Las Farc son las Farc

La autora de la columna es Paloma Valencia, filósofa y abogada, especializada en economía y medio ambiente y simplemente opina desde su particular punto de vista, suponiendo pensamientos de los protagonistas de la apertura de la segunda fase de los diálogos de paz.

Es cierto, no hay razón para el optimismo desmedido, pero tampoco para el pesimismo exagerado. Habla del desconcierto de los negociadores y lo que personalmente percibí, por el contrario, fue mucha seguridad de qué se va a discutir (los cinco puntos acordados) y cual es su objetivo (la terminación del conflicto).

Luego niega que se trata de una estratagema de las Farc para negociar. La respuesta es sencilla, ¿si no lo es, si ya vieron que el gobierno no se va a apartar de los cinco puntos, por qué siguen en el proceso? Parece que no es un diálogo de sordos, sino lo que se realiza en toda negociación, pedir mucho para conseguir lo más que se pueda ya que es inevitable que se debe ceder hasta llegar a un punto medio.

A continuación expresa una idea errónea de lo que el Estado puede darles a las Farc y habla de cosas materiales (cargos públicos, fincas, sueldos y lavado de sus capitales activos) y se olvida de algo esencial. Por supuesto que por eso no se desmoviliza nadie, pero las Farc lo que buscan es legitimidad y el Estado puede brindársela. Ante la imposibilidad de llegar al poder por medio de las armas quieren espacio político y de ahí que hayan puesto en el tapete la "Marcha patriótica" el embrión de su futuro partido.

Y respecto a Chávez, Paloma parece que se quedó en el pasado y todavía habla del expansionismo bolivariano. Con todo y las locuras del venezolano, el nuevo mandato que recibió fue el de solucionar los graves problemas internos, causados en parte por su afán de protagonismo internacional y parar el desangre de las finanzas públicas. Por eso, para Chávez como para la región, el mejor negocio es la paz de Colombia y contar con aliados políticos no armados. Las Farc como partido pueden hacer mucho más por el chavismo que metidas en la selva tratando de sobrevivir.

Sobre el proceso electoral, Paloma analiza el futuro como si el presente fuera eterno y dice que las Farc jamás triunfarán en las urnas. Esos "jamás" son aventuradas afirmaciones en un mundo cambiante. ¿Alguien se podría imaginar hace unos años que guerrilleros llegaran al poder? Mujica en Uruguay y Ortega en Nicaragua son el mejor ejemplo, y el FMLN en El Salvador, hoy gobierna en El Salvador a través de Mauricio Funes.

¿Alguna vez se pensó que con la sanguinaria persecución de Pinochet, incluyendo un golpe de Estado tendría la izquierda alguna posibilidad de llegar al poder? La feroz dictadura no consiguió que la hija de un miembro de la Unidad Popular, que además fue su prisionera, sería presidenta (Michelle Bachelet) ni que otro izquierdista gobernara a Brasil después de décadas de crueles dictaduras y gobiernos de derecha,

En el libre juego de la democracia y en la medida que los partidos abandonan sus radicalismos y enarbolan cambios sociales dentro de los cauces democráticos, su opción de llegar al poder es posible. Que las Farc lo crean o no, es un interrogante que el tiempo resolverá y que dependerá de qué tanto peso tiene su facción política sobre la militarista.

Pero claro, Paloma sólo ve el presente. Es el problema de no estudiar el pasado para poder avizorar el futuro y vivir inmersa, como las hormigas, en la burbuja de lo cotidiano.