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Ver la Versión Completa Con Imagenes : Lujuria en la oficina


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
josepepe4
30-09-2023, 00:32:01
Son las 19:30 horas de la tarde. Todos se han ido ya de la oficina. Apenas queda nadie por allí. Realmente sólo quedamos Nuria y yo.

Nuria…, siempre Nuria, con su cuerpo, más propio de una chica de 30 años que de una mujer madura de 50. Pelo castaño hasta los hombros, ojos oscuros, con su 1,60 de altura siempre elevado en unos tacones que, sin ser exagerados, siempre estilizan sus ya de por sí estilizadas piernas. Sus pechos, aunque un poco caídos, como corresponde con su edad, aún mantienen la magia cautivadora que debieron tener de joven.

Nuria siempre sonríe. Aun cuando la miro de forma descarada, aun cuando, como esta tarde, fijo mis ojos en ella mucho más de lo normal y de lo decoroso. Me la como con la mirada, la devoro en mi mente. Y ella…, ella se deja mirar.

Es divorciada, yo soy casado. Nunca hemos tenido nada, aunque nunca he perdido la esperanza de tenerlo, o más bien, de tenerla: de tenerla entre mis manos, de poder acariciar su cuerpo, de poder sentir temblar sus pechos con las embestidas de mi verga en su seguro jugoso coño.

Hoy está especialmente guapa, o yo estoy especialmente caliente. No sé realmente porqué, pero hoy me atrae más que de costumbre, y ella lo nota. No dice nada, pero lo nota.

Sólo nos falta imprimir un par de estados de situación de las cuentas de dos clientes, y habremos terminado la jornada. Para cualquier persona normal, eso sería una noticia positiva. Para mi supone dejar de estar junto a esta diosa del deseo y la lujuria.

Nuria cruza por delante mi, se dirige a la impresora para recoger los últimos documentos que ha enviado a impresión. Pero el impresionado soy yo, embelesado como vuelvo a quedarme contemplando su magnífico culo: redondo, ligeramente abultado, protegido por sus caderas que yo las veo como las más sugerentes del mundo, dónde querría agarrarme hasta perder el sentido y la noción de todo. La miro sin poder evitarlo, a la vez que mi verga, sin poder evitarlo tampoco, se endurece y encabrita bajo mi pantalón.

Hoy viste con leggins negros, ajustadísimos. Son una segunda piel. Soy incapaz de detectar la más mínima señal de su ropa interior. Supongo que será un minúsculo tanga, también negro, para evitar que nadie encuentre lo que yo estaba buscando: su rastro, su marca.

Ahora soy yo quien da la orden de impresión de otros documentos. Llega la hora de terminar, muy a mi pesar. Otra vez que acabaré masturbándome en casa, bajo el agua tibia de la ducha, imaginando la boca suave y dulce de Nuria, imaginando sus manos cálidas y tiernas, imaginando tus pezones en mi boca, … mi polla en su coño.

Llego a la impresora antes de que ella se haya alejado de ella. Por un momento he tenido el pensamiento de que me estaba esperando. Pero no puede ser, ¿para qué lo iba a hacer?

Espero a que la máquina acabe de escupir las 17 páginas del documento que he mandado imprimir, Nuria no dice nada y se agacha a mi lado. Me giro cuando noto como su cuerpo se dobla, lo ha hecho de forma sensual, suave, como si me estuviera invitando a algo más que mirar sus deliciosas formas.

Me siento tan atraído por ella, por sus formas, por su sensualidad y por el aroma suave de su perfume mezclado con el olor de su propio cuerpo, que me pego a ella. Pego mi polla erecta y dura a su culo, encajándose con armonía y sencillez en el valle que los leggins dibujan entre sus nalgas.

Una ráfaga de miedo me recorre. Nuria se retirará, me dirá cualquier barbaridad y se largará de allí, ofendida y molesta. Pero nada de eso sucede, pega su cuerpo más al mío, siento el calor de su propio cuerpo en mi verga, aún a pesar de que los dos estamos vestidos.

No necesito más señales, sé lo suficiente, y sé lo que voy a hacer.

Empujo a mi compañera contra la fotocopiadora, tan caliente como nosotros dos, escupiendo páginas por su ranura, haciendo que vuelva a ponerse de pie, y restriego con fuerza mi polla, cada vez más dura y más caliente, sobre el culo de Nuria.

