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La corrupción, dolorosa lacra de España
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Foto: biblioteca.uam.es
La corrupción, dolorosa lacra de España
La corrupción en España cobra tanto vigor que los diputados del parlamento se han visto obligados a la discusión de esta dolorosa lacra de la nación.
Justo de eso versa el comentario de Ígor Kudrin.
En cada Estado el afán de algunos políticos, financieros, empresarios de ganar ingresos ilegales existe desde tiempos remotos. En España esa situación se observó en tiempo de Franco y después de la liquidación de la dictadura. Los castigos eran rigurosos y a tiempo, por esta razón sobre la envergadura de este tipo de crimen de parte de empresarios, y tanto menos, de políticos, casi no se hablaba. Sin embargo, la crisis económica estallada en la Península Ibérica repercutió tristemente en el “florecimiento” de esta plaga. Esto asombra a los extranjeros a quienes la tierra hispana durante muchos años les parecía un verdadero paraíso. Hace un año un colega mío de Zaragoza, que visitó Moscú como turista, se quejaba amargamente: la crisis financiera y económica genera en el país cada vez más engaño, concusión, deudas no pagadas. De la prensa madrileña inferimos cómo se lucha contra este mal no solo la policía y los juzgados, sino asimismo los parlamentarios de Cataluña, Andalucía, Castilla-La Mancha, Valencia. Con la circunstancia de que violaciones como aumentos salariales para altos funcionarios o maquinaciones financieras astutamente ocultas de hombres de negocios ya no siempre son perseguidas por la policía y castigadas por los tribunales, como en años precedentes. Con la llegada del tiempo de crisis a los ladrones y estafadores se les perdonan las infracciones más descaradas de la ley. La gente, entre sí, parece condenarlas, pero, por otro lado, las justifica involuntariamente: en tales tiempos los métodos improcedentes son perdonables.
Un ejemplo reciente: A mediados de febrero un tal Diego Torres presentó a un juzgado documentos con cuya ayuda trataba de acusar al yerno del Rey Juan Carlos, Iñaki Urdangarín, de apropiación de dinero privado y público y de abuso de confianza. Sin embargo, tal y como se podía suponer, el escándalo más sonoro se armó cuando la ciudadanía supo coger con las manos en la masa, al ex tesorero del PP Luis Bárcenas. Fue sorprendido al retirar veintidós millones de euros de cuentas ocultas del partido en un banco helvético. El PSOE al punto aprovechó el caso y exigió la dimisión del presidente del gobierno Mariano Rajoy. El propio Rajoy declaró que el partido no guarda dinero en bancos extranjeros y ordenó a los suyos que no se mezclaran en este escándalo. Por el momento no está claro en qué termine el escándalo. Con más razón porque se aclaró que en la cuenta se guardaban treinta y ocho millones de euros, no veintidós millones. El ex contable hace declaraciones casi a diario y tiene prohibido abandonar España. Por lo visto, recela, y no en vano, un fundado riesgo. La policía amenaza con perseguir rigurosamente a los infractores de leyes, que buscan sus intereses egoístas. La delegada del Gobierno en Madrid por el PP Cristina Cienfuentes dijo al respecto que se trata de un momento muy difícil para el PP y para todas las fuerzas políticas del país. Los españoles reciben nuestras divergencias como un problema. Y es un factor negativo. Se debe recuperar la confianza de los ciudadanos en todas las fuerzas políticas del país.
Importa decir que altos políticos del PP y del PSOE han bajado la polémica en torno a este tema. Algunos afirman que el hurgar en asuntos ajenos amenaza para cada uno de ellos con venganza que pueda llevar a desenmascaramientos inesperados. Por eso, los dirigentes de las dos fuerzas políticas rectoras buscan puntos de contacto, para evitar escándalos y desenmascaramientos mutuos. Y pese a que el texto general del pacto sobre desenmascaramiento de la corrupción a escala nacional que debe ratificar el Pleno del Congreso no está listo aún, sus dirigentes buscan activamente la firma de un acta que compruebe a los electores su honestidad y la no implicación en escándalos y corrupción que cobran vigor. Podemos imaginarnos el estado de ánimo de los españoles si en plena crisis económica que privó de empleo a uno de cada cuatro trabajadores, ellos se enteraran de súbito de hechos indecentes de la práctica de los dos partidos rectores. Si sus líderes resultaran de repente implicados en la corrupción, en quien podrá creer y quien será capaz de sacar al país de la grave situación, al que compadece toda Europa.
De modo que hoy para los españoles el mejor desenlace de la situación creada sería una declaración conjunta de todas las fuerzas políticas denunciando la creciente corrupción. Mariano Rajoy y los líderes de los socialistas han formulado una variante preliminar del documento. Que, además, prevé un trabajo eficiente del Tribunal de Cuentas, la revisión del Código Penal y de las declaraciones sobre ingresos y bienes y en las sesiones del parlamento los contables de diversos partidos han de hacer acto de su presencia para regularizar pacíficamente todos los agudos problemas financieros. Si los diputados llegan a un compromiso sobre estas difíciles cuestiones, el creciente escándalo en torno a millones de euros en bancos suizos puede ser el último y los políticos quedarán satisfechos. Al menos, cada uno de los dos partidos rectores ha preparado para los próximos debates quince propuestas sobre la solución de problemas financieros. Creo que tal política irá a favor de España de hoy y le ayudará a concentrar los esfuerzos por salir de la crisis, cuyo fin se pronostica para finales del año siguiente.
vs/kg/sn
Respuesta: La corrupción, dolorosa lacra de España
Para mí no es dolorosa. Es en España .
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AMARILLO, AZUL Y ROJO: COLORES PRIMARIOS PARA UNA MENTE PRIMARIA
"Mis manos aprietan el obturador casi a la misma velocidad con que suceden los hechos. Vértigo, hermanos,
es lo que se siente por la violencia de este país que aquí presento, dolor que nos aprieta los labios y los dientes”
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