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La cara visible y oculta del porno

Por: elespectador.com

¿Hay una industria de porno en Colombia? 17/26 Producciones manda la parada del entretenimiento adulto nacional. Los demás son trabajos esporádicos o de algunos productores internacionales que vienen al país en busca de menores precios y sabor latino.

http://www.elespectador.com/files/im...be16efaefb.jpgLaura Montenegro, actriz que participa en las producciones de 17/26.
La historia de Dania Suárez y su encuentro caliente con un empleado del Servicio Secreto de Estados Unidos es la historia que está preparando la productora colombiana 17/26.
Con los recientes escándalos por los videos filmados en locaciones no apropiadas se cae en la falsa creencia de que Colombia es un centro para producciones porno. Nada más lejos de la realidad. Para eso se necesitarían al menos 10 empresas como 17/26 Producciones, de la que son dueños la pareja paisa de Andrea García y Cristian Cipriani, los pioneros del porno en Colombia y los primeros que viven en el país de este estilo de producciones.
Desde 2006 esta pareja hace un trabajo constante y persistente en el que filman cinco días a la semana y hasta sábados y domingos. No sólo producen para sus productos locales, que consisten en más de 50 páginas web, sino para clientes internacionales que les piden material con sabor latino. Desde hace dos años, el cliente más importante que tienen es Penthouse, para la parte web, y próximamente para el canal de TV que incursionará en Latinoamérica.
Andrea García asegura no saber de otras productoras en el sector. Ha oído de una que hace cine gay en Medellín, pero considera que 17/26 es la cara visible del porno en Colombia. “Nosotros no somos ni los primeros ni los últimos que vamos a hacer porno en Colombia. Sin embargo, hay productores que hacen una, dos o tres escenas, encargos para afuera, pero no les interesa dar la cara porque la doble moral es muy fuerte. Puede que a un productor de RCN o Caracol le encarguen algunas escenas. Pero nosotros vivimos de esto y hacemos porno todos los días, grabando alrededor de cuatro escenas por día”.
Simón Posada, autor del libro Días de porno, y quien hizo una seria investigación durante tres años de la historia de lo que ha sido la industria del sexo nacional, confirma lo que dice García. Aparte de ellos, no hay nadie que se tome el porno como una industria, como un trabajo de todos los días de la semana. “Se da mucho el caso de que un gringo viene por su cuenta, va a un burdel, contrata a unas prostitutas y las graba”. Tanto García como Posada aseguran que hay varias productoras de garaje, pero son trabajos que se hacen con pocos recursos y de manera esporádica. “Sí hay productores que vienen a Colombia a filmar por los bajos precios de producción, pero son más de tipo experimental, que se hacen por motivos casi que turísticos”, afirma Posada.
Según García, ellos sirven mucho de filtro para los productores internacionales que quieren venir a Colombia a rodar. “Generalmente los gringos traen los actores, porque aquí en Colombia estamos muy mal de hombres que hagan esto, y nosotros les prestamos los servicios de producción”.
Hace unos años hubo una polémica porque Nacho Vidal, el emblemático actor porno español casado con una colombiana, Franceska Jaimes, vino a filmar en unas fincas de Melgar. Las fincas de tierra caliente son apetecidas porque ofrecen la privacidad que requiere una producción de este estilo y porque se logran conjugar varios lugares en una misma locación.
Según uno de los empleados de Hangar Films, una de las empresas más grandes en Colombia que presta equipos para filmaciones, son muy pocos los requerimientos que han tenido por parte de extranjeros para filmar porno. En una ocasión les prestaron a unos españoles y en otra, a unos argentinos un equipo pequeño.
Una maquilladora de Caracol fue contactada por unos argentinos para que fuera a una finca en Villavicencio a prestar sus servicios a una filmación porno. Según Claudia*, le pagaron muy bien, en dólares, y no hubo cuenta de cobro, sólo un recibo de caja. “Una de las chicas era de Pereira, en donde trabaja de bailarina y acompañante. La otra era bogotana, pero estudiaba en el Externado. Filmaron durante dos días, durante los cuales los actores no comieron nada, sólo se hidrataban con bebidas energizantes y agua, para evitar que los fluidos supieran mal y para que los cuerpos se vieran mejor. No les permitían tomar alcohol ni fumar. Era un ambiente muy limpio y me llamó la atención que tuvieran a una enfermera que lo primero que hacía era hacerles lavados vaginales y anales a todos. Al hombre le aplicaron una inyección coagulante para permitir erecciones más prolongadas”. Según Claudia, todo era muy dirigido, no había un solo movimiento de los actores que no se hiciera por orden del director. En cuestión de maquillaje, le pidieron que fuera intenso, utilizó uñas y pestañas postizas, extensiones y aerógrafo . “Me pareció curioso que para la eyaculación final, la enfermera trajera leche condensada porque la cantidad que daba el hombre no daba para llenar todos los planos”, añade Claudia. Ella asegura que nunca más fue contactada para hacer ese tipo de trabajos y que dentro de sus amigas no conoce a ninguna que los haya hecho.
El escándalo que desató el reciente video porno que fue en parte filmado en el Castillo de San Felipe, en Cartagena, es para Andrea García, o bien un desconocimiento total de las reglas del juego o fue hecho intencionalmente para darle más publicidad a la nueva página en la que se encuentra alojado, www.culioneros.com, porno en español que pertenece al gran grupo de Bangbros. “Eso es un productor gringo que consiguió una gente en la costa para que le produjera ese material. Tengo entendido que las chicas que participaron ahí le hicieron el sindicato al gringo porque les habían asegurado que esa página estaba bloqueada en Colombia. Es imposible asegurarle a alguien que esa escena nunca se va a ver en el país, porque todo se conecta al final en internet”.
Por el contrario, en 17/26, dicen ellos, son serios con los contratos y saben respetar para evitar los problemas. “No nos interesa meternos con cosas que van a levantar ampollas”.
De todas maneras, no es como todo el mundo cree. No es fácil hacer porno en Colombia. Según García, las chicas tienen todavía muchos prejuicios. Es un oficio que lo toman mucho por impulso, por curiosidad o por simplemente probar, pero son pocas las que se lo toman como una profesión. No hay continuidad y lo primero que preguntan es si esas imágenes se verán en Colombia. Tienen una base de datos de 30 chicas con las que han trabajado, pero cuentan incondicionalmente solamente con cinco actrices y cuatro actores. “Son mujeres que les gusta y que realmente quieren hacer una carrera en el porno. Yo creo que nacen con eso, lo llevan en la sangre, no tienen que hacer ningún esfuerzo”.
Las tendencias
Gustavo*, un profesor universitario en Medellín, es un aficionado y amante del porno. Para él, lo que está en boga en Colombia son las webcam. Según este profesor, ahí se encuentra una gran industria. “La web cam4.com está llena de colombianos. No necesariamente muestran la cara, pero por el hablado, o un Divino Niño colgado en la pared, delatan su nacionalidad”. Lo que se mueve en porno en Colombia es esa interacción directa del usuario y no la industria de los videos.
Para Andrea García, la tendencia es el porno cotidiano, muy natural, amateur, ese hecho por la gente del común, que no son actores, que no están en un estudio, en el que no hay guiones. “Ese es el género que está tomando mucha fuerza”.
Industria colombiana o no, el porno aquí y afuera mueve millones de dólares y millones de clics. Para Santiago Posada, el porno es una nueva dinámica de prostitución en la que se vende el cuerpo para ser reproducido cientos, miles, millones de veces.

* Por petición de las fuentes los nombres fueron cambiados.