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Ver la Versión Completa Con Imagenes : A veces, cuando en alta noche


Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
-Damphir-
26-07-2009, 01:21:32
Sin intención alguna de arrebatar los versos y sentidos de la poesía de Silva, trataré, como intención mental dejar algo por estos lares escrito, como un ejercicio de reflexión, tal como el que muchos realizamos pero que a veces preferimos tener en el anonimato.

Escribí, para un amigo que estuvo preso nueve meses, pero que salió libre por qué no se demostró que fuera culpable, las siguientes palabras:



A un amigo que el cielo nocturno
En su extensión no ve.


Palomino.


Descendiendo,
como si una mano
misteriosa las sostuviese,
un par de palomas
se posaron con gracia
sobre un patio hirviente
a comer migajas que alguien arrojaba.
Sin saber por qué razón ahí estaba
se alimentaban de esperanzas pasadas
de aquel hombre que con gusto las miraba
con anhelo de fuga y un batir de alas.
Las palomas,
que al mismo son caminaban
movían sus cuellos como olas de playa
y atravesando los pies que irse querían
comían del suelo en el que hombres dormían.
¿Cuántas noches y cuántos días
habrán soñado que como palomas volarían,
que como almas sólo un hálito los sostendría
y a la calle por un céfiro llegarían?
Y rompiendo,
con las leyes que a los hombres atan
las dos palomas ágiles se levantan
y van a las cornisas grises y sucias de olvidados días
aleteando hacia la gloria donde el saber sonoro canta
acercándose al sol que a lo lejos brilla
y hacia el ancho cielo que las cobija
lejos del hombre y su ignominia basta.

Y bien, dejo también el poema de Silva del que tome prestado el título al que considero el mejor de los tres nocturnos por el sentido místico que envuelve, aunque no es de negar que la carga emcional del famoso número tres, sobrepasa cualquier símbolismo -espero no tener problemas de copy-




NOCTURNOS
A VECES, CUANDO EN ALTA NOCHE
A veces, cuando en alta noche tranquila,
sobre las teclas vuela tu mano blanca,
como una mariposa sobre una lila
y al teclado sonoro notas arranca,
cruzando del espacio la negra sombra
filtran por la ventana rayos de luna,
que trazan luces largas sobre la alfombra,
y en alas de las notas a otros lugares,
vuelan mis pensamientos, cruzan los mares,
y en gótico castillo donde en las piedras
musgosas por los siglos, crecen las yedras,
puestos de codos ambos en tu ventana
miramos en las sombras morir el día
y subir de los valles la noche umbría
y soy tu paje rubio, mi castellana,
y cuando en los espacios la noche cierra,
el fuego de tu estancia los muebles dora,
y los dos nos miramos y sonreímos
mientras que el viento afuera suspira y llora!
............................................................ .....................
¡Cómo tendéis las alas, ensueños vanos,
cuando sobre las teclas vuelan sus manos!
http://www.poesia-inter.net/firma0jas.gif
José Asunción Silva

Ayudante De Santa
06-11-2015, 22:19:08
Los mejores licores
-Damphir-
27-07-2009, 09:06:11
Asaltado,
por el recuerdo furtivo de ella,
siento de cerca sus manos de doncella,
su voz de noble estirpe,
su esencia de náyade perpetua.

Intrigado,
por la facilidad de romper mi fuerza,
y su manera de ser frente a las olas,
me pregunto entonces ahora
¿Cómo olvidar su nombre que trae la aurora?

Más no es dolor ni tormento
no sentir su cuerpo junto al viento,
es la felicidad altiva y fuerte,
que será siempre fuego en la vida inerte,
vida en la vida misma,
y eternidad que no conoce
más que tu sonrisa hoy ausente.

En silencio,
en la espesura nívea de la noche,
tu rostro se dibuja en el firmamento,
y es la luna incólume,
la que en fulgor sentimiento,
enciende la llama perpetua,
de un destello en movimiento.

Las estrellas,
Que junto a ti se posan,
encienden los colores de las horas deseosas,
y es amarillo el día
cuando en la bruma de la mañana,
Cae su relente colmando la flor de ambrosía.

