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Ver la Versión Completa Con Imagenes : Alicia y los Medicos... Voyeur, Infidelidad Consentida, Dominacion, etc.


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
chido666
03-06-2011, 10:53:24
No sé porque razón eliminaron varios de mis relatos, pero este es la continuación de uno que se llamaba: Abusan de Nosotros, espero que les guste.






Alicia y los Médicos.

Introducción.

Alicia, mi esposa, es una mujer muy bella, de suave cabello negro, que en rizos caen sobre su blanca espalda; sus ojos verdes, son grandes y hermosos; es de boca pequeña, de labios gruesos, carnosos y sensuales; tiene un cuerpo que al paso de los años se vuelve más espectacular, es tan llamativo y sexy, que raya en lo erótico y pornográfico. Posee unas hermosas tetas, grandes y redondas y un tremendo trasero súper parado, que hace que los hombres la miren con vulgaridad y deseo. Algo muy delicado pasó en su niñez que no me ha querido contar aún, que la volvió taciturna, insegura y de carácter débil y sumiso; y que a pesar de su extraordinaria belleza, hace que se sienta fea y gorda.

Ahora cuida mucho su alimentación y se volvió fanática del ejercicio, haciendo rutinas de al menos una hora diaria. Bajó de peso, su cintura se hizo más estrecha, su abdomen se hizo plano y hasta ligeramente marcado, pero su trasero nunca disminuyó, ni la redondez de sus enormes cantaros de carne de su busto, convirtiéndola en una diosa de la lujuria, que no importando como vaya vestida, despierta el morbo y libido de los hombres que tienen la suerte de contemplarla.

Su extraordinaria belleza atrae como moscas a todos los hombres, pero los que se animan a tratar de conquistarla o seducirla son los que están bien parecidos, pero éstos son rechazados por ella y los hombres menos agraciados no se atreven a acercársele. Pero existe otro tipo de hombres que son muy peligrosos para la fidelidad de mi esposa, los “conocidos” los que saben de nuestro (me incluyo) carácter débil y sumiso, y son a través de este tipo, por lo que me han salido tremendas cornamentas, ya que últimamente, a mi querida esposa, la tienen como mariposita, continuamente ensartada.

Los Médicos.

Alicia continuaba con el seguro social gracias a que su hermana Claudia la dio de alta como si fuera una trabajadora en su pequeño negocio, solo mientras que, ya sea ella o yo, conseguía trabajo. Por una extraña coincidencia le tocó el mismo consultorio y el mismo doctor que tuvo durante su infancia y adolescencia.

Recuerdo el primer día que fuimos a consultar. Era la primera semana de Abril. El doctor se llamaba Ricardo Mendieta, era un hombre de cincuenta y tantos años, alto, blanco y delgado. Estaba atrás de un escritorio y enfrente estaban dos sillas, en las cuales nos sentamos mi esposa y yo. Tenía una mirada suspicaz y maliciosa y desde que entramos, le dio un repaso descarado a mi esposa, mirándola lenta y morbosamente de arriba abajo.

-Usted -me dijo el doctor-. ¿Puede esperar afuera? Cómo ve, esta muy reducido aquí y para estar más cómodos, solo permito que pase el paciente.

-¿Cómo cree que voy a dejar sola a mi esposa? Doctor. –Le dije en un tono suplicante-. Le prometo que no voy a molestar, no voy a interferir en nada, por favor doctor, no sea malo y déjeme quedarme.

Esta bien, vamos a estar más incómodos, pero bueno ¿qué le vamos a hacer? ¿Qué es lo que le pasa? –Le dijo el doctor a Alicia, mientras abría el expediente que tenía arriba en su escritorio.

-Tengo un poco de molestia en la garganta y algo de tos. –Dijo mi esposa, con una vocecita suave y sensual-. No creo que sea nada serio, pero mi esposo insistió en que viniera a la clínica.

-Hizo muy bien, a ver, vamos a ver… ¡No puede ser! ¡Que cosas tiene la vida! Vaya sorpresa. ¿No me digas que tú eres aquella chiquilla adolescente que me consultaba hace ya muchos años?

-La misma, doctor. –Dijo Alicia, sonriendo y bajando la mirada-. Ya estoy casada, mire, el es mi esposo, Ramón.

