Mike tyson, una dulce paloma??'

MIKE TYSON UNA DULCE PALOMA...............



Los gringos son capaces de cualquier cosa. Pueden convertir a un hombre rudo como Mike Tyson en un dulce entrenador de palomas. Lentamente, le quitan el aura de agresividad, le enseñan a tener paciencia con las preguntas de los periodistas, lo obligan a quedarse quieto durante dos horas en una rueda de prensa.





Poco a poco, con paciencia, lo despojan de su pasado de cárceles y drogas y le dan otros recuerdos que puede contar en su nueva vida. Así esperan que el mundo olvide quién era Iron Mike y se enamore del nuevo Tyson, un gigantón tierno que por fin está cumpliendo el sueño de su infancia, que no era ser boxeador, que no era ser famoso, que no era ser rico, sino tener un palomar.
Esa es la historia en el nuevo programa de Animal Planet, Cara a cara con Tyson, que se lanza en junio en América Latina. El que había sido llamado "El hombre más malo del planeta" muestra su faceta de criador de palomas y aprende a entrenarlas para competir en carreras, en una especie de reality que tiene visos de documental.
Según cuentan los productores, Mike Tyson era un gordito de gafas, pobre y tímido, al que matoneaban en el colegio. A los diez años, las únicas amigas que tenía en el mundo eran las palomas, y un niño malo le arrancó la cabeza a una de ellas. Tyson se enfureció y le dio una golpiza al asesino de pájaros.

Diez años después, ese gordito de gafas fue el campeón mundial de los pesos pesados más joven en la historia del boxeo. Y todo se lo debemos a las palomas. "Siempre tuvo palomares", asegura Mario Costa, su mejor amigo y el dueño de Ringside, un gimnasio en Jersey City que parece un escenario de película, con las paredes descascaradas y afiches de boxeadores viejos. "Cuando vivía en Harlem les ayudaba a los criadores a cargar bultos de comida para palomas. Ellos le pagaban a veces con un ave, y él la criaba y la cuidaba".
Costa ahora tiene el palomar, llamado Tyson's Corner (la esquina de Tyson), en la parte de atrás de su gimnasio. "La historia de Mike con las palomas está ligada a su historia con el boxeo", dice Costa, mientras prende un tabaco enorme, y se recuesta contra la pared, junto a una bolsa de entrenamiento, para posar mejor para las fotos. "Cuando perdió contra Lennox Lewis estaba golpeado, adolorido, cortado. Vino aquí para estar solo, porque no quería hablar con nadie. Yo le pregunté si estaba bien, y me contestó que sí, pero que tenía el corazón roto".

Las palomas, según su amigo, eran su refugio, lo que lo tranquilizaba. "En otra ocasión -continúa Costa-, Mike estaba quebrado. No tenía nada. Llegó temprano, a eso de las siete de la mañana, al palomar. Estaba vestido con sandalias, pantalón corto y camiseta. Ya no tenía relojes, ni cadenas, ni anillos, ni el séquito de personas que lo acompañaba siempre. Se sentó en una silla y se quedó dormido. Al despertar, me dijo: 'soy rico'. Yo pensé que estaba soñando, pero repitió: 'soy rico'. Me dijo que la paz que estaba sintiendo, esa soledad, ese silencio, eran la verdadera riqueza".
Pocos campeones mundiales se han reinventado como Tyson. Luego de una adolescencia difícil, en la que entraba y salía de reformatorios, se convirtió en un disciplinado boxeador. Su agilidad y su fuerza lo volvían temible, y llegó a ser catalogado como uno de los pugilistas más importantes de la historia, e incluso a ser comparado con el gran Ali.

Además de haber ganado en su meteórica carrera el cinturón de la WBC, con veinte años recién cumplidos, se propuso conquistar los otros dos trofeos en el peso superpesado, una hazaña que logró en 1987, tras derrotar -por puntos- a James "Bonecrusher" Smith, que tenía el cinturón de la WBA, y luego, ese mismo año, derrotó a Tony Tucker, que era el poseedor del título de la IBF, en un combate que también ganó por puntos.

El último boxeador antes de Tyson en tener los tres títulos era Larry Holmes, a quien Tyson enfrentó en enero de 1988 y derrotó por nocaut en el asalto cuatro, y luego, para que no cupiera duda de quién era el nuevo e indiscutido rey en el ring, ese mismo año derrotó a Michael Spinks (que a su vez había derrotado a Holmes), en el segundo 92 del primer asalto, alcanzando así el clímax de su carrera y, de paso, ganando unos treinta millones de dólares por combate.
Tyson, sin embargo, se descarriló. Una acusación de violación lo devolvió a la cárcel, y más adelante fueron las drogas las que lo condenaron. Se retiró del boxeo en 2006, año en el que hizo una última pelea de exhibición, pero ya el año anterior había declarado no tener "las agallas que se necesitan para seguir boxeando".
El nuevo Tyson se convirtió al Islam, incursionó en el cine (hizo una pequeña pero exitosa aparición en la película The Hangover, y repitió aparición en la segunda parte, junto con Bill Clinton), está pensando en meterse al teatro y, como si fuera poco, ahora tiene su propio programa de televisión.