Los primeros rayos de sol,
como los últimos de la penumbra
se posan sobre la tierra,
que de verte se deslumbra.

Me pierdo ya en el éter cálido de la mañana,
y entono junto a las aves,
cantos a la grandeza de una mujer altiva,
y es mi voz la que te lleva,
el murmullo del viento y el trinar del silencio,
son las luces que como tus ojos
guían los pasos en los que me pierdo,
y que ahora no veo.

-Damphir-
27-07-2009, 13:04:14
su voz
su voz en el teléfono,
tan cerca y lejos del tiempo,
su sonrisa en el silencio
en la memoria del viento,
en la noche que se avecina,
trayendo la luna que no te olvida,

tic tic tac tac

-Damphir-
27-07-2009, 15:16:18
fragmentos e instantáneas de diálogos, de sonidos silábicos que retumban con eco propio,
palabras que no dichas, cuelgan de cualquier parte

y siento que el alma se me escapa
con un sólo suspiro de tus días.
Como el suyo, mi tiempo ausente,
también se fustiga en la rutina,
más la imagen mental furtiva
de tu misterio que me intriga
me retiene con cariño
a nuestro olvido que cautiva.
Y no hallo que decir,
usted sin palabras me deja,
hace que mi habla se distorsione
mi pecho se disipe y busque en ese zapato
donde guardas tu corazón,
el motivo para que de forma clandestina
hallemos en nuestros ojos,
los colores que guardados están
en la memoria que no te olvida.

Preservadas son esas noches,
que junto al suspiro de tu olor
impregnó en el fondo de mi espíritu
una sonrisa, que perdura hasta nuestros días.
Y allá en ese lugar,
a donde vas cuando tu mente desenchufás,
estaré esperando el momento
para que junto al viento
tus suspiros lleguen a mi silencio.

-Damphir-
27-07-2009, 22:02:55
De los momentos cuando uno quiere hablar... y no se sabe como hablar...

Todas y cada una de las palabras colgadas del cielo, sin que decir, absorto, en ninguna parte, en cualquier parte, en ciertas partes. La noche acompasaba su existencia, y el resplandor de su belleza encegueció mi conciencia que no cesa. No había momento ni segundo ni hora, era usted que hacia palidecer el tiempo, su sonrisa, sus pasos, un dos tres cuatro, un puente, la avenida. La ciudad que con alegría se complace con tu esencia, siente tus palabras como agua que anida con la tierra, era usted uno y muchos instantes, era la nada, era nuevamente el todo, era silencio, murmullos al viento, repetidos silencios, y las palabras por ahí, sostenidas en las estrellas, lejanas y perfectas, inesperadas y perpetuas, que se ubican distantes como nuestras presencias, pero que sobreviven en sus ojos, sus lunares y sus pecas que brillan como el fuego más puro anidado en tu nombre de flor y tu inconmesurable belleza. Inimaginable mujer, sorprendente mujer, misteriosa mujer, inalterable mujer,adjetivos calificativos a tu gracia no faltarían, pero no es bueno sobrepasar mi cordura que por tu infinita dulzura cada día se pierde siguiendo tu pista.

-Damphir-
28-07-2009, 00:10:18
http://bp2.blogger.com/_SEuu-5E8xas/SI4HESmZPQI/AAAAAAAAABw/8t7J0XMGsBA/s320/P1030902.JPG

Frente a la elocuencia abundante
y altisonante del error,
pocas palabras sin fe ni razón.

Abotargado,
inflamado y enfermo,
tras las filas y el sabor acre, aspero y agudo
del aire que hasta ahí llega,
tras la tarde,
trae el murmullo que vuelve a ser el mismo,
donde la muerte vuelve indomita e insurrecta
a cobrar su rutina de gastados días.
Vuelan las esperanzas
junto a las palomas que en silencio se posan,
vuela el tiempo que inquietante sobra,
se agolpa la miseria en cada sucia esquina
que lavada hasta el hartazgo
conserva la mancha aspera de la ignominia
de todo aquello que no se olvida
y de la verdad que se oculta esperando su día.