-Mucho gusto. –Dije avergonzado.

Mis múltiples complejos siempre me avergüenzan, y el estar casado con una mujer como Alicia es uno de los más fuertes, ya que su belleza contrasta con mi apariencia: Soy bajito, muy delgado y uso lentes de aumento, de mucho aumento. Parezco tan poca cosa, que todas las personas de solo verme, quieren abusar de mí.

-Pero vaya bombón que te llevaste Ramón. -Me dijo sonriendo, y luego, mirando con una desfachatez insolente, el prominente escote de la blusa de mi esposa le dijo-. Te ha crecido mucho el busto, te felicito, vas a poder almacenar mucha leche para que no pasen hambre tus hijos.

-No tenemos hijos. –Le contestó mi mujer, bajando la mirada-. Ya vamos para tres años de casados, pero no sabemos porque no me he embarazado.

-Eso ya lo veremos más adelante… ¡Pero mira nada más! como has crecido Alicia, así que ya estas casada y eres toda una señora, te has puesto muy hermosa. -Le dijo el doctor, recorriéndola nuevamente con la mirada, de arriba abajo-. Hace tantos años que ya no consultabas conmigo, a ver párate y date una vuelta, para verte mejor.

Mi mujer se levantó sonriente y se dio una vuelta lentamente, vestía unas mallas blancas muy bonitas, que delineaban perfectamente su hermosa figura, se transparentaban mucho, por detrás parecía que estaba desnuda bajo las mallas, marcándose la raya de sus enormes y paradas nalgas pero por delante se alcanzaba a ver el pequeño triangulo de su bikini, marcándose levemente una rayita en la parte delantera de su entrepierna. La malla partía sensualmente de la cadera y llegaban hasta la mitad de sus torneados chamorros. La Blusa era de color celeste tan corta que dejaba al descubierto su lindo ombligo y tenía un gran escote, por dónde sus enormes y redondos pechos luchaban por salir de su prisión.

Al doctor casi le da un infarto cuando vio el culazo de mi mujer. Acomodándose los lentes, con la boca abierta de admiración, se acercó a contemplar el enorme trasero de mi esposa.

-¡Caramba Alicia! Que nalgotas tienes. –Le dijo-. El trasero te ha crecido mucho, habrá que examinarte para descubrir si hay alguna anormalidad con alguna glándula del crecimiento, jeje. –Y dirigiéndose a mí, agregó-. ¡Ah! Picarón, Le ha de hacer el amor muy seguido por detrás, ¿verdad?

-¿Cómo dice doctor? –Contesté confundido-.

-Qué si le metes el pene por el culo, lo has de hacer muy seguido, mira que tremendo par de nalgas tiene, jaja… Discúlpame por ser tan confianzudo, pero la conozco desde que era una niña y la quiero como si fuera mi hija, jeje. No te molestes.

Estaba acostumbrado a que miraran con deseo a mi señora. Estaba acostumbrado a que las personas, con el tiempo de conocernos, abusaran de nosotros… Pero este doctor, apenas tenía unos minutos de conocerme y ya empezaba a pasarse de la raya.

-No se preocupe doctor, y este, mmh, pues no. –Contesté rojo de la vergüenza-. Nunca hemos hecho el amor por allí.

-¡Ah, vamos!... Pásale para acá atrás, a la camilla mi amor. –Le dijo a Alicia, mientras se dirigía a la puerta y colocaba el seguro. Necesito que te desnudes completamente para hacerte un examen general.

-------- Continuará --------

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
chido666
03-06-2011, 11:00:44
-Ay doctor, ¿va a examinarme como antes? … Me da vergüenza. –Dijo apenada mi mujer-. Pero si solo tengo un simple dolor de garganta.

-¿Te da pena por tu esposo? ¿Si quieres, le pedimos que se salga? –Le dijo, mientras le brillaban los ojos misteriosamente.

-No. Al contrario, me siento más segura si esta él presente… Pero doctor, ¿Ya no soy una niña?

