¿Entre Keiko y Ollanta es como escoger entre el cáncer y el sida?, entrevista a Alan Garcia.

¿Entre Keiko y Ollanta es como escoger entre el cáncer y el sida?




"Aún no he tomado la decisión de por cuál de los dos votaré, pero cuando lo haga, no lo diré".





Candidatos podrían hacer un buen gobierno si se dejan guiar por la realidad del país: Alan García

¿Cómo es que el mismo presidente puede hacer un primer gobierno tan malo como el suyo y un segundo tan bueno como el que está a punto de terminar en el Perú?
Porque el mundo de hoy es muy diferente al de 1980. Existía la bipolaridad mundial y alternativas ideológicas distintas. No estaba en boga la corriente liberalizante y privatizadora que después se impuso en los últimos 20 años.

Todos le reconocen que logró traerle al Perú prosperidad económica, mejoramiento en las cifras de pobreza, infraestructura y generación de empleo. ¿De dónde sacó la inspiración?
Creo que la primera obligación de un político es seguir la realidad y no inventarla. Al poner al Gobierno en la lógica de la expansión del comercio y de la tecnología que hoy existe, hemos logrado que el país crezca. En otros términos, no supedito la realidad a mi corazón y a los buenos sentimientos, sino que utilizo la realidad para poder cumplir con esos buenos sentimientos que me dicta el corazón. Hemos querido reducir la pobreza, tanto hace 20 años como ahora. Pero la diferencia es que hoy estamos usando la fuerza extraordinaria del capital.

¿Usted diría que la razón es que el presidente Alan García del primer gobierno era un populista, mientras que ahora los populistas son sus adversarios?
Yo diría que para la época de mi primer gobierno, nadie creía en la privatización de las empresas públicas ni en el libre comercio, y lo que se quería era proteger la industria nacional. Eso tenía un sentido en esa época. Pero ante la existencia de trillones de dólares en el mundo buscando hoy dónde invertir, lo tonto sería no comprender que eso ha cambiado y que necesitamos recibir esa inversión en las mejores condiciones para crear empleo.

¿Por qué el Apra no presentó candidato presidencial para las próximas elecciones?
De acuerdo con las predicciones de las encuestas, ninguno se sintió en posibilidades de despegar de una manera definida. Mi país no es muy generoso para darle reconocimiento a los gobiernos, y menos a los que acaban, y nosotros estamos terminando, según las encuestadoras, con un 34 por ciento de aceptación. De ser cierto, eso es realmente excepcional.

Existe la teoría de que usted no se esforzó por imponer un candidato aprista, para dejarle el camino libre a otra candidatura suya en 5 años...
No veo por qué un éxito electoral del partido aprista en el 2011 me privaría de la teórica y no probada aspiración de volver a ser presidente en el 2016.

Una teoría no probada, pero no desaprobada...
Siempre he dicho que es un honor, el más grande que puede tener un ser humano, representar a su pueblo. Pero también un ser humano necesita el tiempo de vivir para sí mismo, de leer sus cosas, viajar por el mundo, y no estar sujeto eternamente a la prisión de vivir en una oficina partidaria y de ahí pasar a la casa de gobierno. Eso es una prisión.

El Nobel peruano Mario Vargas Llosa ha dicho, sobre los candidatos Keiko Fujimori y Ollanta Humala, que eso es como escoger entre el cáncer y el sida. ¿Así de terrible es la perspectiva del Perú?
Yo creo que no. Es una licencia poético-literaria de nuestro gran escritor. Cada ser humano tiene factores positivos y negativos. Ambos pueden hacer un buen gobierno si se dejan guiar por la realidad. Cualquier propósito que tenga cualquiera de ellos en el momento de asumir el poder tendrá que ser confrontado y rectificado de acuerdo con sus límites y posibilidades, y frente a la realidad misma.

¿No produce temor que Keiko pueda ser la resurrección de su padre, Alberto Fujimori?
Aun cuando hay quienes creen que la señora Fujimori podría hacer lo mismo que su padre, las circunstancias son irrepetibles y eso es confundir apellido con personas.

Un taxista aquí en Lima me dijo que teme que Humala sea el Chávez del Perú...
Ollanta Humala tiene un pensamiento que podríamos llamar radical de izquierda. Pero terminaría por darse cuenta de que los gobiernos más exitosos, con más inversión, con más generación de empleo y más obras, los hacen los gobiernos de izquierda que se recentran y que entienden las normas del mundo. Y en ese momento fortifican la confianza para que haya mucha más inversión, no solo minera y petrolera, que es una pequeña parte, sino para que haya mucha más inversión y reinversión en la industria grande y pequeña, y más generación de empleo, que es lo que la gente quiere. Pero eso requiere que esa posición de izquierda tome un carácter pragmático, y con la ayuda de políticas sociales se puede hacer un gran gobierno. El peso de la realidad es mayor que el apetito de las personas o que los sueños de las personas.