-Damphir-
29-07-2009, 00:02:27
http://bp0.blogger.com/_SEuu-5E8xas/SJDTvYXJMVI/AAAAAAAAAB4/BlXBpd148Gc/s320/P1040061.JPG (http://bp0.blogger.com/_SEuu-5E8xas/SJDTvYXJMVI/AAAAAAAAAB4/BlXBpd148Gc/s1600-h/P1040061.JPG)



Lo despertó el candente vaho de la lluvia cayendo sobre el asfalto. Estaba tendido mojándose cada vez con mayor intensidad, era de noche y hacía frío, la ciudad parecía desolada, los automóviles aparcados en las orillas de los andenes lucían despojados de vida, manchados de polvo y finísima brisa. Pocos faroles continuaban aún funcionando en medio de la madrugada ya muerta por la llegada del imponente astro rey. El hombre se levantó torpe y caminó sin rumbo fijo, la ciudad era inmensa, en su forma olvidada se reconocía el desorden de las estructuras, dualidades absurdas que desvanecían sus facciones.

-Damphir-
29-07-2009, 00:08:15
Fatigosamente abrió los ojos y de facto supo donde estaba, no era parte más de un extraño sueño, no podía dormir, ni comer, ni pensar en nada, estaba sedado, era difícil creerlo, leer y leer ocupando el tiempo ya en ello. La rutina fustigante de los días, la calle tan viva, efímera, tan hecha palabras, agolpada en letras, leyendo para recrearla, recordando el olvido como espejo fehaciente de la realidad que ahora lo embargaba conducido por el instinto. Lo amontonaron en un espacio pequeño donde cabía apenas para vivir pocos días, si frío sentía podía cubrirse con una manta verde, si era calor, una pequeña ventana que conducía al patio interior permitía el acceso a tan solo un poco de ventilación.


Cuando la vela por fin hubo muerto, y la pavesa entregado su fabricación, él, al que llamaban humano, desprendió todas sus alegrías para aferrarse al futuro inevitable de su muerte. No tenía por que engañar más sus sentidos, estaba sólo en ese lugar recóndito y sin embargo no había un destino el cual seguir ni cumplir; marcharse, alejarse de su realidad fematera, perfilar su rostro exangüe y aquilino despuntando el alba en ápice de gloria fundamentaba ya su decisión, ni los dioses ni los mal llamados paganos acudirían a su honestidad de mundo aberrado, saldría del infierno sin la ayuda de Virgilio, sólo el muro blanco como una inmensa obra lo detenía de la soledad del mundo, no reconocía la eternidad de las ideas, ni el riesgo vigente de pensar para realizar, simplemente iba, calculando los espacios que tenia que llenar para salir, todo tenia una pausa, una forma y un fundamento, era por eso que estaba ahí, por su falta de peso para marcar las huellas en el mar.

-Damphir-
31-07-2009, 18:26:58
El siguiente es un cuento que escribí basado en un Poema titulado "Me ausento" en ”La musa romántica en Colombia, Bogota 1954, del colombiano y ex presidente de la república granadina Julio Arboleda.

El texto se llama Vagabundo, es un poco largo. De antemano gracias por leerlo y llegar hasta el final.

-Damphir-
31-07-2009, 18:30:11
Vagabundo

Texto sobre el poema Me ausento
de Julio Arboleda para un vagabundo en 9 estrofas.