-Vaya que no eres una niña, jeje. –Le dijo morbosamente, clavándole la mirada en su hermosos trasero, y agregó -. No tienes de que avergonzarte, ya he visto tu desnudes anteriormente, pero ahora estas mucho mejor, mil veces mejor, estas hermosa, debes de sentirte orgullosa y mostrar sin recato tu desnudez a las demás personas, no deberías prohibirnos contemplar semejante belleza… Dios te colmó de dones, en tu hermosura, en tu figura, no les prives de la divina creación del Señor.

Vaya que era adulador el doctorcito, la posibilidad de que mi esposa se mostrara desnuda ante el lujurioso médico delante de mí, me empezó a excitar, quería saber que tipo de revisión era la que le realizaba siendo una muchachita.

-Es que…Doctor. – Dijo roja de la vergüenza, y bajando la mirada-. No sé… Tal vez debería consultarme solo la garganta.

-Vamos Alicia. –Le animé-, es bueno que el doctor te examine minuciosamente para ver también el porqué no te has embarazado.

Alicia no estaba muy dispuesta a mostrar sus encantos al viejo doctor. Y Argumentó.

-Es que me da vergüenza amor, -Me dijo sonrojada-. Desnudarme delante del doctor, y la clase de exámenes… Me da mucha pena.

-Si el doctor me pidiera que me desnudara, porque va a examinarme, con gusto lo haría, porque sé que es por mi bien.

El doctor pronto se dio cuenta que estaba de su parte. Y nos dijo:

-Si no quiere que la consulte, hagan el favor de salir. –Nos dijo enérgicamente, pero sin que se diera cuenta Alicia, me guiño un ojo-. No me quiten el tiempo que hay muchos pacientes esperando.

Se notaba que el doctor la conocía muy bien, porque enseguida mi esposa acepto que la revisara.

-Perdone doctor. -Le dijo Alicia muy apenada-. No quise que se molestara, solo quería que supiera que me da un poco de vergüenza.

-Ok. –Contestó enérgico el doctor-. Pasa y desnúdate.

Me quedé atónito, tan solo con hablarle un poco fuerte a mi esposa; la convenció fácilmente, transformándola en una mujer dócil y sumisa. El doctor y yo, no le quitamos el ojo de encima a los movimientos sensuales de Alicia, al quitarse la ropa. Primero fue la blusa, cuando se quitó el sujetador, saltaron como resortes los dos inmensos cantaros de carne, luego lentamente fue bajando las mallas, dejando al descubierto un pequeño bikini blanco de hilo. Se miraba hermosa con su cintura de avispa y sus enormes nalgas paradas; luego, fue bajando poco a poco, su calzoncito, agachándose sin flexionar las piernas, dejándonos sin aliento hasta que salieron por la punta de sus delicados pies. Mire al doctor quien tenía una tremenda erección. Se le formaba una inmensa carpa en sus pantalones, difícil de ocultar.

Mi esposa, como diosa de la lujuria, mostraba indecorosa su pelambrera negra perfectamente recortada en un precioso triangulo, al girarse para acomodar la ropa, vimos sus tremendas nalgotas y nos paralizó la respiración. Mi pene estaba duro como la roca, el saber que el doctor estaba caliente viendo a mi mujer, me excitaba al máximo.

Le temblaban las manos y la voz al doctorcito, y me dijo.

-Voy a examinar a su linda esposa. –Mirándome detenidamente, analizando mi reacción, me dijo-. Pero va a ser un examen lento y complicado, hay que hacerlo minuciosamente, con mucha calma y revisando cada parte de su cuerpo, para que nos de la clave de porque no se ha embarazado. ¿Tiene alguna objeción?

-En lo absoluto doctor, usted es el profesional, usted sabe lo que hace, dejo a mi esposa en sus manos.

Sonriendo perversamente se dirigió con mi mujer y frotándose las manos, le dijo:

