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Familia Cardozo gana puja internacional por una niña
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El cuidado de la menor A. Baxter Cardozo, de siete años, fue el motivo de una batalla jurídica entre su padre y sus abuelos maternos, la cual terminó hace una semana con el fallo de un juez. El progenitor promovió el proceso para que le devolvieran a su hija y regresar a Guatemala, país donde ha vivido los últimos años. Los abuelos no la querían devolver porque consideraban que su padre era una mala influencia y que la niña debía quedarse en Colombia. Tras un largo proceso, la semana pasada un juez de Chía (Cundinamarca) decidió que la menor se debe quedar en el país. La niña en disputa nació y vivió en Guatemala, pero es hija del argentino Federico Baxter y Consuelo Cardozo, una colombiana que falleció en 2008. Tras la muerte de la progenitora, la pequeña y su hermana mayor, María Luna, empezaron a vivir dificultades por supuesta violencia intrafamiliar, abandono y el constante consumo de droga del padre. De esto se dieron cuenta los abuelos maternos, Jesús Alberto Cardozo y Gladis Gaitán, que hicieron lo posible para que ellas se quedaran a Colombia. En junio de 2010 Federico permitió que sus hijas vinieran al país durante unas semanas, para visitar a sus abuelos. Sin embargo, no regresaron a Guatemala. Los abuelos, al conocer los detalles del supuesto maltrato contra sus nietas, promovieron ante el Instituto Colombiana de Bienestar Familiar (ICBF) un proceso de protección para quedarse con la custodia de la menor, la que consiguieron de manera provisional tras argumentar las malas condiciones en las que vivía con su padre en el país centroamericano. Federico Baxter, al conocer la intención de sus suegros, viajó a Colombia para pelear por la restitución de la custodia de su hija menor, ya que la otra es mayor. El proceso Baxter inicialmente acusó a sus suegros de secuestro y de haberles lavado el cerebro a la niña y su hermana, por eso presentó una demanda de restitución internacional en febrero del año pasado. La demanda de Baxter estaba basada en el convenio sobre secuestro internacional de niños, suscrito en La Haya en octubre de 1980 y aprobado en Colombia en 1994; a través de él se busca proteger a los menores de traslados o retenciones ilegales en otros países y buscar su regreso inmediato al Estado donde residen habitualmente. El caso quedó en manos de un juez de Chía (Cundinamarca), debido a que allí vive actualmente la menor. Durante la diligencia judicial, la defensa de los Cardozo Gaitán se basó especialmente en que la niña no quería volver con su padre, ya que le tenía miedo debido a los maltratos a los que sometía a su hermana mayor; también, en el hecho de que era un mal ejemplo para la niña por su supuesto consumo de estupefacientes. Tal parece que las declaraciones del propio Baxter sirvieron para darles la razón a los abuelos de la menor. En la declaración que rindió ante el despacho, se le preguntó especialmente sobre dos temas: el maltrato y el consumo de estupefacientes. Respecto al maltrato, expresó que en dos ocasiones corrigió a su hija mayor, María Luna: “Una vez le halé el cabello por no debatir conmigo su estado de embriaguez y en otra la tomé del cuello para que me mirara a los ojos. Eso fue en Guatemala”. En cuanto al consumo de marihuana, expresó: “Si estamos hablando de junio de 2009 y hacia atrás, consumí eventualmente. Quiero aclarar que esta planta está categorizada dentro de la planta de carácter depresivo que no indica depresión psicológica, sino baja de la presión arterial”. En la misma diligencia aceptó tener unas matas de marihuana en la casa en Guatemala, pero lo hizo para cuidarle las “plantitas” a una amiga que se fue de viaje para Israel, y que en ocasiones la fumó frente a su hija María Luna, quien también ha consumido drogas. Durante el juicio, los Cardozo Gaitán entregaron evidencias en las que se veía a Baxter fumando en la calle un cigarro que sería de marihuana y en una fiesta en un apartamento armando un cigarro, posiblemente con la yerba. También una grabación que hizo María Luna de una discusión en un taxi, en la que se oye a la niña llorar por los gritos de su padre. Tras el análisis de varios testimonios, incluyendo el del propio Baxter y sus hijas, el juez ratificó que lo mejor era que la niña se quedara en el país. “No se requiere mayor raciocinio para determinar que el retorno de la menor a su residencia en Guatemala no es propicio, por cuanto no es de recibo alguno para el despacho que el padre consuma marihuana en la casa de residencia delante de sus hijos, ni que tenga plantaciones de la yerba en su casa. Igualmente se denota violencia intrafamiliar contra sus hijas, tanto verbal como física. Además, se nota abandono frente a la menor, toda vez que la menor no cuenta con afiliación al sistema de salud y el ICBF evidenció que cuando la menor llegó al país no contaba con ninguna vacuna”, dice la sentencia. Y agrega: “Todo lo anterior viola los derechos de la menor, derechos que prevalecen sobre los derechos de los demás. De otro lado, quedó demostrado que la menor se encuentra totalmente adaptada a su nuevo medio familiar social y afectivo. Por tal motivo se resuelve negar la solicitud”. El proceso es de única instancia y no tiene apelación.
Redacción Judicial | Elespectador.com
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"La mejor manera de librarse de la tentación es caer en ella"
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