DeNunCianDo - Un carrusel para estafar a los consumidores

Daniel Samper Pizano

Al retirarse, el Superindustria denuncia la corrupción imperante en contratos y productos comerciales, una trampa que esquilma a millones de colombianos.

Aplastada bajo noticias sobre la paz, la próstata presidencial, las elecciones en Venezuela y Estados Unidos, la vitanda campaña reelectoral del Procurador y la crisis económica en Europa, se publicó hace poco una valerosa denuncia sobre la corrupción que nos devora. Se trata de las declaraciones que legó a modo de testamento el superintendente de Industria y Comercio, José Miguel de la Calle (Semana, 1.X.2012), que ocupó el cargo durante dos años y a quien le correspondió estrenar el Estatuto del Consumidor (Ley 1480 de 2011). He aquí algunas de sus denuncias:
* La publicidad engañosa asalta cada año a millones de consumidores.
* Más del 60 por ciento de las licitaciones están amañadas.
* Cada año llegan 40 mil quejas de consumidores a la página web de la Superintendencia (www.sic.gov.co/).
* Hay áreas clave, como la telefonía celular, donde "la calidad del servicio es muy mala", la competencia es casi nula y los abusos son muchos.
* El poderoso sector azucarero está bajo sospecha por restringir la competencia en detrimento de los consumidores.
* En el 2011, la SIC impuso sanciones por 100 mil millones de pesos.
Una de las empresas más duramente multadas, Feoh Ur Internacional S. A. S., vendía un amuleto curalotodo, la Cruz del Gólgota, con la que estafó a miles de ingenuos consumidores. La publicidad llevaba el irresponsable aval de personajes como el futbolista Leonel Álvarez, la actriz Dora Cadavid y el cantante Jean Carlos Centeno. La SIC le clavó una multa de 1.020 millones de pesos hace tres meses. También ha investigado o sancionado firmas que ofrecen adelgazamiento veloz (dieta de Jorge Hané) o rejuvenecimiento (Revertex). Maxburn merece una pesquisa.
Se ignora a cuánto asciende lo que pagan los colombianos -generalmente de poca cultura y escasos medios económicos- a empresas que los engañan con falsas promesas, incumplen las garantías o venden objetos de infame calidad. Son miles de millones de pesos que se embolsilla un carrusel tan poderoso como el de los contratos de obras, o aún más.
Para luchar contra los avivatos que ponen conejo a los consumidores existe desde el año pasado el Estatuto del Consumidor, plausible instrumento legal que presentaron y defendieron -¿por qué no decirlo?- los congresistas Elías Vidal, Galán Pachón, Gaviria Muñoz, Jiménez Paternina y Mora Jaramillo. Se dice que es el más avanzado de América Latina.
La lucha contra los defraudadores de la fe comercial debe adelantarse en varios frentes. La SIC tiene un portal on line muy aceptable, pero al que le falta una lista negra de empresas y productos sancionados. Necesita, además, negociar con Google que no le cuele publicidad de los artículos vetados. Ocurre que si uno busca, por ejemplo, las pulseras Power Balance, multadas por mentir a los clientes, aparecen en esa misma página web del Estado destacados avisos que mete Google: "Power Balance: ofertas on line"... "Power Bracelet: 50% más barato"... "Power Balance: pulseras listas para la venta". Es como si en las páginas donde la Policía advierte sobre los pederastas Google anunciara pornografía infantil.
Amén de abolir en sus contenidos los avisos claramente fraudulentos, los medios deberían sumarse a la lucha con investigaciones y denuncias a fondo. ¿Quiénes son los propietarios de las firmas que engañan? ¿Qué otros negocios tienen? ¿Cuál es su ganancia? ¿Dónde están sus víctimas?
El principal escuadrón de la guerra contra los abusos comerciales son, por supuesto, los consumidores. Que se organicen, que se defiendan, que no paren de denunciar y que se conviertan, además, en fiscales de las oficinas públicas encargadas de "regular el control de calidad de bienes y servicios ofrecidos y prestados a la comunidad, así como la información que debe suministrarse al público en su comercialización". Así lo quiere el artículo 78 de la Constitución Nacional.
ESQUIRLAS. La ayuda indispensable de Hugo Chávez en el proceso de paz colombiano es el premio de consolación por su victoria.

Daniel Samper Pizano