Breivik reconstruyó en Utoya su masacre sin signos de arrepentimiento

En medio de estrictas medidas de seguridad, Anders Behring Breivik, el noruego que confesó haber matado a 69 personas en un campamento juvenil en la isla de Utoya, regresó al lugar de la matanza para reconstruir sus crímenes ante las autoridades.

El monstruo de Oslo, Anders Behring Breivik, regresó el sábado a la isla de Utoya, lugar en el que asesinó a sangre fría a 69 personas el pasado 22 de julio. Allí, acompañado por las autoridades noruegas y durante unas 8 horas, revivió cada uno de los asesinatos, en un intento por reconstruir los terribles hechos, motivo de investigación.

Esta vez Breivik no llegó sólo ni armado, sino bajo una estricta vigilancia, esposado y amarrado. El confeso asesino recorrió el lugar sin mostrar señales de arrepentimiento.

El gran despliegue de seguridad implementado durante la visita, tenía la intención de impedir que Breivik escapara y también para protegerlo de cualquier persona que deseara atacarlo.

Según la Policía noruega, durante el recorrido por la isla de Utoya, el detenido estuvo "calmado y cooperando" al tiempo que ofreció información detallada de sus crímenes. Breivik, que permanece encarcelado en la prisión de Ila, al oeste de Oslo, explicó cómo mató a cada una de las 69 personas.

"Era importante que el interrogatorio fuera tan minucioso para evitar tener que volver más tarde durante el juicio", explicó Pal Fredrik Kraby, portavoz policial.

Así mismo, afirmó que la visita había proporcionado "muchos detalles nuevos" sobre la matanza.

"Ya nos ha dado muchas informaciones durante cincuenta horas de interrogatorios, y el interrogatorio ahora nos dio más", declaró.

"Por consideración a los familiares y a otros, todo debía transcurrir de una forma digna, y debíamos tener en cuenta también el tiempo. Además, las investigaciones técnicas debían estar acabadas y el lugar quedar limpio antes de que el acusado llegara a la isla", dijo Kraby.

El propósito es también que parientes y supervivientes "puedan saber lo más posible acerca de lo que ocurrió allí", añadió.

La inesperada visita de Breivik estuvo también motivada por el hecho de que la Policía deberá entregar de nuevo el control de la isla a las Juventudes del Partido Laborista, que son sus propietarias, antes del próximo 19. Para ese día está previsto que los familiares de las víctimas regresen a Utoya y al día siguiente lo harán los sobrevivientes, en actos privados.

El detenido ha aceptado la responsabilidad de los ataques terroristas del pasado 22 de julio en los que murieron 77 personas, pero rechaza su culpabilidad criminal porque considera que la matanza era necesaria para salvar a Noruega y Europa de los musulmanes y castigar a los políticos que han adoptado el multiculturalismo.

En un principio se creyó que Breivik no había actuado solo, sin embargo, los fiscales y la Policía encargados del caso, han expresado su plena seguridad de que el hombre de 32 años de edad fue el único responsable.

Lo que ha indignado a familiares de las víctimas y a la comunidad internacional, es la posibilidad de que Breivik afronte una sentencia máxima de tan solo 21 años de prisión por cargos de terrorismo. Aunque esta sentencia está contemplada en la legislación noruega, el Gobierno aseguró que el asesino podría estar más tiempo en prisión si se le considera un peligro público.