Es probable que dentro de pocos años, Francia tenga problemas con la multitud de etnias y culturas que posee. No es extraño los inmigrantes de antiguas colonias que tienen rencor hacia la nación francesa, los cuales denostan constantemente de los símbolos propios de ese país, como la bandera o el himno. Los roces multiraciales también son frecuentes, incluso se ha mencionado que en la selección francesa que asistió al mundial pasado existieron roces entre los franceses blancos y los inmigrantes.
Aunque esta es una ley tonta, propiciada por algún ultra-nacionalista que quiere hacer proselitismo, los países europeos deben reglamentar un poco las políticas de inmigración, en aras de conservar la cultura de cada país. Acordemonos de la insolita demanda que ocurrió en España, donde un alumno musulmán se sintió indignado al escuchar del Profesor la palabra cerdo. Cuando uno es inmigrante, sabe que tiene que someterse a algunas reglas del país que lo adopta. El ejemplo de India es claro. A ellos no les gustaría que llegasemos y profenemos sus costumbres, como a nosotros no nos gustaría que un hindú nos maldiga e insulta cuando estamos disfrutando de un filete.