-I-

Ya era muy tarde, y en el paradero del autobús, la luz amarilla del farol se difuminaba al pasar por el gastado techo de pasta. Los carteles rutilantes, la estructura entera de aluminio junto al cuerpo desgastado de un hombre viejo parecían fundirse en una. Era ese cuerpo parte simple del paisaje, una masa informe agazapada sobre las bancas sucias donde una mujer, como la sombra de un sauce que llora casi se dormía. Es una flor muerta -se dijo, una flor que sueña siendo niebla de aliento y vida, envuelta en la tierra que no la deja parir. El hombre se miró las manos, no pensaba en nada, escuchaba lejanamente las llantas de los automóviles sobre los charcos sucios, el pito estridente de las motos y las risas gastadas quizá de otras calles. En esa mezcla de murmullos ininteligibles y agolpados, todos en el espacio y en ningún lado, una voz fugaz cual golondrina, rompió las meditabundas horas de aquel hombre en esa silla sentado:
-Esa mujer que ves no está muerta, se hizo espuma de ola, fue un asfódelo y se ausenta.
El hombre viejo entró en pánico, buscó por el pequeño lugar el origen de aquella voz, pero se dió cuenta que ahí no había nadie más que él y los labios carmesí cerrados de esa mujer. Estremecido, mirando las partículas de polvo pasar entre la luz amarilla, el hombre viejo invadido por turbios vientos, sintió de nuevo la voz que venía de adentro y en coro, dulce fué su canto, dulce sería su tormento,


“Auséntame, buen Dios, me ausento solo,
y todo es soledad por donde paso; y todo está dormido.
En el ocaso lento su disco va sumiendo el sol;
y estira como espira mi esperanza en tristísimo lánguido desmayo,
sin despedir ni un moribundo rayo, eclipsado entre nubes su arrebol”


Se hizo más tarde, aún más de lo que entonces era tarde, acaso ya no sería tarde sino temprano, en la ciudad amanecía lentamente, los parques adornados con pájaros y bancas resplandecían fulgurosos como una pintura de quien retrata el exterior. En una de ellas aquel hombre despertó. Tenía hambre, hacía mucho tiempo no comía algo que le gustara, se conformaba con las sobras de las plazas de mercado que frecuentaba cada martes y viernes desde muy temprano. Pero esa mañana todo había sido diferente, desde la noche anterior algo raro le venia sucediendo, sabia de esa voz que escuchaba y que ahora le hacían perder la memoria, no sentía su cuerpo, quería ubicarse y pensó en la mujer del paradero. Sus manos eran delgadas y conservaban un delicado color rosa que contrastaba con el gabán negro que la cubría desde el cuello hasta los tobillos. El hombre viejo escuchó una voz lejana deletreando palabras, pero eso fue todo, entre más quería escucharlas menos lo hacía. Veía puntos de colores en todos lados, al tratar de fijarse en uno, desaparecían estando ahí. Pegados a los parpados al cerrar los ojos, pegados al aire cuando los abría. Pero no era una voz ni era algo lo que veía, era una piedra que caía como un pájaro muerto sobre su espalda abriéndole las heridas. Un hombre delgado, vestido de pantalón vinotinto y camisa crema se la había lanzado, el hombre viejo, atolondrado se levantó y tambaleando echó a correr, la banca recibió el impacto de otra piedra que dio justo donde él estaba,.fue a buscarse en donde estar.
Lejos de ahí, pudo sentarse por un momento a pensar sobre lo qué pasaba con esa voz que su cabeza atormentaba. Esa voz que era su pensamiento, era común, cotidiana, tenía tono de hombre, podría ser el suya pero no estaba seguro, jamás había preguntado a los demás como eran sus voces. Pero la noche anterior lo había asaltado de repente una voz limpia y clara, sin tono ni vibración, era una voz impenetrable formado por los astros que lo dejaban sin razón. Voz tan magna que junto al sol radiante de la mañana, apareció sin ser esperada en medio de la mañana que rapidamente se iba, el hombre, ya conciente de ella, se dispuso al sueño de las ninfas vetustas y la escuchó en soberbia armonía:


“Avanzase la noche tenebrosa, y sepulta a la tierra en su hondo seno;
ni zumba el viento, ni retumba el trueno, ni se oye el arroyuelo murmurar.
Una pálida estrella solitaria hiende el crespón del cielo nebuloso,
y en triste melancólico reposo puede apenas las nubes penetrar”.

