una fiestica

Nos habían invitado a una fiesta. Jon, mi novio, y yo, quedamos para ir en metro. Era en casa de un amigo que habíamos conocido hace poco y la mayoría de personas que irían no las conocíamos pero no nos importaba.
Eran las 11 de la noche y el metro estaba casi vacío. En nuestro vagón éramos los únicos pasajeros. Jon llevaba unos vaqueros que le apretaban un poco, cosa que a mí me encantaba. Yo vestía una camisa con un marcado y bonito escote, y una falda larga suave con mucho vuelo agarrada por un sencillo cinturón largo que dejaba caer desde en mi cadera.
Los dos en silencio, un poco dormidos, pero con ganas de llegar, cuando noto su mano acariciándome la rodilla y subiendo muy despacio por mi muslo. Noto como se me acelera el corazón pero le freno la mano. No quería hacerlo allí. Me miró con una sonrisa y me dio un beso en el moflete sacando un tema de conversación trivial, para relajar el momento.
Cuando llegamos a la casa ya había gente y la música sonaba alto. Nos presentamos a los desconocidos y saludamos a los pocos que si conocíamos. Bebimos y él se fue a un rincón con unos chicos mientras yo me fui a bailar con unas amigas y el anfitrión.
Jaime, el dueño de la casa, se acercaba mucho mientras bailábamos. Nos reíamos y bebíamos sin dejar de bailar. Empezó la canción que a todos nos gustaba y noté su mano agarrándome de la cadera y acercándomela hacia la suya. Con una sonrisa le seguí el juego moviendo mi cadera haciendo que mi culo le rozara una parte del pantalón que cada vez parecía más dura. Jon nos miraba desde el rincón, cuando nuestras miradas se cruzaron, y entonces empecé a bailar para él agarrando a Jaime.
Di media vuelta sobre mi misma y vi la cara de Jaime muy serio, la boca medio abierta y sus ojos delataban sus pensamientos. Sonreí traviesa y le abracé el cuello, haciendo que mi pecho se aplastaran contra el suyo y empecé a moverme al ritmo de la música. La entrepierna de Jaime sobresalía cada vez en sus pantalones.
Entonces una mano se poso en mi hombro, Jon tiraba de mi. La piel de Jaime se volvió roja como un tomate se aparto rápido con unas palabras que ahora no recuerdo y nos dejo solos en la pista. Jon me abrazó muy fuerte haciendo que casi me tropiece con los tacones. Al apretarse contra mi note su excitación lo que hizo que mi corazón se acelerara nerviosa.
Sin dejar de bailar me separó del grupo, encontramos la habitación de Jaime con la puerta cerrada y sin dudarlo me empujó dentro cerrando la puerta detrás de él. Ya estaba muy cachonda asique le agarré yo la mano y le empujé hacia la cama de Jaime. Rápidamente le desabroché el cinturón y los vaqueros, dejando libre a su palo, rígido, viril y duro.
Sin poder evitarlo paso mi lengua por su miembro de arriba abajo muy despacio haciendo que se impaciente. Sus manos me agarran el pelo y me levantan. Me besa metiéndome la lengua hasta la campanilla y su otra mano me levanta la falda y me agarra el culo muy duro haciendo que gima de sorpresa.
Me empuja y me tumba bocarriba en la cama mientras se baja mas los pantalones. Y sin darme cuenta se recuesta encima de mi y con un rápido moviento noto como su poya se mete dentro de mi de un golpe. Yo estaba tan excitada que no le costó nada entrar. Me agarro a su cuello y cierro los ojos intentando no gemir con sus moviemientos.
Fuera solo oímos la música y a la gente, que estan ajenos totalmente a la pareja que gozaba en la cama del anfitrión.
Sin esperármelo Jon se levanta y sin decir nada tira de mi y me pone de pie. Me levanta la falda y separo las piernas, dos intentos y su poya vuelve a meterse dentro de mi haciendo que mis pies se separen un segundo del suelo. Sus manos buscan las mias y con una me agarra las dos muñecas por detrás mientras que la otra me baja la camiseta y el sujetador dejando mis tetas al aire. Entonces sé lo que viene. Empieza a embestirme brutalmente haciendo que gima y casi grite de placer, notando sus huevos chocando conmigo por debajo en cada embestida.
Oímos algo pero no hacemos caso, mis pechos botan como locos y yo gimo cada vez más. Jon hace más profundas sus embestidas y acerca su boca a mis labios, sabe que me pone mucho oir sus jadeos. Entonces un último empujón hace que note su palo al final de mi vagina y grito sin poder evitarlo, Jon jadea con los ojos cerrados agarrándome muy fuerte sin dejar que me mueva. Pasan unos segundos, y noto como chorrea mi entrepierna.
Nos arreglamos en la oscuridad nerviosos, besándonos y susurrándonos cosas. Cuando salimos, la gente parece que no se ha dado cuenta de nada. Y Jaime no está por ningún lado.