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EricCartman 13-03-2012 12:33:38

Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
Grafitis en la Universidad Nacional–sede Bogotá (I): la socialización en el odio, la frustración y la mediocridad



Los grafitis pintados en casi todos los lugares del campus de Bogotá de la Universidad Nacional son uno de sus aspectos más sobresalientes (otro elemento conspicuo es el alto número de ventas ambulantes y de ventas de minutos de celular). Algunos colegas consideran los grafitis parte del paisaje académico de una universidad pública que expresa las tensiones de la sociedad. Yo disiento. Me parece que la mayoría de esos grafitis son una expresión mediocre de odio y de frustración.


Ha habido momentos en los cuales los grafitis en las paredes de las universidades han sido el vehículo de un gran ingenio. Mayo del 68 en París fue el escenario de una extraordinaria producción de grafitis, uno que todavía no tiene paralelo. Al leerlos y releerlos uno siente el gusto por el pensamiento agudo, la palabra certera, la polisemia y el humor. Tan finos fueron muchos de ellos que el escritor Julio Cortázar les hizo homenaje recopilándolos en su libro Último Round (una selección de grafitis de Mayo del 68 no muy completa pero que sirve de iniciación es la de esta página de Andrés Moreira de la Universidad de Chile. Otras selecciones están disponibles en la red en francés y en inglés).


La mayoría de los grafitis de la Universidad Nacional carecen de vuelo. Son como la figura del Ché. Muchos han caído en la categoría de cliché: la consigna gastada, el gesto repetido que pretende ser intimidante, la pantomima de la indignación y la resistencia. Aquí van un par de ejemplos:


http://blogs.elespectador.com/cosmop...ia-300x225.jpg http://blogs.elespectador.com/cosmop...45-300x225.jpg


Algunos con más paciencia y más pintura han podido escribir más de una frase, pero parece que en términos de pensamiento no van más allá de seis líneas.

Un rasgo típico de sociedades autoritarias es la extraordinaria vigencia que tienen los argumentos de autoridad. Un pensamiento no vale por sí mismo sino por cuenta de quien lo enunció. No importa que ese pensamiento encierre una verdad trivial. “Si lo dijo Gramsci, póngale la firma.”

Puede ser que la cita sea también una señal de status: “hemos leído a Gramsci”. El problema en todo esto es creer que ir a estudiar a una universidad es algo así como ir a leer a los clásicos, los clásicos de lo que sea: del marxismo, del neoliberalismo, del siglo de oro, qué se yo.


Uno podría ir a la universidad a cultivar su espíritu, su conciencia cívica, a la par que uno desarrolla destrezas profesionales que le servirán a la sociedad y a uno mismo.

Pero no, tal no es el caso. Aquí y en muchos otros lugares del planeta, a la universidad llega un buen número de gentes a aprender a repetir consignas en las paredes o en las publicaciones. Grafiteros como los que citan a Gramsci expresan un problema más general, uno que cunde incluso entre los mismos académicos: la incapacidad para pensar por cuenta propia.



No exagero. Algunos profesores parecen meros exégetas del pensamiento de otros. Mucho de lo que es llamado filosofía parece más bien crítica literaria. Filosofar, pensar por cuenta propia es una actividad que no produce el mismo efecto que impresionar la mente de otros con la figura de Jacques Derrida o con el embeleco de la bío-política o la multitud. Mejor que los conceptos sean ambigüos y las hipótesis indeterminadas. De esa forma siempre se estará en lo cierto; siempre se podrá hacer pasar los meros prejuicios por verdades afiladas; siempre el séquito de acólitos aplaudirá. Quizá se me comprenda cuando digo que una de las mayores tribulaciones de una cultura académica autoritaria es tener que vérselas con profetas de la catástrofe, de la revolución, de la democracia radical, etc., eso sí, valga la aclaración, profetas de profecías prestadas y con sus huestes milenaristas, que se componen de tres gatos.


Si los hechos no se adecúan a la teoría, tanto peor para ellos.” Mas la obstinación de los hechos llega incluso a la academia. Lo más valioso que hay en algunos de los grafitis del campus es la pertinacia por expresar una verdad que nadie quiere oír o que nadie quiere asumir.