-Damphir-
31-07-2009, 18:31:43
-II-

La voz se desvanecía, dentro de sí la calma caía como una hoja en un lago, su espíritu estaba aplacado, pero era necesario entender lo que la voz como un canto decían. Haciendo un esfuerzo, lo único que recordaba era “Una pálida estrella solitaria”. Y esa pálida estrella se parecía a la mujer del paradero, la quería volver a ver, inmutable, afrontada a los ditirambos que la invadían, transfigurada a su vez en la realidad común que lo incumbía. Encontró en esa mujer anónima inspiración para caminar las calles nuevamente, imagen de su vida sin ventura, espectro aparente, flor de perfume y oro sin causa, espíritu que paz le podría dar. Pensaba también en aquella “voz” que lo estremecía, ¿de dónde venia? No podía crearla, ni forzarla, ni imitarla, llegaba autentica, enviada por la pasión y el renacer sigiloso de la sangre en los versos, alma bajo la tierra, oculta de la luz que penetrar en ella no alcanza.
El hambre le iba pegando la piel a los huesos, la frase cada vez más difusa en su mente que repetía Una pálida estrella solitaria fue creciendo hasta convertirse en el coro que lo alivió como si empezase a necesitarlo, era él parte de ellas y era la mujer del paradero parte de su frenesí. Las voz riendo empezaró su canto:


“¡Cuan horrible es vivir de la tristeza, agobiada la sien de pesadumbre,
y no sentir jamás la dulcedumbre, que la fe sólo y la esperanza dan!
¡Cuan horrible es amar sin ser oído, que el suspiro entre lágrimas enviado
no halle jamás el eco deseado que respondiendo, alivie nuestro afán!.”


El hombre se abalanzó sobre las calles solitarias, ¿Qué voz me invade noche y día? -se preguntó, ¿es acaso el fantasma de la locura? Y como pretendiendohallar en la solitaria noche lo que ahuyentara su prudencia, desbocado por su cuerpo, el hombre viejo corría como un ser anónimo, cayéndose en las esquinas orinadas por los perros, buscando en todos los ojos el iris que lo sosegara, sujeto sin nombre al que no veían los demás. Reconoció paradójicamente su falta de cordura y deambuló en medio del olor a diesel, de las paredes rayadas e inconformes, de las cámaras colocadas en los postes de la luz que atravesaban las avenidas principales como torrentes sanguíneos de un animal siempre latente, vivo y lleno de soledad, de voces inexistentes por deseos no satisfechos en ningún cuerpo, como si los besos dejaran de importar por un cigarrillo o una cerveza. Él extrañaba esa mujer de la que no sabía nada y anhelaba que no hubiera muerto victima de la luna inclemente, se preocupaba demasiado por una sombra lánguida y triste que se volvía constantemente un recuerdo agotador, vivido y olvidado. Era pensar en un lugar para hallarla, pensar en donde dormir…


“¡Cuan horrible es pensar que yo sucumba
al peso irresistible del destino,
y divertir con mi clamor continuo
el capricho o virtud de una mujer!
¡Cuan horrible es contar mis tristes horas
por las horas acerbas de mis penas,
y sentir la ponzoña entre mis venas
sin probar nunca el cáliz del placer!”

-Damphir-
31-07-2009, 18:33:30
-III-

La voz ya aparecía como una situación cotidiana, podía recordar frases más largas, ¿qué era eso que en versos lo envolvía?, el capricho o virtud de una mujer el viejo se repetía, pero no había nada más que la ciudad perdida en una esquina solitaria, a mitad de la madrugada fría y turbulenta donde se suponía ella algún día con él se encontraría. Los días se iban lentos y constantes, el tiempo se los tragaba ausentes de aquí para allá, borrando palabras en distantes brazos, pasos perdidos de huellas en el asfalto. Aquel hombre viejo había olvidado su nombre, no representaba nada para él, carga dejada al lado como un traste inservible, sentimiento profundo a pesar de los eventos, lagrima gorda descendiendo hacia el suelo brillando en resplandor. Cercana ya la noche y pobladas las avenidas de faroles blancos y amarillos, un olor particular envolvió el cansado cuerpo del viejo impregnándolo todo de el, neblina de gustoso almíbar que dejo en él un rastro maravilloso de ambrosia, saciando su hambre con alucinaciones que sabían a cerveza negra fría como la noche hinojosa que en los huesos se le metía. El viejo miró hacia arriba y encontró un gastado techo de pasta, la misma estructura rutilante de hace unos meses, sospechó que estaba en el paradero donde por vez primera la había visto, sintió de repente que el brazo derecho se le encalambraba, sus músculos se contraían y la voz risueña se acercaba dulce a sus oídos…