Tyson es vegetariano estricto, está limpio de drogas y alcohol y lleva una vida sana y tranquila en Las Vegas, desde donde viaja con frecuencia a Nueva York a grabar su programa de palomas. "Cambié a raíz de la muerte de mi hija", dice. Exodus Tyson falleció a los cuatro años (en 2009) luego de ahorcarse con el cable de una máquina trotadora en su casa de Phoenix, donde vivía con su mamá y su hermano de siete años.
"Al comienzo pensé que la vida se había terminado, pero lo cierto es que luego empecé a vivir por ella".

El ex campeón habla en un salón del hotel Ritz de Nueva York, donde se lleva a cabo una rueda de prensa con cuarenta periodistas de países tan disímiles como Malasia y Chile. Lleva unos jeans oscuros y un polo verde manzana que deja ver que está en forma, a pesar de sus 44 años y su tendencia a la obesidad (enfermedad de la que murieron su madre y su hermana).
Tiene la voz aguda y es "lengua sopa", pero su simpatía es apabullante. Parece en realidad un hombre nuevo, mucho más alegre que el Tyson silencioso y con cara de criminal al que nos acostumbramos en los años noventa. Salta de emoción, levanta la voz para hacerles chistes a los periodistas y tiene paciencia durante más de una hora para contestar preguntas.
Cuenta que decidió hacer pública su pasión secreta por las palomas por algo muy prosaico: el dinero. "Sin embargo -dice- no aceptaría un trabajo en el que no conserve mi dignidad. Este programa de Animal Planet es hermoso porque no sólo puedo hacer lo que me gusta y me pagan por ello, sino porque tengo la posibilidad de ver a esos animales tan hermosos. Ellas me enseñan humildad".

Según Tyson, las palomas son grandes maestras. "Ocurre lo mismo con las palomas que con el boxeo, o con cualquier carrera que uno escoja en la vida. Hay palomas que son hijas de campeones, que son pura sangre, pero si no se entrenan, si no se trabaja con ellas, no llegan a ser buenas. Yo he aprendido que los títulos no importan, que no importa de qué familia venga uno o qué ancestros tenga. Lo importante es la disciplina, el entrenamiento, la dedicación. Sólo así se llega a ser el mejor".
Vinnie Torres, el asesor de Tyson en el entrenamiento de las palomas, está de acuerdo. "Hay que tener una dedicación de 110%. Levantarse temprano, limpiar el palomar, darles comida a los animales, entrenarlos a diario". Torres fue contratado por el equipo de Tyson para que le enseñara a entrenar palomas porque, según Mike, él sabía criarlas pero no tenía idea de cómo hacer que compitieran.

"Al comienzo, las palomas vuelan cerca del palomar. Dan vueltas y regresan. Luego se llevan cada vez más lejos y van volviendo. El truco está en esconderles las cosas que más quieren para que vuelvan rápido", dice Torres. Tyson sabe que no es tan fácil como eso: "Criarlas es sencillo, pero entrenarlas no. Muchas no vuelven, a lo mejor porque se desorientan, tal vez porque se las come un depredador. Es muy triste ver que no volvieron al palomar".

Tyson tiene unas 900 palomas, casi todas mensajeras, que son las que se utilizan para carreras. "En Estados Unidos es algo pequeño -dice el excampeón-. Pero en Europa y en Asia es toda una subcultura. Bélgica es el lugar donde se inventaron las carreras de palomas. Cuando vinieron los inmigrantes italianos a Estados Unidos, en el siglo XIX, trajeron consigo sus palomas. Por eso los mafiosos tenían criaderos, era común en esa época. Aquí una paloma puede costar 500 o 600 dólares, que es barato. En China se vendió una por 170.000 euros".
En realidad, este oficio no da gratificaciones económicas (excepto si es un programa hecho para Animal Planet). "En esto de las palomas hay de todo -dice Torres-. Hay médicos, abogados, vagos. Y cuando nos reunimos los criadores, hablamos de palomas. No importa en qué profesión estemos, no importa cuánto nos ganemos, porque no competimos por dinero sino por el derecho a alardear de nuestros animales".

Tyson no alardea. O no sobre los animales. "Yo estoy orgulloso de pertenecer a esta subcultura, de hablar de palomas, de hacer lo que hago", dice. Y añade: "Uno tiene que tomar la vida como venga. Aceptar las cosas que le suceden. Hay que tener flexibilidad, porque quien no es flexible, se rompe. También se debe tener adaptabilidad, porque si uno no se adapta a las circunstancias está terminado". Tiene razón. Y él se ha adaptado a las mil maravillas a su nueva historia. Falta que nos adaptemos nosotros también.