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Ahí están los hechos, los que algunos académicos meta-empíricos o post-empíricos quieren escamotear con sus teorías sin método. Su repugnancia hacia la metodología proviene de resistirse a los encajonamientos y disecciones analíticas que pierden de vista la conexión con el todo. Pero en la ambigüedad del todo, todo resulta ambigüo y todo termina siendo aceptable.


Una universidad así es abono para la persistencia de las justificaciones de lo injustificable. El problema no es sólo el contenido; es también la falta de metodología. La teoría del cambio violento continúa siendo justificada porque sus adherentes carecen de un método para evaluar las consecuencias de sus acciones; para examinar la relación entre los fines que dicen perseguir y los medios que sirven a esos fines; y para reflexionar sobre los mismos fines. En esta falla de la Universidad creo que hay una parte de la respuesta a la pregunta, ¿por qué se justifica la violencia en el espacio público de la universidad pública?


Si hay algo indignante en el campus de la Universidad Nacional es la ubicua apelación a la violencia como medio legítimo para promover el cambio social y político. La formas de esa apelación son múltiples en texto y en imagen.


http://blogs.elespectador.com/cosmop...la-300x225.jpg http://blogs.elespectador.com/cosmop...sa-300x225.jpg http://blogs.elespectador.com/cosmop...es-300x224.jpg


Entre todas las imágenes posibles de Camilo Torres, a quien se ha honrado llamando por su nombre a la biblioteca central, se ha escogido la más desafortunada de todas: la de Camilo Torres portando un fusil. Camilo Torres con campesinos o con trabajadores o con estudiantes, ninguna de estas imágenes sirve al propósito de darle crédito al sentimiento de que vale la pena ser un mártir. La extrema izquierda milenarista, supuestamente revolucionaria, es en sus formas mentales de lo más conservadora. Vive a expensas de íconos y perpetúa de este modo todo lo que ofende a una conciencia secular: la fe ciega y la intolerancia.


Una de las formas ciegas e intolerantes que tienen algunos estudiantes de expresar su odio y su frustración es tirar a las paredes bolas de pintura, como lo muestra la imagen de la biblioteca Camilo Torres. Estos estallidos de pintura y de rabia me recuerdan al doctor Antonio Mazzuolo, el católico que abomina la carne y ve pecado en la sensualidad, el censor que le tira bolas de alquitrán a la valla con la imagen de Anita Ekberg.

¿Que tienen en común los estudiantes que tiran bolas de pintura con el doctor Antonio Mazzuolo? Abominan la discusión en la que la verdad no esté establecida de antemano y ven pecado en el desacuerdo y el pluralismo. Estos estudiantes son censores tan religiosos como las religiones que dicen haber superado con su metafísico materialismo.

Entre estos monjes de la insurrección armada hay quienes han tratado de darle status de íconos del martirologio a los líderes de las FARC, y eso a pesar de que varios de ellos no tuvieron nada de mártires porque murieron simplemente de viejos.


http://blogs.elespectador.com/cosmop...RC-300x224.jpg


Afortunadamente, como puede verse en la anterior imagen, además de la indignación y el rechazo a consignas pro-icónicas, con muy buen humor y con una mancha de pintura unos iconoclastas han sabido desbaratar todo el esfuerzo sacralizador de algunos monjes de la revolución.

Con un signo de interrogación otros iconoclastas han sabido poner en cuestión el significado de las acciones del abatido líder de las FARC Alfonso Cano y con un par de letras han sabido trocar en su contrario a la organización que lo reivindica.


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EricCartman 13-03-2012 12:36:10

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
John Stuart Mill es el abogado de la doctrina según la cual toda expresión estridente no tendrá más remedio que moderarse si se la incluye en el espacio público. Dicho de otro modo, si los más radicales pueden encontrar expresión en el espacio público, entonces su radicalismo se moderará por el efecto de su propia participación en ese espacio. Uno podría apelar a esta doctrina para justificar la estridencia en texto y color de las paredes de la Universidad Nacional. Debería uno felicitarse de estar en medio de la expresión viva de las tensiones más profundas de la sociedad.



