Orden en la casa

Orden en la casa

Por: MARíA ISABEL RUEDA
María Isabel Rueda

Una comisión de expertos para reformar la justicia penal militar viene estudiando el tema por encargo del Gobierno, que ha entregado unas recomendaciones al Congreso.






La sentencia contra el general (r.) Rito Alejo del Río a 25 años de cárcel por el asesinato de un campesino es una de las menos convincentes de los anales de la precaria justicia colombiana.



¿Cómo lo condenan si el juez mismo admite que Del Río no mató a esa persona, no planeó su asesinato, no lo ordenó, no supo que lo iban a matar y tampoco fueron sus hombres los que lo mataron?
Porque el juez se basa en la teoría de las estructuras criminales del famoso y polémico penalista alemán Claus Roxin. Que, aplicada al caso, indica que, aunque hayan sido los paramilitares los comprobados asesinos, Rito Alejo debe responder como autor mediato, porque tenía montada con ellos una estructura criminal.


El problema es que la sentencia no logra demostrar ese contubernio. Solo supone que existió, basada en testimonios de personas que luego se retractaron, al igual que suponemos justa o injustamente muchos colombianos que hemos escuchado sobre las hazañas del "pacificador de Urabá". Uno de sus subalternos también asegura, según la sentencia, no que Rito Alejo actuaba en complicidad con los 'paras', sino que nunca le vio "voluntad para combatir a los paramilitares". ¿Eso es suficiente para quitarle a un hombre la libertad durante lo que seguramente le resta de vida?



Por lo demás, no conocemos ni una sola sentencia de la 'Farcpolítica' basada en la teoría de Roxin. Y supongo que si el caso le hubiera correspondido a otro juez menos politizado, es tan improbable esta condena como si su juzgamiento le hubiera tocado a la justicia penal militar, por lo menos en lo que respecta a su responsabilidad por matar a un campesino, al que no mató.
Esta sentencia no es seria. Y como tal retrata el problema de los cerca de 17.000 militares colombianos actualmente condenados o detenidos, que han quedado atrapados en la incertidumbre jurídica que hoy campea en medio del conflicto armado.


Una comisión de expertos para reformar la justicia penal militar viene estudiando el tema por encargo del Gobierno, que ha entregado unas recomendaciones al Congreso. Este haría bien en acelerar su estudio, no para que haya impunidad sobre actos de lesa humanidad o violatorios de los derechos humanos, sino para que al Derecho Internacional Humanitario, que contiene las reglas de la guerra, lo respetemos en Colombia y sean juzgadas sus violaciones por tribunales especializados en este conflicto interno.
Ad portas de un nuevo proceso de negociación con las Farc y el Eln, es más urgente que nunca definir con toda claridad hasta dónde llega la protección del fuero penal militar de nuestros soldados.
La situación es la siguiente. Las Farc no aceptarán un cese del fuego sino hasta el final, el día en el que firmen, si se hace, el acuerdo con el Gobierno, según el borrador revelado esta semana por Pacho Santos. Amparadas en ese plazo, arreciarán hasta donde puedan los ataques terroristas, las tomas de pueblos, las minas 'quiebrapatas', los asaltos contra patrullas militares y de policía, las pipetas de gas y demás desmanes contra la población civil. Frente a eso, Santos no tiene más alternativa que mantener la presión para que el Ejército continúe dando certeros golpes a la guerrilla, ojalá ahora con más contundencia que nunca.


La pregunta es cómo mantener la moral de la tropa. Porque, al tiempo que la victoria se busca, desesperadamente y a costa de muchas vidas, en el campo de batalla, se va a empezar a negociar en una mesa en Cuba. Con el riesgo de que, por los éxitos militares que obtengan en el entretanto nuestros soldados y oficiales, los terminen empapelando en complicados líos judiciales, por cuenta de los cuales hasta se ven obligados a pagar por los honorarios de sus propios abogados.
Para alcanzar la paz se requiere, primero que todo, orden en la casa.



HABÍA UNA VEZ... Si Alejandro Gaviria no endereza el sector de la salud en Colombia, no lo endereza nadie.

María Isabel Rueda
Fuente eltiempo.com