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Un libio residente en Grecia destruye una copia del Libro verde de Gadafi
Libia afronta 20 meses de metamorfosis. Es el plazo que los rebeldes se han fijado para edificar la estructura democrática de un país asolado por los delirios del Libro Verde, la suerte de Constitución que Muamar Gadafi inventó en 1975. El proceso se iniciará a pesar de que los leales al coronel se nieguen a deponer las armas y mantengan una agónica resistencia en bastiones como Sirte y Bani Walid.
Según la hoja de ruta, el Consejo Nacional de Transición (CNT) se compromete a entregar el poder a una Asamblea Constituyente en el plazo de ocho meses tras la caída de Gadafi. Será entonces cuando se redacte la nueva carta magna, sometida a referendo popular en un proceso supervisado por la ONU. Los miembros del CNT no podrán participar en el próximo proceso electoral.
La transición debería culminar en 20 meses con la celebración de comicios presidenciales y legislativos. El calendario está incluido en una declaración constitucional que fue presentada en agosto en Bengasi. El documento recoge en 10 páginas 37 artículos que guiarán el periodo transitorio. El CNT defiende la puesta en marcha del plan a pesar de la resistencia de los gadafistas porque la mayoría de la ciudades del país ya están liberadas y la estabilización está consiguiendo evitar el caos y la anarquía.
El pliego establece que el Consejo interino será "el único representante legítimo del pueblo" además de "la principal autoridad" de un Estado cuya capital será trasladada desde Bengasi hasta Trípoli. El cambio de sede ya se está realizando y, según fuentes rebeldes, estará completado en unas dos semanas. El comité ejecutivo del CNT ya está instalado en la capital y solo falta que la mayoría de los miembros del Consejo, que aún permanecen en Bengasi, viajen a Trípoli cuando mejore la seguridad y los servicios básicos sean restablecidos.
Las bases de un estado democrático y multipartidista
"Su legitimidad deriva de la revolución del 17 de febrero", sostiene la declaración cuyo primer artículo describe a la nueva Libia como "un estado democrático e independiente en el que la soberanía reside en el pueblo". La denominación se sitúa a años luz de la literatura constitucional de la moribunda 'Yamahiriya' (Estado de las masas, en árabe).
La nación que modeló Gadafi dice ser "una república árabe, democrática y libre". La carta mantiene el islam como "la religión del estado" y establece la "sharia" (jurisprudencia islámica) como "la principal fuente de legislación". Pero puntualiza que "el Estado garantizará a los no musulmanes la libertad de la práctica religiosa" y llama a "preservar los derechos lingüísticos y culturales de todos los componentes de la sociedad libia" en alusión a la realidad bereber del país. A diferencia de Marruecos, donde el nuevo proyecto constitucional incluye un reconocimiento oficial de la lengua amazig (bereber), la declaración rebelde solo menciona el árabe como lengua del Estado.
La hoja de ruta aboga además por un sistema multipartidista y defiende la libertad de expresión, la independencia judicial o la igualdad de derechos. La mujer La mujer -detalla el texto- participará "plena y activamente en las esferas política, económica y social".
La alternativa
La propuesta del CNT ha despertado las críticas de algunos sectores, que dudan de la capacidad del Consejo para pilotar una transición relativamente rápida en un país que carece de instituciones básicas y sociedad civil. El opositor Ahmed Shebani, líder del Partido Democrático libio, propone que un Gobierno designado por la ONU administre el país durante los próximos dos años y luego ceda el poder al parlamento elegido por las urnas. "Sin esa ayuda, la democracia solo será una fachada. Y no queremos un sistema al estilo de Mubarak o Ben Ali", declaró Shebani en una reciente entrevista a EL MUNDO. El político también defiende la separación entre Estado y religión
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