La oposición Vs. la Unidad Nacional, una ‘pelea’ desigual

Analistas consideran que el Partido Verde, al lado del Polo Democrático Alternativo eran los llamados a hacerle oposición al gobierno del presidente Juan Manuel Santos.






El paso al costado en su independencia política que dio el Partido Verde, uno de los llamados a hacer oposición al lado del Polo Democrático Alternativo (PDA), terminó por fortalecer -en unas amplias mayorías congresionales- a la coalición de Gobierno y debilitar la oposición en Colombia, en detrimento, según expertos, de la democracia nacional.

Si bien la mayoría de los consultados por este diario coinciden en que el Partido Verde nunca manifestó su oposición al gobierno del presidente, Juan Manuel Santos, sí recalcan que el control político en el país terminó afectado, en la medida en que la entrada de la colectividad de Luis Eduardo Garzón y compañía a la Unidad Nacional determina un alineamiento a los propósitos que se trazó el primer mandatario para el cuatrienio.

La minimización de la oposición, que quedó solamente en manos del Polo -sin posibilidades de acompañamiento partidista alguno- es, a juicio de analistas, perjudicial para el país, en la medida en que consideran que una democracia requiere de controles y veedurías para que no se enquiste la hegemonía de un gobierno.

Una de las que alerta sobre esta situación es Alejandra Barrios, directora Ejecutiva de la Misión de Observación Electoral (MOE), quien considera que “es muy delicado para la democracia” y sustenta: “el debate, la crítica, el contar con una oposición fuerte, que debata y que haga control político permite, no solamente mejorar la gestión legislativa, sino de Gobierno”.

Comenta que el control político es una herramienta vital para evitar casos de corrupción y trae a colación lo sucedido en el gobierno anterior. “Una coalición tan fuerte, que gobernó en los ocho años, una vez que se rompe se empiezan a ver los problemas de corrupción”.

Barrios argumenta lo anterior indicando que, ante la ausencia de una oposición seria y fuerte, “podemos llegar a gobiernos hegemónicos, donde el antecedente anterior demuestra la corrupción, el enquistamiento en el poder de malas prácticas, no hay controles políticos a las gestiones y la masa crítica de si estamos frente a buenos o malos gobiernos se pierde”.

No muy lejano a este pensamiento se encuentra el politólogo Alejo Vargas, quien comenta que la ausencia de oposición “no es buena” y explica que “lo que pasa es que hay más oposición social que política, porque -desafortunadamente- estas fuerzas como el Polo no han sido capaces de ganar la confianza de los sectores inconformes. Eso siempre es negativo en una democracia, sin duda”.

El analista Alfredo Rangel no dista mucho de las apreciaciones anteriores, en la medida en que tiene claro que “la oposición es necesaria para una democracia” y agrega: “El control incrementa la calidad de las políticas públicas, una falta de auditoría puede terminar deteriorando la calidad, no solamente la calidad del debate político, sino la transparencia del gobierno, e incluso de las mismas políticas públicas”.

Agrega que existe un “riesgo de unanimismo que es preocupante en cualquier democracia que debe tener una oposición estructurada, seria, efectiva, propositiva, con capacidad real de control y de rendición de cuentas al gobierno que está en ejercicio”.

Daniel García-Peña, ex directivo del Polo, reconoce que “la oposición es fundamental en cualquier democracia” y añade: “Desafortunadamente, y eso es lo que criticamos los que salimos del Polo, es que hacer oposición no implica oponerse a todo lo que haga el gobierno porque sí. En un gobierno democrático la oposición debe diferenciar y apoyar lo bueno”.

El ex procurador General Jaime Bernal tiene otra visión de la situación, al advertir que “uno observa que hay personas que de manera aislada hacen críticas, hay grupos que pertenecen a estos partidos debilitados, pero uno ve que las críticas están orientadas, en algunos casos, en una oposición por oposición”.

Una coalición fuerte

Desde la misma casa Verde se reconoce la situación, tanto que la senadora de esa colectividad, Gilma Jiménez asegura que el único que se ha declarado en oposición ha sido el Polo, del que dice “no me gusta”, porque “es no a todo, absolutamente todo”.

Jiménez recalca que la entrada a la Unidad Nacional no significa que “nosotros perdamos la discrecionalidad, por ejemplo, del control político, de anotar cuando consideremos que algo no está funcionando bien”.

Pero en sus propias palabras reconoce que los verdes “no tenemos ningún tipo de relación con el Polo” y añade: “Nosotros estábamos en la independencia, no en la oposición”.

Este abrebocas de lo que significó la entrada de los verdes a la Unidad Nacional tiene su propia interpretación por parte de Alejandra Barrios, quien comenta que esto “degenera todo y se crea un bloque de gobierno en el Congreso que es invencible. Lo que se ve es que van a pasar todos los proyectos del gobierno”.

El politólogo Vargas tiene una visión más amplia de la situación. “Desde el gobierno Santos no hay oposición, ésta existió en el gobierno anterior cuando estaban el Partido Liberal y el Polo, pero el de Unidad Nacional sólo tiene al Polo con su pequeña fuerza parlamentaria”.

Rangel, entre tanto, tiene claro que “para el Gobierno ha sido una ganancia la incorporación del partido Verde a la Unidad Nacional, pero para la democracia es una pérdida porque se debilitan las posibilidades de oposición política, aunque esta colectividad nunca se había definido”.

García-Peña, a su turno, piensa que “más allá lo que vemos en el país es que se está redibujando un nuevo mapa electoral partidista”.

El ex presidente del Polo, Carlos Gaviria, insistió en que el Partido Verde nunca estuvo en la oposición y que su posición ambigua cambió con la entrada a la Unidad Nacional y recalcó que “el único partido que se ha declarado en oposición al gobierno del presidente Juan Manuel Santos es el Polo”.

Un Polo debilitado

La oposición en Colombia quedó en cabeza del Polo Democrático. Sin embargo, los analistas consideran que en el interior de esa colectividad existen fracturas que debilitan, aún más, el ejercicio de seguimiento y crítica al Gobierno.

En este sentido, Daniel García-Peña dice que “la crisis del Polo se agudizó porque nunca logró cuajar como un partido, como una hueste unificada. Desde el comienzo se mantuvo como una federación de partidos con intereses propios que nunca se integraron y utilizaron al Polo de su éxito electoral”, por lo que piensa que esta situación tiene sumido al Polo en “una profunda crisis”.

Carlos Gaviria, ex presidente del Polo reconoce que el partido “está padeciendo una situación adversa, pero no es única, no es la primera vez que eso ocurre en Colombia”.

Dice que “el reto que tiene el Polo es mostrar que, a pesar del episodio adverso, es un partido que tiene otro tipo de propósitos”.

El analista Ancízar Marroquín insiste en que el Polo tiene la oportunidad de hacer un ejercicio de control fuerte, pero “hasta el momento no lo han hecho” y añade que sus líos internos hacen que no tengan la fortaleza para tener un papel preponderante.