cCON LA MADRE Y LA HIJA

Caminó delante de mí hacia la sala. Tenía un culo pequeño apretado en los jeans. Iba como flotando sobre sus botas desabrochadas. La seguí hasta nuestro destino. Cuando llegó, se dio la vuelta y empezó a girar sobre si misma quitándose la camiseta al ritmo de la música que sonaba en la sala de espera. Llevaba un sujetador negro que tapaban sus pequeñas tetas. Me hizo gestos con las manos para que me quitase la camiseta. Me la quité sin dejar de observarla, acercándome a ella. En su vientre se marcaban ligeramente sus abdominales y otro piercing se veía brillar en su ombligo. Siguió con su particular striptease y se deshizo de las botas para después empezar a quitarse los vaqueros. Sus labios violáceos eran el marco perfecto para la boca que tenía. Al sonreír mostraba una blanca dentadura. Traviesa boca. Se quedó en ropa interior dando vueltas para que la observase. Se sentía segura con su cuerpo. La madre no aparecía y yo estaba a punto de seguir a su hija hasta donde me llevase.


- Ya veo que te ha gustado lo que ves. Espero que ya te hayas puesto cachondo. Quítate los pantalones y ven para acá. Vamos a probar lo que ha puesto a mi madre tan chillona.– Dijo mientras se quitaba las braguitas, que eran minúsculas. Se sentó en uno de los sillones, se abrió de piernas y mientras se acariciaba con una mano, me decía que me acercara hasta ella moviendo su otra mano.


Al llegar hasta donde estaba ella y ver su sexo, la boca se me hizo agua. Se abría ese tierno fruto exponiéndose. Había eliminado cualquier rastro de pelo sobre su piel blanquecina y suave. Su sexo se iluminaba con la humedad ante mis ojos, con unos labios pequeños que sólo se veían cuando se los abría con los dedos. Se mostraba ante mí con una lascivia que pocas veces había visto. Acaricié la parte interior de sus muslos, hasta llegar lentamente a toquetearlo, acariciarlo, apretarlo. Mi boca pronto se sumergió en una frescura de aroma débil, fresco y dulzón. En sus caderas llevaba tatuados dos estrellas con un intrincado dibujo. Mis manos cogieron su culo para apretar su sexo contra mí. Abrí la boca y succioné sobre toda su raja, succioné fuerte para que entrara en mi boca. Qué dulzura de coño!!!!. Me agarró del pelo y presionó mi cara contra su entrepierna. Notaba que mi boca se llenaba de un líquido muy viscoso. Un néctar que bebí encantado.

- Joder, me estás poniendo a mil!!!!!!. Mierda, para, que por ahí viene mi madre. – Dijo Vane gimiendo, al tiempo que yo me levantaba.


Mari entró en la sala de espera vestida con un vestido con muchos colorines, arreglada, con sandalias con tacón y el pelo suelto. Yo me senté en el sillón al lado de la tatuada Vane con una erección brutal y la boca reluciente de sus jugos. La hija se agarró a mi pene y empezó a pajearme con deseo. Y le dijo a su madre.


- Mamá, cierra la puerta al salir que nos vamos a quedar un poco más.
- Siempre se tiene que salir con la suya. Empezaste con los tatuajes, luego los piercings, después quieres ir vestida y pintada como un muerto. No, pues hoy vas a hacer lo que quieras. No te voy a dejar esa polla para ti solita, era mía mucho antes que tuya. – Dijo Mari desde la entrada.
- Ya que he visto un poco de lo guarra que eres, me podías enseñar el resto. Ven y aprende como hay que comerse una polla, que a ti ya se te ha olvidado. – Le dijo la hija que ya se movía.


Se colocó entre mis piernas en el suelo y sin soltar mi polla la escupió un par de veces y la pajeó con más fuerza, cogiéndome con la otra mano de los testículos. Los chupaba sin dejar de mover sus manos.


- A ver como se te pone de dura, me encanta comerme una buena polla. Te voy a vaciar estos huevos que parece que tienen tanta leche dentro. – Su cara decía mucho más que eso.


Mari se acercaba hacia mí sacándose el vestido por la cabeza y mostrando toda su desnudez. En pelotas caminando hacía mi boca y quitándose las sandalias. Sus tetas me sorprendieron de nuevo al verla desnuda. Con el pelo suelto parecía una leona de caza. Me besó lentamente mientras su hija se estaba tragando mi polla hasta lo más profundo de su garganta y dejando caer toda la saliva que producía encima de mi verga, para seguir chupándola. Su maquillaje empezó a licuarse con la humedad de los ojos y la de la boca. La hacía parecer más mala y cumplía perfectamente su deseo de atragantarse con mi rabo. Comencé a masturbar a Mari que miraba a su hija de vez en cuando. Me mordía el cuello y yo hacía lo mismo. Volví a atrapar sus tetas y disfrutar de ellas.


