DeNunCianDo - Oidos sordos

POR HECTOR RINCON ..... NoS CAE A TODOS!!!!!!!!!!!!!!!!

q buen articulo

Oídos sordos

Oír lo que se quiere oír, fragmentariamente, no es una deficiencia sino una estrategia política para radicalizar más.

Es tan viejo como la ambición el refrán según el cual no hay peor sordo que el que no quiere oír y se aplica casi siempre en conflictos interpersonales, en discrepancias de matrimonios mal avenidos y en discusiones brutólogas y sosas, pero en Colombia se usa también como estrategia política.

Una maña más. Agazapados a la espera de más argumentos para reafirmar sus actitudes pendencieras, los amigos de las doctrinas uribistas saltaron sobre Alan Jara y sobre Sigifredo López cuando hablaron sobre lo que les parece el rumbo de este conflicto que nos empobrece a todos y nos criminaliza a todos.

Jara y López se expresaron sin cortapisas y desde el fondo de sus corazones. Honestamente. Y dijeron —y están diciendo— profundidades que enriquecen las miradas y el debate sobre lo que debemos ser. No digo que todo lo que han dicho sea palabra de Dios, pero sí digo que sus testimonios desgarrados, autónomos y muy pensados, están llenos de lucidez y, ante todo, están libres de las ataduras citadinas, de los vínculos con el poder, de la domesticación mental que implica tratar de entender cómo se mueven los hilos del poder.

Es casi ridículo, por desproporcionado y arrogante, que las reflexiones de los secuestrados reciban los análisis descalificadores de los politólogos que abundan. Ellos —Alan, Sigifredo y todos los demás— han hablado en carne viva, desde la orilla de una experiencia humillante. Y ellos —los violentólogos, los politólogos y todos los demás— hablan desde los restaurantes en donde han botado corriente todos estos años mientras los secuestrados morían entre el pantano y encadenados.

Pero, claro, los sordos que no quieren oír han encontrado en lo dicho por los recién resucitados una oportunidad para reafirmar sus creencias y sus prepotencias. Y han oído, claro, lo que quieren oír: lo que les conviene para demonizar. Fragmentariamente. Frases descontextualizadas. Reflexiones a medias. Y han resuelto crucificarlos porque no dicen las cosas como las dicen ellos, como les ha dicho su ideólogo, el presidente Uribe, que deben decir. No han dicho La Far, no han dicho facinerosos, no han dicho narcoparabanditerroristas y toda la jerga cargada de tigre que suele emplear el Presidente para aumentar el rugido de la tribuna.

Una lástima. Con los sordos deliberados, digo. Una lástima que se estén perdiendo la ocasión de oír palabras nuevas y opiniones distintas y frases que estos colombianos que vienen de la selva trajeron para proponer como debate. No para imponer criterios, que qué poder van a tener para ello, sino, al menos, para ejercer el derecho a la palabra y decir lo que piensan de manera independiente.

Desde luego que no soy tan ingenuo como para pensar que toda esa sordera es gratuita. Vuelvo a decir que es estratégica. Es una manera de radicalizar más al país, de seguir regidos por las encuestas de popularidad, de vender en términos baratos y efectistas la certeza de que la culebra sigue viva. Y que por eso hay que persistir en disparar como solución única, como destino irremediable de esta patria que lleva oyendo disparar más de medio siglo.

Y para apoyar toda esa estrategia, pues hay medios y hay cotorras. Y hay un dedo índice siempre dispuesto a señalar para culpabilizar, para condenar con bulla y con irresponsabilidad como esa de hablar de un bloque intelectual de la guerrilla. Tanta sordera a las opiniones distintas, nos hace menos civilizados porque no aprendemos del disenso. Tanta sordera hay y tanto interés en oír lo que les conviene para seguir colgando lápidas, que aunque no sirva de nada, hago lo que hizo Alan Jara para el intento de espantar el mal entendido mal intencionado: no soy de las Farc, no me gustan las Farc, no comparto nada de las Farc, odio los métodos de las Farc. Tampoco oyeron, ¿cierto?