Piedad, un costo pagable

¿Qué daño le hace a la seguridad del país que la senadora reciba a Moncayo?

A pesar de que estoy en absoluto desacuerdo con lo que hace, piensa, dice, conceptúa y propone la senadora Piedad Córdoba, he aprendido a admirarla profundamente.

Al comienzo, su misión humanitaria en relación con los secuestrados me dejaba un sabor utilitarista y pantallero. Creía que ella estaba en campaña política cuando removía cielo y tierra para hacer contactos tendientes a obtener la liberación de alguno de ellos. Hasta sus relaciones con Hugo Chávez me parecían sospechosas: no porque entre ellos pudiera existir cierta afinidad política, porque eso es seguro que la hay. Sino porque la imaginación femenina me llevaba hasta a pensar que podría existir entre ellos un romance. Es que me parece que Hugo y Piedad parecen hechos el uno para el otro. Para tranquilidad de los lectores, creo que romance nunca hubo, pero perfectamente podría haberlo habido, y si se querían enamorar, estaban en todo su derecho. Pero me parecía muy peligroso que una sociedad político-conyugal como esa se quedara con el manejo exclusivo de la llave para liberar secuestrados colombianos. ¡Un verdadero peligro para la seguridad nacional de Colombia!

Con el paso del tiempo, la actividad humanitaria de Piedad Córdoba se ha enseriado ante mis ojos. Su convicción acerca del papel de facilitadora es absolutamente sincera y desinteresada. La prueba es que no se inscribió en la consulta liberal, a pesar de que el reconocimiento en las encuestas por su labor le otorgaba una ventaja muy interesante frente a sus contendores.

Es más: pienso que la existencia de una persona como Piedad es muy valiosa para el país. Ha asumido con absoluta dignidad y como parte de su oficio que la insulten y la involucren con la actividad de las Farc mucho más allá de lo legítima y legalmente permitido. Es que hasta sobrenombre le tenía 'Raúl Reyes': "Teodora Bolívar" es, indudablemente, una persona que tiene llegada en las Farc, aunque entre sus mismos comandantes se burlen de ella, como parece que lo hacen, según correspondencia incautada a la guerrilla. Allá no respetan ni a los amigos.

En contraste, así como estoy de acuerdo con casi todo lo que hace, piensa, dice, conceptúa y propone Álvaro Uribe, estoy en total desacuerdo con su negativa de permitir que Piedad Córdoba reciba al cabo Pablo Emilio Moncayo.

Para impedirlo, el Presidente arranca todas sus declaraciones afirmando que las Farc nunca han debido secuestrarlo. Pues eso se cae de su peso. Lo importante es que ahora han aceptado liberarlo y para ello no están pidiendo ni plata, ni zonas de despeje, ni constituyentes, ni presencia internacional de países enemigos. Están pidiendo que sea Piedad la que se lo reciba, y ese costo por la liberación de un ser humano once años privado de su libertad es absolutamente pagable.

Por el contrario, si Uribe se sigue oponiendo con su terquedad a pagarlo, prolongando de manera tan innecesaria el llanto de la familia Moncayo, el costo se nos puede encarecer. Ya comienza la prensa internacional a sugerir que la libertad del pobre cabo está en sándwich entre la mezquindad criminal de las Farc y los intereses políticos del Gobierno. Es que si uno le explica a un canadiense que al cabo Moncayo todavía no lo sueltan porque al presidente Uribe no le interesa que una señora que se llama Piedad Córdoba, radical opositora del Gobierno, se lleve todas las palmas, no podría entenderlo. Y si le decimos que hay una asesina y secuestradora llamada 'Karina' a quien el Gobierno nombró "gestora de paz", menos.

Tratándose de la libertad de un ser humano, no hay costo que no pueda pagarse. Pero mi reflexión es mucho más sencilla. Presidente: por la liberación de Pablo Emilio Moncayo, el de Piedad es un costo absolutamente pagable.

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