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Lucha por una recompensa
Por: Redacción Judicial

Informante del Ejército denunció incumplimientos en su pago.

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Darío de Jesús Calle Correa, alias ‘Timoleón’, fue abatido en zona rural de Santo Domingo (Antioquia). / Archivo

Faber Eduardo Álvarez dice que su vida y la de su familia están en peligro tras ayudar en enero de 2008 al Ejército para que dieran de baja a Darío de Jesús Calle Correa, alias Timoleón, uno de los combatientes más temidos del Eln en el oriente antioqueño, y miembro del Comando Central. A pesar de esto, según él, la recompensa que le prometieron no se la entregaron completa y por esto ahora se enfrenta al Ejército tras promover una denuncia penal y disciplinaria por el supuesto engaño. En ella revela supuestas irregularidades que no se conocieron en su momento.

El informante se había escapado del campamento subversivo, donde colaboraba con el grupo ilegal. De inmediato ubicó al Ejército para dar las coordenadas dónde estaba el campamento. Por su información, dice, le ofrecieron inicialmente una recompensa de casi $200 millones, y protección para él y su familia. El 25 de enero de 2008 llevó a las tropas hasta La Danta, en zona rural de Santo Domingo (Antioquia).

Su aporte fue tan preciso que las autoridades reportaron la muerte en combate de alias Timoleón, junto con otros dos guerrilleros. No obstante, en una larga declaración a la Procuraduría, Álvarez advirtió que en el campamento guerrillero estaba secuestrado el ciudadano turco Recep Yildirim y describió las prendas que tenía puestas para que pudiera ser rescatado. No pasó así. Según su relato, los guerrilleros ni siquiera alcanzaron a disparar y se simuló un combate. El plagiado resultó muerto.

“Un soldado llamado Pedro, que era el puntero de la operación, comenzó a disparar sin haber entrado en combate. Mató al secuestrado y a tres guerrilleros. Después, disparó los fusiles de los guerrilleros muertos para hacer creer que hubo combate. En el sitio encontraron una planta eléctrica. Dos computadores que estaban ahí con $400 millones. Más tarde el sargento nos preparó para relatar a la Fiscalía que había sido un combate”, le dijo Álvarez a la Procuraduría.

El pleito

Tras su colaboración, dice que comenzó el trámite para reclamar la recompensa que le ofrecieron. Un oficial de la Cuarta Brigada del Ejército le dijo que estuviera tranquilo que el dinero se lo entregaban más adelante. “Al día siguiente me hicieron firmar unos documentos en blanco y otros que no me dejaron leer. Días después me dijeron que yo no tenía derecho a la recompensa, porque eso había sido combate de encuentro. Yo respondí que si sabían desde antes dónde estaban los guerrilleros, por qué no habían llegado al campamento por su cuenta”. Tras la conversación, añadió Álvarez, le dieron un millón de pesos.

En su declaración al Ministerio Público afirmó que le prometieron un pago de $400 millones por la muerte de Timoleón, pero que sólo hasta junio del 2008 le dieron $90 millones en la dirección de inteligencia del Ejército en Bogotá. “Me hicieron firmar un documento que decía que era la recompensa por la baja de Timoleón. No me han vuelto a dar dinero”, puntualizó. Desde entonces comenzó la pelea por la recompensa. El informante envió cartas el año pasado al Ministerio de Defensa relatando lo sucedido y solicitando explicaciones.

Sin respuesta envió una petición más a la sección de inteligencia del Ejército, consultando si le terminarían de cancelar el pago prometido. A través de un oficio, la Dirección de Inteligencia fue tajante: el monto total por la información aportada había rebajado porque el guerrillero abatido ya no era tan peligroso. “Se le pagó una recompensa de $90 millones por esa operación en la que abatieron a Timoleón, que por su prontuario terrorista estaba enmarcado en el nivel III, con una recompensa de hasta $230 millones. No se cancela todo dado que en la actualidad es una estructura diezmada y con poca capacidad para hacer daño”. Así reza el oficio 113127 del 21 de junio de 2010, conocido por este diario.

Por esta razón, Álvarez relató ante la Procuraduría que le embolataron la recompensa pactada. “Desde que decidí colaborarle al Ejército tengo problemas de seguridad. Mi familia tuvo que salir huyendo y a mí me persiguen en Bogotá. No me parece justo el proceder del Ejército y por eso pido que investiguen tanto la muerte del secuestrado, como el trámite con la recompensa que se entregó por esa operación. Cuento esto hasta ahora, porque el Ejército me tenía prohibido hablar”, concluyó.

El Espectador intentó comunicarse con un vocero de la Dirección de Inteligencia del Ejército, pero al cierre de esta edición no había sido posible. Sin embargo, en el oficio mencionado de la entidad castrense se lee que la muerte de Timoleón es un golpe muy importante a la estructura del Frente de Guerra del Eln “que la obliga a replantear nuevamente su estrategia en Antioquia”. No obstante, añade el oficio, después de una valoración detallada el Ejército recomendó que el pago por la información aportada por Faber Eduardo Álvarez debía ser sólo de $90 millones.

El pulso lleva ya varios meses. Por lo pronto, Fiscalía y Procuraduría indagan este caso.

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