“Y con la mano trémula apártame, sustrajo a mi cabeza su regazo,
huyendo de mi amor y de mi abrazo y de su propia tímida pasión.
Y yo la vi de lejos reclinada, puesta la mano trémula en la frente,
De un caduco deber llena la mente, y del amor presente el corazón.”


El hombre sentado en el paradero gris y frío se había aferrado a las barandas esperando el momento para irse, ya la niebla desaparecía y la madrugada de un nuevo día, era el latir de la naturaleza preparaba para recibir el sol que no saldría. Fue entonces cuando ella apareció. Envuelta en la gabardina negra, con las manos metidas en los bolsillos se sentó junto a él mirando hacia el frente, los zapatos eran vivamente rojos, toda ella una aparición divina, belleza increíble que sobre la faz de la tierra pudiera andar. Se había quedado sin habla, la luna tragada por las nubes grises precipitaba la lluvia sobre la calle solitaria, no pasaba nada ni nadie, sólo estaba ella impávida sonriendo con cada gota que se estrellaba sobre el techo y era ella, y él no lo podía comprender, ¿Qué decirle? Meses esperando ese momento y ahora las palabras estaban colgadas del cielo opacado por la lluvia, el hombre viejo se miraba las manos, la miraba a ella, no se decidía, ella era la luz que guiar el camino podría, era su esperanza perdida desde tiempo inmemorable. Pero la voz sonora presagiando en do cantaba…


“Pero sus ojos tímidos me veían sin osarme mirar:
húmeda estaba su faz, donde la lagrima brillaba como el rocío en nacarada flor.
Ahora arrepentida se mostraba de haberme rechazado:
ora tendía la palma, y ordenarme parecía que respetase, amando, su pudor”


La voz eran parte de su vida, las convulsiones habían desaparecido y el hastío de no saber que hacer lo levantó de la banca para acercarse a ella. Enredada en los trinos del vaho silente, su mirada estaba fija en cualquier parte, a lo lejos, bordeando el horizonte de donde venia y hacía donde se dirigía en larga procesión hasta la muerte. El hombre viejo no supo como presentarse, así que le dijo –hola soy cualquiera, hace tiempo era alguien, esperaba éste momento para no languidecer en el intento de recobrar la esperanza de vivir como melancólico en el silencio de una noche perdida y jamás recuperada. Entonces ella lo miró y él sintió que el corazón se le iba a salir de golpe por la boca pero aguantó hasta que ella empezó a hablar y le dijo –vagabundo me gusta tu barba blanca y sucia de días pasados, ven a mi regazo haz caso de las voces que te invaden y no te dejan dormir, acompáñame aquí cerquita que el frío de la lluvia y el viento me hela las orejas, se me mojan las medias y se me olvidó quién era. El vagabundo pensó en cómo ella sabia lo de las voces mudas. Se lo preguntó y ella dijo que también las escuchaba y él sintió como una carga se le caía de los hombros, se acercó a ella y sin pensarlo cruzó su brazo sobre el cuello de esa mujer que lo recibía sin predicar mucho. Se acomodaron en la banca larga del paradero mientras ella metía los dedos en la barba y la enroscaba minuciosamente. Al viejo le daban cosquillas, le gustaba ser tocado por alguien, especialmente por esa mujer que le había devuelto el habla en tan cruenta hora de la vida, cuando ya decae el ímpetu de sostener la rutina de los días, con la dignidad que sólo los fantasmas tienen para aparecer y marcharse en sonrisas irónicas. Ella llenaba el espacio, su rostro níveo estaba encendido por una mágica fuerza, jamás sus ojos mortales podrían observar una mujer igual, no era tan sólo una mujer, otra como ella no podría haber…