- Como te estás poniendo de polla!! Hija mía, pareces una tragasables. .- Su hija se sacó lo que tenía muy dentro de su boca y mientras chorros de saliva resbalaban por su barbilla.
- Qué buena!! Me gusta tu polla. Me muero por tenerla metida en otro sitio. – Me dijo mientras me miraba sin haber hecho caso a lo que había dicho su madre.


Cogí su cabeza y volví a meterle mi polla que reventaba entera en la boca, apretando incluso cuando hacía amagos de toser. Cuando la solté no retrocedió ni un milímetro y mantuvo su garganta llena. Unos instantes de lujuria extrema.

- Joder con ella, me va a secar pero de verdad. – Liberó mi polla despacio de su encierro. Dejaba un reguero de saliva que caía de su boca directamente encima de mi pene.
- Esto me lo tienes que hacer más veces, no es lo mismo cuando tienes el control que cuando no lo tienes.

La chica gótica ya tenía su coño encharcado y yo estaba deseando zambullirme en su interior, parecía tan pequeño. La levanté apartando a Mari cuidadosamente, y la tumbé en el sofá levantando sus piernas pero sin abrirlas apenas. Me agaché y froté mi capullo contra su sexo, que seguía chorreando, y lo apreté contra el umbral de la pequeña abertura. Iba entrando poco a poco en el mejor lugar donde se puede tener metida una polla. Vanesa aullaba como lo había hecho su madre antes, la madre y la hija eran más ruidosas que una ambulancia. Lo que creaba una ambiente de sexo y disfrute.


Solamente metía y sacaba mi capullo de su suave entrada. Una dulzura de sensación abriendo esa tierna rajita poco a poco. En unos segundos entraba y salía metiendo un poco más cada vez. Seguía penetrando más y más. Hasta que mi polla entera descansó en su interior durante unos segundos. Una vez saboreado el interior por cada una de las células de mi pene, comencé a deslizarme en su interior con más velocidad y buscando el final de ese túnel embriagador. Fui abriendo sus piernas a medida que embestía frenéticamente. No tardó en tener un orgasmo muy ruidoso agitando el cuerpo con una fuerza que no parecía tener. Se abrazaba a mí con sus piernas con fuerza.


- Ven aquí y deja a mi hija que disfrute de un descansito. Me habéis puesto muy cachonda, no pensaba que me iba a gustar ver como se follan a mi hija. – Dijo la madre que estaba a cuatro patas sacando el culo y moviéndolo de manera excitada. Veía su ano palpitar.
- Ven Vanesa que vamos a preparar bien a tu madre entre los dos. – Dije cogiendo a la delgada chica y levantándola para que pusiera su cabeza apoyada encima del culo de su madre.
- ¿Qué es lo que vas a hacer?.- Preguntó Vanesa, medio zombie.


Sin responder cogí mi polla y la metí en la boca de la hija apretando fuerte con mis manos en su cabeza para perforarla la garganta. Empecé a follarme su boca como había dicho que quería hacer más veces. Saqué mi rabo de su boca y una gran cantidad de saliva cayó por la comisura de sus labios cayendo sobre el culo de su madre.


- Ahora, ábrele un poco el culo a tu madre para que esté a punto. – Y apreté su cara contra el ensalivado agujero de Mari. La hija empezó a lamer el culo a su madre mientras metía sus dedos para dilatarlo. Mari no decía nada.
- Rómpele el culo a mi madre, no me perdería esto por nada del mundo. – Decía Vane, que parecía ebria de vicio, mientras abría los glúteos de su madre para que la penetrara.


Me adentre en su culo sin parar hasta tenerla toda dentro. El grito de Mari se unió al gemido de su hija y a mi propio grito. Subí una pierna al sofá para profundizar y ensanchar su agujero. Me agarré con las dos manos a sus tetas, apretándolas como a dos manzanas a las que quisiese sacar el jugo. La daba por el culo con rabia. La di el orgasmo que quería con una batería de pollazos bastante más fuertes de los que había recibido antes. Mari se corría y yo seguía alargando su suplicio celestial.

La hija se había puesto al lado de su madre también mostrando su culo y jugando con él. Se metía los dedos que luego se chupaba y volvía a masajear el interior de su rosado ano.


