Noche buena !

No era más que un lunes y ya estaba arrecho, será la película de la madrugada o la vecinita que acostumbra salir en pijama a la tienda de la esquina, cuantas ocasiones me la he querido papear ahí mismo, arrimarla en la vitrina, bajarle esos pantalones de franela, estoy seguro que no lleva cucos, ese aroma de recién levantada, a lo sumo agarrada la trenza de cabello negro oscuro azabache, una paisa bien culona con sonrisa de ángel, que no huye mi saludo y cumplidos, desde luego muy merecidos, no había tomado en cuenta el color de sus ojos, su cola atrapaba siempre mi atención, la muy perra cuantas veces se desperezó en mi delante, entreabriendo sus piernas una delante de la otra, sus brazos extendidos como si quisieran alcanzar las lámparas del lugar, dejando ver la silueta de su cuerpo prisionero de esos trapos de algodón que no le hacen justicia, muchos esconden ese hermoso y escultural cuerpo, tallado a pura natación y aeróbicos, es una asidua empedernida del ejercicio. Varias veces me ha encontrado ingresando al edificio de departamentos, con la cruda y guayabo más verraco, y esta ha pasado con ese derriere fruncido y sin darme la hora, hasta me ha hecho sentir mal esta gomela.

Pero…, los dioses se apiadaron de mi, este minúsculo ser dentro de este mundo lleno de hembras, sediento de ellas, ferviente admirador del cuerpo femenino, recuerdo la primera vez que mi tía me enseño a manera de broma sus tetas, según dijo era de sus sobrinos, el más avispado; cuando lo recuerdo llego a la conclusión que lo esta perra pensaba era que yo era el más lentejo y disfrazó su antojo con alagos, lo único que tuve que hacer por semejante regalo fue decirle con toda la convicción, que las tetas le habían quedado estupendas; y claro que sí, la muy puta hasta me las dejó sentirlas, que ganas de tenerlas en mi boca (pero esa es otra historia, no sea que me la censuren a ésta .