¿Es cierto que, en este estado de cosas, usted preferiría apoyar a la candidata Keiko Fujimori?
No. Y no sé por qué tendría que ser racional esa afirmación.

Porque hay quienes dicen que a usted le convendría que el próximo presidente de Perú sea débil, para volver en el 2016...
Yo me río. Porque quien cree en la historia, quien cree en la gloria, no necesita un centavo ni necesita hacer nada semejante. Creo que esas pobres personas me miden a mí con la pequeñez de su propia medida.

En esa misma línea, también le convendría un mal gobierno de Ollanta Humala...
Estoy convencido de que la realidad llevaría a Humala a hacer un buen gobierno si fuera elegido, porque esa es la obligación de las circunstancias. Pero si él insistiera en ciertos planteamientos que han causado temor en el país, eso abriría las puertas más rápidamente a una oposición sólida. Lo que quiero es descartar que yo tenga una obsesión presidencialista.

No lo escucho espantado con la candidatura de Keiko Fujimori. Usted terminó asilado en Colombia, después de haberse escapado por los techos de su casa, ante la persecución que le montó su padre, Alberto Fujimori, que lo quería coger preso. ¿No tiene temor de que esas épocas vuelvan a repetirse?
Me quitaron 10 años de mi vida en los que yo debí estar aquí, en el Perú. Pero, si tengo una virtud, tal vez la única, es que yo no sé odiar. No tengo rencor. Porque el que odia sufre, se atormenta diariamente con su rencor. Y estoy muy grande y experimentado como para someterme al odio. Para mí, lo que le convenga al Perú. No he tomado una decisión y si la tomo no diré nunca por quién voy a votar, si por la señora Fujimori o por el señor Ollanta. Pero a ninguno de los dos podría malquerer u odiar por cuenta de lo que hizo el padre de una o de lo que me insultó otro en una ocasión anterior. La vida es muy grande y, como dice Shakespeare, all is well when ends well: "Todo está bien cuando acaba bien". Y las cosas van a acabar bien en el Perú, a pesar del temor del momento.

Perú, Chile, México y Colombia acaban de firmar el Acuerdo del Pacífico, para dar un gran salto comercial. Si esto sale, tanto usted como el presidente Santos tendrán la satisfacción de haber puesto a sus países a volar por lo alto. ¿Qué seguridad hay de que Keiko o Humala no llegarán a desbaratar este gran acuerdo?
Hay ciertas cosas racionales. Usted no le puede decir a un país que deje de respirar o que deje de comer. Tampoco le puede decir a una nación que deje de comerciar, o de recibir inversión, o de generar empleo. Nadie puede negarse a cosas sensatas y racionales como esas.

Usted ha sido testigo de excepción en estos últimos años del manejo de la política exterior colombiana. ¿Cómo le parece que Chávez está mejor manejado: con la mano fuerte del ex presidente Uribe, o con la política del 'nuevo mejor amigo' que está aplicando el presidente Santos?
Cada uno en su momento estuvo bien. Porque así como el presidente Chávez tiene una cierta verbalización, adjetivación y energía, por decir lo menos, para hablar de sus adversarios y vecinos, también se va cansando y se va gastando en su imagen. De manera que, conforme envejece políticamente, las uñas se van cayendo, los dientes se van gastando, y, entonces, cada estilo en su momento. Chávez era más beligerante antes. Y no quedaba más camino, supongo, que responderle con la misma energía. Pero ahora está más aplacado, tiene más problemas en su país y la famosa Alba -frente a la cual nuestra alianza del Pacífico significa un paso cualitativamente superior- no parece ir por muy buen camino. De manera que hay una nueva realidad para Hugo y, por consiguiente, hay que concederle una nueva forma de responder, menos enérgica, más amistosa. Cada cosa en su momento.

¡Qué respuesta tan hábil!
¡Pero estoy seguro de que eso no lo dirán en Colombia! Es que uno no hace ni historia ni futurología leyendo hacia atrás.

Finalmente, a su retiro de la presidencia, y mientras, quién sabe, calienta nuevamente motores, ¿lo vamos a tener viviendo nuevamente en Bogotá en su apartamento de la 74 con 2?
Me gustaría mucho volver a hablar con mis amigos los taxistas de Bogotá, ir a hacer mercado en Paloquemao, ir al mirador de la Calera a comerme mi cuajada con melado, la mejor del mundo...

¿Y dónde me deja las obleas de José A.?
Me fascinan. Yo era caminante de las calles de Bogotá, y en la 15 con 95 comía de esas obleas donde un hombrecito que era muy gentil. Añoro eso, y la libertad que tenía en Bogotá de poder caminar como no puedo hacerlo aquí.

Difícil que usted pase inadvertido en cualquier parte del mundo con esa estatura...
De tanto en tanto pasaba inadvertido en Bogotá. Pero cuando me reconocían, había reacciones muy generosas, hospitalarias y afectivas. Eso es lo que recuerdo de Colombia y por eso he querido siempre ayudar en todo lo posible a su país.