eso si, de ninguna mostrare el rostro...

Ah, ta gueno.

Saludos.

chiquilacas
14-09-2012, 16:02:20
donde purdo encontra el relato; abusan de nosotros. lo e buscado pero no lo encuentro. gracias

uchihalogia
16-10-2012, 22:41:42
que buenos relatos escribes
mis respetos para tus aportes, esperando la continuacion de tu relato.
oye si no es mucha molestia y porfavor podrias volver a postear el relato de '' abusan de nosotros'' elk que dices que te eliminaron me da curiocidad de leerlo, claro si no es mucha molestia bale????

MICINGO2286
17-10-2012, 23:33:18
Muy aspero viejo...lleve repu parcero excelente relato loco :)

krt
26-10-2012, 02:11:39
nbmmm

krt
26-10-2012, 02:16:57
elgante

danieltriplex
29-10-2012, 11:48:02
Impresionante

acerdell
21-02-2018, 08:44:46
Muy buen relato, donde puedo encontrar completo, osea, todos los relatos juntos de alicia, o en su defecto como comentaste en el relato "abusan de nosotros: La boda",la novela completita, gracias