“Mas préndame a sus labios deliciosos, como de abejas al dorado enjambre
De virgen flor oscilante estambre que blando mueve el céfiro al pasar.
Ay! Donde la vida hallar creía, cual colibrí la miel en la azucena,
Sólo hallé en la copa de ponzoña llena que vino mi existencia a envenenar”

-Damphir-
31-07-2009, 18:34:57
-IV-

Y ahí, en medio del paradero, un hombre viejo con la felicidad irradiada por todo su cuerpo, se aferraba a una figura escondida en medio de una negra gabardina. Ella rodeó con sus brazos la cansada figura de aquel minotauro vencido, y besando su cuello le dijo dulcemente al oído con una voz que anteriormente ya había escuchado: – la calle es larga y triste vagabundo, ningún dios la ha creado y a nadie pertenece pequeño bufón de los días en el mundo no te afanes que ya vienen las horas por cada uno de nosotros y el viejo mirándola pensó en años pasados, en como se parecía esa figura a otra que con antelación y locura también con frenesí había amado. Entonces el viejo dijo en voz alta que le parecía que estaba en un sueño, que ella era irreal y sin cavilarlo merecía todos los adjetivos que de la belleza inefable pudieran surgir. Y ella le dijo -tal vez estas en un sueño querido vagabundo. El viejo reaccionó de estremecimiento, se le retorció el estomago y sintió profanado el amor que surgía de un vientre solitario, pero ella seguía ahí, no se había desvanecido en medio del vapor que la lluvia producía, su voz le hablaba, y era esa la voz que aparecía en la penumbra de los días como un coro dulce, eran sus silabas la representación de la naturaleza, como notas desde su hipotálamo hasta la neurona más lejana de sí, ella se presentaba como el coro, alivio y sosiego, ansia y desdicha, deseo y rechazo, era tan dual que no lo comprendía y no necesitaba de ello, era como si ya no reconociera la realidad que ante sus ojos se cruzaba, transfigurando su masa, fundiéndose como amalgama firme a ella y su regazo. Tan sólo un pequeño instante y no podía hacer nada por liberarse de su encanto, de ese todo-tan-sin-tu de esa nada-repleta-de-yo, de la emoción de sus labios, de un beso. Esa mujer llenaba la orilla incandescente de días repletos de energías malgastadas, ella era eso sin nombre, la palabra que falta para completar la frase rota, el olor del sudor entre Afrodita y Eros, mujer inigualable como su nariz dulce bordeada por la órbita de sus ojos y sus orejas arropadas en el caudal negro de su cabello, que como Saturno, el tiempo en silencio se tragaba y no devolvía ni en los más angustiosos sueños.
Tras el beso y el meditar descuidado de sus palabras, el vagabundo cayó rendido sobre la banca extasiado, anhelando encontrar como siempre en ella algo más, ese algo-de-por-ahí que le daba vida como el alimento, la sonrisa colmada de vivo pero no me jodan que yo también dejo vivir, la conciencia inagotable de quien es simple como ella la de siempre y ya. Pero ella no estaba en la banca del paradero, era una estela de un sin nombre lejano cercano a la palabra olvido, se había marchado como el relente de la mañana que se apoderaba de las estructuras metálicas. Al cabo de unas horas el hombre viejo despertó sobresaltado, anhelante y cada vez más vacío, la voz que venia era la de ella pero ella no estaba, confundido como la primera vez, lo único para él fue escuchar el lamento de su alma con voz de impensable dama…


“Róbaseme la dicha que tenía, róbaseme mi paz y mi sosiego,
Y en mi tirana te erigiste luego, y yo te amo y siempre te amaré.
Más no cual tú, que tienes quien te admire, Quien te prodigue incienso prosternado;
Yo sólo tengo un corazón llagado, sólo amar sé y amando moriré”