Mas no es ese el caso. Como lo atestiguan las anteriores imágenes, la estridencia de la frustración y del odio asume expresiones que en su inmensa mayoría son en forma y contenido mediocres.



Pero no sólo eso. Quienes invocaran a John Stuart Mill para justificar la mugre visual del campus de la Universidad Nacional estarían falsificando su doctrina. Mill creía en el efecto moderador de la participación como resultado del encuentro en el espacio público de varias expresiones. Tal encuentro lo concebía Mill como el choque de diferentes puntos de vista, el entrabarse en una discusión en la cual cada opinión tenía que probar su valor.



Si los participantes en una discusión no se esforzaren en dirimir sus malentendidos y desacuerdos con arreglo a principios comunes acerca de lo que cuenta como una buena teoría y de lo que es aceptable como evidencia, un choque de opiniones no se diferenciaría mucho de un choque de tránsito. Si se pudieran cancelar las discusiones con la máxima “cada quien tiene derecho a sus propias opiniones”, cada uno podría retirarse del choque de opiniones inflexible, aunque abollado. Así son las paredes del campus de Bogotá de la Universidad Nacional: llenas de abolladuras causadas por inflexibles opiniones.



Entre estas paredes se socializan políticamente miles de jóvenes todos los años. Todos los años un buen número de estudiantes ingiere el veneno del odio y de la frustración, así como de la mediocridad con la cual se expresan esos dos sentimientos. ¿Cuántos de los que se alimentan de este veneno siguen la senda del filósofo, del científico, del político, del empresario, del activista social?



Algunos, en algún momento de su vida, algunos de los más radicales terminan por seguir la senda del nihilismo. Luego de haber renegado del sistema se incorporan a él mediante una práctica lucrativa mientras reniegan y abjuran de todos sus antiguos ideales.



En primera instancia, una transformación semejante despierta perplejidad: ¿cómo el más radical ha podido convertirse en el más oportunista? ¿Cómo han podido no transformar sus convicciones sino abandonarlas por completo?

http://test.soho.com.co/upload/image...23_95541_1.jpg




La verdad, no hay misterio. Estos nihilistas son los que nunca han tenido poder y por ello han podido corromperse. Es cierto el dicho, “el poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. Pero también es cierto su contrario, “la falta de poder corrompe y la falta absolutad de poder corrompe absolutamente”. Lo más radicales de los estudiantes, los que se abalanzan con pintura contra las paredes, son impotentes. Lo único que pueden cambiar es sus consignas o el color de sus grafitis. Aparte del ruido que hacen, no creo que haya muchos que hayan podido hacer nada. Por eso no debería sorprendernos que ese nadaísmo, que ese nihilismo se les cuele en la sangre y terminen luego en los lugares del acomodo.



Por: Juan Gabriel Gómez Albarello

El Tiempo

chorfan 13-03-2012 13:55:17

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
VeJuco:funny::funny:

santiago® 13-03-2012 16:00:05

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
Ve y me hizo acordar que en estos dias vi uno de "AUC presente", y otros afichitos del partido nacionalsocialista, ahi por el estadio.....esos tambien cuentan si o que...

RICARDO69 13-03-2012 18:15:05

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
El cerebrito no les da para más!

zepp25 13-03-2012 18:19:49

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
Menos mal en Manizales todas las paredes de la universidades son limpiecitas.

SlayerSlave 14-03-2012 00:10:27

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 

en un pais en el cual a los gritos de cambio, se le respondio con el sonido de plomo, inevitablemente se termino en un circulo vicioso....
..

OPHIUCHUS 14-03-2012 21:14:55

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
Ni estudiarán allá estos payasos...

+Wilfred 14-03-2012 21:30:15

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
Moraleja: "la única manera de ser feliz es aceptar y apoyar el Status quo"

Kanon. 14-03-2012 23:40:17

Respuesta: Grafitis en la Universidad Nacional (I): la socialización en el odio, la frustración y l
 
Cita:

Iniciado por +Wilfred (Mensaje 7996512)
Moraleja: "la única manera de ser feliz es aceptar y apoyar el Status quo"

Cruda realidad


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