Casi sin darme cuenta porque me volví loco con la visión del pequeño culo de esa chica oscura, estaba detrás de ella ensalivando su trasero e intentando meter mi polla en su expuesto culo. Su madre pareció ni darse cuenta, porque seguía jadeando a la vez que se apretaba su entrepierna con una mano que estaba empapada. Su puerta trasera se negaba a ser traspasada. Tuve que forzar la cerradura con más presión de la que mi polla podía aguantar.


- Métemela toda y dame por el culo como a mi madre, cabrón!.
- Eso estoy intentando, pero no quiero hacerte daño.
- Creo que ahora mismo hasta el dolor me produciría placer.


No había espacio para mí en ese agujero tan pequeño. Apreté con más fuerza, con mucha más y mi polla taladró su culo con mucha dificultad. Sentí algo de dolor pero seguí empujando. Un poco más. Con gran esfuerzo. A Vane, o la estaba doliendo o estaba disfrutando, pero no lo sabía porque su grito no explicaba nada. Ella se había ofrecido pues que ahora aguantase la enculada. Su culo se rompía en burbujas de calor producidas por la fricción de mi polla en su interior. A Vane la estaba dando un ataque y Mari se descomponía a mi lado masturbándose y con el culo aún abierto. La saqué de su interior para volver a ver como seguía ese agujero. Ahora daba la sensación de haberse relajado.


Un líquido incoloro, viscoso y consistente se resbalaba por las piernas de Vane que se masturbaba. Se había corrido y su flujo era denso como la miel. Pasé mi capullo por su coño embadurnándolo con esa poción mágica, hasta dejar la polla bien mojada. Directamente esta vez, introduje mi rabo en su culo hasta el fondo y de un golpe seco. Sujeté sus caderas cargando más peso sobre ella. Se tensó y aguantó el siguiente golpe. Y el siguiente. Y todos los que vinieron después. Gritando, chillando, diciendo guarradas y contrayendo su fibroso cuerpecillo. La estrechez de su culo que parecía tener músculos ejercitados y mi vaivén en el abismo de su agujero hicieron que una lluvia de ganas de eyacular invadiera mi mente y mi cuerpo.


- No voy a aguantar mucho más en este culo y te lo voy a llenar de semen.- Dije mientras pensaba en soltar mi carga. Vi la cara de Vane, furiosa, deseosa .
- Me corro, me corro, me muero, dios!. – Decía Vane mientras mi verga seguía bombeando presión en su culo.


Mis movimientos se fueron haciendo más lentos a medida que me corría jadeando. La descarga de una rayo cayó sobre mí cada una de las veces que mi polla escupía leche en el delicioso culo de la joven Vane. Me sentía más ligero tras descargar mi depósito en su interior. El tiempo parecía detenido, los sonidos se distorsionaban. Me tumbé poniendo su cuerpo encima de mí. Sin sacarla de su trasero. Su espalda contra mi pecho. La quité el sujetador que todavía llevaba puesto y estreché sus pequeñas tetas en mis manos, acaricié su cuerpo, mientras seguía penetrándola. La hija chorreaba semen por su culo y ese líquido tan peculiar suyo por su sexo.


Su madre al ver nuestra posición se puso de rodillas en el suelo cogiéndome los huevos y sacando la polla del culo de su hija para chupar el instrumento que la había dado tanto placer. Después de comerse mi polla que chorreaba empezó a meterle los dedos en el culo a su hija mientras chupaba su trasero bebiéndose el coctel que sacaba de dentro de su hija. A Mari le gustaba comerle el culo a su hija y viceversa.

- Joder mamá, no sigas que me va a empezar a apetecer de nuevo.
- Qué ganas de semen que tengo, antes no me has dejado disfrutar de toda la leche que tenía en mi cara. – Le dijo la madre con leche en los labios. Parecían insaciables.


Al mirar la hora que era, me asusté. Llevaba casi dos horas en la clínica. Pedí perdón por tener que marcharme. Se quedaban con ganas de más. Le di mi tarjeta a Vanessa por si necesitaba cualquier cosa.

- Eyy, la semana que viene es mi cumple, 18 sólo se cumplen una vez en la vida. Ya te llamaré.
- Ok, llámame para todo lo que necesites. Y si me pones un mensaje con lo que te gustaría tener, hasta puede que tengas regalo. – Dije bromeando.

Me vestí y me marché con la esperanza de volver a encontrarme a alguna de las dos algún día. Algún día.