¡Minutos, jugo de naranja, mango, chontaduroooo!

La calle de cualquier ciudad es supervivencia: allí se vende de todo: hasta el alma: sobre todo el cuerpo. En Pereira las supervivencias sorprenden:

Que se venda minutos… esto es extraño porque aunque el tiempo se agota no se ha inventado nada para hacerlo rendir al infinito. Y aquí sí: se venden minutos y muy baratos a 100 pesos. Pero todo es muy simple: tenemos un inventivo y legal negocio de vender el tiempo, sólo que es el tiempo celular. Dicen que un buen epitafio podría ser “me quedé sin minutos”.


Que se venda jugo de naranja en casi cualquier esquina. En las mañanas Pereiranas tomarse un buen jugo de naranja es toda una costumbre. Lo extraño es que siga costando los mismos 1000 pesos desde hace muchooooooo tiempooooooo. Y ahora ya viene con tapa y pitillo… y por eso va en 1200. Lo increíble es que sea negocio: si uno lo quiere hacer casero, sale más costoso. Tal vez el placer no sea el negocio sino vivir en la calle. Por eso la alegría y buena onda con que las señoras nos venden el juguito. No solo es sabor, sino que estamos bien atendidos.


Que se venda mango biche con sal. A todas horas se puede comer mango y en todos sus sabores: verde y maduro, con sal, con miel o en salpicón. El mango es muy rico y hace sentido que se venda. Y mejor si ya está en rebanaditas que nos hacen salivar. Y aún mejor, si hace sol y es cerca del medio día. Por eso nos alegra ver a un vendedor de mango: así no le compremos, le pone sabor y gozo a nuestras rutinas de calle.
Que se pueda comprar minutos de celular es inventivo, que se pueda tomar jugo de naranja es saludable, que se saboreé un mango es alegría… todo puede ser muy normal… pero que se venda chontaduro si es extraño.


Que se venda chontaduro es una costumbre extraña porque “eso” no le gusta a todo el mundo, “eso” es solo para iniciados, para expertos, para conocedores. Es más, “eso” es para caleños de verdad. El chontaduro le gusta a muy poca gente, pero cada vez gusta más en Pereira: está en muchas calles.


A los que nos gusta el chontaduro lo hemos convertido en una consigna de vida: nos gusta para provocar malos gestos y extrañas palabras en otros, nos gusta porque no sabemos a qué sabe, nos gusta porque tiene textura como seca y dura, nos gusta porque nos hace exclusivos: somos de los pocos que gozamos el chontaduro. Y bueno, además, es muy bonito: sus colores tienen todas las variaciones de lo caliente, sus formas son sensuales, su pepa interna recuerda otras seducciones, y cuando suelta aceitico es casi sexual. Además, se sabe que sólo existe en Colombia; y dicen que sirve para incentivar la emoción sexual; y dicen muchas cosas más que no se pueden decir en la calle; y dicen que es de negros, y que por eso es bueno, o tal vez por eso es malo, o tal vez por eso es un enigma emocionante.



¿Le gusta el chontaduro?