-Damphir-
31-07-2009, 18:35:59
-v-

El vagabundo estaba desnudo, asaltado como antes por su nebuloso recuerdo, no estaba a su lado y sin ella, la cándida armonía de sus labios danzando retozantes sobre los suyos, era una mentira oculta tras una esquina, la noche eterna detenida entre el tiempo de los sueños y el de los placeres se había ido, dueña de los cuerpos, sin despertar, sin prisa, tenía las medias mojadas y los gritos silenciosos de los sueños juntos en uno sólo. No había cuerpos, labios, pechos sin goce ni descanso, sin fin, llenos de instantes, demarcados por el deambular de la luna sobre su órbita, noche de sueños y de placer interminable. Lejos ella ya, quien sabe donde, todas las palabras atoradas en la garganta que no pudieron por él ser dichas se atrancaron en desorden obstruyéndole la respiración. El vagabundo se golpeó el pecho fuertemente, retumbaba como un eco entre sus vértebras, preso por la angustia de no respirar, moriría como un pez fuera del agua, abriendo y cerrando la boca hasta que se le paralizara el organismo por ausencia de oxigeno en el cerebro. El viejo se metió casi toda la mano izquierda en la garganta ansioso por arrancarse los versos y mandarlos con el viento hasta sus oídos, pero todo lo que salio fue aire comprimido de melancolía y la voz briosa declamando hipostasiada el vaticinio lejano de un espíritu quebrado…
“Pero ay! Que si el cielo no ha querido de perfección hacer conmigo alarde,
No por eso, mujer, soy yo cobarde, yo tengo honor aunque pujanza no…
Si, tengo honor, el sentimiento excelso que asegura del alma poderío,
Y un alma bulle aquí en el pecho mío, que digno de adorarte Dios creó”


En la memoria contínua del vagabundo como una sombra hacia su destino, la calle pronunciaba un nombre sin nombre, la soledad cubría su cuerpo como un abrigo, percibía la orilla como un vacío y los árboles de pie en musgo y ramas sonreían despidiéndose, tierra colgada de un paisaje invisible borrado del idioma titubeante y retraído. Acostado sobre la banca del paradero, inerme, el vagabundo extrañaba el aroma concreto de la esencia de aquella mujer innombrable, su esencia en almizcle de roble y samán. El céfiro movía las hojas tiradas en el suelo como una fotografía vaga, anticipando lo que seria el fin de sus días, historia compartida de los seres humanos, penumbra en la que moran las horas por ella llenas, materia única ubicada al devenir de los jadeos continuos, el vagabundo sólo pensaba en verla llegar. Sabía que maravilla así no pasaría, descubierto en la orilla del universo crepuscular sin ser él mismo sonreía, gastándose bajo la luz que antes en felicidad junto a ella lo bañaba. Entonces, cuando las olas de la lluvia se habían batido como las alas de los pájaros y la creciente sensación de la muerte se acomodaba con sentido, la mano que escribe se detuvo como sus pulmones agotados sin aliento, sin motivo, aferrados junto al viento, ausentes del momento, idos en el eco de las sirenas que sin misterio, levantaban una vez más el cuerpo de un NN muerto.

-Damphir-
21-08-2009, 23:50:04
http://www.youtube.com/watch?v=fLIuB6lwCXA


Isn't it a lovely day, Mr. Bukowski .....

-Damphir-
22-08-2009, 15:06:19
http://www.youtube.com/watch?v=GPXRkfIgd2Y (http://www.youtube.com/watch?v=GPXRkfIgd2Y)

"El hombre de negro huía a través del desierto, y el pistolero iba en pos de él.
El desierto era inmenso, la apoteosis de todos los desiertos, y se extendía bajo el firmamento en todas direcciones en una distancia de tal vez varios parsecs.
Blanco, cegador, reseco, desprovisto de cualquier rasgo distintivo salvo por la tenue silueta brumosa de las montañas recortadas en el horizonte y por la hierba del diablo, que producía dulces sueños, pesadillas y muerte.
Alguna que otra lápida señalaba el camino, pues el borroso sendero que serpenteaba sobre la gruesa corteza alcalina otrora había sido una pista recorrida por diligencias.
Desde entonces, el mundo había avanzado. El mundo se había vaciado."

-Damphir-
10-09-2009, 19:49:54
http://www.youtube.com/watch?v=mcAVvdT4e88