-Bien Alicia, empecemos, veamos que tanto te has desarrollado desde que te hice la última revisión siendo una pequeña niña que apenas iniciaba su pubertad.
Se sentó en un banco y le pidió a mi esposa que se acercara. Al hacerlo la cara del doctor quedó a corta distancia de su ombligo. La contempló de arriba a abajo, babeando como entupido y acomodándose la verga descaradamente sobre su pantalón.
-Tienes un cuerpo estupendo y voluptuoso, el color de tu piel es muy hermoso. –le dijo, lleno de admiración, al tiempo que colocaba ambas manos en su pequeña cintura y le daba vuelta lentamente. Cuando su enorme trasero quedó tan cerca de la boca del doctor, éste hizo un gesto como diciendo: “Vaya culazo Dios mío, que banquete me voy a dar”-. Se ve que haces mucho ejercicio, No tienes celulitis, varices, ni estrías.
Acarició con sus manotas las piernas de mi mujer desde la parte trasera de sus muslos y las fue subiendo hasta sujetar fuertemente ambas nalgas y estrujarlas con fuerza, mientras acercaba su rostro a la raya de su cola, mire estupefacto como aspiraba su aroma sin importarle lo más mínimo que yo estuviera como pendejo a unos pasos de ellos.
- Que sensación tan agradable, tu piel esta muy hidratada, se siente tan suave que parece de porcelana. Te extrañe mucho Alicia, hacia tanto tiempo que no examinaba algo tan bello como las tuyas. -Le dijo, mientras contemplaba el trasero de mi mujer y le apretaba sus paradas nalgas-.
-Ay doctor, que cosas dice, pero gracias. De veras ¿tengo la piel bonita?
Observe el rostro de mi esposa y descubrí ese extraño brillo en sus ojos cuando esta cachonda, se mordía el labio inferior, y miraba de reojo la expresión morbosa del rostro del doctor, éste entrecerraba los ojos, deleitándose al tener entre sus manazas las montañas de carne de mi mujer, las acariciaba desesperadamente, su nariz ya estaba en contacto con la piel de mi esposa, estaba entre la raya de sus poderosas nalgas.
-Las tienes divinas mi amor. –Le dijo el doctor, moviendo con sus manos las nalgas de mi esposa de un lado a otro. Le dio vuelta lentamente hasta que la tuvo de frente nuevamente -. Empezaremos por las piernas cariño. Alicia tienes unas piernas perfectas, largas, torneadas y muy macizas.

