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La bonanza peruana
Por: César Ferrari / Ph.D. Profesor Pontificia Universidad Javeriana

Bloqueos mineros, paros de maestros, médicos, docentes universitarios y el Poder Judicial... Paradójicamente esta convulsión social se da en medio de un crecimiento económico sin precedentes.
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Foto: AFP
Mineros de la región minera de Puno protestan contra el gobierno central por sus políticas mineras y la falta de recursos sociales.

El 5 de junio de 2009 hubo 34 muertos en Bagua, en el nororiente peruano: doce indígenas huambisas y huitotos y 22 policías. Fuentes no oficiales contabilizaron 60 muertos, indígenas en su mayoría. Disparos desde helicópteros y a pie, por un lado, y heridas de arma blanca sobre policías prisioneros, por otro, se señalan como causantes.

La policía intentaba desbloquear una carretera que comunica el norte de la Amazonia con el resto del país. El bloqueo era parte de una protesta, iniciada en abril de ese año, contra una legislación en favor de la inversión privada, que según los indígenas, violaba sus derechos y sus territorios sin otorgarles mayores beneficios. Varios constitucionalistas consideraron que dicha legislación era inconstitucional.

Como desenlace, el gobierno del presidente Alan García, que defendió arduamente tal legislación, se vio obligado a solicitar de urgencia su derogatoria al Congreso, controlado por la mayoría gobiernista. Éste procedió en consecuencia.

Un año antes, el 17 de junio de 2008, luego de varios meses de negociaciones infructuosas, la población de Moquegua bloqueó la carretera Panamericana e incomunicó a su vecino departamento de Tacna (limítrofe con Chile) con el resto del territorio nacional. El descontento era ocasionado por lo que consideraban una injusta distribución del canon minero en su contra y en favor de sus vecinos.

Esa vez la multitud desarmó a 60 policías y los encerró por varios días en el estadio de Moquegua. Para evitar una matanza, la policía no quiso emplear sus armas y los gases lacrimógenos resultaron insuficientes para controlar la convulsión. Luego de varios días de negociaciones, los moqueguanos levantaron el paro y liberaron a los policías a cambio de mayor canon y más inversiones públicas.

Dichos conflictos estuvieron antecedidos por tres convulsionados años que llevaron a la paralización del Cusco, un paro agrario que bloqueó las carreteras peruanas y los de mineros, maestros, médicos, docentes universitarios y Poder Judicial. Paradójicamente, todos ocurrieron en medio de una bonanza económica sin precedentes. En 2008 Perú creció 9,8%, con una inflación de 5,8%. En los últimos cinco años las tasas promedio de crecimiento y de inflación fueron 7,6% y 3%, respectivamente.

¿Por qué con un crecimiento tan acelerado ocurre un cuadro social tan convulsionado en el país? El Gobierno ha insinuado que estas alteraciones del orden son promovidas por agitadores extranjeros. Sin embargo, resulta poco creíble que unos pocos causen semejante situación en todo el país, en diferentes sectores sociales y durante tanto tiempo. Más razonable sería considerar que el mayor crecimiento económico ha creado en la población grandes expectativas de bienestar y mayores ingresos. Ante ese crecimiento, entienden que su pobreza y la inequidad que la acompaña son inaceptables.

Tienen razón: según la Cepal, el 31% de la población peruana urbana y el 69% de la rural son pobres. El World Factbook de la CIA señala que en 2005 el Índice Giniw de concentración del ingreso familiar fue 49,8%, el 26 peor entre 135 países (Bolivia, el séptimo, y Colombia, en el puesto 15).

La convulsión podría agravarse por la desaceleración económica que la crisis mundial está produciendo: la población seguiría con sus expectativas y los recursos para atenderlas serían menores. The Economist estima que en 2009 Perú crecería 1,3%.

En el fondo, lo que la población estaría cuestionando es un crecimiento económico inequitativo que se deriva principalmente de los buenos precios internacionales de las materias primas. Los ingresos externos correspondientes benefician a las empresas que las producen, a las que abastecen a las primeras y al Estado, que recauda mayores impuestos. No a la mano de obra.

A su vez, la abundancia de divisas produce revaluación cambiaria que contribuye a reducir la inflación. Pero dicha revaluación reduce también la competitividad y, por lo tanto, la producción del resto de las actividades productivas. Éstas son las que generalmente emplean mano de obra abundante. De tal modo, gran parte de la población queda fuera de la bonanza.

Pero probablemente la causa principal de la convulsión peruana reside en la red de corrupción más grande y extendida en la historia del país que dejó la era Fujimori. Su régimen comprometió en todo tipo de ilícitos a gran parte de la clase dirigente. Con ello destrozó muchas de las instituciones y organizaciones más importantes del país. Por eso nadie respeta a nadie o a casi nadie.

¿Será sostenible este escenario en el largo plazo? Difícil. Tarde o temprano la inversión se paralizaría por cuenta de la incertidumbre. El nuevo gobierno no tiene otra alternativa que lograr un crecimiento con equidad y trabajar en la reconstrucción de sus instituciones.

El desarrollo del Perú en cifras

2015
Hasta este año, proyecta el FMI, Perú seguirá siendo el país de mayor crecimiento de la región.

10
Tratados de Libre Comercio ha firmado el país en los últimos años.

35
mil millones de dólares exporta Perú hoy en día, gracias a su política de apertura.

31
por ciento de la población vive en la pobreza; un 11,5% está en situación de escasez extrema.

15
por ciento es el nivel de corrupción en los presupuestos y bienes del Estado, según el auditor general.

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