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Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
Heráclito
20-02-2022, 10:51:47
Entre tanto fanatismo de uno y otro lado del espectro político, satisface escuchar una voz cuerda que trata de interpretar con honestidad la realidad actual:

Cobardes: ¡un paso a la izquierda!

Sergio Otálora Montenegro

Nicolás Maduro (no necesita presentación) calificó de “izquierda cobarde” a aquella que se atreve a criticar lo que ha sido el trasegar errático del chavismo en Venezuela.

Al inquilino de Miraflores le parece que el “modelo bolivariano” es un éxito, es victorioso, y se refiere a sus detractores de la siniestra como “una izquierda derrotada, fracasada, una izquierda cobarde frente al imperialismo, frente a las oligarquías. Y entonces quieren ponerse un barniz para que las oligarquías los perdonen”.

Entonces, uno llega a la conclusión de que esa aventura que empezó en 1999, con el triunfo del “comandante eterno”, fue dirigida por una especie de boyscouts que jugaban a la revolución. Coronaban con el verbo típico de la toma del poder por las armas, con ese frenesí de un ejército aún con los fusiles ardiendo en plomo, dispuesto a imponer una hegemonía de clase, con la mira puesta en la construcción del socialismo, y la derrota definitiva de la burguesía, convertida en una minoría sin opción de poder.

Pero esa no era la historia. El chavismo barrió en las urnas, y en elecciones sucesivas los dos partidos que habían gobernado a Venezuela durante ocho lustros, al socaire del llamado Acuerdo de Punto Fijo (que parecía a perpetuidad), quedaron aplastados por una incontenible fuerza política y por un pueblo encantado con el verbo y la habilidad estratégica del nuevo-viejo caudillo latinoamericano, el comandante Hugo Chávez.

El proyecto chavista era, en síntesis, abrir las compuertas de la participación de sectores excluidos por décadas y utilizar la enorme renta petrolera para megaproyectos sociales. Se inventaron, por lo tanto, las famosas misiones, que se pagarían con los miles de millones de dólares que entraban a las arcas del Estado en una época de enormes vacas gordas: barril de petróleo por encima de 100 dólares.

Pero Chávez y sus copartidarios, en el discurso, parecían no entender que Venezuela no era Cuba, que estaban sentados en una de las reservas de petróleo más grandes del mundo, y que habían ganado la presidencia a través del juego electoral de la democracia representativa. Por supuesto que la oposición, derrotada en las urnas, pero con pleno vigor económico, reaccionó de la peor manera posible, sin un ápice de sentido político, y con una agenda que más parecía una obsesión: cómo tumbar a Chávez.

Hubo paros, huelgas y hasta una seria intentona de derrocamiento. A pesar del verbo encendido e incendiario del líder máximo, seguían la economía de mercado y una enorme capacidad de consumo de las clases medias. La oposición decidió jugarse la carta de la abstención electoral, con el argumento de que no había garantías para participar en igualdad de condiciones, y el chavismo acusaba a los empresarios, y también a Estados Unidos, de orquestar un sabotaje económico con escasez artificial de productos y acaparamiento.

A la fecha, la polarización y la ausencia de la política como el arte de negociar y de llegar a acuerdos entre contrarios, han producido estragos económicos y sociales.

Pero pongámosle freno a esta máquina del tiempo, y reseñemos algo vital: mientras Venezuela, en esos cuarenta años de gobierno compartido de adecos y copeyanos -con exclusión deliberada de la izquierda- nadaba en petrodólares y corrupción, con su sistema productivo aceitado, literalmente, por las rentas del oro negro, su clase media con gran capacidad de consumo y un pueblo ajeno por completo a esa “modernidad”, el resto de América Latina vivía una realidad muy distinta. Había dictaduras militares por todos los costados, pobreza extrema, y el vecino, Colombia, era un territorio feroz que se desangraba sin tregua por una guerra cada vez más degradada, por una violencia salida de madre, con sectores alternativos diezmados, aniquilados a sangre y fuego, y una economía y un sistema político alimentados, de manera directa o indirecta, por las millonadas del narcotráfico.

Chávez se sentó en Miraflores con el lenguaje y las perspectivas de los revolucionarios de los sesenta, como si no hubiera pasado nada en el vecindario. Como si los chilenos no tuvieran todavía presente el trauma de una dictadura sangrienta, y los colombianos la permanente ansiedad de sobrevivir en medio del fuego cruzado. El discurso chavista nada tiene de siglo XXI, está totalmente desfasado de la experiencia de América Latina, y de lo que significa la economía de mercado y el capitalismo en la era digital.