------ Continuará -------

chido666
03-06-2011, 11:03:05
El doctor se agacho un poco para poner sus manos en la parte trasera de los tobillos de mi mujer, quedando su mejilla, presionando los vellos del precioso triangulo de su entrepierna, la boca del doctor estaba a escasos milímetros de la panocha de mi mujer; que cuando hablaba me imaginaba que se le introducían algunos pelitos. Poco a poco, fue subiendo las manos, palpando y apretando suavemente.
-Lo dicho, tienes la piel muy suave –Le dijo, echándole el aliento en su rajita-.
Mi esposa sufrió un ligero temblor que la sacudió inconcientemente. Era notable que le estaba gustando la forma como la examinaba el doctor. Continuaba con los ojos cerrados y mordiéndose su labio inferior. El doctor estuvo un tiempo que me pareció interminable acariciando los muslos sin apartar su rostro de la entrepierna de mi esposa. Cuando llegó a las montañas de carne de su trasero alzó su mirada y al ver a mi mujer con la boca abierta y los ojos cerrados, colocó sus labios en la raja y la atrajo hacia su rostro acariciando las nalgas de mi esposa.
Me sentía raro, estaba muy excitado viendo como manoseaban a mi mujer, me sentía excluido, denigrado, humillado, ignorado pero a la vez muy caliente.
Después de un tiempo largísimo el doctor se apartó de mi esposa y se levantó, se acercó a su oído y le susurraba algo, en ningún momento dejó de amasarle las nalgas. Parecía que la abrazaba y le besaba el cuello, pero solo le susurraba algo y mi Alicia algo le contestaba. Sus vientres estaban completamente pegados, hasta que el doctor se apartó un poco y le vi nuevamente el tremendo bulto que se le formaba debajo de sus pantalones. Le dio vuelta lentamente sin despegar sus labios de su oído, el bulto del doctor era enorme, y saltó como resorte cuando la piel de mi esposa dejó de presionarlo pero luego entró nuevamente en contacto hasta ubicarse y perderse en medio de las paradas nalgas de mi mujer. Con la verga incrustada en el culo de mi esposa, el doctor abrazó a mi esposa por la cintura con un brazo y con la otra mano acarició fugazmente su pelambrera, después fue subiendo su mano por su vientre, por su ombligo, hasta apoderarse de uno de los cantaros de carne de mi esposa, subió la otra mano y se apodero de la otra chiche y las amasó como calculando su peso. Mi esposa respiraba fuertemente y se inclino un poco hacia delante sintiendo más la protuberancia delantera del doctor entre sus nalgas. Le apretó el busto suavemente, luego más fuerte hasta que lo hizo violentamente, parecía que quería arrancárselas, luego pasó los dedos a los pezones apretándolos y estirándolos fuertemente haciendo que sus pechos se bambolearan con frenesí.
Mi rostro lo sentía muy caliente, estaba muy excitado viendo como el viejo doctor, miraba hacia abajo, observando como se le incrustaba su gigantesca erección en medio de las enormes nalgas de mi mujer, se mordía el labio inferior y entrecerraba los ojos, deleitándose con la sensación de tener tremendo trasero a su disposición.
Cuando el doctor le pidió a mi esposa que se acostara en la camilla, yo ya no aguantaba la calentura, tenía una ligera mancha en mis pantalones, y un cosquilleo agradable subía desde mis rodillas hasta mis testículos anunciándome que en cualquier momento eyacularía. Mi esposa se recostó en la cama y cuando abrió su piernotas como un compás, fue mucho para mí.
-Con permiso doctor, ahora vuelvo, me anda mucho del baño. –Dije apuradamente, saliendo corriendo del consultorio-.
Al llegar al sanitario, solo estaba un hombre orinando, me coloque en otro orinal y me hice pendejo hasta que el hombre terminó de orinar, se lavó las manos y salió, se me hizo una eternidad. Una vez solo, meneé mi pequeña verga violentamente y en cuestión de milisegundos expulsé toda la leche contenida en mis pelotas. Casi se me doblan las piernas, pero me sostuve con dificultad, ya más tranquilo, me limpié perfectamente, me lavé las manos y volví al consultorio Abrí la puerta lentamente si hacer ruido y la cerré del mismo modo tras de mí. Al pasar al fondo, la imagen que descubrí era excitante.
El doctor estaba de pie a un lado de Alicia, el monstruoso bulto que se le formaba en los pantalones, lo restregaba disimuladamente en el rostro de mi esposa que estaba con la cabeza de lado, hacia él. Ella, le miraba fascinada el monstruoso bulto, mientras el doctor con los dedos de una de sus manos estiraba fuertemente el pezón de la chiche izquierda moviéndolo en círculos y con la otra mano metía y sacaba uno de sus dedos, en la panocha de mi mujer, violentamente.
-¡Ay! Me viene doctor, me viene ¡Aargg! –Gritó mi esposa, sujetando fuertemente la mano del doctor y sacudiendo todo su cuerpo con furia.
Cuando por fin el doctor me vio, se apartó lentamente del cuerpo de mi esposa que seguía convulsionando.
-Bueno, hemos terminado con el examen. –Le dijo, mientras se acomodaba con dificultad el bulto de su entrepierna nuevamente-. Te voy a dar cita para la próxima semana, primero vas al laboratorio para que te hagan unos exámenes de sangre y orina y al siguiente día que ya tenga los resultados te espero en mi consultorio. Hay que hacerte este tipo de exámenes mínimo cada semana. ¿Cómo ves? –Y dirigiéndose a mí y mirándome fijamente con una enigmática sonrisa, me dijo-. ¿Cree que haya algún problema para que continúe haciéndole este tipo de exámenes a su esposa?
-Por mí parte no hay ningún problema doctor. –Dijo mi esposa, sonrojada-.
-Ni por el mío. –Dije seguro de mi mismo-.
Nos despedimos del doctor, dándole las gracias.

Fin... Por ahora.

Autor: Yo... El Chido.

Saimon_Vzla
22-09-2011, 18:52:52
buen relato.... pero yo no dejaria que nadie le hablara a mi mujer asi en mi presencia....

Aries78
25-09-2011, 15:32:35
buen relato

fabiomauricio
07-11-2011, 04:08:33
huy no la verga!!!!
primero muerto que descolorido yo a mi niña la adoro y si hacemos un trio se interactua bien vacano pero bueno, excelente relato!

corsario
22-05-2016, 16:06:08
Participe maestro no se lo deje todo al doctor, jajajaja