Una primera oleada de placer indescriptible se apodera de mi. Ya no puedo pensar en nada, me comporto como una máquina, como un ser diseñado para dar y recibir placer.

Agarro con mis dos manos los leggins de Nuria, y tiro de ellos con fuerza, hasta dejarlos a la altura de las rodillas. El tanga, el minúsculo tanga negro queda aún en su sitio, pero no va a impedir que suceda lo que tiene que suceder.

Inmediatamente, desabrocho y me deshago de mi pantalón y de mi bóxer. Ambos caen juntos al suelo, dónde me deshago de ellos con los pies, sin que Nuria haya dejado ni un solo instante de contonear su cuerpo, de mover su culito, de ofrecerme sus orificios.

Retiro con una de mis manos la fina tira del tanga de sus dos orificios: su culito y su coño. Lo tiene empapado, caliente y palpitante. Dirijo mi polla, cada vez más dura, más gorda y más larga, a la entrada de su coño. La dejo allí unos instantes, quiero sentir su humedad en mi capullo, y quiero que sienta mi capullo ardiendo en su coño húmedo.

A continuación, y sujetando a mi compañera por las caderas, deslizo mi polla dentro de su coño, empalándola por completo, hundiéndome en sus entrañas hasta el fondo, en una sola embestida, sin imprimir demasiada fuerza, pero sin dejar de hacerlo, provocando un primer gemido de placer.

Su coño arde, me quema la verga. Mi polla lo agradece sintiendo la necesidad ansiosa de follar aquella maravilla de coño.

Comienzo a moverme dentro de ella. Sacando y metiendo la polla casi por completo, repitiendo la penetración una y otra vez, en todo su recorrido, mientras mis manos se aferra, una a las tetas, y la otra a su pelo, tirando de ella contra mi, para facilitar la penetración.

- Fóllame, cabrón –me dice

- Es lo que voy a hacer. Voy a follarte de una puta vez –le respondo.

Incremento el ritmo, lo hago más rápido, más intenso, más contundente. A la vez que logro hacerle girar la cara para besar con rabia sus labios. Son más dulces de lo que jamás imaginé.

Mientras follo sin parar su caliente y empapado coño, noto como una de sus manos está masajeando y estimulando su propio clítoris. Sus gemidos son constantes, el morbo no deja de incrementarse, y mis huevos comienzan a hincharse, cargándose de leche.

Mis embestidas son cada vez más fuertes, cada vez hundo más mi verga en su coño, haciendo que mis huevos golpeen en sus nalgas de mujer madura, de cuerpo irresistible.

Es mi sueño hecho realidad. Es el momento en el que todas las pajas, toda la leche derramada, todos los calentones que he tenido que ocultar, van a estallar.

Las consecuencias de mis embestidas y de su propia estimulación, hacen que Nuria se corra. Lo hace entre constantes gemidos de placer, cada vez más potentes y seguidos, para terminar en un largo y gutural sonido emanado de lo más profundo de su garganta, a la vez que de su coño aflora una fuente de fluidos que envuelven y encharcan su sexo y el mío.

A continuación voy yo. La follo sin miramientos, sin delicadeza. Con fuerza, con rudeza, con intensidad. La follo hasta el fondo, empujando como nunca lo he hecho, demostrándola toda la pasión y todas las ganas que me ha generado.

Mis huevos me duelen, fruto de la presión que la leche está ejerciendo.

Mi polla no aguanta más y, a la vez que azoto sus nalgas con fuerza, marcando mis dedos en su piel blanca, un potente y abundante chorro de mi néctar sacude sus entrañas, mezclándose con sus propios fluidos. Continuo embistiendo varias veces más, a la vez que otros tantos chorros, menos potentes, pero igualmente intensos, se derraman en su interior.

Un minuto después, con la polla aún dura, el pulso acelerado y la frente perlada por el sudor, salgo de su interior.

Nuria se gira, sonríe al mirarme y me entrega su boca, besándome de la manera más sensual y provocadora que nunca nadie había hecho.

De pronto, un sonido estridente y casi insoportable, llena el ambiente, cargado de aroma a sexo y placer.

El sonido estridente no deja perforarnos los oídos. Giro la cabeza y … abro los ojos. El puto despertador. Son las 7 de la mañana, mi polla está al límite y me masturbo recordando el sueño que acabo de tener.