Educación sin norte - Sergio Fajardo

el blog del doctor Sergio Fajardo

« Alcalde Rojo
EDUCACIÓN SIN NORTE

La reforma de la educación superior que ha propuesto el equipo del presidente Santos es una muestra contundente de que para el gobierno la educación no es más que un conjunto de lugares comunes. En la metáfora de las flamantes locomotoras la educación no aparece y la “invención” de última hora, para tratar de enmendar tan flagrante omisión, según la cual la educación son los rieles sobre los que se mueven las locomotoras, resulta ser una excusa inocua que no se respalda con una apuesta política seria.

La mejor forma de corroborar la anterior afirmación es tomarse un rato y leer las 28 páginas en las que el gobierno presenta la exposición de motivos, sobre la cual, en principio, justifica la expedición de la reforma a la ley 30. Con un poco de paciencia, y más tiempo, se pueden leer otras 50 páginas donde aparecen los 164 artículos que discutirán nuestros congresistas (

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).

La esencia de la propuesta consiste en ampliar la cobertura de la educación superior y, para hacerlo, se comprometen a crear 645.000 nuevos cupos para el año 2014. La solución mágica es, simplificando, la inversión privada, que ante semejante mercado tiene los incentivos para crear esos cupos, previos unos articulitos que permiten que la educación superior se pueda hacer por negocio.

Después de nueve meses de la elección presidencial era natural pensar que esta propuesta de reforma, primera manifestación de las políticas públicas del gobierno en el tema educativo, tendría un excelente soporte, con estudios rigurosos para dar una discusión seria y dura como era de esperarse.

Pues no. No hay nada serio. Más allá de unas cifras insulsas que hablan de coberturas y la bien conocida explicación de que personas con algún tipo de educación superior tienen mayor posibilidad de conseguir un empleo formal, no hay mayor cosa. No hay una sola referencia sobre la clasificación de las IE colombianas de acuerdo a su calidad, no sabemos a qué proyectos regionales responden, no dicen nada acerca de la ubicación territorial de los nuevos cupos, ni aparece por parte alguna la relación que tienen con los ******os productivos, ni con la política de competitividad del país, ni con la innovación ni el emprendimiento, no sabemos de dónde van a salir los profesores para cubrir con calidad esos nuevos cupos (Ejercicio: ¿Cuántas Universidades Nacionales se necesitan para cubrir 645.000 nuevos cupos?), no sabemos cuántas universidades son hoy lucrativos negocios encubiertos, escondidos detrás de fachadas de garajes.

Se habla de la educaciones técnica y tecnológica, pero no tenemos ni idea sobre qué se está haciendo en esos temas, ni quién lo está haciendo; no se explica, por ejemplo, el papel que jugaría el Sena, y mucho menos los resultados y el impacto que esta institución ha tenido en los últimos años, ni su articulación con el Ministerio de Educación. No existe una evaluación de los programas universidad-empresa-estado que hoy están en marcha. Ni del programa de Ceres que se ha utilizado para extender la cobertura a la educación superior rural. Es bien diciente el silencio que han guardado gobernadores y alcaldes con respecto al proyecto de reforma: ¿Será que las universidades no juegan papel alguno en sus regiones?

No es seria la reforma. No plantea la más mínima sugerencia sobre posibles formas de enfrentar el problema de la deserción que se acerca al 50% de los estudiantes que entran a la Educación Superior. Ni siquiera tiene un estudio de mercadeo para justificar la existencia de los agentes privados que entrarían al negocio. Actualmente se discute en el congreso el plan nacional de desarrollo, supuestamente con una gran apuesta regional, y las universidades no aparecen. Nada. Sombrío panorama, por decir lo menos, para nuestra educación superior.

Por el contrario, en el documento se presentan varias páginas dedicadas a los casos de Brasil, Chile, China, Corea y Estados Unidos, estos sí con referencias bibliográficas, debidamente documentadas. ¿Cómo comparan las experiencias entre esos países y el nuestro? ¿Cuál es nuestro contexto? Por supuesto que podemos aprender de otras experiencias, ni más faltaba, pero una cosa es aprender y otra es copiar. Los malos estudiantes copian, se engañan y luego fracasan.

Me permito sugerir dos interesantes artículos aparecidos en la revista virtual Razón Pública,

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Sin recursos públicos no hay calidad ni hay investigación, escrito por Jorge Iván González y Edna Bonilla, en el cual los autores demuestra lo que afirman en el título y sugieren novedosas alternativas de financiación. Y el artículo El proyecto de reforma educativa: faltó audacia, de Alexis De Greiff, quien mira el tema desde una perspectiva complementaria al anterior. Igualmente, el rector de la Universidad Nacional, Moisés Wasserman, ha escrito artículos y concedido entrevistas en donde demuestra cómo la educación superior pública se mantiene en un estado vegetativo, que de no cambiar, le limita la posibilidad de asumir un papel protagónico en el desarrollo del país. Propone, y comparto plenamente esa idea, en oposición a lo que piensa el gobierno, ¡la creación de nuevas universidades públicas! No es una utopía, es una apuesta política, ¿Qué tal por ejemplo un impuesto al patrimonio para la educación?

Para finalizar, es importante señalar que las protestas estudiantiles con capuchas, piedras y bombas no son la solución. Hay mucho por qué protestar, pero con el rostro cubierto y a golpes se pierde la legitimidad de los argumentos. La violencia solo sirve para justificar más violencia, y de esa forma se desvirtúa la importancia de un debate indispensable para el país. Somos muchas las personas que tenemos los argumentos y las realizaciones que nos permiten demostrar que la educación pública es crucial para construir una sociedad justa que crea igualdad de oportunidades, lo podemos hacer dando ejemplo de civilidad e inteligencia.



Sergio Fajardo V.