Venezuela es como ese hermano que nunca pudo superar la adolescencia. Maduro y su tropa siguen con la rancia jerga revolucionaria, con el culto a la personalidad, y la meta de construir el socialismo, como lo repiten una y otra vez. No quieren ver el fracaso de su manera de hacer política, su modelo de sociedad no inspira a nadie, porque nada es paradigmático: ni su economía, ni su perpetua dependencia de la renta petrolera para seguir subsidiando a los sectores populares, ni el impulso de crear un partido único, vanguardia de los pobres, y una hegemonía de clase, ni su enfrentamiento con la “oligarquía”, ni sus relaciones internacionales, ni su proyecto de democracia sin pesos ni contrapesos, ni su ideal de sociedad.

En una manifestación con los jóvenes, Maduro dijo que había que cambiar lo que no sirviera, había que revolucionarlo todo, y contra la corrupción “más y más revolución”. Varios sectores desencantados han tomado nota, como sucedió en las pasadas elecciones. El chavismo empieza a perder sus bastiones mientras la oposición trata de entrar en razón y hacer política. Venezuela no ha vivido las guerras civiles de Centroamérica ni las tragedias del Cono Sur, ni mucho menos el eterno drama de su vecino y hermano. Por eso Boric plantea en Chile un proyecto político de izquierda muy alejado de los mitos revolucionarios del siglo XX, y los sectores alternativos en Colombia tratan de volverse una seria opción de poder en un ambiente de permanente tensión, amenazas y contradicciones.

Llamar cobardes a los que han sobrevivido a la hecatombe, o son sus directos herederos, es desconocer la historia de este lado del mundo. Ellos no han arriado sus banderas. Simplemente, han sido tan profundas la crueldad, la impunidad y la ausencia de todos aquellos que dieron su vida por un país mejor. Lo realmente transformador, hoy, es tratar de construir una sociedad en la que quepamos todos, sin exclusiones, en paz. Mientras tanto, Maduro y el chavismo seguirán pedaleando en una bicicleta estática, atrapados en sus propias fantasías, con una realidad tozuda que se les sale de las manos.

Fuente: El Espectador

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
INDIVIDUAL
20-02-2022, 11:26:24
El juego de la izquierda

eddievoleibol
21-02-2022, 06:19:55
Estrategia de los zurdos, hacer crecer a los indecisos, que ellos tiene diferencias con el régimen venezolano, para ganar sus votos...
...ahora dizque están de pelea los amiguis...petrozqui y maburroski....(rofl) (rofl)

Heráclito
21-02-2022, 07:01:33
Estrategia de los zurdos, hacer crecer a los indecisos, que ellos tiene diferencias con el régimen venezolano, para ganar sus votos...
...ahora dizque están de pelea los amiguis...petrozqui y maburroski....(rofl) (rofl)

La izquierda, el centro y la derecha no son homogéneos. Dentro de cada cual hay vertientes y más en la izquierda y de ahí que sea tan difícil unirse. La izquierda democrática como el PSOE en España o la derecha progresista como la francesa, se aponen a los extremos. Es indudable que Maduro es un dictador al igual que Ortega y por eso se quedaron solos. Boric en Chile es un experimento interesante de quienes desean superar el pasado y enrumbar a su país por senderos más incluyentes.

En cuanto a nuestro país, Petro fue amigo personal de Chávez hasta el punto de alojarlo en su apartamento de Bogotá durante su exilio. El que ahora se distancie de su heredero resulta sospechoso como su alianza con todo aquel que toque su puerta sin importar su ideología, con tal de ser elegido. De serlo, promoverá una Constituyente en su beneficio para poderse reelegir indefinidamente. De él temo su soberbia, su populismo, pero sobre todo su ineptitud. Es un polluelo de dictador que gobernaría a Colombia a punta de chambonadas y represión.

INDIVIDUAL
21-02-2022, 09:42:51
Su parte final heraclito es una visión muy clara de lo que sería petro de presidente

INDIVIDUAL
21-02-2022, 09:43:38
Su parte final heraclito es una visión muy clara de lo que sería petro de presidente

LEONARD
21-02-2022, 16:44:07
con tal de ser elegido. De serlo, promoverá una Constituyente en su beneficio para poderse reelegir indefinidamente. De él temo su soberbia, su populismo, pero sobre todo su ineptitud. Es un polluelo de dictador que gobernaría a Colombia a punta de chambonadas y represión.

promoverá una constituyente------> la promovieron y les fallo la creación de la supercorte.

elegirse indefinidamente ----> Uribe1 - Uribe 2- Santos 1- Santos 2- Duque

soberbia ----> Gran Colombiano

populismo ---> cualquier proyecto de sus senadores, los ingresos solidarios, las marchas patrióticas, cada que duque anuncia una reforma y el cuchito sale a decir que no y salva al país.

ineptitud --> sistema de salud, las licencias de minería, fracking, los escándalos de corrupción desde los tiempos de Uribe 1 y los semanales de duque.