Retornaba del trabajo a eso de las 20h00, como nunca juicioso y sin agenda presente, hasta un domicilio encargué desde la oficina pa no perder el tiempo y poder hacer el inventario del mes (los gastos, desde luego), ya diciembre a mis espaldas y no sabía a quien nomás debía, la deuda infaltable de la panadería, no me la podía olvidar de pagarla, hasta hubiera pagado por dejarme acercar todos los días, que a pretexto de desayunar tenía la visión de la virgen en persona, esta paisa si que me iluminaba las mañanas, unos cuantos viejos mojarras creo que hasta se hacían la paja con la misma chuspa del mandado. En mis adentros (y pensar que la tengo de vecina), pero ese lunes no era, no sería igual; la puerta del ascensor se abre y me encuentro esa hermosa figura de espaldas, pegada su frente a la puerta de su departamento, por poco paso sin prestarle atención, si no es por su lamento, debió haber recién llegado, no pudo sacar sus llaves del bolso o las ganas de entrar a su casa no eran las mismas; pude observar que su maleta porta planos estaba en el suelo, no puedo asegurar que lo haya dejado caer; dos pasos más y un sollozo profundo detuvo mi andar, me regresé y le pregunté si necesitaba ayuda, que las coas por más feas que sean parezcan se las puede sobrellevar, inmediatamente el puro y más absoluto silencio nos hacía compañía, tanto que pensé que había dado el papayaso y que pasaba de inoportuno, tanto que reinicié mi camino, sin embargo, no pude dar un paso, me tomó del brazo, me dijo “pensarás que soy una torpe, pero si tu no hubieras aparecido, seguro al entrar al departamento, hubiera saltado por el balcón, no quiero entrar, siento que lo encontraría demasiado grande”; razón para invitarla a pasar al mío, a lo cual asintió, sin embargo, me pidió que lo mirara, tan pronto como ingresamos me preguntó por el baño y se encerró, no presté cuidado y llevé cosas al estudio, donde guardo mi portátil y acomodo los nuevos ejemplares de mis revistas (motos y autos), cada semana las compro religiosamente hasta me siento mal cuando la canillita no las consigue, de cierta manera me he vuelto temático de estas maricadas; fui a la cocina por una pola y al cerrar la puerta de la nevera me encuentro con esa cara angelical mirándome, cuantas veces quise encontrarme en sus ojos, era una ocasión bastante singular, que tuve que tomar un trago grande de cerveza antes de poder hablar, le pregunté como le quedaba que millonarios había salido campeón, ella me arrojó la más estrepitoza carcajada (cómo ibas a pensar que sería de otra manera), seguidamente le pregunté como se sentía, si el momento malo había pasado yah, a lo que me replicó que, era una boba, por más trabajo que sea, no se merecía delicarse por eso; lo cual asentí y no pregunté más. Le hice pasar al living, le propuse una pola o vino, ella se decidió por el vino, esa botella me hizo ojos cuantas veces, pero siempre me ganó el juicio, pensando que sería para una ocasión especial, y qué más que esta, la saqué de inmediato, casi con desespero busqué el sacacorchos pero había olvidado donde lo guardaba, abrí unos cuantos y no podía ubicarlo, con ese pendiente, sonó el intercomunicador, ya había olvidado el domicilio solicitado, era Don Carlos “el portero: su merced, aquí tengo un domicilio para usted, ke suban?”, pues claro, muchas gracias; había solicitado un arroz frito y rollitos en LAI LAI; Karen, como se llama esta paisa, me dijo que sentía pena por incomodarme, a lo cual le pedí de favor, que no esté así, que no era molestia alguna, tanto que la cas completica era suya y que si quería comer algo, me dijo que gustaba de esa combinación que comía poco, casi nada; muy bien, ahora si, solo me falta poder abrir el vino, como nunca pude ubicar esa maldita herramienta, me fui por la fácil, golpié el canto (la base) de la botella repetidamente en la pared de la cocina hasta cuando el corcho estuvo lo más pronunciado por salir y lo saque con los dientes; ella, con una mirada atónita me decía que no lo podía creer, que de ese truco no tenía idea, que de donde lo conozco; teniendo a esa hembra en mi casa lo que hubiese inventado, simplemente le dije que ya no recordaba ni quien ni cuando, pero que era hace mucho tiempo; ella no se hizo problema, sola ubicó los platos y cubiertos y los acomodó en la mesa, hasta vaso, copa y servilletas; mi expresión –como en casa!-, daba cuenta de lo bien que me sentía, el primer brindis por tan exquisito momento no se hizo esperar, y como lo dije, esperando que no sea el único, pues ya llevaba seis meses sin intentar más que un saludo y eso por cortesía; las ocupaciones diarias también hacían su parte, mi tiempo, mis urgencias laborales, no siempre me proporciona momentos tan agradables, más aún en mi casa; pregunté si nacional o extranjera la música, cualquiera vendría bien dijo ella, mientras me iluminaba con sus ojos, tomé el control del estéreo, lo encendí, había puesto un disco de LU, es un grupo musical de México, balada es su fuerte, bueno cuando existía, su vocalista decidió por separarse del lastre que tenía por compañero grupal, ella no los conocía, cosa que me pareció agradable y le comenté que este día era lo mejor que me había sucedido en años, y que lastimosamente el vino se había terminado, sus ojos lo dijeron todo, también no era de su agrado aquello, sin embargo tengo una botella de champagne, igual es vino comenté, ella estuvo de acuerdo y la abrimos, digo abrimos, porque tuve cierta dificultad y ella se acercó, tomó la botella del canto y yo del corcho, dando vueltas se la pudo aperturar, lo mejor cuando por no permitir que se chorreara, se llevo a la boca el pico de la botella y se trastornó una frondosa espuma por sus labios y empapó su blusa, esa tela mojada mostraba en transparencia ese par de prodigiosos senos, inmediatamente se cubrió con la servilleta de tela “que pena contigo…”, suerte que no es vino tinto, comenté, le pedí que me esperara y saqué una polo, grande para ella según dijo, sin embargo se la llevó al baño a cambiarse, regresó y una de mis fantasías había sucedido tenerla en mi departamento con ropa mía encima suyo; conversamos de todo, ella me recordó unos cuantos pasajes que mi memoria las había borrado a conveniencia, sin embargo, Karen los tenía muy presente y a detalle, pues me describió tales momentos (bochornosos), pues me había pillado con unas compañías nada juiciosas, niñas malas algunas, nada de preocuparse pero tampoco que aumente el ego, pues uno paga por esas compañías. Cosas de las cuales casi no se recuerda o quiere hacerlo, le indiqué, sin embargo, soy hombre y un hombre no acostumbra pasar mucho tiempo solo, claro está; ella guardaba absoluta atención a mis palabras, y asentía cada cosa que decía, continuara…

Qué pena con ustedes tengo que viajar, anunciaron ya el vielo, voy a la Feria de Cali, la historia se las termino ya estando allá...